Aborto, objetivo estratégico: Lores británicos piden a EEUU que lo financie en todo el mundo

Jueves, 21 Abril, 2016 - 13:00

Un comité de la Cámara de los Lores del Reino Unido sostiene que el aborto debe ser ofrecido a las sobrevivientes de violaciones durante la guerra como cuestión tanto de derecho de los derechos humanos como del derecho internacional humanitario. En un informe publicado esta semana, el comité critica con dureza a los Estados Unidos por su ley que bloquea la financiación del aborto en países extranjeros.

(Rebecca Oas/C-Fam) Un comité de la Cámara de los Lores del Reino Unido sostiene que el aborto debe ser ofrecido a las sobrevivientes de violaciones durante la guerra como cuestión tanto de derecho de los derechos humanos como del derecho internacional humanitario. En un informe publicado esta semana, el comité critica con dureza a los Estados Unidos por su ley que bloquea la financiación del aborto en países extranjeros.

La reivindicación de un derecho internacional al aborto es excéntrica y controvertida. En un reciente artículo de revisión jurídico, Susan Yoshihara, de C-Fam, presenta un análisis detallado de cómo las opiniones de los burócratas internacionales de élite y las recomendaciones de expertos de comités de la ONU sostienen falsamente que ya existe un derecho tal.

Más recientemente, bajo la conducción de Global Justice Center (agrupación que defiende el aborto) y unos pocos aliados, entre ellos algunos miembros de la Cámara de los Lores, se sacó partido de las leyes de la guerra.

Aunque el comité se propone evaluar la respuesta del Reino Unido al problema de la agresión sexual durante la guerra, pasa un tiempo considerable criticando a los Estados Unidos por negarse a financiar el aborto en el exterior, realmente haciendo caso omiso no solo de la soberanía de ese país sobre sus propias leyes y dinero, sino también de la soberanía de aquellos que enfrentan crisis humanitarias. Como señala el informe: «el aborto es ilegal en varios países afectados por el conflicto».
Atención a las madres violadas pero olvido de los hijos

El informe del comité presta poca atención a los niños «fruto de la guerra», que a menudo son pasados por alto, aquellos que fueron concebidos producto de violaciones en tiempo de conflicto armado, cuyo derecho a la asistencia médica, a la educación e incluso a la identidad legal habitualmente se niega. En vez de pedir derechos para estos menores, el comité formula su condición de marginados como un argumento más a favor del aborto para sus madres. Cuando las víctimas de violación durante la guerra llegan a dan a luz, el informe pide atención materna y apoyo económico continuo para las madres, pero olvida reconocer a sus hijos como cotitulares de derechos.

En su artículo para The Guardian, Erica Hall dice que el informe de la Cámara de los Lores constituye un aporte «muy necesario» al debate internacional en curso sobre los espantosos abusos que tienen lugar durante los conflictos. Hall, asesora superior de políticas para los derechos del niño en la organización humanitaria cristiana World Vision, cuenta sobre sus propias charlas con sobrevivientes de la violencia sexual en varios países de África, e incluso sobre sus peticiones de justicia y trato justo para sus hijos producto de la guerra. Ella manifiesta esperanza en que el informe «garantizará que las voces de las sobrevivientes y de los niños fruto de violaciones sean primordiales para el debate».

En el caso de los niños, el informe de los lores ofrece poco apoyo y quizás se use, en cambio, para aumentar la presión sobre agrupaciones de ayuda humanitaria como World Vision, a fin de que provean el aborto o, de lo contrario, se enfrenten a la amenaza de que se les nieguen subsidios para llevar a cabo su labor vital en entornos arrasados por crisis y conflictos.

El comité solicita al Reino Unido que incremente el apoyo al trabajo de los «defensores de los derechos humanos», enfatizando que el término no se limita a activistas y periodistas, sino que también incluye a «aquellos que ofrecen apoyo a las víctimas y sobrevivientes (especialmente servicios de aborto)».
Cumbre Humanitaria Mundial de Estambul

Este informe es la última de una serie de medidas que se están tomando dentro de la Unión Europea y de los gobiernos europeos en forma individual para redefinir el derecho humanitario internacional a fin de incluir el derecho al aborto, iniciativa que probablemente alcance el punto crítico en la próxima Cumbre Humanitaria Mundial de Estambul, en mayo.

Traducido por Luciana María Palazzo de Castellano

Infocatólica

Cuando el aborto pasó a ser un “objetivo estratégico” de Occidente. De la doctrina de “seguridad nacional” a la de “seguridad demográfica” y la obra de Kissinger.

por Pablo Yurman – En agosto de 1974 se clausuraba la Cumbre Mundial sobre Población organizada por la ONU en Bucarest, Rumania, con el estrepitoso fracaso de la delegación norteamericana incapaz de imponer, desde ese ámbito de la política internacional, un Plan de Acción que limitara el crecimiento poblacional a través de la implementación de políticas de control demográfico. La delegación argentina, con el apoyo de países latinoamericanos y del grupo de Países No Alineados, logró modificar buena parte del proyecto original de documento final sobre la base otro eje ideológico.

El criterio restrictivo del crecimiento poblacional que la ONU, como brazo ejecutor de la Secretaría de Estado norteamericana quiso y no pudo imponer en 1974, autoriza efectuar dos observaciones. La primera, que aquello que no se pudo obtener mediante consenso internacional, lejos de ser abandonado como política exterior norteamericana, se intentaría lograr pero recurriendo a otros medios, no tan explícitos e impopulares a nivel de una opinión pública internacional que ya evidenciaba cierto anti-norteamericanismo. La segunda observación, esa finalidad de control demográfico es lo que se conoce como neomaltusianismo, el cual supone, como su nombre lo indica, reeditar las tesis del pastor anglicano Robert Malthus, pero adaptadas a la realidad de los siglos XX y XXI.

Malthus era economista y al mismo tiempo pastor anglicano. Observaba la realidad británica y mundial de comienzos del siglo XIX. Su teoría, que demostró tener serios errores conceptuales y de cálculo, concluía que si no se limitaba el nacimiento de nuevos seres humanos pronto se agotarían los recursos naturales básicos, es decir, el alimento. La tesis maltusiana fracasó estruendosamente, ya que los avances científicos y tecnológicos aplicados a la producción de alimentos hicieron que se pudiera hacer frente adecuadamente a la creciente demanda de tales recursos. Pero por curioso que pueda parecer, y pese a su fracasado pronóstico, el maltusianismo daría paso, a partir de la segunda mitad del siglo XX, a un neomaltusianismo que heredaría a aquél una única obsesión infundada: que la Tierra no puede dar de comer a todos los seres humanos.

El problema con el neomaltusianismo es el siguiente: si partimos de la premisa (errada, pero para seguir su lógica) de que “el planeta no aguanta tanta población” las preguntas subsiguientes serían ¿quiénes son los que sobran? ¿Acaso las poblaciones ricas de los países ya desarrollados del Hemisferio Norte? ¿O los pobres del Hemisferio Sur? ¿Quién y bajo qué premisas decide quién sobra?

La lucha por los recursos

Henry Kissinger fue Secretario de Estado norteamericano, primero con la administración encabezada por Richard Nixon y, tras la destitución de éste, continuó con el presidente Gerald Ford. A veces no es del todo claro que sea el presidente quien da las órdenes. Bajo sus directivas, y como consecuencia directa de la llamada “crisis del petróleo” de 1973, pero también del fracaso norteamericano en la Cumbre Mundial de Población de 1974, el Consejo de Seguridad de EEUU dictó el memorando conocido por sus siglas en inglés NSSM 200, documento que permaneció secreto hasta su desclasificación en 1989, siendo ahora accesible para cualquiera desde Internet.

El NSSM 200, conocido como Informe Kissinger, es sugestivo incluso desde su mismo nombre oficial “Implicancias del crecimiento poblacional mundial para la seguridad de EEUU e intereses de ultramar”. En él se establecen las pautas para la política exterior de ese país que constituyen, básicamente, el mismo objetivo de Bucarest, pero presentado de otro modo menos obvio. Es preciso aclarar que lo que a Kissinger le preocupa no es que los matrimonios norteamericanos o europeos tengan hijos, sino que sean los pobres del mundo los que se reproduzcan. Y esos pobres, para Kissinger, se agrupan por países y nacionalidades: brasileños, argentinos, nigerianos, indios, etc.. Máxime si esos pobres ponen en riesgo, según el ex Secretario de Estado, los recursos naturales necesarios para sostener los patrones de consumo del Hemisferio Norte.

En palabras del catedrático de la Universidad de Lovaina, Bélgica, Michel Schooyans, “hemos llamado a esta ideología la ideología de la seguridad demográfica, por analogía con la a la que apelaban la mayoría de los regímenes militares latinoamericanos en los años ’60. Esta doctrina consideraba, uniéndose a teóricos norteamericanos y europeos, que el antagonismo dominante era el que oponía al Occidente liberal y democrático, con el Este totalitario y comunista.” (“Población y soberanía nacional”). Y agrega que así como aquella ideología pretendía actuar como un dique, y “…contaba con el miedo para imponer a algunas poblaciones ávidas de desarrollo y libertad”, no es menos cruel e injusta la de la Seguridad Demográfica que “…reinterpreta el antagonismo dominante, aplicándolo a la relaciones Norte-Sur, ricos y pobres. Según esta ideología, la mayor amenaza que podría cernirse sobre el Norte, es la que vendría del Sur, pobre pero mucho más poblado. De donde se desprende la necesidad imperiosa de poner freno al crecimiento demográfico del Sur sin escatimar en los medios”.

Paulo Ares no duda en vincular el proceso político vivido en nuestro país a partir del 24 de marzo de 1976 (el golpe de Estado que derrocó el gobierno constitucional e instauró un gobierno de facto que duraría hasta 1983) y la aplicación en el Cono Sur del denominado “Plan Cóndor”, con el contenido del NSSM 200. Al respecto afirma que “frente a la sustentabilidad planetaria, tanto Perón como Kissinger parecen coincidir en la necesidad de un esfuerzo internacional. Pero mientras que, al decir de Evita, el pensamiento de Perón responde , el Kissinger del NSSM 200 es la encarnación de la razón instrumental económica, frente a la humanidad.” (“Perón vs. Kissinger”).

Y agudamente observa que “alguna vez alguien se ocupará de analizar el impacto del Plan Cóndor en función del famoso Síndrome de Estocolmo, lo que revelará los aspectos distintivos de la sumisión humana frente a los torturadores. No se explica cómo un alto porcentaje de los grupos que sufrieron la violencia de los ’70 se hayan vuelto más tarde funcionales a aquellos mismos principios contra los que lucharon y por los cuales fueron perseguidos.”

En efecto, no puede menos que destacarse el curioso fenómeno al que asistimos en los últimos años en varios países latinoamericanos (y también podría incluirse España): que una izquierda que desde 1989 ha quedado desorientada en cuanto a sus postulados clásicos, termina siendo funcional a la Secretaría de Estado norteamericana en la implementación a nivel local de la doctrina de la “seguridad demográfica”.

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