Hegemonía: capturar el código cultural
Los dirigentes de Rusia y China critican directamente la hegemonía de Occidente. Conviene recordar que Antonio Gramsci, que construyó la teoría moderna de la hegemonía, entendía por "hegemonía" no tanto la dictadura política directa de unos países sobre otros como la creación de una red controlada desde el centro de la hegemonía y que impregna todas las sociedades, saltándose fácilmente las fronteras y las restricciones. Esta red se crea sobre todo en el ámbito de la cultura, la ciencia, la educación y la información, es decir, se apodera en primer lugar de la sociedad civil. La introducción de un modelo económico único (el capitalismo) en las sociedades controladas por los hegemones es también un elemento esencial de la hegemonía, pero lo principal es la captura del código cultural y de la educación.
Durante los últimos 30 años, la hegemonía en este sentido no ha hecho más que crecer en Rusia. Y no es sólo una cuestión de dependencia de las importaciones. El liberalismo ha logrado establecer un control casi total sobre la mentalidad de los rusos, a través de la educación, la cultura, la ciencia y las redes sociales. Y es revelador que esta hegemonía se reforzara incluso a medida que las políticas de Putin se volvían cada vez más soberanistas. El dominio de los liberales en la cultura contrarrestó el crecimiento de la soberanía en la política. Las autoridades, por el momento, no se dieron cuenta de ello. Y así se crearon todas las condiciones para la propagación y el afianzamiento de la hegemonía.
Un ejemplo sorprendente. Durante 23 años, el país ha estado gobernado por un dirigente abierta y sistemáticamente realista en Relaciones Internacionales (RI). Esto no se refleja en ningún libro de texto del MGIMO, que sigue dominado por el paradigma liberal en DdM. Los intentos -incluso los más cautelosos- de cambiar este estado de cosas son tratados inmediatamente de la forma más dura posible.
Una red de hegemonía profundamente arraigada y sus operadores operan muy abiertamente en nuestra sociedad. Juegan a largo plazo, contando con la posibilidad de que un día se produzca un cambio de rumbo político y entonces una sociedad civil formada por ellos, orientada hacia los códigos y principios occidentales, se manifieste también en la política.
China también se enfrenta a un peligro similar, pero un grupo dedicado (numéricamente enorme) de referentes del Comité Central del PCCh trabaja incansablemente para neutralizarlo. En nuestro país, prácticamente nadie le presta atención. Y este es un asunto que compete al Consejo de Seguridad y a la dirección política en general.
La hegemonía no es sólo un concepto externo, sino también interno. Ésa es, según Gramsci, su fuerza. Y la soberanía política por sí sola no basta para oponerse a ella. Lo que se necesita es un modelo ideológico alternativo claro, es decir, una contrahegemonía.