Geopolítica de las monarquías contemporáneas
21.12.2021
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Libia: ¿el regreso del rey?
Mientras que muchos analistas internacionales de Oriente Medio y el Norte de África debaten el resultado de las próximas elecciones en Libia y el posible triunfo de Saif Gadafi, resulta interesante que los laboratorios de ideas occidentales se decantan más bien por la restauración de la monarquía. Por ejemplo, la restauración de la monarquía libia es promovida por el Consejo Atlántico (1), una organización prohibida en Rusia, mientras que en los últimos seis meses han aparecido propuestas similares en revistas como Foreign Policy (2) o The National Interest (3). Lo interesante es que estos textos son bastante parecidos y siguen una misma metodología: ninguno de los actores en Libia es capaz de restaurar la unidad de este país desgarrado por la guerra y existe un rencor mutuo entre todos ellos. Sin embargo, los descendientes de la monarquía depuesta por Gadafi, los Senussi, no participaron en la guerra civil y pueden reunificar este país.
Como resulta improbable que la reunificación de Libia acontezca por medio de votaciones democráticas, es posible que esta idea siga siendo promovida en el ámbito internacional.
¿Quién se beneficia de todo esto? Fácil: el heredero al trono de Libia, Mohammed al-Senussi, quien vive en Reino Unido.
La restauración de la monarquía en Libia es promovida por Mustafa El Sagezli, quien es el director del Programa de Reintegración y Desarrollo de Libia (LPRD), que se encuentra bajo el amparo de Trípoli. El Sagezli es pro-turco y se considera descendiente de los otomanos (4).
Otro partidario de esta idea es Shlomo Reuter Jesner, presidente y cofundador de Cambridge Middle East and North Africa Forum (5), cuyo consejo está compuesto de diplomáticos británicos de alto rango. Shlomo también es director general de F&R Strategy Group, un laboratorio de ideas con sede en Londres (6) y que es conocido por asesorar a varias empresas en cuestiones geopolíticas y posibilidades de negocios.
También podemos mencionar a Patrick Kurat (7), vicepresidente ejecutivo del Foro Británico para Oriente Medio y el Norte de África, y al Dr. Abdurrahman Habeel, ex ministro de Cultura de Libia y miembro del Consejo Administrativo del Banco Central de Libia.
Lichtenstein en la geopolítica de los Habsburgo
Además de Libia, la vieja nobleza europea también mueve sus fichas. Por ejemplo, existe un extraño artículo escrito por el príncipe Michael Lichtenstein sobre el futuro de Europa Central (8), donde menciona la necesidad de crear un bloque geopolítico coherente liderado por la iniciativa de los Tres Mares polaca, siendo esta entidad una especie de contrapesa frente a “Bruselas” y “Moscú” y que estaría aliado con los Estados Unidos. Este bloque incluiría a los países bálticos, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Croacia, Rumanía, Bulgaria y Austria.
El príncipe Michael es el presidente de un centro geopolítico cuya sede se encuentra en Vaduz (Geopolitical Intelligence Services) y que, en general, promueve el legado imperial de los Habsburgo diciendo que era un “imperio democrático” que se desmoronó de la nada, por lo que resulta necesario que todos los países de la región se reunifiquen bajo su mandato (9).
Este llamado a la restauración del Imperio de los “Habsburgo” no es casual, ya que los Liechtenstein eran parte de la alta aristocracia austriaca (siendo originalmente los tesoreros de los Habsburgo), por lo que pasaban más tiempo viviendo en Viena que en Vaduz y estaban ligados a los Habsburgo por lazos familiares. De hecho, la política exterior de este pequeño ducado fue supervisada por el Imperio Austrohúngaro hasta la Primera Guerra Mundial.
Cuando estalló la Guerra Fría, los Habsburgo (que para ese momento eran buenos amigos de los anglosajones) participaron en varias actividades subversivas en Europa Central. Los Liechtensteins fueron parte de todo esto, pues los bancos y empresas que les pertenecían inyectaban dinero a los partidos comunistas y los servicios secretos de Europa del Este. El escándalo más conocido fue el de la empresa búlgara Kintex, la cual era conocida por sus ventas de armas en el extranjero y sus “operaciones de exportación e importación”. Kintex estaba ligada a varias empresas anónimas fuera de Bulgaria, la mayoría de las cuales tenían su sede en Liechtenstein. El famoso traficando de armas búlgaro, Emelian Gebrev, también comenzó su negocio registrando su empresa en Liechtenstein (10). Después de todo, este micro-Estado es conocido por ser un refugio seguro para los capitales procedentes de actividades delictivas y es bastante probable que el “oro” de muchos criminales se encuentre más bien en Liechtenstein que en Suiza.
Por otra parte, es sabido que el actual jefe de la Casa de los Habsburgo, el archiduque Carlos (y su amigo Hristo Grozev, fundador de la empresa Bellingcat), hicieran parte de la red criminal que se extendió por Bulgaria a través de las actividades de Gebrev. El archiduque Carlos fue uno de los que más promovió en su momento el movimiento separatista de Liechtenstein y convenció a la ONU de respaldar su autonomía frente a sus vecinos. Actualmente, Liechtenstein promueve dentro de la ONU una iniciativa que tiene como objetivo permitir que las “comunidades autónomas dentro de un Estado puedan independizarse” (11), lo que no es otra cosa que la promoción de un separatismo controlado por el globalismo.
El Instituto Liechtenstein de Autodeterminación, que fue fundado por el príncipe Michael en la Universidad de Princeton, es conocido por ser una de las organizaciones globalistas que más promueven el separatismo. Durante la década de 1990 defendieron el derecho de “autodeterminación” de los pueblos que existían al interior de la antigua Yugoslavia y Rusia (sobre todo Chechenia) (12). Además, el pequeño ducado de Liechtenstein es conocido por tener en su interior una fundación que administra el patrimonio de los Schwarzenberg, una familia aristocrática que estuvo al servicio del Imperio Habsburgo. Karel Schwarzenberg se convirtió en uno de los hombres más ricos de Bohemia gracias a la restitución de los bienes familiares perdidos ante el avance de los gobiernos comunistas. Anteriormente, Karel fue el antiguo ministro de Asuntos Exteriores de Liechtenstein y hoy en día es uno de los políticos antirrusos más famosos de todos.
Liechtenstein es una pieza fundamental para comprender la geopolítica de los Habsburgo en la actual Europa y no es una coincidencia que la antigua aristocracia de estos países trabaje junta.
La filosofía de la aristocracia
Tras la caída de la monarquía austrohúngara en 1918, los Habsburgo huyeron a Suiza bajo el amparo de Jorge VI. Tanto los Windsor como los Habsburgo, fuera de la cacareada “solidaridad monárquica” de ambas casas reales, se encontraban conectados a la familia de los banqueros Rothschild.
Es bien sabido que Otto von Habsburg comenzó a buscar aliados en Europa Central durante la Segunda Guerra Mundial con la ayuda de los estadounidenses y, sobre todo, de los británicos. Winston Churchill soñaba con la formación de una “federación de gobiernos conservadores en la Europa Central de posguerra” (13), pero esta idea fue rechazada por Stalin.
Los Habsburgo financiaron varios movimientos subversivos en Europa Oriental durante la Guerra Fría. El texto de Milan Kundera, “La tragedia de Europa Central”, es una especie de manifiesto en favor del Imperio Austrohúngaro, donde la nostalgia se mezcla con el anhelo de encontrar un protector frente al “despotismo ruso” (14).
Durante este mismo periodo de tiempo (1980), la Universidad de Oxford creó la “Fundación Educativa Jan Hus” que reunió entre sus filas a varios intelectuales checos, que formaron una red clandestina en la cual organizaban seminarios filosóficos y teológicos. Todo este proyecto fue financiado por Victoria Rothschild y contó con la participación del filósofo conservador británico Roger Scruton (un pensador que los intelectuales de derecha, por alguna razón, estiman demasiado), el cual trabajó para la fundación en Republica Checa (15).
De todos modos, no debe sorprendernos que Scruton escribiera en 1991 un artículo para el diario Los Angeles Times donde pide la restauración del Imperio de los Habsburgo como un medio para llevar la “paz” a Europa Central:
“Debemos crear una institución que se encuentre lejos de los ciudadanos de a pie y que sea inmune a la agitación política, se trataría de una especie de tribunal que escuche a todas las facciones dentro de su territorio sin importar a que grupo étnico o confesión religiosa pertenezcan. Esta institución era la Corona Imperial y fue ella la que mantuvo la paz en Europa Central durante mucho tiempo, su desaparición provocó que Europa experimentara cerca de 70 años de conflictos continuos.
“Sin embargo, la monarquía también es ridiculizada por los liberales. La paz y la estabilidad sólo podrán llegar de nuevo a Europa Oriental cuando las supersticiones liberales dejen de ser relevantes para la política. Por lo tanto, sospecho que la humanidad deberá experimentar un camino tortuoso antes de que el emperador de Hungría sea nuevamente coronado en Bratislava” (16).
Notas:
2. https://nationalinterest.org/blog/buzz/can-constitutional-monarchy-save-libya-chaos-186849
3. https://foreignpolicy.com/2021/06/23/libya-constitutional-monarchy-elections-proxy-war/
6. https://www.frstrategy.co.uk/
7. https://nationalinterest.org/blog/middle-east-watch/it-time-second-kingdom-libya-193208
8. https://www.gisreportsonline.com/the-central-european-dilemma,3664,c.html
11. https://digitallibrary.un.org/record/833237?ln=ru
12. https://lisd.princeton.edu/projects/state-sovereignty-and-self-determination
14. https://proza.ru/2005/12/16-142
16. https://www.latimes.com/archives/la-xpm-1991-06-16-op-1275-story.html
