Apuntes de geopolítica (y II)
Tres naciones forman la columna vertebral de la península europea: España, Francia y Alemania. España es la vigilante del acceso al Mediterráneo, al mismo tiempo que la entrada a Europa desde allí; puente de acceso a África y trampolín hacia América. Francia es una potencia interior, celtas con nombre germano y lengua latina; centro gravitatorio occidental. Alemania es el cruce donde se encuentran el mundo oceánico con el continental, el Este con el Oeste, y el mundo nórdico con el mediterráneo. Estos tres países son el eje longitudinal de Europa. El eje transversal lo forman los países escandinavos, Alemania e Italia. Y el eje diagonal Inglaterra, Alemania y los Balcanes. De lo que se deduce que Alemania es el centro de la península europea, y que quien domina Alemania, domina la península.
El papel de Alemania en el futuro debería ser el unir el occidente y el oriente europeos. En el futuro deberemos abrir los puertos europeos a Rusia, y ésta deberá permitirnos el acceso a su inmensidad siberiana. De este modo, estaremos abiertos del Atlántico al Pacífico, tal como hoy están los USA.
En el momento actual, a nuestros vecinos de la península europea no podemos ignorarlos sin caer en graves peligros: Rusia, África, el mundo árabe.
El Mediterráneo ha de ser un lugar de intercambio entre Europa, África y los países árabes. Israel debe dejar de ser un inmenso portaaviones americano que sirve de barrera para impedir relaciones normales con nuestros vecinos.
Hay que reforzar con Rusia la cooperación aeronáutica y energética, a la que hay que arrastrar a Bielorrusia (la “Rusia blanca”) y a Ucrania (“país de los confines”), sin la cual Rusia perdería mucha capacidad de maniobra. Rusia y el resto de Europa tenemos en común muchos intereses políticos, económicos, estratégicos y culturales, principalmente en materia de defensa y en materia de recursos energéticos.
La historia demuestra que los océanos separan, mientras que las tierras unen. Miremos si no la historia de las colonias inglesas y españolas en América, donde los colonos, de origen racial y cultural europeo, decidieron separarse de las metrópolis: ya no se veían a sí mismos como ingleses o españoles. En cambio, los rusos avanzaron sobre las tierras inhóspitas de Siberia, y hasta el día de hoy, Siberia sigue siendo rusa, siendo el único imperio erigido en épocas pretéritas que sigue en pie.
Las naciones pequeñas se ven obligadas a conquistar tierras nuevas para poder vivir, mientras que las naciones grandes lo que necesitan es que sus tierras sean llenadas por gentes venidas de otros sitios. Gracias a la inmigración, sobre todo europea, los USA crecieron hasta llegar de un océano a otro. Pero eso no convirtió a los USA en una nueva Europa americana, ya que los océanos separan, mientras que las tierras unen. Las personas se pueden desplazar más allá de los mares, las naciones no. Cuando se atraviesa el mar, se abandona el pasado y entonces la nación propia pasa a ser la de los hijos. Europa, para extenderse, para ser más grande, ha de crecer en tierra continua: hacia Rusia.
Más de la mitad de los ciudadanos norteamericanos de origen europeo tienen antepasados alemanes, mientras que nada han conservado de su antigua lengua y cultura, y además ello no impidió que lucharan contra Alemania en dos guerras mundiales.
La fuerza de defensa natural de los europeos peninsulares no es la extensión, como en el caso de Rusia, sino que es el caso contrario: la diversidad de sus regiones, de sus zonas. Su resistencia a las invasiones se debe a su estructura celular: los macizos montañosos y los brazos de mar, y las penínsulas, la convierten en un laberinto lleno de obstáculos que impiden la invasión masiva por sorpresa. Todos los que intentaron invadirla: árabes, turcos, hunos, etc. pese a los éxitos iniciales fueron detenidos y más tarde expulsados por las fuerzas que habían quedado agrupadas más atrás en el continente.
El territorio siberiano son muchas tierras y pocos habitantes. Europa es un territorio minúsculo superpoblado. A través de Rusia, y también aprovechando la coyuntura del llamado cambio climático, se podría desplazar allí a excedentes poblacionales, y asentarlos en primer lugar y sobretodo en las costas del círculo polar ártico, que podría convertirse en un nuevo Mediterráneo hiperbóreo. Si el cambio climático se produce según las previsiones actuales, es posible que el Océano Ártico se convirtiera en una especie de “Mediterráneo nórdico”, gracias al cual Rusia tendría un acceso inmediato a América. Conquistar tierras cuesta menos que conquistar hombres. El problema surge cuando hay que conservar esas tierras, y sólo se logra mediante los hombres, colonos.
Rusia, bajo Iván el terrible, ocupó Siberia. El hecho es que tanto Europa como Rusia no son más que la prolongación del mismo territorio. Tenemos antepasados espirituales con Rusia, que pasan por Roma y Bizancio. Moscú siempre quiso ser la tercera Roma. Racialmente, nos emparentamos con ellos a través de Escandinavia, con los normandos y varegos. Rusia es para los peninsulares europeos su “medio oeste”. Siberia es el Canadá.
Las tentativas de conquistar Rusia por parte de la península han constituido grandes fracasos: en 1709 en Poldava, en 1812 en Moscú, y en 1943 en Stalingrado. Cada siglo ha visto con claridad que Europa y Rusia no pueden ignorarse mutuamente: o una de las dos conquista a la otra, o se unen en un solo imperio.
Los Estados que se interponían entre Rusia y Europa, han visto cómo su historia se asemejaba a unas arenas movedizas: movilidad constante de fronteras, y desapariciones y resurgimientos continuos. El caso de Polonia es paradigmático. A lo largo de su historia ha sido desplazada hacia el oeste, hasta tal punto que la mitad oeste de su actual territorio perteneció hasta 1945 a Alemania. Prusia ha desaparecido, y las llamadas repúblicas bálticas aparecieron, desaparecieron y han vuelto a aparecer.
El único modo de conquistar Rusia era llegar a lugares deshabitados y poblarlos con colonos. O llegar como liberador y conquistar culturalmente a las poblaciones, paso a paso. Para ello se tendría que disponer de grandes recursos y mucha población dispuesta. Con un simple ejército es imposible conquistar Rusia.
Las normas de la geopolítica que se aplican a los espacios pequeños no se pueden aplicar a los grandes: Un Estado que cuente con 1.000 km de extensión de punta a punta, correrá un grave peligro si el invasor se apodera de 400 km. En cambio, un país de 10.000 km de punta a punta puede permitirse el lujo de perder 4.000 km sin correr un grave riesgo. Eso es lo que pasa con Rusia. Un ejército que logre apoderarse de 4.000 km necesita grandes vías de abastecimientos.
Una buena defensa la asegura mejor una buena geografía que un buen ejército. Aunque los alemanes hubiesen conquistado Moscú en 1941, igualmente hubieran perdido, ya que esa pérdida nada representaba para la inmensa Rusia. No son las batallas, ganadas o perdidas, lo que más desgasta al ejército invasor, sino los abastecimientos, el hecho y el gasto de mantener una inmensa maquinaria de guerra en constante funcionamiento. Todos los intentos occidentales de conquista han demostrado ser insuficientes: era algo superior a sus fuerzas, a las fuerzas desplegadas. Las victorias parciales no resuelven nada. Sólo había dos alternativas: o la victoria total o el desastre total. Se tenía que invadir hasta el final, hasta la frontera con China, o batirse en retirada hasta el principio, hasta la frontera europea. Llevar hasta allí a enormes masas humanas, o atraerse a los habitantes de las zonas ocupadas.
Sin embargo, Atila llegó hasta las puertas de París y Roma, y los mongoles sólo abandonaron Europa debido a la muerte del Gran Khan. Porque Europa no es una isla, pese a haber conocido sus ventajas. Así como en América sus dos partes, la del norte y la del sur, están netamente diferenciadas y solo se comunican a través de un pequeño istmo, Europa está conectada a Asia por un amplio espacio, un amplio frente. La cuestión es saber cómo nos uniremos a Rusia.
Parece ser una fatalidad histórica el hecho de que Rusia, empujada por su necesidad de abrirse paso hacia los mares cálidos y las rutas comerciales, al verse implicada en diferentes guerras europeas (napoleónicas, I Guerra Mundial, II Guerra Mundial), siempre escogió como aliados a las potencias marítimas o a las más alejadas de sí en Europa (Inglaterra, Estados Unidos) contra sus competidores continentales por el dominio de Europa (Alemania, Francia). Esto permitió a Rusia ganar terreno poco a poco, y acercarse cada vez más a sus objetivos: el Mediterráneo y el Mar del Norte. Pero esa consecuencia nunca fue deseada por las potencias marítimas, que vieron como crecía poco a poco un fuerte competidor en el futuro.
El hundimiento del bloque del Este permitió a la actual potencia marítima, los USA, hacer retroceder a Rusia hasta fuera de la península europea. En beneficio, evidentemente, de la superpotencia USA.
En las guerras por el dominio de Europa, la potencia continental del momento, ya fuera Francia o Alemania, se vio inevitablemente empujada a intentar contrarrestar al gigante ruso. Y esa fue su perdición y la consiguiente victoria de los aliados de Rusia. Napoleón perdió en Rusia el dominio de Europa, al intentar dominar a un país tan enorme mediante un ejército convencional: quedó atrapado en la inmensidad rusa.
En 1918 las potencias vencedoras intentaron derrocar al régimen bolchevique mediante la creación de una guerra civil, con desembarcos británicos incluidos, ya que sabían que cualquier intento de invasión convencional acabaría desastrosamente.
Alemania perdió, y con ella Europa, en 1941, la oportunidad de hacer de Europa una sola nación de océano a océano. Y ello se produjo por la fatalidad del doble frente. Ese doble frente que inevitablemente debía afrontar para poder iniciar el asalto a las potencias marítimas, y para cumplir el proyecto ideológico de sus dirigentes. En ese sentido, Alemania tuvo en sus manos el destino de toda Europa, incluidos sus enemigos Francia e Inglaterra.
Tanto Napoleón como Hitler tenían que asegurar su retaguardia para enfrentarse con garantías a las potencias marítimas. Porque las potencias marítimas no son peligrosas para Europa si no cuentan con la alianza de Rusia. La alianza que mejor hubiera resultado, habría sido con Rusia por parte de la otra potencia terrestre europea. Como ello por diversas circunstancias no fue posible, no quedó otra salida que la conquista. Pero… pero en 1941 Alemania perdió la mejor oportunidad que la historia ofrecía, ya que el terror comunista daba un terreno abonado no a la conquista, sino a la liberación. Naciones enteras se hallaban encerradas en la prisión bolchevique, esperando la oportunidad que les ofreciera cualquiera para librarse de la opresión. Pero la ideología que imperaba en Alemania no buscaba la liberación de Rusia, sino su conquista y sumisión.
Desgraciadamente, la ideología pangermanista de los dirigentes alemanes les hizo despreciar las leyes más elementales de la geopolítica. Cuando ese pangermanismo se mostró inútil para afrontar el final de la guerra, se echó mano del europeísmo, pero ya era demasiado tarde. A finales de 1944 Alemania adoptó el europeísmo como última salida a su desesperada situación.
En 1941 se intentó lo mismo que en 1812: destruir el ejército enemigo para conquistar el país. Sin embargo, el ejército alemán no disponía ni de los hombres, carburantes o vehículos necesarios para destruir a todo el ejército ruso. Cuando llegó a las puertas de Moscú, ya no podía más. Y en ese punto debería haber empezado a ganar algo mucho mejor que batallas: ganarse a las poblaciones de la retaguardia, que le habrían proporcionado los soldados y las provisiones necesarias para mantenerse y, a la larga, ganar la guerra en el continente.
Se tendría que haber constituido un gobierno ruso como tal; haber constituido una economía que acabase con las consecuencias del terror comunista; haber puesto en pie el ejército de Vlassov y unidades de voluntarios bálticos, ucranianos, caucásicos, etc. Pero nada de ello se hizo, y Alemania perdió por no disponer de suficientes tropas y suficiente material para controlar tanto espacio.
Según Jordis von Lohausen, la única arma secreta que hubiera ayudado a Alemania habría sido el tan proclamado “derecho de autodeterminación de los pueblos”, que los americanos proclamaron en 1918 y traicionaron en 1919. Ese derecho lo emplearon con eficacia los alemanes hasta 1938. El resto de potencias no poseía ninguna legitimidad para usarlo. Ese derecho, empleado de manera eficaz en el Este de Europa, habría creado una comunidad inexpugnable de intereses comunes, tal como la que existe entre los árabes de Asia y los bereberes de África. Eslavos y germanos extenderían Europa desde Cádiz a Vladivostok.
Para Rusia solo hay cuatro posibles Europas: la Europa hostil; la Europa sumisa; la Europa devastada, y la Europa aliada. A Rusia solo le vale la Europa aliada.
USA, en cambio, es una potencia del mar, y por ello una potencia con valores capitalistas, vinculados a la inexistencia de fronteras y al comercio. Europa, por ser continental, se halla más vinculada a valores socialistas, a valores vinculados con la tierra y por ello con las comunidades y tradiciones. Ha de empezar para Europa la era “post-atlántica”
Antaño las potencias europeas intentaron descomponer el imperio ruso. Hoy se empeñan los USA, una potencia no europea. Y hoy tanto Rusia como Europa se encuentran en el mismo barco, en el mismo bloque continental, frente a la potencia marítima, talasocrática, los USA.
Los USA cuentan con la ventaja de hallarse en un continente que solo conoce dos variantes culturales europeas: la hispana y la anglosajona. Y solo tres idiomas aplastantemente mayoritarios: inglés, español y portugués. Mientras que la minúscula península europea conoce decenas y decenas de territorios, naciones y lenguas diversas.
Los USA heredaron el dominio británico del mar del mismo modo que China hereda el poderío japonés en Asia.
Por un lado, los USA intentan desestabilizar la periferia de Rusia con la OTAN y con cambios políticos financiados desde Washington. Por otro lado, es vital para los rusos controlar geopolíticamente y económicamente Bielorrusia, Ucrania, el Cáucaso y Asia Central.
Los USA pueden sufrir un destino ambiguo, o bien quedar bloqueados en su inmensa isla (World Island), o bien, al tener acceso a través de los dos océanos mayores, dominar los extremos del gran continente afroeurasiático (Europa, Asia y África), y lograr frenar a las potencias continentales como Rusia, China o India, o continental-talasocráticas como Europa o los países árabes.
China es la potencia eurasiática gemela de Europa, y sus intereses y los nuestros pueden ser complementarios. Es muy difícil que chinos y europeos se enfrenten. Nuestras respectivas geopolíticas son solidarias entre sí. No ocupamos espacios contiguos que puedan ser objeto de disputas: nosotros el Mediterráneo y el Atlántico, ellos el Pacífico; entre China y Siberia se extienden desiertos y macizos montañosos.
Europa y China son pues aliados naturales por su posición geográfica. Son los dos extremos que se asoman a los océanos del continente eurasiático. Sus intereses no chocan, no son competidores en la misma zona de influencia, y sin embargo pertenecen al mismo continente. Tanto Europa como China podrían en un futuro bloquear a la potencia talasocrática americana, en el Atlántico por un lado, y en el Pacífico por el otro.
China goza de una triple protección: las montañas y los desiertos interiores, el cinturón de islas que la rodean, y el hecho de que su raza y escritura son totalmente diferentes de las de Europa y América. China es un espacio que el mismo terreno unifica, es una cultura hecha nación.
A través de Manchuria, al nordeste de China, se accede a Pekín, Corea y Japón, al Mar Amarillo y a Vladivostok. Quien controle Manchuria, controlará China. En el lado opuesto se halla el altiplano tibetano. Quien controle el Tibet, controlará también China, la India y Mongolia interior. Indochina es la península que permitiría, bajo control chino, hacerles llegar a través de Malasia hasta Australia. Estos tres territorios son vitales para el dominio de China, a favor o contra ella.
China es un centro vital situado entre la India y el Japón, entre Europa y el Pacífico. Extensa y superpoblada, de raza no-blanca, de una civilización milenaria, representa un rival inatacable, que Europa deberá convertir en su aliado contra los USA.
Si Europa ignora todos los datos precedentes, equivaldrá a garantizar su sumisión a otras potencias mundiales. De nosotros depende.
(Este texto forma parte del libro "La nación Europea y otros escritos", Ed. Nueva República, 2010).