Migraciones que esconden guerras étnicas y culturales

25.11.2018

Las caravanas de migrantes que cruzan México y se dirigen a Estados Unidos tienen la etiqueta de la más descarnada manipulación. Es cierto: la pobreza enferma y mata en América Central. La Mara Salvatrucha, también. El establishment deprepador instalado en tierras yanquis impidió que América Central permaneciera unida a México porque no quería tener una potencia rival.

Hoy, sin embargo, el financiamiento y la organización de todos los contingentes nos llevan a suponer que oscuros intereses políticos, económicos e ideológicos manipulan -desde los EE.UU.- a las miles de personas que doblegaron a México y desafían al actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. ¿Con qué finalidad? Leamos...

El caso de México

El gobierno saliente de Enrique Peña Nieto sucumbió cual peón desprotegido ante una poderosa y avasallante dama en el ajedrez político global. Limitado por su absoluta falta de credibilidad y por el hipócrita discurso del respeto a los derechos humanos, abrió las puertas del país a todo tipo de gente extranjera, desde la que desea mejorar su calidad de vida hasta los típicos manipuladores y delincuentes.

Peña Nieto, acorralado por su propio presente, optó por imitar lo hecho por los gobiernos europeos con los migrantes musulmanes (entre los que se han infiltrado maleantes y terroristas):  darles progresivos privilegios de los que carecen más de 50 millones de pobres mexicanos.

El próximo Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, seguirá la misma tónica, dado su previsible discurso. (Lo hará de manera paralela a la aplicación indiscriminada y "legal" del aborto con el que impedirá el crecimiento de la población nacional a cambio de favorecer los flujos de centroamericanos, y la "legalización" de las drogas que mantendrá adormecida la opinión y la acción de la mayoría de la gente adicta).

Las noticias sesgadas de los medios mexicanos y la manipulación llevada a cabo en redes sociales rinden ya los primeros frutos malévolos en México: choques entre grupos sociales favorables a los migrantes y los que se oponen a su llegada y establecimiento en suelo nacional. Dicho de manera simple: las caravanas migrantes empiezan a dividir a los mexicanos.

El otro tema, aún más delicado, es el de la invasión contra-cultural: la mezcla de idiosincrasias ajenas a la identidad nacional dará sus amargos frutos en el mediano y largo plazo, desdibujando la ya de por sí muy endeble identidad mexicana.

La "desmexicanización" comenzó con la difusión de una falsa historia, basada en la capciosa dialéctica que enfrenta al factor indígena con el mestizo. La segunda etapa, iniciada claramente en la década de 1970, se apoya desde entonces en los medios masivos de comunicación.

La mayoría de los mexicanos ha perdido su sentido de pertenencia tras casi seis décadas de estar sometida a contenidos televisivos perniciosos (basados en la mediocridad intelectual y la pornografía), a "ritmos musicales" extraños, a libros vacíos de valores, a películas saturadas de violencia y sensualidad irresponsable, a un desenfrenado consumismo y a la apología de la violencia (con series que ponen a los narcos como "héroes").

Lo que se esconde detrás de las caravanas de migrantes es, simple y llanamente, el contagio de la desculturalización de América Central en el México de hoy.

El caso de Estados Unidos

En el corto plazo, los patrocinadores de los migrantes centroamericanos (Soros, Obama, los Clinton, etcétera) pretenderán incendiar la frontera sur de Estados Unidos con el fin de provocar la caída del actual presidente Donald Trump.

En el mediano y largo plazo, con la infiltración de centroamericanos, querrán desdibujar el núcleo de méxico-americanos que amenaza con tener la cantidad suficiente de votantes para inclinar ciertas decisiones de gobierno a su favor.

Conclusión

La ola migrante en Europa busca, entre otras cosas, descristianizar al viejo continente. Algo similar quieren los promotores de las caravanas procedentes de América Central: terminar de borrar la semilla sembrada por los misioneros españoles y convertir a las masas en dóciles instrumentos de guerras étnicas, carentes de origen, presente y futuro común.

Comunidades desarraigadas dejarán los recursos naturales a merced de las transnacionales y los migrantes caerán, tarde o temprano, en manos de los líderes de sectas que lucran con el desamparo religioso y las ingentes necesidades materiales de sus "fieles".

De este tamaño es el peligro.