La posición ideológica de las Fuerzas Armadas Argentinas en 2019

24.10.2019

Como todo país subdesarrollado (uso el paradigma de CEPAL), Argentina requirió desde su origen estar alineada con alguna potencia extranjera, lo que condicionó su política interior, exterior y la forma de pensar y actuar de sus fuerzas armadas.

Breve síntesis de la posición ideológica de las Fuerzas Armadas Argentinas

Al inicio de los tiempos independentistas, los principales conductores de los ejércitos de las Provincias Unidas de América del Sur –Estado que conformaba Argentina, Bolivia y Uruguay, desmembrado por las políticas del gobierno centralizado de Buenos Aires (no confundir con el Virreinato del Río de la Plata)-, José de San Martín, Manuel Belgrano, José Gervasio Artigas y Martín Miguel de Güemes, respondían a un capitalismo proteccionista, anti librecambista y con un importante componente de promoción social de los sectores históricamente postergados (esclavos, indios y criollos) a través del uso de la tierra. Planteaban, al estilo de su contemporáneo Thomas Jefferson, un capitalismo de una sola clase, esto es, que todo habitante pudiera adquirir propiedad de la tierra para trabajarla, si lo deseaba[1]

Al fracasar la posibilidad de una Constitución Federal, devino la pérdida de la Banda Oriental (Uruguay) y el Alto Perú (Bolivia) y la guerra civil unitaria-federal entre las provincias restantes, propiciada también por los intereses del Imperio del Brasil. Cada facción buscó su alianza o representación internacional. Así, mientras Juan Manuel de Rosas enfrentó el bloqueo fluvial anglo-francés y presentó batalla en la expedición comercial-militar de estas potencias por el río Paraná (Batalla de Vuelta de Obligado), sus opositores buscaron la colaboración con el Imperio del Brasil para su derrocamiento. Sin embargo, esa alianza circunstancial no oculta que los verdaderos intereses que se defendían eran los de la Corona Británica.

Unificado el país legalmente en un estado federal y en la práctica en un gobierno unitario por parte de Bartolomé Mitre y su círculo, la ya denominada República Argentina siguió la influencia inglesa en la orientación de su política interna y externa. Interna, por ejemplo, siguiendo el modelo agroexportador con una configuración ferroviaria sólo útil a la extracción de materias primas, no para integrar las diferentes economías regionales que se fueron empobreciendo. En política exterior el ejemplo más claro es la Guerra de la Triple alianza, movilizada por los intereses británicos que no deseaban un modelo de capitalismo de Estado proteccionista de desarrollo e industrialización –el Paraguay- en América Latina.

Si bien la orientación británica de la política nacional duró hasta la segunda guerra mundial, en el ámbito militar el modelo era el Prusiano, con el éxito del nuevo país que había surgido luego de las guerras de unificación alemanas, además de ser el modelo que las fuerzas armadas chilenas ya seguían. Con equipamiento, sistemas de instrucción e incluso oficiales en la recién creada Academia Nacional de Guerra (1900), Alemania era el modelo a seguir por las fuerzas armadas argentinas, pese a alguna ínfima oposición.

En lo político y económico continuó la primacía de Gran Bretaña, pese al denodado avance político y económico de los Estados Unidos, especialmente durante y después de la Primer Guerra Mundial, como receptor y abastecedor de materias primas, productos manufacturados y garante de derechos de exportación.

Militarmente, hasta finalizada la Segunda Guerra Mundial el modelo continuó siendo el del Eje, aunque la provisión de armamento fue principalmente británica, estadounidense, francesa y del resto de Europa en forma marginal, en ese orden, como hasta nuestros días.

Anti: comunismo – peronismo – Unión Soviética – Rusia/China

Al ser el nuestro un país capitalista con nivel socioeconómico medio en ascenso –amplia clase media sin conciencia de clase-, estaba muy instalado el anticomunismo –anti socialismo soviético- en la cultura general, propiciado por la Iglesia Católica, las FFAA, gran parte del sindicalismo y los sectores concentrados de la economía del sector primario.

Además:

  • La derrota del fascismo
  • La debilidad de Gran Bretaña
  • El poder atómico inigualable demostrado por EEUU hasta ese momento
  • El sentimiento de culpa de parte de la oficialidad de las FFAA argentinas por haber respaldado al Eje y ejercido a su vez por el gobierno norteamericano acusando al gobierno argentino de colaboracionismo,

permitieron proyectar a la Unión Soviética como una “amenaza” real de alternativa al sistema capitalista mundial. A esto se sumó la ofensiva local y externa contra los gobiernos populistas y la contención que brindó el gobierno estadounidense a los sectores antiperonistas (caso del embajador Braden).

De Perón a la actualidad: Influencia externa en la formación ideológica de las FFAA

Proscripto el peronismo en Argentina y neutralizada la sublevación militar peronista de 1956 (Levantamiento de Valle), se acentúa la persecución a todo lo que pareciera comunista, socialista o peronista. Se nutre este sentimiento con la Doctrina de la Guerra Contrarrevolucionaria Francesa[2], aportada por contenidos y asesores franceses desde 1957 a 1982 en la Escuela Superior de Guerra, donde se aplicó la experiencia militar gala en Indochina y especialmente en Argelia con la noción de “enemigo interno”. El modelo local de la doctrina francesa sería aplicado especialmente en la última dictadura militar (1976-1983).

Posteriormente arribó la doctrina de la Escuela de las Américas que fue la que prevaleció en la formación militar argentina. Esta institución –hoy Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad- hasta 2006 formó a militares argentinos en contrainsurgencia y anticomunismo. Algunos de los más conocidos fueron altos mandos y presidentes de facto como Emilio Massera, Jorge Rafael Videla, Roberto Eduardo Viola y Leopoldo Galtieri. Conocida es la participación de sus ex alumnos en golpes de estado y violaciones a los derechos humanos en toda América Latina.

Consecuencias

Esta cosmovisión educada y reproducida por generaciones en el seno de nuestras fuerzas armadas, totalmente ajena a los intereses nacionales argentinos y absolutamente apegada a la visión del “estilo de vida occidental y cristiano”, impidió a los militares argentinos acceder a los conocimientos que pudieran haber logrado un desarrollo conceptual autónomo, algo que se intentó con el cambio de Doctrina de Planeamiento Militar durante la conducción del Ministerio de Defensa por parte de Nilda Garré, frustrado debido a la poca importancia que tuvo durante el gobierno kirchnerista[3] y ni hablar durante el macrismo.

Por supuesto, el gobierno del Presidente Mauricio Macri fue un nuevo intento de acercamiento a las posturas tradicionalmente placenteras de las FFAA argentinas, llegando incluso a proponerse a Argentina como aliado extra OTAN, en palabras del candidato a Vicepresidente de Mauricio Macri, palabras no desestimadas por el Gobierno Nacional[4] y cediendo derechos de explotación de hidrocarburos en la plataforma continental a empresas británicas. Pero allí no hay sólo una pérdida de identidad geopolítica, sino principalmente negocios.

El gobierno Macrista también se solidariza con EEUU persiguiendo a sus enemigos en América Latina –Cuba y Venezuela-, a quien este insta a aplicar el TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca) para una intervención militar multinacional a fin de derrocar al gobierno democráticamente electo de Maduro, con las causas y consecuencias ya vistas en Barbados, Yugoslavia y Libia, entre otros.

Otros ejemplos de la falta de visión de los intereses nacionales de las FFAA son la esperanza de la Oficialidad que conducía la Guerra de Malvinas en 1982 que esperaba que EEUU interviniese a favor de la Argentina. O actualmente, que el candidato a Presidente Juan José Gómez Centurión –Mayor retirado del Ejército Argentino- haya criticado al kirchnerismo por la instalación del Satellite Launch and Tracking Control General (CLTC) –que para él es una base militar china- son muestras del extravío geopolítico de las FFAA argentinas. El problema no es tener una base militar extranjera en nuestro territorio, sino de qué país será esa base: de uno que garantice una cooperación enriquecedora y sea un instrumento de disuasión militar, o que sea un instrumento de condicionamiento para el Pueblo y Gobierno, como sucedió con la base estadounidense de Soto Cano en el golpe de Estado a Manuel Zelaya en 2009 (como ejemplo reciente) o más atrás con el curioso caso argentino de la antena del Proyecto Omega, ubicada en Trelew, provincia de Chubut, que sirvió de guía a los aviones argentinos, pero también británicos, en la Guerra de Malvinas.

Como base estadística cuantitativa, basta entender los resultados electorales de las elecciones primarias presidenciales donde votaron militares de las bases de la Antártida Argentina, logrando Macri el 77% de los votos y el Frente kirchnerista Todos apenas el 3,77%[5].

Desafíos

Para revertir esta decadencia ideológica de décadas, se requiere la construcción de un nuevo ejército, al estilo de la creación del Ejército Rojo por parte de León Trotski, basado en una sólida formación geopolítica de la oficialidad, con refuerzo en aspectos históricos, políticos y económicos, a fin de lograr en algunos años una oficialidad coherente y unificada en base a los intereses nacionales.

Además, Argentina debe dejar de adquirir todo material militar que provenga de países de la OTAN. Es inaceptable que se compren pertrechos al enemigo que mantiene una base –Mount Pleasant- en las Islas Malvinas ocupadas.

La oficialidad de las FFAA y la dirigencia política deben entender que hoy quienes más fielmente se acercan a los intereses nacionales –un mundo multipolar- son China y Rusia. Hacia allí debe orientarse la cooperación militar, la instrucción y la adquisición de armamento.

Un eventual nuevo gobierno peronista kirchnerista tiene la gran oportunidad de entender que así como es adentro es afuera, que sin proyección militar acorde a las bases ideológicas se corre el riesgo de seguir a la deriva militarmente y no poder consolidar un proyecto de nación que desarrolle todo el potencial argentino.