La regulación israelo-palestina fracasará

10.06.2016

El viernes 3 de junio se celebró en París una reunión sobre el tema de las relaciones entre israelíes y palestinos, con la asistencia del Secretario de Estado estadounidense, John Kerry. Cerca de 30 países estuvieron representados, pero los delegados de Israel y Palestina no asistieron a la reunión. Los resultados de la reunión eran predecibles: los delegados no pudieron ponerse de acuerdo sobre nada. Sin embargo, se propuso convocar una nueva ronda a finales de 2016, insistiendo en la presencia de delegaciones de Israel y de Palestina.

La sombra de Sykes-Picot

Anteriormente, en enero de 2016, el Ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Laurent Fabius, dijo que las autoridades reconocerían a Palestina como un Estado si las negociaciones con Israel fracasaban. Este acontecimiento provocó las críticas de Israel y amenazas de no considerar tales acciones como legítimas para resolver las relaciones entre israelíes y palestinos. De acuerdo con la lógica del Derecho Internacional, Tel Aviv tiene razón, ya que la soberanía de Israel fue reconocida por todos los países de Europa Occidental y los Estados Unidos. Aunque hay una serie de resoluciones de la ONU sobre la ocupación de Palestina y los Altos del Golán, así como del estatuto especial de Jerusalén, en la acción de Francia puede verse un rasgo de política neocolonial. De hecho, después de la Primera Guerra Mundial, la región de Oriente Medio fue dividida entre Francia y Gran Bretaña. Ambos países recibieron el mandato de la Liga de las Naciones y, sobre la base de sus intereses nacionales, se dedicaron a construir nuevos actores geopolíticos. Israel fue creado en 1947, cuando Francia tenía serios problemas con la reconstrucción de la posguerra y el crecimiento de los movimientos de liberación nacional en sus colonias. Aunque ningún país de la UE puede defender abiertamente sus intereses en el Medio Oriente, el conflicto palestino-israelí ofrece oportunidades para la manipulación política. Ya que conduce al efecto Prometeo (la intervención de una tercera parte), el proceso de negociación entre Palestina e Israel entra en un nuevo nivel de conflicto y, como consecuencia, a una nueva ronda de conflictos. Mientras Occidente no entienda los verdaderos intereses de ambas partes y no sea un mediador sin imponer su punto de vista, ninguna solución para el proceso de paz será aceptada.

Geopolítica de Israel

Hay otro aspecto que indica que cualquier intento de diálogo para resolver el problema de Israel está condenado al fracaso. Israel tiene sus propios imperativos geopolíticos, según los cuales debe resistir la presión internacional para mantenerse en el valle del Jordán, su única frontera en el este, que está protegida, ya que los cambios bruscos en Oriente Medio pueden hacer este lugar aún más importante. Es la frontera más cercana al corazón (es decir, el núcleo) de Israel, el Triángulo Jerusalén - Tel Aviv - Haifa - donde está el 70% de la población y el 80% de la infraestructura económica del país. Israel también debe continuar la construcción de la zona E-1, que conectaría el valle con la Jerusalén no dividida. Israel debe centrar sus esfuerzos para resolver los problemas en estas áreas estratégicas, y no en las zonas más lejanas de la Ribera Occidental, que pueden ser utilizadas como una oportunidad para un compromiso con los palestinos. Por lo tanto, tenemos una panorámica de la posición israelí.

La zona E-1 fue durante mucho tiempo la razón de la escalada entre Israel, Palestina y la comunidad internacional. El proyecto de construcción de nuevos asentamientos ha sido criticado en repetidas ocasiones por varios países europeos, y en respuesta a ello, Israel ha realizado activas gestiones diplomáticas diversas. El principal obstáculo es la idea de la creación de Palestina con su capital en Jerusalén Oriental, y el actual presidente palestino, Mahmoud Abbas, habla precisamente sobre tal unidad territorial, correspondiente a las fronteras de 1967.

De acuerdo con los políticos israelíes, los Estados Unidos entienden las necesidades estratégicas de Israel, pero critican el hecho de que el asentamiento de Ma'aleh Adumim se asociara con Jerusalén. Tel Aviv insiste en la creación de un corredor de este tipo, ya que, según los estrategas israelíes, contribuirá a reforzar la seguridad en las laderas del valle del Jordán y a prevenir la división de Jerusalén.

En otras palabras, Israel se niega a cumplir con los requisitos de Palestina, no directamente, sino de una forma velada, en referencia a factores históricos, estratégicos y religiosos.

Cortar el césped e inferioridad crónica

Al no permitir una escalada de las relaciones con los palestinos y otros países vecinos que se convierta en una amenaza existencial, Israel elige la estrategia de agotar al enemigo (en este caso - los palestinos), evitando al mismo tiempo una ocupación a largo plazo, así como una decisión política centrada en las personas. Esta opción entre los militares y los políticos de Israel se llama "cortar el césped", y consiste en destruir las oportunidades del rival para llevar a cabo cualquier acción agresiva contra Israel.

Cabe señalar que la doctrina de "cortar el césped" tiene una muy larga prehistoria. Incluso el primer ministro israelí David Ben Gurion desarrolló la doctrina de seguridad de Israel basándola en dos supuestos principales:

1) es probable que continúe durante décadas la hostilidad árabe hacia el Estado de Israel;

2) Israel está sufriendo un complejo de inferioridad crónica: tanto territorial como demográfica.

La principal asimetría en los recursos, junto con la hostilidad árabe, obligó a Ben Gurion a concluir que Israel no sería capaz de dictar los términos del tratado de paz a sus vecinos, incluso utilizando una fuerza abrumadora.

La mencionada "deficiencia crónica" territorial está relacionada con la reticencia de los israelíes a retirarse de los territorios ocupados.

Israel también es muy consciente de la amenaza de la comunidad internacional a sus intereses si continúa con su política sin concesiones hacia los palestinos. Existe incluso el acrónimo BDS (boicot, desinversión y sanciones). Como dice Jonathan Reinhold, del Centro Begin-Sadat de Estudios Estratégicos, al explorar el problema de que los liberales norteamericanos sean más comprensivos con Israel que con los palestinos, a excepción de la principal iglesia protestante en Estados Unidos, la base real del BDS está en Europa Occidental; pero ninguno de los boicot ha tenido mucho efecto práctico... Esta lucha es por la legitimidad política y el simbolismo. El BDS no tiene por objeto poner a Israel de rodillas, pero tiene el potencial de causar a Israel daños sustanciales diplomáticos, económicos e incluso militares. Si las actuales conversaciones de paz con los palestinos fracasan, tratarán de imponer sanciones contra Israel a través de la ONU y otros organismos internacionales. Además, van a tratar de procesar a oficiales israelíes a través de la Corte Penal Internacional, y esta amenaza es probable que tenga consecuencias negativas para la disuasión de Israel.

Esta lucha es por la legitimidad política y el simbolismo. El BDS no tiene otra finalidad, mientras que expertos israelíes proponen adoptar medidas recíprocas para "desestimular" a las organizaciones no gubernamentales que llevan a cabo campañas de BDS, incluso a través de instituciones supranacionales. Israel no actúa directamente sino a través de sus amigos en Occidente, tratando de evitar la confrontación directa, ya que eso sólo mejora el estatus de las organizaciones que apoyan el boicot (el incidente con el barco Mavi Marmara, al parecer, fue una buena lección).

Un papel importante fue el desempeñado por la organización de la comunidad judía y la diáspora en todo el mundo.

Se propuso seguir recordando a la comunidad internacional que Israel es un estado democrático con derechos liberales tales como la libertad de expresión y la libertad de reunión, lo cual es importante para Occidente.

En general, la estrategia contra el BDS se basa en el principio de "la creación de una red para combatir una red", y no en un órgano especial en la Knesset o del gobierno de Israel ocupándose de esta cuestión.

El factor Prometeo

En 2014, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, expresó su opinión respecto a que fuerzas de la OTAN pueden situarse en un estado palestino en Cisjordania con el fin de satisfacer las preocupaciones de seguridad de Israel. Este mensaje debe ser visto desde una posición de estrategia con visión de futuro. A primera vista, los palestinos ofrecen un paraguas robusto frente a un socio de confianza. Pero el despliegue de un contingente de la OTAN ¿está entre los intereses de los palestinos? ¿Es Mahmoud Abbas un portavoz de los intereses de terceros, que tratan de aparentar una amplia discusión sobre el tema y, al final, establecer otra base militar que mostrará la fuerza y ​​servirá a los objetivos estratégicos de Occidente en el Medio Oriente?

Es una paradoja, pero algunas organizaciones pro-Israel están interesadas ​​en una solución de este tipo. En vísperas de la reunión ministerial de París, el 3 de julio de 2016, el Center for a New American Security emitió un informe «Advancing the Dialogue: A Security System for the Two-State Solution» [«Avanzar en el diálogo: un sistema de seguridad para la solución de dos Estados»]. Las decisiones clave para crear un sistema de dos estados fueron:

    • Construir un sistema de capas múltiples que responda a las preocupaciones de seguridad de Israel, en el que Israel retiene el derecho de autodefensa, así como la capacidad de defenderse por sí mismo, pero garantizando que esto sólo sea necesario en caso de urgencia.

    • Reducir al mínimo la visibilidad de Israel para la población civil palestina y llevar a cabo los primeros pasos significativos que indiquen a los palestinos un cambio fundamental en el territorio.

    • Planificar un repliegue de las fuerzas de seguridad israelíes, dependiendo de las condiciones, en función del rendimiento, área por área, con los horarios de destino, puntos de referencia, y un proceso de rehabilitación efectivo.

    • Llevar a cabo importantes mejoras en los sistemas de seguridad e infraestructura.

    • Construir centros de operaciones conjuntas y mecanismos de intercambio de datos para todas las partes de tal manera que exista un conocimiento máximo de la situación del entorno de seguridad para los israelíes, pero una mínima intrusión en la soberanía palestina.

    • Emplear fuerzas estadounidenses de entrenamiento, equipamiento, evaluación y seguimiento, y para la realización de operaciones altamente limitadas a lo largo del río Jordán.

Las posiciones 2 y 6 son particularmente interesantes. De hecho, se ofrece continuar la construcción de un muro de protección para reducir la visibilidad de Israel para los palestinos, así como llevar a cabo una mayor ocupación del territorio palestino por parte de las tropas estadounidenses.

A pesar de que, recientemente, la política interior y exterior de Israel pasa por algunas dificultades, los problemas identificados nos permiten llegar a la conclusión de que no se inventará pronto una solución pacífica a las relaciones palestino-israelíes. Incluso si se toman algunas decisiones en la programada reunión de otoño, lo más probable es que sean decorativas y que no afecten a la construcción de asentamientos, e Israel continuará con su ocupación de los territorios palestinos.