La verdad sobre Siria: una guerra instigada contra un país independiente

13.06.2016

A finales de abril, el presidente Barack Obama anunció que 250 soldados de operaciones especiales de Estados Unidos estaban siendo utilizados en Siria. A diferencia de las fuerzas rusas e iraníes que favorecen la lucha contra el terrorismo en el país, los militares de Estados Unidos entraron en Siria contra la voluntad del gobierno reconocido internacionalmente. En el derecho internacional, los Estados Unidos invadieron Siria, un país soberano y un miembro de las Naciones Unidas. No es la primera vez, sin embargo. El senador de Arizona John McCain entró en Siria sin visado para encontrarse con los combatientes anti gubernamentales en 2013. Mientras que los nuevos soldados estadounidenses son enviados oficialmente a luchar contra el ISIS, lo más probable es que cumplan con un antiguo objetivo de la política exterior del Pentágono: derrocar por la fuerza al gobierno sirio. Mientras el terrorismo del ISIS y otros extremistas se intensifica y millones de sirios se convierten en refugiados, los altos costos de las operaciones de cambio de régimen en Siria del gobierno de Estados Unidos deben ser discutidas.

Educación, asistencia sanitaria y renacimiento nacional

El gobierno nacionalista independiente sirio, ahora en la mira de la política exterior occidental, nació de la lucha contra el colonialismo. Tuvieron que pasar décadas de gran sacrificio de los ciudadanos de Siria para liberar al país de la dominación extranjera, primero del imperio francés y luego de los títeres. En las últimas décadas, Siria ha sido un país fuerte autosuficiente del Medio Oriente rico en petróleo. Y era relativamente pacífico. Después de conseguir la independencia, la dirección baasista siria ha hecho mucho por mejorar el nivel de vida de la población. Entre 1970 y 2009, la esperanza de vida en Siria se ha elevado en 17 años. Durante este período, la tasa de mortalidad infantil se ha reducido drásticamente, de 132 muertes por cada 1.000 nacidos vivos a apenas 17,9. Según un artículo publicado por Avicenney Journal of Medicine, estos cambios significativos en el acceso a la sanidad pública son el resultado de los esfuerzos del gobierno sirio por llevar la atención médica a las zonas rurales del país. Un estudio de 1987, relativo a la campaña de Siria, publicado por la Biblioteca del Congreso de los EEUU, describe los enormes éxitos en la educación. En los años 80, por primera vez en la historia de Siria, el país alcanzó "la plena escolarización primaria de los varones", con el 85% de las mujeres también inscritas en la escuela primaria. En 1981, el 42% de la población adulta de Siria era analfabeta. En 1991, el analfabetismo en Siria fue barrido a través de una campaña gubernamental de alfabetización masiva.

El nombre del principal partido político en Siria es "Partido del Renacimiento Árabe Socialista", y "Baath" se traduce literalmente como "renacimiento" o "resurrección". Y el partido baasista ha respetado su nombre, creando un país totalmente nuevo con una economía autónoma, estrictamente planificada y regulada. El Country Study of the Library of Congress describe la gran construcción de Siria en los años 80:

"los enormes gastos para el desarrollo de la irrigación, la electricidad, el agua, los proyectos de carreteras, la expansión de los servicios sanitarios y educativos en las zonas rurales ha contribuido a la prosperidad".

En comparación con el Yemen dominado por los saudíes, muchas partes de África y otras zonas del mundo que no han tenido independencia económica y política, los resultados de la República Árabe Siria son muy interesantes. A pesar de más de medio siglo de inversión de Shell Oil y otras compañías occidentales, la CIA World Factbook informa que alrededor del 60% de los nigerianos no sabe leer y el acceso a la vivienda y a la asistencia médica es muy limitado. En la Guatemala dominada por los Estados Unidos, el 18% de la población es analfabeta, y la pobreza está muy extendida en el campo.

Lo que no alcanzaron los colonizadores occidentales con siglos de dominación, el gobierno sirio independiente lo alcanzó rápidamente con la ayuda de la Unión Soviética y de otros países antiimperialistas. La Unión Soviética dio a Siria un préstamo de 100 millones de dólares para la construcción de la presa de Tabaqa en el río Eufrates, "considerada como la columna vertebral del desarrollo económico y social de Siria". 900 técnicos soviéticos trabajaron en el proyecto de infraestructura que llevó la electricidad a muchas partes del país. La presa también permitió la irrigación de las zonas rurales sirias. Más tarde, China ha creado muchas empresas conjuntas con compañías de energía sirias. De acuerdo con un informe de la Jamestown Foundation, en 2007 China había invertido ya "cientos de millones de dólares" en Siria para "modernizar la infraestructura obsoleta de petróleo y gas del país". Estas enormes ventajas para la población siria no estaban limitadas y reducidas, como los comentaristas occidentales repiten de forma rutinaria con la historia del "dictador Assad". Para las personas que siempre han tenido acceso a la educación y la atención médica, estos resultados se banalizan. Pero para los millones de sirios, especialmente en las zonas rurales, que vivían en condiciones de pobreza extrema desde hacía décadas, cosas como el acceso al agua corriente, la educación, la electricidad, la asistencia médica y la educación superior representan un gran a mejor. Al igual que casi todos los demás régimenes en el foco de la política exterior de Estados Unidos, Siria tiene una fuerte economía nacional controlada. Siria no es un "estado cliente", como las autocracias del Golfo que la circundan, y con frecuencia ha actuado a despecho de los EE.UU. e Israel. Y esto, no preocupaciones altruistas acerca de los derechos humanos, es lo que motiva la agresión occidental contra el país.

Siria necesita reformas, no terrorismo

En 2012, Siria ratificó la nueva constitución, en respuesta a las protestas de la Primavera Árabe. De acuerdo con la nueva Constitución, Siria llevó a cabo elecciones en 2014, con observadores internacionales de 14 países. Una cosa que distingue a Siria de Arabia Saudita, Qatar, Baréin y otros regímenes varios alineados con los EE.UU. en la región es la libertad religiosa. En Siria, sunitas, cristianos, drusos, alauitas, judíos y otros grupos religiosos están autorizados a practicar su religión libremente. El gobierno es laico, respeta los derechos de la mayoría sunita y de las minorías religiosas. Además de la libertad religiosa, Siria tolera abiertamente la existencia de dos fuertes partidos marxista-leninistas. El Partido Comunista Sirio y el Partido Comunista de Siria (Bakdash) que operan abiertamente en la coalición anti-imperialista que apoya el Partido Árabe Socialista Baaz. Los comunistas llevan los sindicatos y las organizaciones de las comunidades en Damasco y otras partes del país.

Aunque el presidente sirio Bashar Assad es alauita, su esposa, Asma, es sunita como la mayor parte del país. Históricamente, los principales opositores al gobierno sirio eran partidarios de los Hermanos Musulmanes, protagonistas de un episodio sangriento en 1982. Con la esperanza de suavizar las tensiones, el presidente Assad realizaró numerosos actos de solidaridad hacia la comunidad suní en los últimos años. Se ha implicado en prácticas religiosas no comunes para los alauitas, como la oración en las mezquitas y estudiar el Corán.

Poco después del inicio de los combates en 2011, el gobierno sirio concedió autonomía a las regiones kurdas y transfirió la autoridad política a las organizaciones nacionalistas kurdas de la izquierda. El sistema político en Siria, sin duda tenía necesidad de reforma y modernización, y los representantes del Gobierno sirio, como el Embajador en las Naciones unidas, Bashar al-Jafari, lo admitió fácilmente. Sin embargo, la violenta guerra civil en Siria durante los últimos cinco años, no tiene nada que ver con la reforma, la democratización y la modernización.

La BBC ha publicado una "Guía de los rebeldes sirios" en 2013. Entre ellos no está solo la conocida organización "Estado islámico" que ahora horroriza al mundo, sino también el Frente al-Nusra, anteriormente conocido como Al-Qaeda en Siria. Hay también otras organizaciones como el "Frente Islámico", el "Frente de Liberación Islámico" y las "Brigadas Ahfad al-Rasul". Mientras que los medios de comunicación occidentales presentan la guerra civil de Siria como una "lucha por la democracia", dirigida por "revolucionarios", el objetivo primordial de las organizaciones insurgentes es la creación del califato sunita, que en realidad no complace a los sunitas, sino más bien es una perversión politizada del sunnismo creado por Arabia Saudita para controlar la región ideológicamente. El punto de vista religioso unificador de los "rebeldes" sirios es la interpretación sunita del Islam practicada y promovida por Arabia Saudí, conocida como wahabismo.

Combatientes extranjeros, armas químicas y niños soldados

Un gran número de insurgentes no es sirio. Pobres de todo el Oriente Medio son reclutados para luchar contra el gobierno sirio. Estructuras en Baréin adiestran a los reclutas para matar y los envían a Siria. Existen mecanismos para la formación de terroristas en muchos otros países pro-estadounidenses del Golfo. Combatientes extranjeros procedentes de países tan lejanos como Malasia y Filipinas se encuentran entre las filas de los insurgentes wahabíes que buscan derrocar al gobierno sirio. El flujo de insurgentes violentos en Siria no es casual, siendo directamente favorecido por los Estados Unidos y sus aliados.

La CIA ha gastado miles de millones de dólares en los campos de entrenamiento en Jordania para los combatientes antigubernamentales. Los regímenes pro-estadounidenses de Turquía y Arabia Saudita apoyan abiertamente al Frente Al Nusra, una organización vinculada a Al-Qaida que ya ha matado a decenas de miles de personas inocentes en Siria. El general David Petraeus pidió a Estados Unidos unirse a estos esfuerzos y enviar armas directamente a Al Nusra. El gobierno israelí ha ayudado a los extremistas wahabitas prestándoles atención médica en los Altos del Golán ocupados. Israel también ha atacado a los aliados del gobierno sirio con ataques aéreos.

Mientras que los medios de comunicación occidentales han acusado al gobierno sirio de utilizar armas químicas, Carla del Ponte, de las Naciones Unidas, ha confirmado que los rebeldes han usado desde hace tiempo gas nervioso sarín y otras armas químicas. Mientras, los insurgentes hacen la vida invivible en Siria, secuestrando a la gente a cambio de rescates, bombardeando escuelas y hospitales, decapitando y torturando personas, y creando miles de niños soldados. Niños pobres de todo el mundo árabe son reclutados para derrocar por la violencia al gobierno sirio, según UNICEF.

Entre el 50 y el 72 por ciento de la población vive en zonas controladas por el gobierno sirio. Mientras tanto, la USAID ha confirmado que el índice de participación en las elecciones de 2014 en Siria fue de más del 70 por ciento. Mientras que los terroristas extranjeros, además de una minoría de la población, armados por las potencias occidentales y sus aliados, se empeñan en derrocar al gobierno sirio, el pueblo sirio se oponen claramente. El hecho de que el gobierno sirio siga siendo fuerte y esté intacto después de un ataque de cinco años, muestra que el país quiere preservar su independencia. La revista Time y otros medios de comunicación dominantes, incluso se han visto obligados a admitir que el presidente Assad probablemente no será depuesto.

¿Cómo poner fin a la guerra?

Mientras los combatientes extranjeros fluyen hacia Siria, cientos de miles de personas han muerto en los últimos cinco años, y los medios de comunicación occidentales continúan echándole la culpa al gobierno sirio. Sin embargo, la guerra sería muy corta si no fuera por el apoyo extranjero a los extremistas.

Como país independiente de economía planificada, Siria es un ejemplo para el mundo. Ha demostrado que sin el neoliberalismo y la dominación económica occidental, es posible mejorar las condiciones de vida y desarrollarse de forma independiente. El gobierno sirio ha hecho enormes sacrificios para ayudar al pueblo palestino y su resistencia a Israel, y esto es un factor que contribuyó a incluir a Siria entre los estados patrocinadores del terrorismo, según el Departamento de Estado de los Estados Unidos. Siria tiene estrechos vínculos económicos con Rusia y la República Islámica de Irán. La guerra en Siria no es un conflicto interno, sino una guerra impuesta a Siria por Israel, los EE.UU. y otras potencias capitalistas occidentales.

El principal promotor del extremismo wahabita en el mundo es el Reino de Arabia Saudita, Estado cliente de Estados Unidos. Turquía y Jordania, países pro-estadounidenses fronterizos con Siria, mantenien las fronteras abiertas para que las armas, los suministros y el dinero pueden continuar fluyendo al ISIS y a otros terroristas antigubernamentales. Al menos 470.000 personas han muerto y millones más están desplazadas, pero los líderes occidentales y sus aliados no ponen fin a su campaña. El alocado coro de "Assad debe irse" ha transformado un pequeño episodio de disturbios internos en una grave crisis humanitaria. La guerra no tiene nada que ver con las exigencias de reformas democráticas y las protestas pacíficas de 2011. Con el ISIS que ahora amenaza al mundo entero, las consecuencias del cambio de régimen de Wall Street, promovido con la propaganda sobre los "derechos humanos" se han vuelto mucho más agudas. El gobierno sirio dirige una coalición de cristianos, comunistas, revolucionarios islámicos y otras fuerzas que se baten para mantener la estabilidad y derrotar el terrorismo taqfiri (término para los grupos sunitas que definen a los otros musulmanes como apóstatas y tratan de establecer un califato mediante la violencia).

El único plan de paz real para Siria es poner fin a la cruzada neoliberal de los Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Arabia Saudita, Turquía, Jordania y otras potencias. El gobierno sirio, reconocido internacionalmente y recientemente reelegido, fácilmente podría derrotar a la insurgencia si cesa la interferencia extranjera. Mientras que los medios estadounidenses lamentan la crisis humanitaria, culpando al gobierno sirio y a su presidente, y los Estados Unidos envían fuerzas militares al país, los pueblos de todo el mundo deben preguntar a los líderes occidentales y a sus aliados: ¿Por qué prolongar esta guerra? ¿Por qué no pueden dejar a Siria por su cuenta? ¿Por qué continuar financiando y ayudando a los terroristas? ¿No basta con cinco años de guerra civil? ¿Derrocar al gobierno sirio vale de verdad tanto sufrimiento y muerte?