Otra voz diferente de Boff

07.12.2016

Una vez más, y espero que sea la última, me voy  a ocupar del teólogo, o mejor sociólogo brasileño Leonardo Boff. La anterior fue para desmentir su tesis que la mayor influencia sobre Francisco en su crítica al liberalismo fue el economista socialista húngaro Kart Polanyi (1896-1964), cuando en realidad la influencia mayor, en este campo, es la del cura jesuita argentino Leonardo Castellani (1899-1981) a quien Francisco admira desde siempre. Autor que recién fue descubierto en España treinta años después de muerto y gracias al escritor Juan Manuel de Prada. Qué le vamos hacer, los europeos cuando nos valoran, y rara vez, siempre lo hacen tarde.

Ahora Boff, hablando del futuro del cristianismo, afirma: “Los datos revelan que el cristianismo es hoy una religión del Tercero y Cuarto Mundo. El 25% de los católicos viven en Europa, el 52% en América y los demás en el resto del mundo. Esto significa que, terminado el ciclo occidental, el cristianismo vivirá en su etapa planetaria una presencia más densa en algunas partes del mundo hoy consideradas periféricas”.

Como si el cristianismo viviera fuera del mundo, en un topos uranós platónico, en donde no tiene enemigos y los cristianos dispusieran por sí mismos de su destino. Pero, ¿quién nos garantiza que será así? ¿Francisco, por un acto de su voluntad? ¿Los pueblo cristianos no occidentales? ¿O la buena voluntad de Leonardo Boff?

Todo indica que en el mundo, al menos en el Occidental, los que detentan y ejercen el poder (los diferentes lobbies, el parlamento europeo, los diversos gobiernos, etc.) lo hacen de manera anticristiana. Más aún, en forma anticatólica. Estos poderes, directos e indirectos han logrado lo que el filósofo René Girard llamó “contagio mimético” y Heidegger denominó “Das man”. El uno anónimo quien bajo la dictadura del “se dice, se piensa y se obra” nos sometió a todos a hablar, pensar y obrar de la misma manera.

El cristianismo no está en una etapa planetaria sino mas bien en un retroceso planetario, desde el 2000 para poner una fecha emblemática, los que son asesinados y perseguidos son los cristianos, sobre todo en Asia, Medio Oriente y África. El promedio es de aproximadamente 100.000 por año, según estadísticas de la propia gran ONG llamada ONU.

Parece que Boff tiene los ojos en la nuca, o peor aun, le sucede lo del joven Alcibíades que le dice a Platón: “Pero yo veo el caballo y no la caballidad del caballo. Es que tu, responde el maestro, ves con los ojos del cuerpo y no con los de la inteligencia”.

No contento con semejante dislate agrega Boff que va haber “una presencia más densa en algunas partes del mundo hoy consideradas periféricas” . En dónde? En Iberoamérica donde los cuatro grandes países están gobernados por poderes que odian a la Iglesia católica: Brasil por las sectas evangélicas, México conducido desde hace un siglo por la masonería, Colombia por una clase dirigente enfeudada a USA y Argentina por el sionismo autóctono.

Y ¿si no es en Iberoamérica en dónde? En África en donde cada vez quedan menos cristianos. En la India, donde casi no hay. En Asia, donde salvo Filipinas, no hay nada. En Oceanía, gobernada a distancia por el Reino Unido.

A Boff le falla no solo la inteligencia sino el sentido de realidad, sentido obnubilado por una cabeza ideologizada.

El futuro del cristianismo, al menos en Iberoamérica, está vinculado al reemplazo de estas dirigencias espurias que se han arrogado la representación de nuestros pueblos. Cuando reasuman el poder en México los seguidores genuinos de Madero y Vasconcelos, en Brasil los de Getulio y Plinio, en Colombia los de Gaitán y Michelsen y en Argentina los de Perón y Evita.

Por supuesto que este anclaje histórico político Boff lo ignora supinamente, pues viene a sostener que “el primer reto del cristianismo es salvar a la Madre Tierra y el segundo mantener a la humanidad unida”. Como si el cristianismo fuera antes que nada una filosofía ecologista e Ilustrada, cuando en realidad lo que es: “Es un saber de salvación”, según la lograda expresión de Max Scheler. Así, mutilado su carácter de saber salvífico al cristianismo lo que le queda es reemplazar a los curas por sociólogos o economistas y a los obispos por gerentes o Ceos.

Boff no comprende que la humanidad no tiene manos ni pies como decía Kierkegaard. Es un universal vacío. Y que Francisco se maneja con la categoría de universal situado que privilegia el lugar y la situación desde donde me pregunto por el ser y sentido de las cosas y los problemas.

Como vemos, Boff es un entendimiento torcido, como dijera el viejo Balmes y la consecuencia politológica y teológica de un pensamiento universalista e ilustrado como el suyo es que termina miccionando fuera del tarro. Esto es, fuera de lugar y fuera de la situación. Reclamo que hacemos desde Suramérica desde siempre.