La justificación existencial de Pakistán sobre India
Ya que India y Pakistán celebraron su mutuo 69 aniversario de la independencia, muchas voces en India continúan insistiendo que su vecino es supuestamente un estado artificial que no tiene incluso ni derecho a existir.
Es verdad la afirmación de que Reino Unido (RU) creó las condiciones internacionales para la partición India-Pakistán, pero los problemas internos entre hindúes y musulmanes durante el último periodo colonial hicieron inevitable la división, incluso si esta fue en última instancia predeterminada para jugar a favor del divide y vencerás de Londres.
El historiador ruso, Nikolai Starikov, tiene razón cuando dice que la independencia de Pakistán inmediatamente la convirtió en un estado “anti-indio” que fue explotado por occidente para darle una plataforma para la influencia estratégica en la región y permitirle dirigir más fácilmente el continente subdividido, pero mientras que estas motivaciones indudablemente geopolíticas estuvieran detrás de la decisión de RU, esto de ningún modo debería tomarse para insinuar que Pakistán es un estado ilegítimo, artificial, o no-soberano.
Aunque los estrategas neocoloniales británicos puedan haber pensado en este tiempo que Pakistán podría proporcionarles indefinidamente un poste desde el que mantenerse por tiempo indefinido en el sur de la Rimland (zona costera) euroasiática, los resultados finales de su planificación no podrían haber sido más equivocados. Es cierto que Pakistán funcionó geoestratégicamente de acuerdo con el modelo antes mencionado durante décadas, pero a día de hoy, un profundo cambio de paradigma ha tomado lugar por el cual Pakistán es el aliado para todo tiempo de China, uno de los dos arquitectos jefe del orden mundial multipolar junto con Rusia, mientras que la anteriormente “no-alineada” India está compitiendo para establecer una alianza estratégica-militar global no declarada con los EEUU, el violento defensor del nuevo (unipolar) orden mundial.
Para ser justos, India disfruta también de unas relaciones estrecha sin precedentes con Rusia, que permite a Moscú la oportunidad de manejar la guerra fría chino-india provocada por los americanos, y las resultantes tensiones crecientes en total coordinación con Beijing a través del marco de la Asociación Estratégica Chino-Rusa, aunque sería mucho más estable y en el bien mayor de toda la comunidad multipolar si Nueva Delhi no hubiera caído en las tentaciones de Washington y en cambio permaneciera como compañero de confianza en los BRICS como lo fue bajo la presidencia de Manmohan Singh y el Congreso Nacional Indio.
Por otro lado, es recomendable que la India esté trabajando junto con Rusia e Irán para coordinar el corredor de transportes Norte-Sur a Europa, pero por el otro, el proyecto estaría optimizado logística y económicamente si India cooperase con Pakistán a través de la estructura de integración regional ASACR (Asociación Sud-Asiática para la Cooperación Regional) para establecer directamente un sistema de transporte unimodal más eficiente. Esto permitiría a Pakistán el abrazar totalmente su destino geopolítico como cremallera de la integración pan-euroasiática por enlazar a la vez a la Unión Euroasiática, China, ASACR y el gran mercado de medio-oriente en Irán y más allá, pero la obsesión poco constructiva de la India con sus demandas maximalistas hacia Cachemira y el rechazo para reconocer la soberanía pakistaní sobre la provincia de Gilgit-Baltistán son impedimentos importantes e interconectados para esta visión multipolar.
El hecho de que Pakistán fuera excluido de las inmensas inversiones indias a largo plazo en el puerto de Chabahar y el corredor de transportes Norte-Sur en general demuestra que Nueva Delhi no está comprometida seriamente a alcanzar una paz sostenible y duradera con Pakistán en estos momentos, como lo hace su posición intransigente sobre la reivindicación de toda Cachemira. Esta actitud puede explicarse por el hecho de que India quiere controlar este importante cuello de botella en el Corredor Económico de China-Pakistán para, o bien prevenir la terminación del proyecto, o bien para ejercer dominio sobre la única ruta de comercio seguro que no por es Malaca, que China tendría con el océano índico.
De cualquier manera, las intenciones de la India son obviamente obstructivas y presentan una amenaza seria a la gran estrategia de China para asegurar sus rutas de comercio internacional, y por consiguiente, de construir viablemente las infraestructuras críticas fundacionales para el éxito del emergente orden mundial multipolar. Este estado de asuntos ha hecho así, que la existencia de Pakistán sirva como una salvaguardia para la supervivencia de la multipolaridad en el sur de Asia y ha dado en consecuencia a Islamabad la seria responsabilidad de guardar este corredor globalmente vital de la agresión India fomentada por los americanos.
En un poético giro de la ironía, mientras que en el pasado podría haber sido argumentado que Pakistán estaba “metiéndose en el camino” de los “tipos buenos” y estaba llevando a cabo el trabajo sucio de EEUU, a día de hoy es India quien está cumpliendo ese papel y funciona como el último instrumento del “divide y vencerás” de la unipolaridad, aunque esta vez no es justo sobre el subcontinente, sino sobre la totalidad de Eurasia.