La noche de las largas cimitarras

07.06.2017

Más que una crisis diplomática entre los Al Thani y los Saud parece una liquidación entre dos clanes convertidos de repente en rivales. El distanciamiento entre Qatar y Arabia Saudita (y Egipto, los Emiratos Árabes Unidos y Baréin) se produce en un momento histórico que ve reposicionarse a todas las potencias en vista del final de la experiencia del sedicente Estado Islámico en Siraq. Si Turquía ha sido el primer país en buscar un entendimiento con Rusia e Irán - ver las conversaciones en Astaná - ahora es el turno de los otros perdedores - los que quisieron debilitar el eje chií desestabilizando a los gobiernos de Damasco y Bagdad - de salvar lo salvable.

El reciente viaje de Donald Trump a Medio Oriente sirvió precisamente para dibujar los nuevos horizontes de los Estados Unidos de América y de sus aliados en la región. El nuevo presidente ha hundido sustancialmente de forma permanente la política exterior de Obama que desde las primavera árabes había apostado por los Hermanos Musulmanes (apoyados también por Doha), reforzando el eje Tel Aviv-Riad-Washington, sobre todo en clave anti-iraní y anti-chií. Así Qatar - acusado por Arabia Saudí de financiar desde el Estado Islámico de Al Baghdadi y Al Qaeda en Siria, hasta el "terrorismo" palestino y los rebeldes houthi en Yemen - se ha convertido en el chivo expiatorio perfecto para descargar cualquier responsabilidad, en particular por vía de la vocación comercial europea y después de las apertura del pequeño y multimillonario emirato a Rusia e Irán.

En el cambio de estrategia, la administración Trump ha decidido entonces que el jeque Al Thani tenía que ser el cordero que sacrificar en el altar de la realpolitik. No podía ser diferente del resto. Con Riad, el gobierno de Estados Unidos acaba de firmar un suministro de armas récord de ciento diez mil millones de dólares, mientras que Israel comparte desde hace años informaciones de cualquier tipo con la certeza de que la contraparte saudí nunca planteará la cuestión palestina.

Y el epílogo de una guerra por poderes perdida por los dos principales patrocinadores del yihadismo, Arabia Saudita y Qatar, amigos de Occidente, que después de haber financiado el terrorismo en Siria y otras partes del mundo; apoyado a las mismas facciones armadas en las mesas diplomáticas; así como propagado noticias falsas a través de sus canales informativos Al Jazeera y Al Arabiya, ahora se devoran entre sí. Sin embargo, la lucha armada y política contra el eje chií (Hezbolá, Siria, Irak e Irán) se hará sin los Hermanos Musulmanes y Qatar, y tal vez por primera vez en la historia veremos a Israel jugar de protagonista y no en la retaguardia como ha hecho en estos últimos seis años. Y Rusia se verá obligada a elegir de qué lado estar.

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