La puerta al corazón de la estética religiosa
Nuestro primer objetivo debe ser comprender el mundo, pero para comprender el mundo es necesario abrir la puerta de nuestro corazón para poder captar todo aquello que nos rodea. Una de las formas por medio de las cuales se expresa la dimensión estética del arte es precisamente la religión. Es por esa razón que no pienso que el pensamiento no puede reducirse únicamente a la razón, sino que debe brotar de lo más profundo de nuestro ser. Es precisamente de esta profundidad de donde surgen todas las posibilidades que dan forma al arte.
La religión inspira al arte. Aunque no solo la religión ortodoxa, sino también el paganismo. Estatuas incomparables como el Laocoonte o la Venus de Milo son excelentes ejemplos, también las líneas de Nazca o la estela Raimondi de las ruinas de Chavín de Huántar entran en esta descripción.
Según este orden de ideas, podemos dar diferentes visiones de la obra de arte desde un pensamiento religioso, pues la religión influye el arte, pero también transforma al artista. Las diferentes tradiciones de las distintas culturas del mundo están ligadas igualmente por el arte, por lo que existe una fuerte conexión entre la sabiduría y el entendimiento religioso del mundo. Una tesis que es defendida por todos los historiadores del arte es que el romanticismo, como rebelión contra la Ilustración y el racionalismo, no desapareció realmente después de su período de auge a comienzos del siglo XIX, sino que más bien mutó a lo largo del tiempo. En este sentido, corrientes como el simbolismo o el surrealismo serían en realidad continuaciones del romanticismo, retomando muchos de sus aspectos oscuros y negros que se expresaron en el arte y la literatura. Corrientes como los prerrafaelistas, los navis, el dadaísmo, etc., no fueron sino continuaciones de esa rebelión estética en contra del conocimiento racional y científico en nombre de una forma de conocimiento no racional. Esta forma de conocimiento no está basada en la razón y sus cadenas causales, sino en un conocimiento inmediato y simbólico donde podemos captar la totalidad del sentido por medio de la imaginación y las imágenes. Este medio de conocimiento, que ha existido desde épocas antiguas es despreciado por el mundo moderno, sin embargo, nuestro interés en el arte es precisamente volver sobre este modo de conocimiento y sobre los artistas que fueron influidos por estas corrientes artísticas.
Al igual que Josephin Péladin, nosotros creemos que el artista es un rey, un sacerdote cuyo objetivo es preservar la tradición y la fuente de la belleza en un mundo donde solo prima el dinero o el materialismo. Péladin solía decir: “Artista, eres un sacerdote: El arte es el gran misterio y si tu esfuerzo se traduce en una obra maestra, un rayo de divinidad descenderá al altar. Artista, eres un rey: El arte es el verdadero imperio, si tu mano traza una línea perfecta, los propios querubines descenderán para deleitarse con su reflejo... Puede que un día se cierren las Iglesias, pero [¿qué pasará] con los Museos? Si Notre-Dame es profanada, el Louvre será el nuevo oficiante... La humanidad, ciudadanos, irá siempre a misa, cuando el sacerdote sea Bach, Beethoven, Palestrina: ¡no se puede convertir al órgano en un instrumento ateo! Hermanos de todas las artes, hago sonar este grito de guerra: formemos una santa milicia para la salvación del idealismo... construyamos el Templo de la Belleza... porque el artista es un sacerdote, un rey, un mago, porque el arte es un misterio, el único imperio verdadero, un gran milagro” (1).
Es de esta manera que podemos observar cómo la religión termina por darnos un sin fin de ideas nacidas de una visión espiritual del mundo. Un ejemplo perfecto sería Rubens, el cual da un sentido sensual a sus obras tocando temas tradicionales sacados de la mitología y las leyendas religiosas. Rubens es la perfecta manifestación de un espíritu dionisíaco donde el artista celebra la carne en sus obras. Sus trabajos, como Las Tres Gracias, desbordan un naturalismo donde figuras femeninas grandes y redondas, que recuerdan a las viejas Venus neolíticas, expresan un mundo de abundancia, placer y vida. Otras de sus obras, por el contrario, expresan la dimensión trágica de la vida Diana y Calisto, donde las diosas y las ninfas lloran inconsolablemente frente a la muerte.
Otro gran exponente de esta tendencia es el artista romántico William Blake, cuyas maravillosas obras de arte reflejan un simbolismo con un profundo arraigo espiritual que reflejan una interioridad y fantasía que impregnan todos sus trabajos. Estas obras igualmente las podemos ver en su poesía. Blake era un acuarelista que trató de conversar con lo supranatural de forma constante. En su infancia afirmaba que se había encontrado con el profeta Ezequiel bajo un árbol y desde entonces dibujó toda clase de imágenes religiosas sacadas de otro mundo. Algunos ejemplos son la Escalera de Jacob, donde se observa el ascenso hacia otro mundo muy diferente al nuestro. Otras imágenes parecen sacadas de un mundo de fantasía oscura y perturbador, como el Nabucodonosor o El dragón rojo. Sobre Blake el escritor británico Chesterton escribió lo siguiente: «No había nada extravagante ni ostentoso en el sobrenaturalismo de Blake. Lo sorprendente no era su frenesí, sino su calma. Desde que conoció a Ezequiel bajo un árbol, nunca había hablado de tales seres excepto en los tonos más ordinarios». El siglo XVIII está lleno de sobrenaturalismo declamatorio, pero Blake fue el único que habló de lo sobrenatural con naturalidad. Muchas figuras muy respetadas dieron fe de milagros; él se limitó a mencionarlos de pasada. Cuando decía que había conocido a Isaías o a la reina Isabel, no lo relataba como un hecho indiscutible, sino como un suceso tan cotidiano que ni siquiera era discutible. Soberanos y profetas bajaban del cielo o se levantaban del infierno para posar para él y él se quejaba de ello sin mostrar la menor sorpresa, como si sólo fueran modelos profesionales que le causaban un poco de molestia» (2).
Escalera de Jacob (William Blake)
The Great Red Dragon paintings
Nos gustaría detenernos en el arte de Gustave Moreau, un pintor simbolista en que el abundan las referencias religiosas mezcladas con un fuerte sentido de lo decadente y en los cuales aparecen muchos elementos propios de su época. Sus obras están cargadas de un fuerte simbolismo y estilo críptico que en muchas ocasiones resulta desconcertante. Muchas de sus imágenes tienen un fuerte sentido místico donde las escenas bíblicas y mitológicas adquieren un sentido surrealista, casi como si se trataran de un sueño. El ejemplo perfecto de ello es Salomé (La aparición), ya que en el cuadro se muestra la cabeza flotante de San Juan Bautista después de ser decapitada por el rey Herodes. Otro ejemplo sería la escena abigarrada y confusa, llena de colores y formas extrañas, de Júpiter y Sémele donde los dioses, ángeles y ninfas contemplan impávidos como un imperturbable Júpiter devora a Sémele para dar nacimiento a Minerva.
The Apparition de Gustave Moureau
Jupiter and Semele de Gustave Moreau
Un autor mucho más actual sería Vasili Vasílievich Kandinski, cuya visión del arte abstracto está impregnada de una fuerte espiritualidad. Kandinski nos mostró como el objeto pasa a un plano secundario para darle forma a una idea anterior. Kandinski era un anarquista y consideraba que el deber del arte era volver a ese mundo anterior al realismo, el cual había destruido el arte y era la causa de la degeneración contemporánea. De allí que muchas de sus obras, como la Composición VII, la cual nos muestra un torbellino de luces y colores, son un intento de captar el ajetreo y movimiento del mundo moderno, un mundo que se deshace de las formas para convertirse en puro contenido. El arte ya no es referencial, sino que intenta explorar aquellos temas que fueron dejados de lado e incluso inspirándose en el arte campesino más antiguo para darle forma a la estética. Kandinski, junto Franz Marc, fundó el Blau Ritter como un intento de superar la degeneración moderna y devolverle al artista su papel como sacerdote, como guía espiritual del mundo, que le había sido arrebatado por el racionalismo. En su libro De lo espiritual en el arte, Kandinski habla sobre la responsabilidad del artista hacia la comunidad en la que vive y señala, igual que Peládin, que el poeta está en el origen de toda forma organizada: “El artista, comparado con el que no lo es, tiene tres responsabilidades: 1.º ha de restituir el talen que le ha sido dado; 2.º sus actos, pensamientos y sentimientos, como los de los otros hombres, conforman la atmósfera espiritual, la aclaran o la envenenan; 3.º sus actos, pensamientos y sentimientos, que son el material de sus creaciones, contribuyen a su vez a esa atmósfera espiritual. No es rey, como le llamó San Peladan, en el sentido de que posee un gran poder, pues su obligación también es muy grande” (3).
Vassily Kandinsky, 1913 - Composition 7
Creo que estos ejemplos que hemos señalado de pasada, muchos de los cuales son ignorados a menudo por el predominio actual del racionalismo, permiten ver que la imaginación tiene un componente espiritual. Algunos de estos artistitas también se interesaron por la alquimia, el esoterismo y el paganismo como un medio para observar el mundo más allá de la realidad material y física que percibimos. Un ejemplo de ello fueron los poetas malditos, como Charles Baudelaire y Arthur Rimbaud. Baudelaire desarrolló la teoría de las correspondencias y la sinestesia. La teoría de la correspondencia consiste en darnos cuenta de que los acontecimientos cotidianos de nuestra vida son en realidad signos que nos hablan de realidades no humanas o supra-físicas que ocurren a nuestro alrededor, mientras que la sinestesia consiste en un desarreglo de los sentidos para observar el aspecto oculto de la realidad que no se nos presenta manifiestamente. Arthur Rimbaud expresó este ideal estético de forma clara cuando escribió: “Quiero ser poeta y me estoy esforzando en hacerme Vidente: ni va usted a comprender nada, ni apenas si yo sabré expresárselo. Ello consiste en alcanzar lo desconocido por el desarreglo de todos los sentidos” (4). Este principio sin duda puede aplicarse a varias corrientes artísticas que intentaron seguir este camino, caso del simbolismo y el surrealismo, los cuales intentaron abrir un nuevo camino en el arte dejando de lado el realismo y la correspondencia del arte con la realidad. El arte antiguo y medieval no se basaba en una simple reproducción de la realidad, como sucedió posteriormente con el arte moderno, sino más bien en un despliegue de la imaginación, como sucede en el Jardín de las delicias del Bosco o como uno de tantos momentos místicos provenientes de la Edad Media. Es por eso que pesamos que en la medida en que el arte fue dándole primacía a la reproducción de la realidad, la cual acabó en la reproducción mecánica de la obra de arte como decía Walter Benjamin, el arte decayó y se destruyó. El escritor anarquista Gustav Landauer sostenía este punto: “Landauer siempre se preguntó cómo revivir el espíritu comunitario dentro de la sociedad moderna y abogaba por una reestructuración de la sociedad en pequeñas comunas autónomas rurales. Landauer creía, al igual que Kropotkin, que los escritores, poetas y artistas eran los verdaderos guías del pueblo y por eso consideraba que el triunfo del realismo artístico era el origen de la decadencia espiritual de la Modernidad. Landauer publicó un libro titulado Die Revolution en 1908 donde alababa la Edad Media y decía que los gremios medievales eran el modelo de organización comunitaria por excelencia. Además, sostenía que la espiritualidad medieval se fue evaporando en la medida en que el realismo fue imponiéndose en las artes… por el Estado…” (5).
Ahora bien, el arte no solo se reduce a las pinturas o las esculturas, sino que también la literatura es un medio para la expresión artística: los poemas y obras literarias de William Blake, Gustavo Adolfo Bécquer, Charles Baudelaire, Gerard de Nervald, Antonin Artaud o la Divina Comedia de Dante son expresiones magnificas en este sentido. Podríamos agregar las obras literarias de otros autores, como El Anticristo de Dmitri Serguéievich Merezhkovski, las obras místicas de Raymond Abelio y Jean Parvulesco, las novelas de Herman Hesse, las historias de Virgilio, los Puranas hindúes y el I Ching chino. Todos estos libros gozan de un fuerte carácter religioso que se puede percibir en su contenido. Blake una vez escribió sobre sus trabajos: «No conozco otro cristianismo o Evangelio, aparte de la libertad del cuerpo y de la mente juntos, para ejercitar las divinas artes de la Imaginación, de la Imaginación que es la obra real y eterna de la que el universo de la vida no es más que una sombra debilitada, y en la que viviremos en nuestros cuerpos eternos e imaginarios cuando estos cuerpos mortales de la vida ya no existan» (6). Esta idea sin duda resulta de una gran importancia para nosotros y quisiéramos seguir explorándola en nuestros trabajos futuros.
El arte también puede dotar a la religión de un aire de alivio y frescura que muchas veces no se percibe a simple vista, pues la representación visual de las ideas permite captar las cosas de una manera sorprendente, como sucede con las Muy Ricas Horas del duque de Berry en las cuales queda plasmada la vida cotidiana del pueblo de su época.
Las muy ricas horas del Duque de Berry
Es precisamente este punto de iluminación, de claridad, el que nos permite decir que los artistitas son influidos por una luz divina que da al mundo físico un aspecto distinto. Es precisamente el acceso a esa luz divina lo que permite al artista conocer la realidad de una forma distinta. Hoy en día muchos rechazan el hecho de que el arte o los artistas famosos y más relevantes de los últimos siglos hayan sido influidos por literatura espiritual y religiosa, pero existen muchas evidencias de ello. Tanto es así que incluso los actuales críticos de arte contemporáneo y los historiadores del arte actual reconocen estas influencias en muchos artistas de primer orden. “La palabra «vergonzoso» (embarrassing)”, escribe Alex Rose, “es extraída de un texto de teórica del arte de Rosalind Krauss que en 1979 dice que ‘ahora nos parece extremadamente vergonzoso poner las palabras arte y espíritu en la misma frase’. Sin embargo, Kandinsky, Pound y otros modernistas absorbieron a principios del siglo XX lo que Silver llama ‘una amalgama de fuentes espirituales – cristianas, hindúes, budistas, cabalísticas y alquímicas – simplemente descabelladas’. El hacerse pasar por brujos o gurús inspiró a muchos a artistas y escritores en sus intentos de hacer estallar la tradición y crear un nuevo orden” (7).
Por otra parte, podemos decir que las fiestas y carnavales también encarnan un espíritu artístico y religioso que nos lleva a reencontrarnos no solo con las tradiciones más antiguas, sino también con el espíritu estético de una comunidad particular de la cual puede brotar una obra de arte. Los antropólogos han demostrado que las celebraciones son rituales que buscan reconstruir el todo social por medio de múltiples sentidos, ya que “la fiesta constituye un hecho social y cultural complejo, que al celebrar la vida y la experiencia de comunidad mediante ciclos rituales es capaz de movilizar sentimientos y emociones, así como de aglutinar las más diversas formas de expresión: deporte, juego, arte, comensalidad, sexo, hedonismo, ornamentación, liturgia, éxtasis, danza, exceso, desmadre, espectáculo, literatura, artes escénicas, ceremonia, diversión, cuerpo y espíritu. Un estado especial de catarsis personal y colectiva que transgrede las rutinas cotidianas y genera plenitud y trascendencia. Un tiempo excepcional y carismático, históricamente vinculado a las más diversas expresiones de religiosidad, en que se celebra la naturaleza y la intensidad vital... Además, las fiestas no solo constituyen un reflejo bastante fiel de las sociedades que las celebran, con sus esperanzas, ilusiones, mitos, divisiones, contradicciones y conflictos, sino que también tienen el poder de generar innovaciones y cambios en aquellas (Hernàndez, Marín y Martínez Tormo, 2022), un aspecto crucial para entender su fuerza performativa” (8). Colombia es un país de fiestas, donde se celebran precisamente nuestras tradiciones con todas sus contradicciones y cantos que abarcan las diferentes realidades de nuestro ser.
Es importante que profundicemos en el paganismo a la luz de la obra de arte y la inspiración que podemos extraer de ella, porque de ese modo encontraremos que están más unidos de lo que parecen. De hecho, un excelente momento para captar el aspecto pagano de nuestra sociedad lo encontramos en las fiestas, de las que hablamos más arriba. Las fiestas del Corpus Christi en el Caribe colombiano, como han demostrado los antropólogos, conservan gran parte del patrimonio pre-cristiano mezclado con elementos católicos que podemos asimilar de varias maneras. Un ejemplo perfecto de esto es la historia de porque el diablo baila en los carnavales colombianos: «Dios le dijo al diablo que tenía que adorarlo, el diablo le contestó que no podía, porque era su enemigo. Dios le respondió que sí (…) «Te voy a presentar una fiesta para que tú me adores». Y entonces hizo la fiesta y comenzó a bailar y le dio de compañera la Cucamba para que bailara con él, ya que Dios se le presentó al diablo en forma de pájaro, que es la Cucamba» (9). Aquí, como señalan los académicos, no se trata del diablo de la teología cristiana, sino de un espíritu o dios pre-hispánico o negro que termina por bailar en las celebraciones católicas reconciliando lo terreno con lo celestial. Este espíritu que aparece en las fiestas es precisamente el que todo artista debe asumir, volver sobre él y encarnarlo para de ese modo revivir las facultades dionisíacas atrofiadas debido al racionalismo y el materialismo imperante en el mundo moderno.
No obstante, debemos anotar que, aunque usemos la religión como fuente de inspiración, está última se ha visto sometida a una fuerte degradación igual que el arte, por lo que no toda forma religiosa actual nos puede servir como inspiración real.
El arte religioso contemporáneo carece por completo de ese brillo insondable y mística que poseía en el pasado. Esto se debe a que el arte se ha diluido hasta perder su esencia, lo mismo que ha ocurrido con la religión, lo que ha terminado por crear un arte religioso poco profundo e insulso que ya no tiene nada de cautivador.
Teniendo como premisa todo lo expuesto arriba podemos decir que existe un vínculo entre el arte y la religión, razón por la cual los artistas acuden a la religión para encontrar ideas. Los artistas son sacerdotes que exponen de diversas maneras las verdades religiosas, transformándolas y mostrando sus diferentes caminos o vertientes a lo largo de la historia del arte y la historia religiosa. Un ejemplo de esto sería el nacimiento de Venus que originalmente era un mito, pero este mito ha sido representado de muchas formas a lo largo del tiempo, convirtiéndose en un elemento estético que hace parte de la religión, informándonos y comprendiendo los signos de nuestras creencias. Es por eso que los artistas deben encaminar sus esfuerzos a buscar en la religión formas de poner en práctica sus técnicas con tal de representar diferentes imágenes. Por supuesto, esto debe ir ligado a un conocimiento racional e irracional con tal de alcanzar la armonía y esencia de la estética religiosa, teniendo en cuenta que al hacer eso estamos abriendo la puerta de nuestro corazón con tal de alcanzar un conocimiento divino que ha impregnado el arte. Tal medio de conocimiento es, en sí, mágico.
Notas:
1. Bolton, Kerry, Joséphin Péladan y la guerra oculta contra la decadencia liberal, Rebelión contra el mundo moderno, https://www.tumblr.com/jgmail/701825544651767808/jos%C3%A9phin-p%C3%A9ladan-y-la-guerra-oculta-contra-la?source=share, consultado el 10 de noviembre del 2024.
2. Moltante, Jean, William Blake, el bardo londinense, Rebelión contra el mundo moderno, https://www.tumblr.com/jgmail/767775812880564224/william-blake-el-bardo-londinense?source=share, consultado el 10 de noviembre del 2024.
3. Kandinski. Vasili, De lo espiritual en el arte, Premia, 1989, pág. 106.
4. Rimbaud, Arthur, Cartas de un Vidente, 1986, pág. 103.
5. Washton Long, Rose-Carol, Ocultismo, anarquismo y abstraccionismo: el arte futurista de Kandinsky, Rebelión contra el mundo moderno, https://rebelioncontraelmundomoderno.wordpress.com/2021/10/27/ocultismo-anarquismo-y-abstraccionismo-el-arte-futurista-de-kandin..., consultado el 12 de noviembre.
6. Moltante, Jean, William Blake, el bardo londinense, Rebelión contra el mundo moderno, https://www.tumblr.com/jgmail/767775812880564224/william-blake-el-bardo-londinense?source=share, consultado el 10 de noviembre del 2024.
7. Ross, Alex, Las raíces ocultas del modernismo, Rebelión contra el mundo moderno https://rebelioncontraelmundomoderno.wordpress.com/2021/10/08/las-raices-ocultas-del-modernismo/, consultado el 17 de octubre del 2024.
8. Herrero, Alberto Fraguas, Crecimiento, ecología y pensamiento mágico, Rebelión, https://rebelion.org/cultura-festiva-control-capitalista-y-alegria-decrecentista/5 de noviembre del 2024
9. Anónimo, El origen del Corpus Christi en el Caribe Colombiano, Rebelión contra el mundo moderno, https://jgmail.tumblr.com/post/653160677581668352/el-origen-del-corpus-christi-en-el-caribe, consultado el 14 de noviembre del 2024.