Nagorno-Karabaj es desde el siglo XX un territorio en disputa entre Armenia y Azerbaiyán. En los años 1991-1994, se produjo un conflicto militar a gran escala que fue el punto culminante de muchos años de conflicto en la región. El 1 de abril del 2016 se reanudó la lucha en Nagorno-Karabaj durante 4 días.
Las partes en conflicto siguen acusándose mutuamente de violar el alto el fuego acordado el 5 de abril en las conversaciones entre armenios y azeríes en Moscú.
El único país que se beneficia de un nuevo conflicto en Nagorno-Karabaj, son los Estados Unidos de América. Por un lado, Rusia tendrá que optar por una de las partes del conflicto, lo que complica su posición. Por otro lado, Rusia tendrá una guerra cerca de sus propias fronteras, lo que hará que desvíe su atención de otros problemas internacionales. Se complica la posición también para Turquía, ya que será aún más dócil en Siria y dependerá de la ayuda estadounidense.
Los Estados Unidos utilizan sus redes de influencia en Armenia y Azerbaiyán, provocando a los azeríes para cometer acciones agresivas. En el Parlamento armenio, las partes pro-estadounidenses iniciaron la discusión del proyecto de ley sobre el reconocimiento de la independencia de Nagorno-Karabaj. Mientras que el gobierno de Armenia ha aplazado el examen de la cuestión, la discusión pública de esta opción añade más leña al fuego.
Lo más probable es que Rusia trate de conciliar entre los dos estados. Para lograr esto, Rusia puede ejercer una fuerte presión sobre Armenia, que es su aliado. Sin embargo, si Azerbaiyán continuara sus intentos de coquetear con la OTAN (por ejemplo, participar en los ejercicios militares conjuntos entre Georgia y Turquía en el marco del programa de la OTAN, tal como propone Georgia), Rusia puede apoyar tácitamente una serie de iniciativas de Armenia.