¿Rusia abrirá sus puertas a los refugiados occidentales?
La batalla electoral de 2016 está todavía bramando en los Estados Unidos pero ya muchos están empezando a tratar planes de contingencia por la posibilidad de una victoria de Clinton en noviembre. Mientras que en este momento son los países de Europa los que están sufriendo bajo una avalancha de refugiados, la mayoría desde el mundo musulmán, en el futuro próximo, puede que veamos una oleada de migración considerablemente diferente. No con el actual patrón del Sur al Norte, sino más bien del Oeste al Este. Esto puede parecer una predicción poco convincente para algunos, pero si las tendencias actuales continúan en marcha, justo entonces pueden materializarse.
Que occidente está en un declinar importante es ahora un hecho bien conocido para todos menos para los creyentes neoliberales más ardientes, que permanecen completamente aislados de la realidad en las burbujas informativas de Bruselas y Washington. Occidente, mientras que superficialmente es rico, se ha convertido cual tipo obeso cuyo cuerpo se debilita y se vuelve susceptible a patógenos debido, irónicamente, a su propia sobreabundancia. Esta riqueza material y los avances tecnológicos de occidente han servido para encubrir la decadencia de su sociedad y como resultado, ha invitado a que patógenos sociales hayan empezado a comérsela desde dentro.
En el frente europeo, la crisis de los refugiados ha expuesto rápidamente los defectos de la Unión Europea cuya victoria inevitable, hasta hace solo algunos años, había parecido de todo menos cierta para muchos observadores. Ahora, a la luz de la crisis de los inmigrantes, el terror inspirado por el estado islámico, el Brexit, y el surgimiento de un nuevo nacionalismo a través de Europa, el proyecto de la UE no parece muy deseado en este mundo.
Sin embargo, los arquitectos del desastre, siendo verdaderos creyentes, continúan aferrándose a la esperanza de que de algún modo puedan salir de ésta sin saber cómo. Angela Merkel, a pesar de los abucheos de protesta de sus constituyentes, continúa manteniendo las puertas abiertas de Alemania a una marea creciente de refugiados musulmanes. Refugiados que han causado estragos por todo el país, desde asaltos sexuales masivos en Colonia a una frecuencia cada vez más creciente de violencia terrorista.
En Francia, François Hollande continúa reinando sobre una Francia en medio de una insurgencia de facto realizada por su propia comunidad de musulmanes radicalizados. Hollande continúa flaqueando y equivocándose mientras ciudadanos franceses mueren en gran número y ahora se han visto forzados a habituarse a vivir bajo estado de sitio.
Esto, por supuesto, es simplemente el principio. Aunque los movimientos nacionalistas están ganando importante fuerza e influencia, todavía se enfrentan a una batalla cuesta arriba contra el régimen de los eurócratas reinantes. Incluso si los nacionalistas triunfan finalmente, quizá dentro de algunos años, puede ser simplemente demasiado poco y demasiado tarde. Si la inmigración musulmana continúa creciendo a su actual ratio, la composición demográfica de naciones como Alemania puede ser alterada permanentemente y salvo medidas extremas, este cambio será irreversible. En tales circunstancias, una guerra civil al estilo yugoslavo o una partición pueden ser todo menos inevitables.
La situación en los EEUU, mientras que es obviamente diferente de los elementos de la crisis de refugiados y el terrorismo que actualmente aprietan a Europa, es irónicamente y en muchos sentidos, todavía más terrible. Los EEUU son significativamente más religiosos que la Europa continental y los últimos años han visto el triunfo completo del liberalismo sobre los conservadores americanos en lo que se ha conocido como “guerras culturales”. Con la decisión del Tribunal Supremo en el caso Obergefell contra Hodges, que legalizó el matrimonio homosexual por todo el país, aquellos opuestos a una mayor legitimación de la cuestión sexual se quedan sin lugar al que girar. Sus espaldas ahora están firmemente contra el muro pues luchan para defender lo poco que queda de su influencia política.
Envalentonados por su histórica victoria los homosexuales neoliberales y sus “aliados” de viaje, ahora están buscando transformar esta derrota conservadora en una debacle completa. Pues han ido más allá de la simple legitimación de la homosexualidad y ahora están buscando legitimar estilos de vida y prácticas todavía más depravados.
El tema transgénero se ha convertido ahora en la cruzada social más reciente con que está presionando el régimen neoliberal. La reciente controversia en Carolina del Norte, por ejemplo, sobre el rechazo de ese estado a permitir que travestis usen los baños de mujeres, ha resultado en el equivalente de sanciones económicas impuestas sobre ese estado. El mensaje que estas multas han enviado a otros estados y municipios que también consideran prevenir que los travestis invadan los baños de mujeres ha sido ha sido poco menos frío.
Incluso las fuerzas armadas de EEUU, que durante mucho tiempo fueron una fuente de orgullo entre los conservadores cristianos que históricamente sirvieron allí con distinción, ha caído víctima. Anteriormente, un soldado podría enfrentarse a una licencia con deshonor si se confirmase que él o ella estaba teniendo prácticas homosexuales, esto por supuesto ha sido derogado por la administración Obama. Pero de nuevo, tal victoria no fue suficiente para satisfacer al lobby homosexual. No solamente ahora la homosexualidad ha sido legitimada en las fuerzas armadas, un acontecimiento que habría parecido casi impensable hace poco más de una década, sino que también lo ha sido el transgenerismo. A los travestis ahora se les permitió servir abiertamente y usar las instalaciones de cualquier sexo con el que decidan identificarse en cualquier día. Esta decisión fue hecha por supuesto a medida de los intereses puramente ideológicos, pues solamente puede debilitar drásticamente el espíritu de cuerpo entre los oficiales alistados y sus soldados, e indudablemente reducirá las habilidades de combate de una fuerza ya finamente extensa.
Tales eventos, grotescos como pueden ser, son simplemente el anticipo de lo que espera bajo una presidencia de Clinton.
Con una victoria de Clinton que parece cada vez más probable, los conservadores americanos han empezado a pensar estrategias para sobrevivir al futuro régimen Clinton. Conservadores tales como Rod Dreher han empezado a poner a flote el concepto de una “Benedict Option” (Opción Benedictina), esencialmente una retirada de los cristianos americanos opuestos a la legitimación de la desviación sexual de la vida pública. Dreher y otros ven esto como el único camino de los Cristianos para proteger a sus niños de la degeneración neoliberal.
Mientras que la retirada de la plaza pública puede comprar tiempo para los cristianos tradicionalistas y proteger a sus niños de los peores pogromos LGBT del régimen Clinton, a largo plazo no será una medida suficiente. Es importante recordar que la ideología del neoliberalismo es inherentemente totalitaria y de ese modo nunca estará satisfecha con una simple derrota de sus enemigos. Más bien, busca su completa sumisión; requiere no solamente que sus sujetos obedezcan sus mandatos sino que también amen esos mandatos. Su trabajo no está completo hasta que ha mutilado las almas de aquellos que ha subyugado.
Bajo tal régimen de comunidades benedictinas tradicionalistas de Dreher, si van a formarlas, se convertirán en objeto de creciente escarnio y presión desde una administración Clinton conducida ideológicamente. Los disidentes de la ideología LGBT serán penalizados económicamente (este ya es el caso en muchos estados de EEUU), así previniéndoles de mantener a sus familias y apoyar financieramente a las comunidades de fe que están intentando engendrar con tanto ahínco.
Pero las medidas represivas contra los tradicionalistas cristianos no terminarán simplemente ahí, bajo una administración Clinton es una posibilidad muy real que la enseñanza en casa como opción sea eliminada gradualmente, pues Clinton ha declarado públicamente que cree que la educación debería ser una “empresa no familiar”. Después de todo, si permaneciera tal “empresa familiar” podría prevenir a los niños de ser adoctrinados en la ideología LGBT favorecida por Clinton.
Reducir el control de las familias sobre la educación de sus propios niños siempre ha sido uno de los principales objetivos de las plataformas políticas expresadas de Clinton. Si los cristianos tradicionalistas intentan zafarse del adoctrinamiento de sus niños a través de la escuela en casa masiva, el régimen Clinton, sin duda, será forzado a actuar contra ellos. Con la escuela en casa eliminada, cualquier rechazo a exponer a sus niños al adoctrinamiento LGBT en las escuelas públicas ahora será visto como un potencial acto de abuso de niños. Aquellos tradicionalistas cristianos que objeten al adoctrinamiento de sus niños en las escuelas públicas se enfrentarán al riesgo de, no solamente el ostracismo social que llega con la expresión de puntos de vista “fanáticos”, sino potencialmente incluso de que sus niños sean apartados de sus hogares y emplazados en el sistema de cuidados de acogida.
Bajo tales circunstancias, la estrategia de retirada ya no será suficiente para que los tradicionalistas cristianos mantengan sus creencias y modos de vida. Aprenderán, sólo demasiado tarde, que mientras que ellos no estaban interesados en el neoliberalismo global, el neoliberalismo global está muy interesado en ellos.
Tales resultados potencialmente probables no dejan sin palabras a los tradicionalistas cristianos. Recientemente, el mismo Dreher puso a flote la idea de que los cristianos en los Estados Unidos puedan ser forzados finalmente a emigrar a naciones que sean más amistosas con el tradicionalismo cristiano. Dreher, como muchos otros conservadores modernos, desgraciadamente, es bastante rusofóbico. No obstante, todavía considera a la Federación de Rusia como un destino potencial para tal migración, junto con países de Europa central como Polonia y Eslovaquia.
Ciertamente, el concepto de Rusia como destino potencial para cristianos occidentales que huyen de la persecución no es tan poco probable como puede sonar. Aunque Rusia por supuesto es profundamente diferente de los EEUU, cuando vieron a través de sus propias lentes, es un lugar atractivo para que los tradicionalistas cristianos se asienten, potencialmente.
Rusia es tanto tecnológicamente avanzada como poseedora de una riqueza del tipo de cultura genuina que es notablemente carente en los EEUU. Esta cultura no es solamente rica, sino también distintivamente cristiana, que los cristianos occidentales encuentran reconfortante sin duda, especialmente en comparación con el paisaje homosexual en que se ha transformado mucha de la cultura americana contemporánea.
Es más, Rusia quizá permanece como la única nación europea que tiene una fuerza militar suficiente como para oponerse a los designios de la hegemonía atlantista. Un país como Polonia o Eslovaquia puede demostrarse en última instancia como demasiado pequeño y vulnerable frente a la presión occidental militar o económica, como para enfrentarse contra el imperialismo de EEUU por mucho tiempo. No es accidental que uno de los principales hitos culturales de la junta en Kiev respaldada por los EEUU fuera la celebración del primer desfile homosexual de la ciudad. Tales acontecimientos indudablemente serán los sellos de la dominación geopolítica de EEUU cuando expanda su alcance al resto de Europa central y oriental bajo el disfraz de más “revoluciones de color”.
Estas razones solo harán que Rusia sea el destino principal para los refugiados occidentales en el caso de una victoria de Clinton en las elecciones de noviembre. Pero la cuestión real no es si los refugiados cristianos buscarán asilo en Rusia, sino que, si Rusia les abrirá sus puertas.
Todas las naciones tienen el derecho a defender sus fronteras y preservar su propia coherencia cultural. Lo segundo se convierte en una auténtica preocupación en tiempos de importantes movimientos de refugiados, como podemos ser testigos actualmente en las naciones de Europa occidental, que están importando masas de musulmanes suníes cuyos valores culturales son inherentemente incompatibles con aquellos de sus países de acogida.
Tales problemas, sin embargo, no necesitan persuadir a los refugiados cristianos de buscar asilo en Rusia. La cosmovisión religiosa de los cristianos occidentales es, a diferencia de la que tienen los musulmanes wahabíes, completamente compatible con la que tiene la nación rusa. El problema más grande al que se enfrentan tales refugiados será, en cambio, mayormente lingüísticos y económicos.
El idioma ruso, con su alfabeto cirílico, es cierto que será difícil que muchos occidentales lo aprendan al principio. Pero en última instancia no será de ningún modo un desafío insuperable, especialmente si los esfuerzos son hechos tanto por el gobierno ruso como por los refugiados en cuestión para facilitar este resultado.
El frente económico puede representar mucho más que un desafío para los occidentales que buscan reasentarse en Rusia, ya que la economía rusa es considerablemente más pequeña, y especialmente a la luz de las sanciones occidentales, es cierto que en general es más débil. Los occidentales que solían tener una vida de excesos consumistas crecientes encontrarán sin duda que esta diferencia sea una causa para la pausa, pero dadas las multas económicas a los tradicionalistas cristianos a las que sin duda se enfrentarían en occidente de todos modos, esto puede no ser tan duro como pueda parecer al principio.
Ya que las condiciones continúan empeorando en los EEUU y Europa, muchos empiezan a buscar una salida. Buscarán reasentarse en una tierra en la que por sus creencias tradicionales no les despidan de sus empleos, sus amigos y vecinos no les marginen por fanáticos, o resulte que sus niños sean enviados a un centro de acogida. Bajo tales condiciones, Rusia bien puede convertirse en el destino principal para los tradicionalistas cristianos que huyen del caos y opresión religiosa de occidente.
Si las actuales tendencias políticas en los EEUU continúan en su trayectoria actual, los descendientes de aquellos que una vez huyeron de la represión religiosa en Europa por la dura naturaleza de norte América, sin duda intentarán repetir el viaje que sus ancestros hicieron en su día hace cientos de años, pero esta vez en sentido inverso. ¿Rusia abrirá les abrirá sus puertas?