Hillary Clinton y la oligarquía corporativa cleptocrática
Washington se considera a sí misma como la democracia más avanzada del mundo. Ha emprendido decenas de guerras completamente criminales, supuestamente para extender la democracia por todas partes. Sin embargo, la retórica de Washington no cumple con el estándar de la realidad. Washington no sólo hace guerras que destruyen naciones enteras en nombre de la "democracia", sino que su sistema electoral es la antítesis de la democracia. Las elecciones de 2016 situan a plena luz el carácter antidemocrático de Washington cuando el aparato del Partido Demócrata consagra a Hillary Clinton la "presunta" nominada ¡sólo un día antes de las primarias de California!
De acuerdo con la Associated Press, Hillary Clinton ganó todos los delegados necesarios para la nominación. Sin embargo, la ventaja de Clinton se ha basado principalmente en el apoyo de este monstruo antidemocrático llamado "los súper delegados". Incluso después de su victoria en California, Clinton posee 1.926 delegados comprometidos, en contraposición a los 1.615 retenidos por el senador Bernie Sanders. Esto significa que ninguno de los candidatos tenía los necesarios 2.383 delegados necesarios para asegurarse la nominación. La Convención Nacional Democráta tendría que ser un tanto controvertida, o eso pensamos. Sin embargo, este hecho ha sido mantenido en la sombra por los grandes y controlados medios de comunicación corporativos estadounidenses.
CNN, Fox, NBC, ABC, CBS, PBS, la Associated Press, etc., todos ellos declararon el día antes de las primarias de California que Clinton era la "presunta" nominada. Cada rama del monopolio de los medios corporativos contó estos llamados "superdelegados", junto con los delegados comprometidos. No obstante, a menudo los superdelegados seleccionan a sus candidatos preferidos meses antes de la última primaria estatal. Pueden cambiar de opinión en cualquier momento antes de la convención o durante la misma. Aunque el senador Bernie Sanders perdió California y va a llegar a la convención detrás de Clinton por un margen significativo, técnicamente puede impugnar la legitimidad de los superdelegados, aunque ahora es muy poco probable ya que, a todos los efectos prácticos, él ha respaldado más o menos a Hillary Clinton.
A pesar de estas posibilidades, la última vuelta en las elecciones de 2016 expone abiertamente cómo los presidentes de Estados Unidos se seleccionan, no se eligen. Los siglos de narrativas acerca de cómo los EE.UU. fueron fundados sobre la base de la democracia siempre fueron mentira. La sociedad estadounidense ha sido siempre una democracia para el capital y una dictadura para la clase obrera y los oprimidos social y económicamente. Los afroamericanos construyeron la infraestructura inicial de la sociedad americana como la propiedad esclava de los ricos y los adinerados. Los indígenas fueron asesinados y aterrorizados sin piedad para despejar el camino al temprano capitalismo norteamericano. El capital está mucho más consolidado ahora que entonces, y su control del sistema electoral de Estados Unidos es más evidente que nunca.
Hillary Clinton es la candidata por excelencia del capital consolidado. Primero trabajó como directivo en el consejo corporativo de Wal-Mart. A lo largo del resto de su carrera política, Clinton ha recibido millones de Wall Street en su apoyo. La Fundación Clinton se basa únicamente en el patrocinio de empresas como Wal-Mart, GE, y la infame Goldman Sachs. Sus vínculos con Wall Street y las corporaciones monopolistas han dado lugar a numerosas conferencias con estas instituciones; un punto que el senador Bernie Sanders ha mencionado a lo largo de su campaña. La carrera de Hillary Clinton como político ha sido por lo tanto un ejemplo de lo que significa para los políticos de Estados Unidos estar comprado por los ricos y luego venderse de cara a la opinión pública como "representantes" del pueblo estadounidense.
Muchos pueden tener la tentación de ver las elecciones de 2016 como una experiencia profundamente negativa. El intento de la clase dominante capitalista depredadora de socavar la campaña de Sanders tuvo el potencial para disuadir a muchos de los que todavía creen erróneamente que los EE.UU. es una sociedad democrática. Además, como Clinton se acerca más a ser ungida en su coronación, la perspectiva de una presidencia de Donald Trump se hace mayor. En conjunción en el apoyo a Clinton, los medios corporativos infunden temor a sus espectadores sobre los peligros de una presidencia de Trump. Para muchos en el espectro liberal de la política de Estados Unidos, Trump representa el mal de todos los males, cuya presidencia sin duda arruinará lo que queda de la democracia americana, ¡si es que alguna vez hubo una, para empezar!
Lo que con esperanza este ciclo electoral logrará es una clase obrera más consciente; más equipada para cuestionar y luchar por la legitimidad de la democracia estadounidense. La popularidad de Trump y de Sanders es un signo de descontento popular ante las condiciones prevalecientes en la sociedad norteamericana. Los trabajadores se están dando cuenta de que no hay democracia cuando el 80% de la población es casi pobre, y sin embargo, Washington continúa recortando los fondos para la asistencia alimentaria y la educación pública.
No hay democracia en una sociedad que encierra a la mayor cantidad de personas en el mundo y asesina al menos a un afroamericano por día. Tampoco existe la democracia para los millones de personas que han sido aterrorizadas por un sistema migratorio que ha deportado casi a dos millones de personas desde 2008, y más por venir.
A pesar del creciente descontento popular con las condiciones sociales en los EE.UU., Washington sigue gastando miles de millones de dólares en guerras sin fin en todo el mundo. Naciones como Venezuela han tenido que cargar con debilitantes sanciones por supuestas violaciones de los "derechos humanos". La mayor parte de las naciones que Washington señala en el objetivo ponen las necesidades de las personas por encima del lucro y poseen gobiernos democráticos. China ha exhortado a Washington con un informe de sus propios derechos humanos detallando los numerosos casos en los que los EE.UU. fallan en sus propias normas. La realidad es que Washington considera la democracia como un impedimento para el dominio mundial del beneficio capitalista depredador. Todo lo demás es un escaparate. ¡Punto!
Las elecciones de 2016 son el primer ciclo electoral del siglo XXI que realmente sacude la noción de la democracia estadounidense en su núcleo, y permite que los votantes se den cuenta de que este país es de hecho una oligarquía corporativa cleptocrática. El senador Sanders más o menos tiró la toalla después de una reunión con el presidente Obama el 9 de junio.
Sin embargo, esta medida sólo alentará a sus seguidores. Ambos partidos corporativos no tienen nada que mostrar por sí mismos, sino candidatos indeseables y un sistema que se corroe rápidamente. El futuro del corrupto sistema político bipartito estadounidense está en peligro y lo que viene después sigue sin estar claro.