Ampliación de la OTAN en los Balcanes occidentales
La política de la agenda de ampliación de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) ha progresado significativamente en un periodo de dos décadas y ha llegado al punto de la casi completa realización de sus objetivos principales. El objetivo central e intento de ampliación es la agenda para incorporar a toda la región de Europa oriental en la estructura de mando y control de la alianza militar. Se previó esta elaboración en el documento del concepto estratégico de la OTAN en 2010, [1] en el cual se enuncia la siguiente declaración, “nuestro objetivo es una Europa completa y libre, y que comparta valores comunes, estaría mejor servida por una integración final de todos los países europeos que así deseen entrar en las estructuras euro-atlánticas” (p.25). La OTAN ha encapsulado estratégicamente su área de mando geoespacial central, y por tanto una conclusión exitosa del proceso de ampliación es el asunto de más alta prioridad. Es particularmente crítico, según declara el documento, “facilitar la integración euro-atlántica de los Balcanes occidentales” (p.31), una región que tiene el acceso clave a la expansión total por el sureste de Europa.
Expansión de la OTAN y consolidación
Europa suroriental y la península balcánica son un componente esencial de este marco, debiéndose a su importancia geopolítica y geoestratégica. Toda la península balcánica sirve prácticamente como una plataforma de operaciones avanzada desde la cual, la capacidad de proyección de fuerza militar puede lanzarse fácilmente en la dirección de oriente medio, norte de África, la región del mar negro, Europa oriental, así como Europa occidental. Esto significaría la consolidación de la supremacía militar de la OTAN en todo el hemisferio circundante al mar mediterráneo, particularmente el sector oriental. Para el establecimiento de la preeminencia militar de la OTAN en toda la región circundante al mediterráneo oriental y más allá, sin embargo, la finalización exitosa del proceso de ampliación es de necesidad crucial. La esencia y espíritu de todo este esfuerzo fue articulado en un discurso en la Universidad Real de Defensa en Copenhague, Dinamarca, en 2014 por el vicesecretario General Alexander Vershbow. En reflexión sobre el periodo post guerra fría, durante el que doce países de Europa oriental han alcanzado el estatus de miembro de la OTAN, Vershbow conjeturó, “ellos se reunificaron con la familia de naciones occidentales de las que ellos habían sido tan trágicamente separadas medio siglo antes” [2]. La OTAN, por tanto, está ocupada con la afirmación de la posición del hemisferio occidental, o eje nor-atlántico, dentro del entorno inmediato que comprende la antigua esfera de influencia de la Unión Soviética.
El carácter esencial y naturaleza de la empresa expansiva de la OTAN hacia el este es excesivamente militarista, como fue el caso desde su comienzo cuando la alianza ocupó la región de Balcanes occidentales, o la antigua República Federal Socialista de Yugoslavia (RFSY). Las complicaciones que la OTAN han encontrado en el territorio de los Balcanes occidentales, o antigua Yugoslavia, han surgido directamente como consecuencia de la lógica de su aproximación. Los miembros de cabecera de la alianza militar de la OTAN, que son los EEUU, Reino Unido, Francia y Alemania, formularon una estrategia que daría forma a la agenda política de ampliación tras la conclusión de la guerra fría. El entorno en este momento particular fue uno en que la hegemonía del hemisferio occidental, o alianza nor-atlántica, era indisputada en todo el mundo. Todo el alcance de diversas actividades e intereses humanos, incluyendo la política, economía, ciencia, cultura, artes y asuntos militares, fueron dominados por los estados punteros del hemisferio occidental. La función de la OTAN en el punto culminante de la guerra fría, por tanto, fue mantener esta posición privilegiada y para adoptar esta función, la alianza militar automáticamente asumió un papel global.
Las preocupaciones de seguridad en el mundo inmediato tras la guerra fría vinieron a ser definidas por la agenda nor-atlántica, que había transformado su foco desde la rivalidad bipolar de superpotencia al fenómeno del terrorismo internacional, crimen organizado y la manifestación de estados delincuentes. Eso último fue simplemente una metáfora para aquellos estados nacionales que practicaban su soberanía y por tanto demostraban el potencial para actuar de manera independiente en los asuntos internacionales y asumir un papel de liderazgo regional. El ethos de esta actitud fue revelado en términos ilustrativos en 2014 por el entonces ministro de exteriores polaco, Radoslaw Sikorski, en un comentario grabado sobre las “relaciones polaco-americanas”, que describió como “completamente dañinas, porque crean un falso sentimiento de seguridad”, según un informe en el periódico The Guardian (de Reino Unido). Sikorski elaboró por comparación metafórica de las relaciones polaco-americanas como las relaciones de un subordinado o esclavo, llegando a caracterizar a Polonia como un país que se ha prostituido en aras de la servilidad a los EEUU. El punto más serio hecho por Sikorski sin embargo, incumbía a temas directamente relacionados con la expansión hacia el este de la OTAN, mediante lo cual acusó a los EEUU de presionar a Polonia hacia un conflicto innecesario e injustificado con Rusia [3].
La invitación proporcionada a la antigua república yugoslava de Montenegro para unirse a la alianza militar en diciembre de 2015 ha sido emitida en este sentido, para asegurar los remanentes del territorio balcánico occidental [4]. El acceso de Montenegro a la membresía de la alianza significa la consolidación casi total de la antigua Yugoslavia, la península balcánica, y Europa suroriental como un todo, bajo el metafórico “paraguas de la OTAN”. El acceso de todas las antiguas repúblicas yugoslavas a la membresía de la alianza OTAN, incluyendo las repúblicas remanentes de Serbia, Macedonia y Bosnia-Herzegovina, es esencial para la consolidación dentro de Europa suroriental. El obstáculo al que la OTAN se enfrenta en la finalización de esta tarea designada es sin embargo considerable, debido al hecho de que la OTAN ha elegido la senda de la conquista sobre la cooperación y colaboración, con respecto a la expansión hacia el este.
Militarismo de la OTAN e intervencionismo
La OTAN emergió de la guerra fría como un instrumento para ser utilizado en pos del mantenimiento del equilibrio de fuerzas en el mundo a favor de sus miembros punteros. El intervencionismo de la OTAN, según practicó en la antigua Yugoslavia, presenta un primer ejemplo de una aproximación que más tarde sería aplicada a Irak, Afganistán, Libia, Siria y Ucrania. Esta aproximación está predicada sobre la lógica del uso de la fuerza militar arrolladora para dar forma y reconfigurar efectivamente a regiones enteras del mundo en una manera propicia para los intereses de la alianza del atlántico norte. La crisis en la antigua Yugoslavia, que había sido instigada por los miembros punteros de la OTAN a través del apoyo de las fuerzas secesionistas, fue utilizada posteriormente por la alianza militar para proporcionar una razón para su propia existencia y ampliación hacia el este. La participación e intervención de la OTAN en la antigua Yugoslavia tenía como objetivo la disolución y reconfiguración del país. El desmembramiento de Yugoslavia fue ejecutado posteriormente según ciertos principios que habían sido revelados en el contexto de documentos desclasificados de la CIA (Central Intelligence Agency). El servicio de inteligencia de los EEUU afirmaba, según la documentación analítica titulada “Yugoslavia transformada”, datada en el 18 de octubre de 1990 [5], que “Yugoslavia dejará de funcionar como estado federal en un año, y probablemente se disolverá en dos”.
El análisis de inteligencia de los EEUU (a fecha 10-01-1990) predijo una cronología precisa a lo largo de la que Yugoslavia, según declara el documento “dejaría de funcionar” y “se disolvería”, sugiriendo el alcance con que los EEUU influyeron en la secuencia de acontecimientos. El documento de inteligencia de los EEUU describe las aspiraciones secesionistas de Eslovenia y Croacia en términos positivos, enfatizando su aparente orientación democrática y “mirada hacia el ethos del oeste”. Es notable que el tono del documento claramente favorezca a las aspiraciones secesionistas croatas mientras se distancia del sentimiento nacionalista croata. De esta manera, la política exterior del poder establecido de EEUU no aparece para apoyar y sostener el sentimiento nacionalista croata que se había manifestado en la forma de un revivir de los colaboracionistas nazis de la segunda guerra mundial y movimiento terrorista Ustacha de intenciones genocidas.
Esto tendrá sus paralelismos más de dos décadas después con el apoyo de la OTAN y los EEUU al resurgir del movimiento banderista y colaboracionista con los nazis en Ucrania. Es instructivo que el descarado resurgimiento nazi podría pasarse por alto por las democracias occidentales, pero que en el caso de Ucrania en 2014 alegó “separatismo pro-ruso” e invocó histeria e indignación. De manera similar en Croacia, en 1991 fueron expresadas las aspiraciones de las comunidades serbias étnicas de permanecer dentro de Yugoslavia lo que obtuvo el epíteto de “agresión serbia” y la hegemonía de “la Gran Serbia”.
La amenaza de una “Gran Serbia”
Los servicios de inteligencia de los EEUU, principalmente la CIA, vio claramente la situación en estos términos según atestigua el material desclasificado. Esta percepción negativa del factor serbio fue enfatizado en un documento datado en enero de 1993 [6], en el que la CIA postulaba el posible surgimiento de una “Gran Serbia hostil” desde las ruinas de Yugoslavia, que “será una fuerza perjudicial en Europa” y en consecuencia, un adversario de los EEUU. La CIA propuso a los EEUU (27-01-1993), y por tanto a la OTAN, objetivos de política exterior tales como “detener la futura agresión Serbia”, y “forzar la retirada de las conquistas serbias hasta la fecha”.
¿Cómo esto se manifestó en realidad?, fue demostrado en la ofensiva militar croata de la Operación Tormenta realizada en agosto de 1995 en la región de Krajina, habitada abrumadoramente por serbios. Organizados y apoyados por los EEUU, la OTAN y la compañía de contrata militar privada MPRI (Military Professional Resources Inc.), la Operación Tormenta resultó ser el mayor ejemplo de limpieza étnica en todas las guerras yugoslavas de la década de 1990, o tercera guerra balcánica. Huyendo de la ofensiva militar croata, sobre 220.000 civiles serbios fueron forzados a salir de su hogar ancestral en un periodo de cuatro días. Para los EEUU y la OTAN, la prevención del surgimiento de un territorio serbio unificado étnicamente desde las ruinas de Yugoslavia reemplazaba cualquier consideración humanitaria o una descripción de hechos basada en la realidad [7]. La razón para esta posición está proporcionada en un documento desclasificado adicional [8], por el cual la CIA transmite que “nuestro análisis sugiere que una “Gran Serbia” ha de ser probablemente una fuente continua de problemas en los Balcanes también en esta década.
El ejercicio inter-agencias FACTIONS concluye que una “Gran Serbia” se abstendrá del modelo danés de paz, cooperación, y de estado ateniéndose al CSCE, y optará –por contra- en seguir la hostilidad de Irak como ejemplo expansionista”. La política exterior del poder establecido en los EEUU –evidentemente- ha encargado a la CIA la tarea de proporcionar justificación para una política en los Balcanes occidentales tras la guerra fría que había sido formulada de antemano. La aplicación del modelo de pronóstico “FACTIONS” sirvió para proporcionar una coartada para la formulación de política exterior y la decisión de hacer el proceso mediante el suministro de una apariencia de abstracción y cálculo técnico [9]. La herramienta FACTIONS, junto con su pariente cercano, Policon, ambos concebidos en última instancia desde los instrumentos más genéricos como la Teoría de Juegos, producen resultados que están determinados por los datos utilizados.
La expansión hacia el este inspiró a los orientalistas de la OTAN
Los ejercicios analíticos emprendidos por la CIA oscurecieron el aspecto más sensible de toda la operación: Los ámbitos ideológicos para asumir una aproximación claramente concebida dentro de un marco intelectual “orientalista”. El concepto “orientalista”, según promulgó el erudito Edward W. Said, consiste en una visión particularista del hemisferio occidental en torno a una Europa humanista y progresista según se propagó por las sucesivas generaciones de intelectuales occidentales. La esencia del “orientalismo”, fue definida por Edward W. Said como “una noción colectiva de identificarnos a “nosotros” Europeos como algo contra todos “aquellos” no-europeos”, culminando en “la idea de identidad europea como una superior en comparación con todos los pueblos y culturas no-europeos” [10].
La aplicación de la perspectiva orientalista en el campo de las relaciones internacionales fue articulada por el científico político y consejero de gobierno Samuel P. Huntington en su destacada tesis, “El choque de las civilizaciones”. Huntington adelantó un esquema de perspectivas del conflicto futuro en el mundo a lo largo de líneas distintivas entre civilizaciones definidas por su denominación etno-cultural y religiosa. Percibió una línea muy clara de distinción entre los hemisferios occidentales y orientales del mundo, predicados sobre divisiones religiosas entre la cristiandad occidental y oriental, y el islam. En el mundo de post-guerra fría, Huntington presentó la noción de que “como ha desaparecido la división ideológica de Europa, ha resurgido la división cultural de Europa entre cristiandad occidental, por un lado, y cristianismo ortodoxo e islam por otro” [p.29].
La percepción de Huntington explica la lógica que sostiene el análisis realizado por la CIA en relación a la antigua Yugoslavia y la política de los EEUU y la OTAN. El pueblo serbio, como cristianos ortodoxos y etno-lingüísticamente eslavos orientales, están designados con pertenencia a la esfera de civilización “oriental” y por tanto están considerados para ser un elemento hostil desde la perspectiva de la esfera occidental. Huntington proporciona una ilustración de la ubicación precisa de la demarcación al proclamar que “en los Balcanes, esta línea de curso, coincide con la frontera histórica entre los imperios Habsburgo y Otomano” [11].
Notas:
1. NATO – North Atlantic Treaty Organization, Strategic Concept for the Defence and Security of the Members of the North Atlantic Treaty Organization: Adopted by Heads of State and Government at the NATO Summit in Lisbon 19-20 November 2010
2. NATO – North Atlantic Treaty Organization, 10 years after NATO Membership – Defence Cooperation between Denmark and Lithuania, Latvia and Estonia, Speech by NATO Deputy Secretary General Alexander Vershbow at the Royal Danish Defence College in Copenhagen, Denmark, 10 Apr. 2014
http://www.nato.int/cps/en/natohq/opinions_109024.htm?selectedLocale=en
3. The Guardian, Polish foreign minister says country's alliance with US worthless, Sunday 22 June 2014
https://www.theguardian.com/world/2014/jun/22/poland-foreign-minister-alliance-us-worthless
4. NATO – North Atlantic Treaty Organization, Relations with Montenegro, 26 May, 2016
http://www.nato.int/cps/en/natohq/topics_49736.htm
5. 1990-10-01 - National Intelligence Estimate 15-90: Yugoslavia Transformed 1990-10-01.pdf
http://www.foia.cia.gov/sites/default/files/document_conversions/1817859/1990-10-01.pdf
6. 1993-01-27a - CIA Directorate of Intelligence Memorandum: Greater Serbia: A Balkan Troublemaker for the 1990s, January 27, 1993
http://www.foia.cia.gov/document/523c39e5993294098d517649
7. RT, America's 'junkyard dogs' : Operation Storm, 20 years on, 5 Aug, 2015
https://www.rt.com/op-edge/311687-junkyard-dogs-storm-croatia/
8. 1993-01-22 - Presidential Review Directive 1: US Policy Regarding the Situation in the Former Yugoslavia, January 22, 1993
http://www.foia.cia.gov/document/523c39e5993294098d517657
9. CI. H. Bradford Westerfield, Inside CIA's Private World, Declassified Articles from the Agencys Internal Journal, 1955-1992, 1997, Yale University Press: 274 -292
10. Edward W Said, Orientalism, 1978, Pantheon Books: 6-8
http://www.odsg.org/Said_Edward(1977)_Orientalism.pdf
11. Samuel P. Huntington, The Clash of Civilizations? Foreign Affairs, Summer 1993: 29-30
https://www.hks.harvard.edu/fs/pnorris/Acrobat/Huntington_Clash.pdf