El fin de la hegemonía estadounidense: Cómo el mundo está reconstruyendo un nuevo orden multipolar

18.11.2024

Hoy, el mundo se encuentra en una encrucijada -un momento peligroso pero transformador- marcada por el colapso de las estructuras de poder tradicionales y la emergencia de un orden mundial multipolar. Esta transformación no es una mera cuestión de reorganización geopolítica; significa una ruptura con décadas de dominación occidental, especialmente por parte de Estados Unidos y sus principales aliados, y ofrece una oportunidad a los pueblos históricamente oprimidos de alzarse y alinearse con las potencias ascendentes en la política mundial. La inundación de Al-Aqsa, protagonizada por valientes palestinos, las acciones militares de Rusia y la emergencia de potencias como China, Rusia e Irán apuntan a una nueva era en la que los intereses de la entidad sionista y sus aliados occidentales ya no dictarán los asuntos mundiales.

El surgimiento de un orden mundial multipolar

El concepto de un mundo unipolar -dominado por una única superpotencia que ejerce una influencia económica, militar y política sin parangón- está siendo rápidamente cuestionado. Durante años, Rusia, China e Irán han estado fomentando silenciosamente una alianza que pretende desplazar a Estados Unidos de su papel de hegemón mundial. Esta coalición se nutre de una visión compartida de un mundo libre de la opresión imperialista, en el que la soberanía y la autodeterminación sustituyan a las políticas exteriores explotadoras, las intervenciones militares y las prácticas colonialistas.

El presidente ruso Vladimir Putin ha articulado abiertamente esta visión, afirmando que la era de la hegemonía estadounidense está desapareciendo. Tras la elección de Donald Trump, Putin le felicitó, haciendo hincapié en las transformaciones fundamentales que están remodelando el panorama mundial. Insinuó un nuevo orden mundial, totalmente distinto del basado en el colonialismo y el intervencionismo, un sentimiento del que se hicieron eco China e Irán, que han sufrido durante mucho tiempo el dominio económico y político de Occidente.

El declive de Estados Unidos y sus implicaciones

Estados Unidos, acostumbrado durante mucho tiempo a establecer normas mundiales y a llevar a cabo intervenciones militares con una oposición mínima, se enfrenta ahora a presiones internas y externas sin precedentes. En el plano interno, Estados Unidos se enfrenta a problemas económicos profundamente arraigados, como la inflación, el desempleo y la creciente inestabilidad política. El público estadounidense se ha cansado de los interminables enredos en el extranjero que agotan los recursos y ofrecen pocos beneficios tangibles al ciudadano medio. Este sentimiento alcanzó su punto álgido con el ascenso de Trump, que simboliza un cambio hacia el aislacionismo y un rechazo a las costosas intervenciones en el extranjero.

Los miles de millones de dólares dirigidos tanto a Ucrania como a la entidad sionista revelan cómo los contribuyentes estadounidenses se ven agobiados por conflictos que sirven de poco o nada a la seguridad nacional de Estados Unidos. La operación de Rusia en Ucrania y la de Al-Aqsa en Gaza han puesto de manifiesto las debilidades inherentes a las alianzas de Estados Unidos. En lugar de proporcionar una ventaja estratégica, estas intervenciones han agotado los recursos estadounidenses y erosionado su influencia global. El apoyo continuado de la administración Biden a estos aliados, a menudo considerado como una explotación, no ha producido beneficios significativos, lo que subraya la insostenibilidad del modelo imperialista estadounidense.

El papel del 7 de octubre y la remodelación del orden mundial

El 7 de octubre, marcado por la Operación Inundación de Al-Aqsa, fue un momento simbólico en el cambio de la dinámica de poder en Oriente Medio. Esta audaz postura contra la entidad sionista resonó en todo el mundo, poniendo aún más de relieve la vulnerabilidad del Estado de apartheid apoyado por las potencias occidentales. La operación no sólo puso de relieve la resistencia del pueblo palestino, sino que también ilustró una tendencia más amplia: el creciente rechazo de las naciones oprimidas a tolerar las aventuras imperiales de una superpotencia en declive.

La audacia de la operación del 7 de octubre envió un claro mensaje al mundo -especialmente a potencias emergentes como Rusia, China e Irán- de que ha llegado el momento de enfrentarse a las injusticias perpetradas desde hace tiempo por la entidad sionista y sus aliados occidentales. Este acto simboliza un llamamiento a la solidaridad mundial contra cualquier Estado que desprecie los derechos humanos y la autodeterminación en favor de la explotación y la ocupación.

La importancia estratégica de Rusia, China e Irán

En este orden emergente, Rusia, China e Irán se erigen como fuerzas primarias que desafían al imperialismo occidental. En contraste con las historias coloniales de las potencias europeas y de Estados Unidos, estos países abogan por un mundo equilibrado y multipolar. Cada uno de ellos se ha enfrentado a sanciones, coerción económica y amenazas militares de Occidente. Como respuesta, han forjado alianzas basadas en el respeto mutuo de la soberanía y en el objetivo común de resistir a la hegemonía occidental.

La firmeza de Rusia en Ucrania, el rápido crecimiento tecnológico y económico de China y la influencia regional de Irán demuestran su disposición a asumir responsabilidades en un nuevo orden mundial. Cada uno de ellos está motivado por una historia de desafío a la dominación occidental. Rusia, con sus recursos militares y su riqueza natural, está asumiendo un papel protagonista en el cambiante panorama político europeo, lo que sugiere que, especialmente con la postura aislacionista de Trump, el continente debe afrontar ahora sus retos geopolíticos sin la protección de Estados Unidos. La Iniciativa Belt and Road de China y su creciente poder militar señalan su intención de liderar el comercio y la seguridad mundiales. Irán, por su parte, se erige como una fuerza formidable en Oriente Medio, ofreciendo su apoyo a los movimientos regionales que se resisten a la agresión sionista y occidental.

Implicaciones para Europa y el desarrollo de la crisis mundial

Europa se encuentra ahora en una posición precaria. Con el poder de Estados Unidos en declive, las naciones europeas deben hacer frente a estos retos de forma independiente, sobre todo ante la creciente influencia rusa. Durante décadas, Europa dependió del apoyo militar y económico de Estados Unidos; sin embargo, a medida que Estados Unidos se repliega dentro de sus fronteras, los países europeos deben enfrentarse a la realidad de una Rusia más asertiva a sus puertas.

Esta situación se complica aún más por las tensiones económicas y sociales que se están gestando en Europa. La inflación, el desempleo y el descontento general con los costosos esfuerzos militares de la OTAN pesan sobre las sociedades europeas. Sin el respaldo estadounidense, la capacidad de Europa para mantener sus estrategias contra el poder ruso resulta cada vez más dudosa.

¿Es inminente la Tercera Guerra Mundial?

Con estos importantes cambios de poder y realineamientos en las alianzas, la perspectiva de una tercera guerra mundial se cierne ominosamente. Aunque un conflicto a gran escala entre Estados con armamento nuclear dista mucho de ser deseable, las crecientes tensiones entre las potencias mundiales lo convierten en una posibilidad inquietante. En tal conflicto, los principales beneficiarios serían sin duda los fabricantes de armas y las élites económicas que se benefician de la guerra. Mientras tanto, los oprimidos y marginados se llevarían, como siempre, la peor parte de la devastación.

En este momento de la historia no se trata sólo de redistribuir el poder mundial, sino también de un ajuste de cuentas con los sistemas que han prosperado gracias a la desigualdad y la opresión. La entidad sionista, defendida por Occidente como símbolo de fuerza colonial, encarna la naturaleza destructiva de las alianzas construidas sobre el derramamiento de sangre. Este despertar global pretende desmantelar las estructuras imperialistas y establecer un orden basado en el respeto genuino de los derechos humanos y la soberanía nacional.

Reconociendo las pérdidas potenciales a las que se enfrenta Estados Unidos en un escenario así, Trump ha señalado su intención de retirar las fuerzas estadounidenses de Siria, dejar de financiar a Ucrania e incluso incitar a su hijo a burlarse abiertamente del presidente ucraniano, un falso mito que Occidente y la administración Biden han ensalzado.

A medida que Estados Unidos se retira a sus fronteras, se abre un vacío para un nuevo orden mundial liderado por Rusia, China e Irán. Estas naciones, cada una de ellas marcada por las dificultades impuestas por Occidente, imaginan un mundo en el que el poder está descentralizado y ningún país tiene derecho a imponer su voluntad a otro. Esta visión se opone directamente a los ideales sionistas y occidentales de supremacía mundial, violencia y explotación sin control.

El surgimiento de un orden mundial multipolar ofrece un rayo de esperanza a los pueblos oprimidos de todo el mundo. Representa una oportunidad para la justicia, para desmantelar las estructuras que han sostenido la opresión occidental y sionista durante demasiado tiempo. Está claro: la era de la supremacía estadounidense está llegando a su fin y, con ella, la opresión desenfrenada de la entidad sionista se acerca a su fin. Los oprimidos del mundo pueden mirar al futuro con la esperanza renovada de que sus voces, durante tanto tiempo silenciadas, serán por fin escuchadas en este panorama mundial emergente, justo y equilibrado.

Traducción al español para Geopolitika.ru
por el Dr. Enrique Refoyo