Desde Ucrania al Medio Oriente, las extrañas alianzas de occidente
Tal y como demuestra la historia reciente, desde Irak hasta siria, un estado no es democrático por sí mismo sino solamente si permite a los cuerpos internacionales que le manipulen y le dirijan y si abandona cualquier idea de soberanía e independencia.
Y así el Irak del partido Baath de Saddam Hussein que fue el escudo de Occidente durante la sangrienta guerra Irán/Irak (1980/1988). El régimen se convirtió a continuación y antes de las ambiciones independentistas nacionales de Saddam Hussein, en una amenaza para la democracia y ha acabdo siendo el eje del mal definido por la administración Bush.
Este peculiar tratamiento recibido por Irak, es exactamente el mismo que ha sufrido Rusia.
En tanto que la otrora segunda potencia mundial se hallaba en un profundo estancamiento económico, y mientras regiones enteras estaban fuera de control y el país se encontraba sumido en la anarquía y la corrupción, se veía a Rusia como una democracia digna de ser el socio occidental. Sus dirigentes, empezando por su presidente Boris Yeltsin, eran recibidos en todas las capitales occidentales con grandes gestos de amistad. Una amistad ficticia e interesada, como la de los oligarcas que giraban alrrededor del entorno del presidente Yeltsin y que vendieron a Occidente y a sus empresas el poder económico e industrial de la antigua URSS. Rusia era entonces sólo el fantasma de su antiguo poder y no podía tener ninguna influencia para impedir el despliegue global del poder occidental.
Y entonces, con la llegada al poder de Vladimir Putin y el resurgimiento del poder ruso, Rusia recuperó su posición como una de las potencias mundiales del momento en la primera década del siglo XXI, pero entonces perdió su estatus como país democrático para adquirir la de régimen autoritario y casi dictatorial.
Este breve y útil recordatorio de cómo occidente juega con el concepto de democracia en función de sus propios intereses y los intereses de las oligarquías financieras bajo cuyo control se encuentra, nos sirve para explicar los sutiles y extraños juegos de alianzas que se están estableciendo hoy y que tienen mucho que ver con la crisis que sacude al mundo.
Los dos casos emblemáticos de Ucrania y el Medio Oriente son sintomáticos de la spolíticas de interferencia de occidente y su cinismo en materia de política exterior.
En Ucrania: apoyo a los grupos neo-nazis autores de un golpe de estado
Está ya demostrada la relación de los países occidentales con la crisis de Ucrania, una crisis que llevó a una guerra civil que costó la vida a 3.200 personas, según la ONU. Durante los meses de las confrontaciones entre la calle y el gobierno del presidente Yanukovych, el mundo entero fue testigo de un auténtico desfile de personalidades occidentales en Kiev, demostrando con ello el apoyo a los insurgentes de la Plaza Maidán. Desde el belicista senador estadounidense John McCain a la representante, igualmente beligerante de la diplomacia europea, Catherine Ashton, hasta el patético ‘burdo-filósofo-humorista’ Bernard-Henri Lévy, Sherpa de los sucesivos gobiernos franceses, todo ellos han vertido su odio hacia Rusia y han anunciado su deseo de ver derrocado el régimen del "tirano" Yanukovich. En un incumplimiento total de la legislación internacional, estos auténticos creadores de guerras han violado la soberanía nacional de Ucrania con absoluta impunidad. A través de sus actos y sus palabras, son los promotores del golpe de estado del 22 de febrero de 2014 que supuso que una gran multitud derrocase al presidente ucraniano Yanukovych, que había ido elegido democráticamente. Y, en todo caso y si este último era, en efecto, un oligarca corrupto, entonces el proceso democrático normal, y tan cacareado por Occidente, era el de haber esperado a las elecciones presidenciales ucranianas de 2014 y perseguirlo democráticamente. Pero, en cambio, los defensores del imperialismo occidental jugaron a los "belicistas" y apoyaron las intrigas de los neonazis ucranianos de Pravyi-Sektor y los radicales de Svoboda.
Desde entonces, los nacionalistas ucranianos gobiernan las calles y actúan como auxiliares militares del ejército ucraniano en su mortíferra campaña en Nueva Rusia. Y es así que el batallón Aidar, compuesto por voluntarios neo-nazis del oeste de Ucrania, es culpable de crímenes de guerra, tal y como ha revelado el informe de Amnistía Internacional del 8 de septiembre, algunos de cuyos extractos han sido publicados por la página web francesa Médiapart. Este batallón, complementario del ejército regular, está luchando, sobre todo, bajo la bandera de la Wolfsangel (crochet de loup), una runa utilizada exclusivamente en la SS de Hitler y recibe apoyo de Oleg Tiagnibok, jefe de Svoboda, quien conoció a John McCain en Kiev el otoño pasado. Por lo visto, codearse con un notorio neonazi no es algo que moleste al senador norteamericano...
En el Medio oriente: refuerzo de la alianza con las monarquías petrolíferas, financiadoras del Islamismo
Si la política de Occidente en Ucrania utiliza las ambiciones de los grupos neonazis, en el Cercano y Medio Oriente la inconsistencia de la política occidental ha alcanzado el más alto nivel de cinismo. La reivindicación de la naturaleza dictatorial de los regímenes nacionalistas árabes junto con la administración estadounidense y su apoyo por parte de la OTAN, han contribuido al aumento de los grupos musulmanes radicales. Junto con la guerra abierta contra el Irak de Saddam Hussein (que llevó al bien conocido caoso), la comunidad occidental ha ido estableciendo lazos cada vez más estrechos con las monarquías petrolíferas del Golfo Pérsico (países alatamente democráticos, como todo el mundo sabe ...). Y, al igual que en Ucrania, "el imperio mundial" aboga por una política de provocación, y prefiere apoyar a los regímenes islámicos que financian grupos terroristas y yihadistas a construir alianzas con los estados seculares de la región.
El president Obama da nuestras, una vez más, de su cínico doble juego cuando revela la coalición
Que se está formando para luchar contra el Estado Islámico en Oriente Medio. Al rechazar la mediación de Irán, uno de los mayores poderes de la región dada su importancia geopolítica y estratégica, y también aliados clave en los temas relacionados con el Medio Oriente, Washington se puesto de nuevo, del lado de los que financian la yihad global.
Mientras que Siria sostiene desde 2011 ella sola todo el peso de la lucha frente a las redes islamistas de ISIS, que están, en su propio suelo, siendo financiadas y armadas desde hace más de dos años por occidente, al presidente Bashar Al Asad no se le invita a participar en la lucha contra los terroristas que están destrozando su país. Y en su lugar, Barack Obama ha preferido llamar a los fieles aliados del Tío Sam en la región. Y así, la coalición que va a luchar contra los yihadistas, está formada por los Estados Unidos, Arabia Saudí, Qatar, los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Jordania. De estos seis países, cuatro son financiadores directos de las intrigas islamistas y sólo Jordania, un reino debilitado por la crisis israelí-palestina, se muestra firmemente hostil a la yihad.
En este caso en particular, Occidente está inmerso en la postura democrática de meter la mano en la riqueza de Oriente Medio y seguirle el juego a los intereses financieron que lo gobiernan.
Frente a la democracia del doble rasero de Occidente, hagamos una Europa de las naciones y los pueblos
Para romper el estancamiento del sistema globalizado impuesto al mundo por Occidente, Europa debe converger en torno a los valores que fundaron su civilización. Unidos por el cristianismo, guiados por el estrato de la herencia greco-romana, Europa debe salir de esa lealtad que le está atando a los destinos del bloque atlantista. Para ello, nuestro continente debe volver a conectar con su herencia y el orgullo de sus raices. Abandonando la idea de una división entre Oriente y Occidente, heredada de la Guerra Fría, Europa debe mantenerse unida desde Brest a Vladivostok. Si la inmensidad de Rusia es, en parte, asiática por su geografía, Rusia es espiritual, cultural, histórica y filosóficamente Europea. El renacimiento que ha vivido durante estos últimos quince años, hace de la casa de los zares y Lenin, guardiana de la herencia espiritual y cultural europea. Y uniéndose al poder de Rusia, las naciones europeas, una vez liberadas de las ataduras de la Unión Europea y de la OTAN, deberían unirse sobre la base del respeto mutuo a la soberanía de cada Estado.
Al encontrar su poder de Estado, los países europeos podrían ofrecer una alternativa al modelo liberal-libertario que busca esclavizar al planeta para el beneficio de las oligarquías financieras y ofrecer al mundo el rostro de una sociedad cristiana y tradicional.
Hagamos que 2015, año en el que celebraremos el bicentenario de la Santa Alianza (unión del (católico) Imperio austriaco, el (Ortodoxo) Imperio ruso y el (protestante) Reino de Prusia) que ofreció más de medio siglo de paz a Europa, sea el renacimiento de la Europa cristiana.