Estructuras hegemónicas

28.03.2016

Cuando decimos que las mega-corporaciones son actores secundarios en las relaciones internacionales que comúnmente requieren a los estados para actuar, no somos conscientes de que las mega-corporaciones, el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional y otras agencias internacionales con diferentes grados de autonomía, integran un sistema de subordinación cuya realidad se sufre a diario por estados periféricos.

Nosotros, por tanto, creemos que el concepto de “estructuras hegemónicas de poder”, por Samuel Pinheiro Guimarães, es la más apropiada para cubrir los complejos mecanismos de subordinación que existen en el sistema internacional. Las estructuras hegemónicas son el resultado de un proceso histórico, nacido junto con el sistema internacional durante el periodo histórico de la primera ola de globalización que empezó con los descubrimientos realizados por Portugal y Castilla, aquellos cuyos principales protagonistas fueron, entre otros, Enrique el Navegante, Vasco de Gama, Cristóbal Colón, Fernando de Magallanes y Sebastian Elcano.

Es precisamente desde 1492 cuando empieza el proceso de subordinación del mundo exterior. Este proceso fue desarrollado en tres fases. La primera entrañó la subordinación de las américas. La segunda gravitó en la subordinación de Asia, cuyos hitos más importantes, por su importancia estratégica y económica, fueron la subordinación de India y China. La tercera, finalmente, entrañó la subordinación de los países islámicos y el áfrica subsahariana.

El concepto de la estructura de poder hegemónico, definido por Pinheiro Guimarães, se da cuenta que la etapa y dinámicas internacionales en que actúan los estados periféricos, son organizados en torno a estructuras hegemónicas de poder político y económico, cuyo núcleo se forma por los estados centrales. Estas estructuras son el resultado de un proceso histórico, que da ventajas a los países que la integran y apunta a su propia perpetuación. Así, el concepto de estructuras hegemónicas incluidas por Pinheiro Guimarães, “enlazan los intereses y leyes, organizaciones internacionales, múltiples actores públicos y privados, la posibilidad para incorporar nuevos participantes y el actual desarrollo de estándares de conducta, pero en el núcleo de estas estructuras son siempre los estados nacionales. Las estructuras hegemónicas están enraizadas en la expansión económica y política de Europa, empezando con la  formación de los grandes estados nación. En España, con la conquista de granada y la expulsión de los moros (1492). En Francia, con la guerra de los 100 años (1453), la expulsión de los ingleses y la creación de un estado unitario por Enrique IV y en Inglaterra, por la reina Isabel I (1558-1603). La expansión europea se acelera con la caída de Constantinopla (1453), que intensifica la búsqueda por una ruta marítima al este y el consecuente crecimiento comercial y acumulación de riquezas con la formación de imperios coloniales desde Cortés (1521) y Pizarro (1533) y en Brasil desde la caña de azúcar en Pernambuco.  La revolución tecnológica, militar e industrial de los siglos 18 y 19, con el motor a vapor, fortalece la supremacía europea en el escenario internacional.

Las dinámicas de los ciclos de acumulación capitalista y las relaciones entre el gran capital privado y el estado, y entre la tecnología, fuerzas armadas y sociedad, explica, en gran parte, os procesos de formación de las estructuras hegemónicas de poder. Estos procesos pasaron, entre 1917 y 1989, por una fase crucial de disputa con un modelo socialista alternativo de organizar la sociedad y el estado, interrumpidas de 1939 a 1946 por el conflicto que emergió dentro de las estructuras, con estados protestantes, Alemania, Japón e Italia (1939-1946). Para superar esta fase crucial, las estructuras hegemónicas han intentado consolidar su extraordinaria victoria ideológica, política y económica por la expansión de su influencia y acción en todo el mundo, especialmente en los territorios que fueron puestos recientemente bajo la organización socialista, y en los territorios de la periferia que ellos habían permitido tácitamente las desviaciones de la organización económica y política en el periodo más inflexible de la disputa con el modelo socialista alternativo” (Pinheiro Guimarães, 2005:30).

Por tanto, en línea con Pinheiro Guimarães, podemos afirmar que las estructuras hegemónicas generan importantes tendencias en la escena internacional. Estas tendencias son, al mismo tiempo, aquellas que más tarde influyen en las mismas estructuras hegemónicas en un proceso dinámico de múltiples conexiones en diferentes niveles de actividad de sociedades y estados. Si en el núcleo de las estructuras hegemónicas se encuentran siempre los estados nacionales, en el centro del núcleo están los grandes poderes. En la primera ola de globalización, el liderazgo de las estructuras hegemónicas fue conducido por España y desafiado por Inglaterra; esta, en su momento, condujo la segunda fase de la globalización. Mientras tanto, el liderazgo británico fue desafiado primero por Francia y luego por Alemania. Hoy, en la tercera etapa de la globalización, el liderazgo es ejercido por los Estados Unidos, el “continente estado” convertido en superpotencia y único dentro de las grandes potencias, cuyos intereses económicos, políticos y militares cubren todas las áreas de la superficie terrestre. Este liderazgo, todavía innegable, será desafiado muy posiblemente por el poder emergente chino.

Nota:
PINHEIRO GUIMARAES, Samuel, Cinco siglos de periferia. Una contribución al estudio de la política internacional, Buenos Aires, Ed. Prometeo, 2005.