Apuntes de geopolítica (I)
"Europa como imperio es una esperanza, como campo de batalla una realidad, mientras que como continente es una ficción", (Jordis von Lohausen, 1979).
"Me parece que es más fácil cambiar el contenido si disponemos al menos de un continente. Si se es europeo, más vale una Europa posible, aunque contestable, que nada de Europa", (Alain de Benoist (1943-…).
Europa, por su posición geográfica, está destinada a ser un imperio, que es lo que ha sido la mayor parte de su historia.
Durante el pasado siglo XX, se fueron gestando los diversos bloques geopolíticos que hoy protagonizan la escena mundial. Nosotros formamos parte del llamado mundo occidental, pero la pertenencia a ese bloque nos está poniendo, cada vez más, en mayor peligro, y nos está enemistando con el resto del espacio eurasiático: Rusia, China, mundo árabe… Es preciso que tomemos conciencia de cuál es nuestro sitio en el mundo y actuemos en consecuencia. Europa debe ser una unidad independiente ante nuestros vecinos.
Unos simples datos nos pueden hacer ver esa necesidad:
España: 505.000 km2 y 40.000.000 hab.
Unión Europea: 4.325.000 km2 y 500.000.000 hab.
Rusia: 17.075.000 km2 y 142.000.000 hab.
Europa actual + Rusia: 21.400.000 km2 y 642.000.000 hab.
USA: 9.373.000 km2 y 250.000.000 hab.
China: 9.571.000 km2 y 1.200.000.000 hab.
India: 3.288.000 km2 y 820.000.000 hab.
Brasil: 8.512.000 km2 y 150.000.000 hab.
México: 1.958.000 km2 y 90.000.000 hab.
Canadá: 9.970.000 km2 y 30.000.000 hab.
Australia: 7.682.000 km2 y 20.000.000 hab.
Irán: 1.648.000 km2 y 60.000.000 hab.
De esos datos podemos deducir que: USA se encuentra entre dos grandes territorios que tan solo cuentan con la mitad de la población que ella: territorios extensamente importantes, pero poblacionalmente débiles por separado. Mientras que vemos cómo Rusia ocupa la octava parte de la superficie total de tierra firme en el planeta, aunque cuenta con cien millones menos de habitantes que su principal oponente. En cambio, la Unión Europea, con sus actuales 27 Estados, posee una superficie pequeña, pero una enorme población en comparación (el doble que USA). La Unión entre Europa y Rusia en una sola entidad, supondría la ocupación de la sexta parte de la tierra firme, y prácticamente triplicar la población de los USA y equipararse a India y China. En cualquier caso, algo devastador para los norteamericanos.
Nace un nuevo mundo, un mundo en el que no se producen choques de civilizaciones, tal como nos quisieran vender los americanos, ya que éstas no son potencias reales, sino sobretodo productoras de ideas-fuerza.
Las grandes civilizaciones humanas a lo largo de la historia se han desarrollado en zonas muy concretas del planeta. Y eso no es casualidad, sino que se debe a que la voluntad política debe encontrar las mejores condiciones para evolucionar, y los mejores sitios son los lugares aislados y templados: Europa, China, USA como antigua prolongación de Europa, Japón, los imperios mesoamericanos, etc.
Todos los continentes del planeta se extienden hacia el norte. Las tres cuartas partes de las masas terrestres están en el hemisferio norte, y allí se hallan casi todos los países de la zona templada, que es la mejor comunicada y habitable. Allí es donde se han desarrollado casi todos los acontecimientos de la historia de la humanidad. Las capitales mundiales más importantes se sitúan en una latitud muy parecida.
Además, nos encontramos en plena globalización: los problemas mundiales no tan solo pueden ser conocidos en todo el planeta en cuestión de horas, quizás minutos, sino que además sus consecuencias pueden afectar a nuestra vida cotidiana. Ante ello, solo aquellos que dispongan de recursos, extensión y población enormes, podrán con toda seguridad afrontarlos mejor.
La clave que han buscado siempre los grandes imperios, es el control de todo el globo. Y una de las claves es el control de Eurasia: quien controla Eurasia, controla el planeta.
Se puede afirmar sin exagerar que el dominio del mundo exige el dominio de Europa, que se halla en el centro del mundo habitado, por lo que la actual Europa no puede apartarse de la escena internacional, y deberá aceptar que debe enfrentarse o unirse a Rusia. La coexistencia pacífica solo sería posible entre Rusia y USA, tal como demostró la guerra fría hasta 1990.
La situación actual nos es favorable para la creación de la potencia europea, en el sentido en que las potencias emergentes, Rusia y China (y también India) no desean que la península europea sea un dominio americano. Les interesa una Europa fuerte, que contenga a los americanos por el Oeste.
La voluntad forja el destino de los pueblos. A Europa además se lo forja su situación geográfica. Ningún país europeo puede abandonar la escena mundial sin que haya graves consecuencias en el planeta, mientras que países más marginales geográficamente no representan ningún problema.
La emergencia de Europa como una superpotencia será boicoteada por todos los medios por sus competidores, ya que sería una potencia continental que seguramente se extendería hacia el Este, al no disponer de barreras naturales en esa dirección; abierta sobre el Atlántico, el Mediterráneo y el Ártico; con posesiones territoriales en todos los océanos del planeta; con una gran población, a la que se podría sumar la de Rusia; nivel tecnológico y cultural muy elevado; gran variedad y densidad geográfica y climática; gran capacidad económica; acceso rápido a los continentes asiático y africano; posición central en el mundo habitado, siendo la deshabitada Oceanía su antípoda.
La península europea no puede ignorar su situación, entre el Atlántico y Rusia. Así, es la continuación natural de las estepas euroasiáticas, que finalizan en el Atlántico. Su fin último no puede ser otro que la sumisión o la unión con Rusia.
Rusia es desde el año 2000 el tercer productor y el segundo exportador mundial de petróleo, y el primer productor y primer exportador de gas natural. Todo eso ofrece a Europa la posibilidad de un avituallamiento energético que no tendría que pasar para nada por Oriente próximo y medio, hoy infestados de marines yankees. Hoy Alemania ya es el primer socio comercial de Rusia, y su principal inversor.
Porque somos una entidad seudo-política, la Unión Europea, no se corresponde exactamente con una posición geográfica. Nuestra posición exige que nos extendamos desde el Pacífico hasta el Atlántico. Y es por ello que somos un producto histórico, sin fronteras todavía definidas en Eurasia.
Por ejemplo, la famosa frontera de los Montes Urales no es más que un fantasma. Los Urales son considerados por los habitantes de aquella zona como un sitio boscoso, ondulado. La administración rusa los ha incluido siempre dentro de una misma República, y nunca han dividido nada allí. La única frontera natural real que podemos encontrar yendo hacia el este es la región de los montes Altái, con la imponente cumbre del Bieluja, de 4.506 mts de altura. Para los pueblos de la estepa, los Urales nunca fueron una barrera. ¿Dónde comienzan-acaban Europa y Asia?
Europa no es sino una península de penínsulas en Asia, o Eurasia si se prefiere. La frontera marcada hasta los Montes Urales es absolutamente arbitraria y no se corresponde con ninguna división real, como la que por ejemplo establecen los Pirineos o el Canal de la Mancha, que aislaron efectivamente a las otrora superpotencias Inglaterra y España. Europa considerada como continente es un concepto cultural y político, y esa península debe tomar conciencia de su especificidad y sobretodo necesaria unidad, unidad que deberá extender a Rusia, tanto si quiere como si no, ya que si no, Rusia será la que se extenderá a Europa.
Los europeos occidentales siempre hemos tenido de Rusia una imagen estereotipada: un país “bárbaro”, una “prisión de pueblos”.
Pero si atendemos a las fronteras naturales, vemos que Europa y Rusia, unidas, forman una sola unidad geopolítica, con mares helados al norte, un océano al oeste, mares, cadenas montañosas y desiertos al sur, y otro océano al este. Tal es nuestro destino.
La península europea está situada en el centro del mundo habitado, en una situación semi-continental y semi-marítima. Dominarla o dejarla inmovilizada, da una gran ventaja a cualquier potencia. De este modo, Rusia tiene abierta ante sí una gran llanura hacia Europa, mientras que los USA pueden llegar a dominar la península desde el otro lado del Océano Atlántico. Por eso fue, y en cierto modo sigue siendo, un gran teatro de operaciones geoestratégicas.
La independencia presupone que hay un aislamiento para que ésta pueda ser. Europa ya hemos visto que está entre el Océano Atlántico el noroeste; al sur tiene el Mediterráneo, frontera doblemente reforzada por el desierto del Sáhara; y al este tenía antaño inmensos territorios apenas poblados y cubiertos por desiertos verdes llamados estepas. Delante los mares, detrás tierras extensas apenas pobladas: en esas circunstancias Europa pudo florecer y dominar.
Hasta tiempos recientes esta situación le daba a Europa las ventajas que da la insularidad, si bien es una península de penínsulas. Aunque recibió ataques del este, éstos no venían de potencias sedentarias, sino de pueblos de tradición nómada como los mongoles. Gracias a la acción de mandatarios como el zar Pedro I el Grande, iniciador del imperio ruso, lo europeo alcanzó el Océano Pacífico, y ahora la cuestión es saber cuándo el gran territorio central-oriental y la península occidental se unirán.
En la península europea podemos trazar claramente tres sectores: la península ibérica; la zona situada entre los Pirineos y la línea Hamburgo-Trieste, del Mar del Norte al Adriático; y el sector que parte desde la línea anterior hasta la línea Königsberg-desembocadura del Danubio, entre los mares Báltico y Negro. La Europa tradicional, histórica, peninsular se acaba ahí. La frontera de los Urales es una frontera trazada sobre los mapas y que nada tiene que ver con Europa: Los Urales están a cinco mil kilómetros del mundo de Grecia y Roma, los vikingos, Carlos V, las órdenes monásticas, las cruzadas, etc… Es una frontera trazada en un despacho.
Europa acaba allí donde ella se defiende: ya fuera Kursk, los campos cataláunicos, Viena, o Lepanto. Y con Rusia no hay alternativa: o conquista (de una de las dos partes a la otra) o unión. No hemos de temer nada de esa unión. Paradójicamente, la victoria de la Unión Soviética en 1945 fue vista no sólo como una victoria del comunismo, sino que fue vista como una victoria nacional por la mayoría de los rusos. Por eso, la caída de la URSS se considera como una página negra de la historia de Rusia, opinión que también comparten muchos antiguos represaliados por el régimen comunista, visto el desarrollo de los acontecimientos posteriores.
Rusia no es una potencia europea en estos momentos, sino euroasiática. Resultado de la evolución de una cultura nacida en el Principado de Kiev, en contacto con los vikingos y los pueblos de la estepa, impregnada por el cristianismo bizantino; y por otra parte de una cultura moscovita heredera del imperio tártaro-mongol. Esta identidad se afirmó sobretodo contra los intentos de occidentalización introducidos desde las reformas de Pedro el Grande. Rusia no era una potencia europea, sino euroasiática, pero ahora necesita a Europa del mismo modo que Europa la necesita a ella.
Cuando Putin llegó al poder en 2000, lo primero que hizo fue limpiar la administración rusa del poder de las mafias, encarcelar a sus dirigentes pese a las protestas americanas, y reapropiarse de las fuentes de energía como una de las bases del poder ruso: de este modo, Gazprom se encarga de gestionar el gas (30 % de las reservas mundiales), y Rosneft el petróleo (6 % mundial, pero aún con inmensos territorios por descubrir). Hoy Rusia se halla al mismo nivel que la Arabia Saudita en materia petrolífera. No es algo para despreciar.
Las leyes de la geopolítica se impondrán más tarde o más temprano, y la unión de la península europea con Rusia será un hecho en el futuro. Y esa unión dirigirá sus fuerzas contra los USA, que intentará establecer, y ya lo hace de hecho, un cordón de hierro al sur y al oeste de Eurasia.
La futura Europa, para poder dominar y poder hacer frente a los retos de la política mundial, deberá tener abiertas varias puertas al sudoeste, para poder desplazar sus tropas. Esas puertas son el Mar del Norte, el Mar Báltico, el Mar Mediterráneo y el Mar Rojo. Entre el Círculo Polar Ártico y los desiertos y macizos montañosos, esas son las salidas naturales de nuestras energías. Estambul, el Mar Amarillo y el Golfo Pérsico son zonas que a toda costa deben ser liberadas de cualquier influencia americana. Controlar Alemania representa controlar la península europea; controlar Irán representa amenazar a la India y Egipto; controlar Manchuria es controlar extremo oriente.
¿Y España? España era para los romanos el límite y el acceso al Mediterráneo; para los germanos la fortaleza ante África, para los musulmanes la puerta de acceso a Europa. Pero para los españoles y los portugueses la península fue el trampolín hacia América. Por su situación, nuestra península está destinada a ser la vigilante del Mediterráneo, la guardiana del paso de África a Europa, y la avanzada occidental de la nueva Europa.
Cierto es que la península ibérica no se halla orientada hacia el resto de Europa. Los Pirineos son una fuerte barrera, y provocan que las energías se encaminen hacia África y America. El aislamiento de España por los Pirineos y de la Gran Bretaña por el Canal de la Mancha facilitaron la construcción de fuertes personalidades nacionales, y la construcción de imperios de ultramar. Los Pirineos son la única barrera cierta que existe si queremos atravesar Europa desde el interior de Siberia hasta el estrecho de Gibraltar. Lo que quiere decir que desde Bayona, en la frontera con el País Vasco, hasta el Mar Caspio, todo es una gran extensión abierta. Los Urales no son ni serán barrera o límite de nada.
La Gran Bretaña se halla en una situación muy contradictoria: desde 1941 se halla vinculada muy especialmente con los USA mediante un tratado atlántico firmado entre Churchill y Roosevelt. Sólo cuando los británicos puedan acabar con esa contradicción, renunciar a ser ese portaaviones yankee instalado frente a las costas europeas, podrán jugar un gran papel en la nueva Europa y quizás recuperar ese reinado de los mares que fue suyo, y que ahora tienen sus amos los USA.
Curiosamente, desde la Edad Media, la cualidad del equilibrio y las relaciones entre los territorios que ahora son Francia y Alemania, han determinado la paz o la guerra en Europa. Francia se halla en el centro de la Europa occidental, siendo el único país que se extiende desde el norte de Europa hasta el Mediterráneo, poseyendo una fachada atlántica. Alemania es el centro dinámico de Europa, paso obligado de norte a sur y de este a oeste. Los franceses y los alemanes tienen una parte de su historia en común: el imperio carolingio. La unión de Europa pasa necesariamente por la re-unión entre Francia y Alemania. Hay que revisar el tratado de Verdún de 842 que dividió el imperio de Carlomagno entre los francos del oeste y los francos del este. Hay que crear el núcleo duro de la nueva Europa.
(Este texto forma parte del libro "La nación Europea y otros escritos", Ed. Nueva República, 2010).