Insurrecciones en el cuerno de África
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
El propio Cuerno de África es de gran interés para muchos países que lo consideran una entidad geopolítica, ya que su ubicación geográfica le permite controlar la conexión entre el Mar Rojo (y por tanto el Canal de Suez) y el Océano Índico por donde pasa un gran flujo de barcos. Djibouti alberga bases militares francesas, italianas, estadounidenses e incluso chinas. Al otro lado del estrecho está Yemen, donde continúa un conflicto militar en el que intervienen Arabia Saudita y sus socios.
Recientemente se han observado claros signos de desestabilización en dos de los países de la región: Somalia y Etiopía.
La semana pasada, hubo un mensaje sobre la muerte de un oficial de la CIA en Somalia. Era un operativo de la División Especial y un exmarine. Este evento fue interpretado como algo extraordinario, ya que en este país de África Oriental se encuentran una gran cantidad de tropas estadounidenses, más de 700 personas. Algunos de las tropas están involucrados en misiones antiterroristas.
Somalia sigue siendo uno de los países más peligrosos del mundo. Aunque Somalia es formalmente una federación, lo que está consagrado en la constitución provisional del país, sigue habiendo enfrentamientos entre los clanes y de carácter interétnicos, además de la actividad de grupos criminales y terroristas. Hace unos diez años, los piratas somalíes eran ampliamente conocidos por secuestrar barcos que pasaban cerca de la costa y que exigían un rescate por los marineros y la carga que incautaban. Este problema se resolvió parcialmente con la ayuda de operaciones militares de varios Estados, pero no desapareció por completo. Otro problema es la actividad del grupo terrorista Al-Shabab que está asociado con Al-Qaeda. A finales de noviembre, agentes de Al-Shabab mataron a un grupo de soldados somalíes entrenados por el ejército estadounidense.
Un informe sobre la lucha contra el terrorismo en la región, preparado para el Congreso de los Estados Unidos, indica que para el 2021 las fuerzas de seguridad locales de Somalia podrán hacer frente a las amenazas por sí mismas. Aparentemente, esto se ha convertido en la razón principal de la decisión de retirar las tropas estadounidenses de Somalia. Y Donald Trump dio las instrucciones precisas. Sin embargo, atrajo las críticas de los políticos y la comunidad analítica de Estados Unidos, quienes afirmaron que, si las tropas estadounidenses se retiraban, el país seguramente se sumiría en la guerra civil. No todos los clanes apoyan al gobierno federal de este país, y aunque incluso si las bases especiales del comando africano permanecen en la región (se supone que las operaciones contra al-Shabab continuarán con la ayuda de drones de combate lanzados desde Kenia y Djibouti) y puede que igual empiece un conflicto interno por el poder.
En Somalia las elecciones parlamentarias serán celebradas en diciembre y las elecciones presidenciales se harán en febrero. Este es otro motivo de preocupación, ya que muchos políticos y jefes de clan no quieren que el actual jefe del país, Mohammed Abdullahi Mohammed, se mantenga en el puesto, quién tiene la intención de postularse nuevamente para ese cargo. Es interesante que él cuente con el apoyo de Qatar, el principal patrocinador de los Hermanos Musulmanes.
Si bien Djibouti mantiene una relativa seguridad mediante la presencia de bases militares extranjeras, la situación en la vecina Etiopía sigue siendo crítica.
Tras el estallido del conflicto con el Frente de Liberación Nacional de Tigray, el 20 de noviembre las fuerzas gubernamentales capturaron una de las principales ciudades de la provincia de Adigrat, donde mataron a cientos de residentes y provocaron la huida de decenas de miles de personas al vecino Sudán.
El 24 de noviembre, la Comisión de Derechos Humanos de Etiopía dijo que habían muerto más de 600 personas en Mai Kadra, otra ciudad de la provincia de Tigray, ahí se llevó a cabo una limpieza étnica con el apoyo de la policía local. A pesar de los llamamientos de la ONU y la Unión Africana para poner fin al derramamiento de sangre, el primer ministro Al-Ahmed se negó a detener la operación militar y comenzar a negociar.
Lo que está sucediendo también puede afectar a la economía del país, en concreto las actividades de inversores externos como los EAU. Los Emiratos financian 92 proyectos pertenecientes a una amplia variedad de sectores en Etiopía. Además, 50 mil trabajadores migrantes de Etiopía se encuentran en los EAU como parte del programa de reducción del desempleo. También existen pruebas de que los Emiratos están ayudando a combatir a los rebeldes utilizando la base militar de Assab en Eritrea.
Otro factor desestabilizador es la construcción de una gran presa en Etiopía, que ha sido denominada como el proyecto del siglo. Esta es una gran preocupación para Egipto y Sudán, ya que su lanzamiento afectará el nivel del agua en el Nilo, que está directamente relacionado con las actividades agrícolas de estos dos países.
El estallido de la guerra civil puede ser utilizado como pretexto para una intervención en Etiopía, teniendo en cuenta que los representantes de Egipto ya han discutido esta posibilidad con los representantes de Eritrea. Hasta ahora, El Cairo está ejerciendo presión diplomática para conseguir el apoyo de Zambia y Namibia en la construcción de la presa. Sudán, por su parte, boicoteó las últimas negociaciones que tuvieron lugar el 21 de noviembre.
Al mismo tiempo, tenemos que señalar la asociación entre los Emiratos Árabes Unidos y Egipto en una serie de problemas regionales, en particular el de contrarrestar la expansión de Turquía y la lucha contra la organización de los Hermanos Musulmanes (prohibida en la Federación de Rusia). Aún no está claro cómo las diferentes opiniones sobre el conflicto etíope y la construcción de la presa podrían afectar la cooperación de los dos países. Pero existe la posibilidad de que se enfriasen estas relaciones.
Estos factores indican que la inestabilidad crónica en la región, que se basa en parte en conflictos históricos, podría convertirse en un caos terrible. Esto requerirá no solo la introducción de tropas extranjeras (países de la Unión Africana, soldados árabes, y probablemente también de los Estados Unidos o la OTAN) como contingentes para el mantenimiento de la paz, sino también la solución de una serie de tareas humanitarias.
Por otro lado, también existe potencial para la cooperación. El expresidente de Somalia recuerda en un artículo que en 1977 Etiopía y Somalia iniciaron una guerra por el control de la región de Ogaden. En aquel momento, Fidel Castro propuso a los líderes soviéticos un plan para establecer la paz en la región: la creación de una confederación entre Etiopía, Somalia, Yemen del Sur y el futuro Djibouti (en ese entonces todavía era una colonia francesa). La solución de este problema llevaría tanto al establecimiento del control sobre el Mar Rojo y, en consecuencia, del Canal de Suez, así como al despegue del potencial económico de la región. Estos planes no estaban destinados a hacerse realidad, en particular debido a que el líder militar de Somalia Siad Barre rechazó esta propuesta y prefirió el conflicto con Etiopía. Sin embargo, la idea de la integración regional sigue viva hasta hoy. En 2018, el liderazgo etíope inició un acercamiento con Somalia y Eritrea mediante la firma de un acuerdo tripartito que, según el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, podría ser el preludio de la integración política. Es probable que algunas fuerzas no estén interesadas en este proceso, razón por la cual se produjeron hechos de desestabilización y se provocaron fricciones.
Fuente: https://orientalreview.org/2020/12/01/unrest-in-the-horn-of-africa/