España, Madre Nuestra
Juan Domingo Perón
La declaración de nuestra independencia política dio entrada a todos los vientos de opinión y a todas las luces y sombras del saber. Los profesores aquí reunidos podrán enjuiciar con magistral erudición y sobrados argumentos, la labor cultural desarrollada en nuestra Patria en lo que llevamos de organización nacional. Yo, sin su preparación, pero no cediendo en un ápice en su patriotismo, he de afirmar con tristeza que buena parte del gran legado cultural que recibimos de España la hemos olvidado o la hemos trocado por advenedizos escarceos introducidos a la par por los potentados que dilapidaban sus fortunas en ciudades alegres y cosmopolitas y regresaban cantando loas a su propia disipación, y por los vencidos de los bajos fondos de cualquier parte del mundo, que llegados a nuestras playas y a fuerza del número y por obra del contacto directo y constante con nuestro pueblo lograban infiltrarle un indefinible sentimiento de repudio de las manifestaciones espontáneas de todo lo tradicional hispano-criollo.
Así, la literatura, la ciencia, el derecho, la filosofía, el arte, han adquirido formas híbridas, difusas y apagadas; siendo cada día menor el sentido de grandeza y el afán ascensional que ha de animar a las verdaderas creaciones del espíritu para que alcancen realmente atributos de universalidad y perennidad.
LA NUEVA FORMULA HUMANISTICA
La cultura de la raza latina en América, a pesar del sello auténticamente español, alcanzó jerarquía universal y sabor de eternidad porque supo fundir el alma peninsular en los viejos moldes del clasicismo greco-latino.
Si se hubiera limitado a traducir los clásicos y adaptar su vida al estilo de Grecia o de Roma, ni hubiera alcanzado el esplendor de los Siglos de Oro castellanos ni hubiera podido parangonar sus héroes con los de la Iliada y la Eneida. Pero España supo libar las esencias de la antigüedad y construir monumentos imperecederos que han sido el germen de las culturas de nuestro continente. Del maridaje de dioses y héroes, filósofos y artistas de la vieja Atenas; de los reflejos imperiales de la antigua Roma redimida por el Signo de la Cruz; de la fusión de la ley de Dios y el derecho de Roma que supo amalgamar con sentido ascético y caballeresco nuestra Madre España ha de salir de nuestra tierra americana, por la unión entrañable de su ancestral señorío y nuestra esplendorosa juventud, la nueva fórmula humanística que eleve al hombre a las más altas cimas de la civilización moderna.
ESPAÑA, MADRE NUESTRA
La riqueza espiritual que, con la Cruz y la Espada, España nos legó esta Cruz y esta Espada tan vilipendiadas por nuestros enemigos y tan escarnecidas por los que con su falsa advocación medraron - fue marchitándose hasta convertirse en informe montón irreconocible, hecho presa después del fuego de los odios y de las envidias que habían concitado con su legendario esplendor. Pero antes de convertirse definitivamente en cenizas, las pavesas del incendio aun nos bastarán para que en nuestras manos se conviertan en antorchas que, remozando el Alma Mater de la Universidad argentina, traspase las fronteras, despierte la vacilante fe de los tibios y semidormidos pueblos que aun creen más en las taumaturgias del oro que en los veneros que encierran el espíritu y la voluntad de trabajar y ennoblecerse y tenga aun fuerzas suficientes para llegar al corazón de Castilla y decir con acento criollo y fe cristiana: España, Madre Nuestra, Hija eterna de la inmortal Roma, heredera dilecta de Atenas la grácil y de Esparta la fuerte: somos tus Hijos del claro nombre; somos argentinos, de la tierra con tintineos de plata que poseemos tu corazón de oro. Como bien nacidos hijos salidos de tu seno te veneramos, te recordamos y vives en nosotros! Precisamente porque somos hijos tuyos sabemos que nosotros somos nosotros. Por esto, sobre lo mucho que tu nos legaste, hemos puesto nuestra voluntad de seguir hacia arriba hasta escalar nuevas cumbres y conquistar nuevos laureles que se sumen a los ya eternos que supimos conseguir. Por esto abrimos de nuevo las viejas arcas que guardan los restos de la cultura que esparciste por el mundo a la sombra de banderas flameantes defendidas por espadas invencibles. Tus filósofos, humanistas, poetas y artistas; y tus juristas, místicos y teólogos, cuando vieron que las antorchas de la revolución espiritual y el vaho del materialismo hacían peligrar el tesoro secular que acumulaste, decidieron ponerte a buen recaudo que evitara tu profanación.
Pasaron los siglos del olvido y las horas de ingratitud.
Nosotros, los argentinos, tus hijos predilectos, hemos labrado en el frontispicio de nuestras Universidades una leyenda de imperial resonancia, una leyenda de filial gratitud y de sabor hogareño, una leyenda que dice: No se pondrá jamás el sol de nuestra cultura hispánica.
Extracto del DISCURSO PRONUNCIADO EN EL ACTO DE HOMENAJE TRIBUTADO POR LAS UNIVERSIDADES ARGENTINAS AL OTORGARSELE EL TITULO DE DOCTOR “HONORIS CAUSA” POR SU OBRA A FAVOR DE LA CULTURA NACIONAL
Juan Domingo Perón
[14 de Noviembre de 1947]