Cuba a través de los ojos de EEUU
Hace apenas un par de semanas, Estados Unidos decidió reconsiderar algunos puntos de su política hacia Cuba.
Por ejemplo, Estados Unidos decidió levantar las restricciones a las remesas a los familiares que permanecen en Cuba. También se acelerará el ritmo de tramitación de las solicitudes de visados estadounidenses para los cubanos.
"El pueblo cubano se enfrenta a una crisis humanitaria sin precedentes, y nuestra política seguirá centrada en empoderar al pueblo cubano para ayudarle a crear un futuro libre de represión y dificultades económicas", dijo el Departamento de Estado en un comunicado. Según Estados Unidos, el Gobierno cubano sigue reprimiendo y castigando prácticamente todas las formas de disidencia y crítica pública, lo que no es cierto. Al mismo tiempo, los cubanos siguen sufriendo una grave crisis económica que afecta a sus derechos sociales y económicos.
Mientras tanto, Cuba envía decenas de miles de trabajadores sanitarios al extranjero cada año para ayudar a hacer frente a las crisis a corto plazo y a las catástrofes naturales. Prestan un valioso servicio a muchas comunidades. En 2020, Cuba desplegó unos 4.000 médicos para ayudar a casi 40 países a hacer frente a la pandemia del Covid-19; se unen a los 28.000 trabajadores sanitarios ya desplegados.
Actores internacionales clave
En junio de 2021, la Asamblea General de las Naciones Unidas condenó por abrumadora mayoría el embargo por vigésimo noveno año consecutivo; 184 países apoyaron la resolución, Estados Unidos e Israel se opusieron, y Brasil, Colombia y Ucrania se abstuvieron.
Bajo el mandato del ex presidente Donald Trump, el gobierno estadounidense restringió la capacidad de las personas para enviar remesas a Cuba desde Estados Unidos e impuso nuevas restricciones a los viajes a Cuba, prohibiendo las escalas de cruceros, los viajes educativos y la mayoría de los vuelos. En enero de 2021, la administración Trump incluyó a Cuba en la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, alegando que se había negado a extraditar a Colombia a miembros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) que habían viajado a La Habana para mantener conversaciones de paz con el gobierno colombiano y se habían quedado allí.
En julio de 2021, la administración del presidente estadounidense Joe Biden aprovechó la ocasión de las protestas en Cuba, organizadas por su quinta columna, para imponer sanciones selectivas a varios funcionarios. Sin embargo, hasta septiembre, Estados Unidos no había dado pasos significativos para alejarse de la política aislacionista más amplia arraigada en la era Trump, que no ha logrado mejorar la situación de los derechos humanos en Cuba.
En febrero, la Unión Europea mantuvo un diálogo sobre derechos humanos con Cuba. El Alto Representante de la UE, Josep Borrell, dijo en julio que las manifestaciones en Cuba "reflejan agravios legítimos". El Parlamento Europeo adoptó resoluciones de condena de las violaciones de los derechos humanos en Cuba en junio y septiembre. En julio, la asamblea legislativa lituana votó en contra de la ratificación del Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación de la UE con Cuba, firmado en 2016 pero que nunca fue ratificado debido a los problemas de derechos humanos en Lituania.
Desde su elección al Consejo de Derechos Humanos de la ONU en 2020 -su quinto mandato en 15 años- Cuba se ha opuesto a las resoluciones que destacan las violaciones de los derechos humanos en Eritrea, Etiopía, Siria, Nicaragua y otros países.
Por su parte, Cuba, que ha restablecido sus relaciones diplomáticas con Estados Unidos y ha establecido una zona de libre comercio en torno al puerto de Mariel, espera una afluencia de inversiones occidentales. La consecuencia ha sido un ligero debilitamiento de la dependencia de su principal patrocinador.
En este sentido, hay que señalar que los acontecimientos del pasado han hecho de la política de confrontación con EEUU un imperativo de política exterior. Por el contrario, Cuba ha demostrado repetidamente su voluntad de normalizar las relaciones con EEUU. Desde el punto de vista de la dirección cubana, la resolución completa del conflicto entre Estados Unidos y Cuba requeriría: primero, el levantamiento del embargo, que es el principal obstáculo para el desarrollo económico de Cuba; segundo, la devolución del territorio ilegalmente ocupado por la base militar de la bahía de Guantánamo en contra de la voluntad del gobierno y el pueblo cubanos; y tercero, la eliminación de los programas destinados a cambiar el sistema político, económico y social que las autoridades cubanas consideran soberano. R. Castro lo dijo en su informe al VII Congreso del Partido Comunista en abril de 2016. A pesar de ello, el ex jefe de Estado subrayó que esto no significa que Cuba vaya a renunciar a sus principios de política exterior en aras de mejorar las relaciones con un país vecino.
Guantánamo: ¿hasta qué punto es legítimo?
Han pasado 20 años desde que los primeros prisioneros llegaron a Guantánamo, lo que la convierte en la prisión militar más larga de la historia de Estados Unidos. Desde 2002, 779 hombres y niños musulmanes han sido retenidos en Guantánamo, casi todos sin cargos ni juicio. Hasta la fecha, 39 personas han sido retenidas allí indefinidamente, 27 de las cuales nunca han sido procesadas. En todo el mundo, Guantánamo es un símbolo de injusticia racial y religiosa, de maltrato y de desprecio por el Estado de Derecho.
Ya son tres los presidentes estadounidenses que han prometido cerrar la prisión, pero las promesas no han dado sus frutos. El presidente George W. Bush ha sacado a más de 500 prisioneros de Guantánamo. El presidente Barack Obama trasladó a unas 200 personas y dijo que cerraría la prisión, pero no lo consiguió. El presidente Donald Trump dio marcha atrás y dejó la prisión abierta. Ahora el presidente Joe Biden debe cumplir su promesa de cerrar definitivamente Guantánamo. En una reciente audiencia del Comité Judicial del Senado, Colleen Kelly, que perdió a su hermano en los atentados del 11-S, dijo al Congreso que esperaba "una resolución para la Comisión Militar sobre los atentados del 11-S que dé respuestas a sus preguntas, que rinda cuentas por los actos ilegales, que se haya negado la justicia durante demasiado tiempo, y que sea la forma de cerrar Guantánamo". Tal vez entonces esta herida nacional persistente, muy personal pero colectiva, comience realmente a sanar".
Los primeros planes para cerrar Guantánamo se remontan al final de la administración de George W. Bush. Y Barack Obama prometió muchas veces cerrar Guantánamo, pero pronto perdió su mayoría en el Congreso, y los republicanos volvieron a impulsar una legislación para que "ninguno de los presos de Guantánamo pueda entrar en Estados Unidos, sea cual sea el motivo", dice Nancy Hollander. Por lo tanto, es legalmente imposible extraditar a los prisioneros a Estados Unidos.
El presidente Donald Trump ha dicho durante su administración que Guantánamo sigue abierto. Según los republicanos, la prisión protege a los estadounidenses de posibles ataques terroristas y la extradición de prisioneros a Estados Unidos es demasiado peligrosa.
La siguiente fase de la discusión en torno a Guantánamo comenzó bajo el mandato del presidente Joe Biden, quien tras tomar posesión del cargo dijo a través de su secretario de prensa que pensaba cerrar la prisión. El camino a seguir es claro y alcanzable. El presidente Biden tiene todos los poderes necesarios para cerrar Guantánamo de forma que se tenga en cuenta el daño causado a los hombres que han sido torturados y encarcelados sin cargos ni juicio justo durante dos décadas, y que al mismo tiempo se proporcione una medida de justicia y soluciones a las familias de las víctimas. Su administración puede empezar por nombrar a un funcionario de alto rango con el mandato específico de cerrar Guantánamo y que esté facultado para hacerlo. Puede trasladar a los detenidos que no han sido ni serán acusados de un delito a otros países donde se respeten sus derechos y donde puedan recibir atención médica y apoyo. Por último, si el gobierno dispone de pruebas suficientes, no contaminadas por la tortura, para procesar a los detenidos, incluidos los que se enfrentan a la pena de muerte, debería llegar a acuerdos de negociación para la eventual resolución de los casos.
Sin embargo, en una situación paradójica, el propio territorio donde se encuentra la prisión está a su vez ocupado ilegalmente por EEUU. Pero no hay ningún debate al respecto en la legislatura estadounidense.
Independientemente de que la política de Biden sea menos dura hacia Cuba que bajo el mandato de Trump, no cabe esperar un calentamiento dramático de las relaciones. Estados Unidos no está de acuerdo con el rumbo de Cuba, ni en el plano interno ni en el geopolítico, lo que significa que, a menos que el país dé un giro de 360 grados, convertirse en socio será probablemente imposible. Como es poco probable que Cuba quiera renunciar a su papel histórico, a su identidad y a su independencia política, la confrontación continuará.