El tiempo ha llegado para la oposición y la resistencia
Discurso anti-bruselas por el primer ministro Viktor Orbán con ocasión del Día Nacional de Hungría (15 de marzo).
“¡Saludos a ti, libertad de Hungría, en este día tu naciste!”
Damas y caballeros, compatriotas, húngaros en todo el mundo,
Con una cinta cosida por Julia Szendrey sujeta a su pecho, un volumen de poemas en su bolsillo, y todavía la estremecedora experiencia de la revolución en su cabeza, estas son las palabras con las que el poeta Sándor Petőfi dio la bienvenida al 15 de marzo en su revista. “¡Saludos a ti, libertad de Hungría, en este día tu naciste!” Y hoy también, 168 años después, con júbilo sin restricciones, el optimismo de la primavera, elevadas esperanzas y un espíritu elevado que cruza los Cárpatos, celebramos –de Beregszász a Szabadka, de Rimaszombat a Kézdivásárhely: Todos los Húngaros con un corazón, un alma y una voluntad.
Justo como entonces, las batallas decisivas de la lucha por la libertad, ahora también los corazones húngaros son ovacionados por el hecho de que tenemos con nosotros a una legión polaca. Doy la bienvenida a los sucesores del espíritu del general Bem: Damos la bienvenida a los hijos de la nación polaca. Como siempre a través de nuestra historia compartida de mil años, ahora, también, estamos con vosotros en la batalla que estáis luchando por la libertad e independencia del país. Estamos con vosotros, y enviamos este mensaje a Bruselas: ¡Más respecto con el pueblo polaco, más respeto a Polonia! Saludos a vosotros. Es un signo del destino compartido de Polonia y Hungría que otra gloriosa revolución nuestra, la de 1956, nació entre la estatua de Bem y Kossuth tér en Budapest. Se alzó con la fuerza imparable de nuestros gloriosos ancestros, y al atardecer habían puesto a los soviéticos bajo sus botas.
Damas y caballeros,
Por naturaleza, los húngaros estamos en pie por lo que correcto cuando la necesidad se alza. Es más, luchan por lo que necesita ser, pero no buscan problemas por sí mismos. Ellos saben que a menudo pueden lograr más con paciencia que con el choque de sables. Este es el porqué de que seamos poco dados a las revoluciones. Sólo hemos seguido ese camino dos veces en 170 años. Cuando seguimos este camino, teníamos razón para ello: Sentíamos que nuestros pulmones reventarían si no respirábamos en libertad. Nos lanzamos a ello, y de nuevo habíamos empezado una revolución, lo hicimos a nuestro estilo. La historia europea moderna ha preservado ambas revoluciones entre las gloriosas memorias del mundo: Dos estrellas ardientes, dos levantamientos nacionales estallando en 1848 y 1956 desde las aspiraciones húngaras y los intereses húngaros. Gloria a los héroes, honor a los bravos. Los cronistas también han grabado la revolución de 1918-19, pero las memorias de este periodo no se preservan en las páginas de gloria; ciertamente, no sólo están aquellas memorias escritas en diferentes páginas, sino que aparecen en un volumen totalmente diferente. La revolución de 1918-19 puede encontrarse en el volumen dedicado a la subversión bolchevique anti-húngara lanzada al servicio de los intereses extranjeros y ambiciones externas; característica bajo el encabezamiento de “espantar los ejemplos de degeneración intelectual y política”. Si, los húngaros tenemos dos tradiciones revolucionarias: Una conduce desde 1848, a través de 1956 y la caída del comunismo, toda el camino a la ley fundamental y el orden constitucional actual; la línea sangrienta de la otra tradición conduce de los jacobinos europeos a través de 1919, hasta el comunismo después de la segunda guerra mundial y la era soviética en Hungría. La vida en Hungría hoy, es una creación de la herencia espiritual e hijos de las revoluciones del 48 y del 56. Hoy, como entonces, el latido de esta tradición revolucionaria mueve y guía la vida política, económica y espiritual de la nación: La igualdad ante la ley, gobierno responsable, banco nacional, compartir cargas, respeto por la dignidad humana y unificación de la nación. Hoy, como entonces, los ideales del 48 y del 56 son el pulso que conduce la fuerza viva de la nación, y la sangre intelectual y espiritual fluye del pueblo húngaro. Déjenme dar las gracias de que esto pueda ser así, déjenme dar las gracias de que finalmente el Señor de la Historia nos ha guiado a este camino. ¡Soli Deo Gloria!
Damas y caballeros,
Ni incluso el buen humor del día de la celebración nos puede hacer olvidar que la tradición de 1919, también, está todavía con nosotros, aunque por fortuna su pulso es solo una tenue sacudida. Incluso en estos tiempos puede hacer bastante ruido. Pero sin un anfitrión, sus días están contados. Se necesita de otra entrega de ayuda desde el extranjero en la forma de una importante infusión intelectual y política; a menos que se reciba esto, entonces después de su marcha y de que las ramas se hayan marchitado, sus raíces también se secarán en el suelo de la madre patria húngara, que es hostil al internacionalismo.
Una persona decente que cría a sus hijos y trabaja duro para construir el rumbo de sus vidas, normalmente no acaba como un revolucionario. La persona de buen pensamiento que está sobre sus propios pies, y tiene el control sobre su futuro conoce que las conmociones y los disgustos repentinos del rumbo de vida ordinario, raramente termina bien. La persona de buena voluntad que busca una vida de progreso sereno y pacífico conoce que intentar tomar dos pasos al mismo tiempo conduce a que tropieces con tus piernas, y en vez de avanzar, y aterrizarás con la cara en el suelo. Y aún aquellas gentes bien-pensantes de buena voluntad, estos virtuosos ciudadanos de Pest se concentran al instante por la llamada de nuestras revoluciones, marchando al frente, justo detrás de los estudiantes universitarios. Ellos formaban la columna vertebral de las revoluciones y las luchas por la libertad, y pagaron con su propia sangre por el honor del pueblo húngaro. Cada revolución es como el pueblo que la realiza. En el comité que supervisó el orden durante la revolución del 15 de marzo, en la sobra de las colosales figuras de Petőfi y Vasvári, encontramos al peludo Máté Gyurkovics, y el hacedor de botones György Molnár. Nuestras revoluciones fueron conducidas por ciudadanos respetables, oficiales militares, abogados, escritores, doctores, ingenieros, honestos fontaneros con un sentido de deber nacional: Húngaros que encarnaron los mejores aspectos de la nación, lo mejor de nuestro hogar. Los revolucionarios húngaros no son guerreros para ideologías atolondradas, utopías perturbadas o dementes, planes no solicitados para la felicidad mundial; en Pest no puedes encontrar trazas de visiones ilusorias de los graznidos de filósofos o iracundo resentimiento de intelectuales fracasados. Los revolucionarios de 1848 no querían rescatar las piedras de las ruinas de la opresión absolutista para construir un templo a otra tiranía más; por esto, las canciones de la revolución húngara no estaban escritas en honor de la cuchilla de acero de la guillotina o la soga de la horca. Nuestras canciones no son cantadas por muchedumbres linchadoras o masas sedientas de ejecuciones; la revolución de Pest no es un himno al caos, la venganza o la carnicería. La revolución de 1848 es un momento solemne y digno en nuestra historia, cuando las heridas de la gloriosa nación húngara se abrieron una vez más. Procediendo de las raíces constitucionales, demandó la concesión y retorno de los derechos ocupados y denegados a la nación. Es estimulante pero sobrio, estático pero práctico, glorioso pero atemperado. Es el núcleo de los húngaros.
Damas y caballeros,
Tres semanas antes de su muerte en batalla, en su última carta a János Arany, Sándor Petőfi hizo la siguiente pregunta: “¿Para qué vas a hacerlo?” Cuando nosotros, sus descendientes modernos, leemos esto, es como si él nos preguntase la misma cuestión. Así que ¿qué vais a hacer? ¿Cómo haréis uso de vuestra herencia? ¿El pueblo húngaro todavía merece la reputación de sus ancestros? ¿Conocen la ley de los antiguos húngaros – que cualquiera de vosotros no sólo debería ser medido por su utilidad, sino también por estándares universales? Esto es porque vuestras acciones deben pasar el examen no sólo aquí, sino también en la eternidad.
Damas y caballeros,
Tenemos nuestra herencia, el pueblo húngaro todavía existe, Buda todavía está en pie, somos quienes éramos, y seremos quienes somos. Nuestra reputación viaja largo y lejano; la gente más lista y los pueblos más inteligentes reconocen a los húngaros. Nos adherimos a la ley ancestral, y también medimos nuestras obras por los estándares universales. Enseñamos a nuestros niños que su horizonte debería ser la eternidad. Tanto si tenemos éxito como si no, tanto si finalmente como si no, vemos la construcción de un hogar que es libre, independiente, valioso y respetado en todo el mundo – uno que se alce alto por nuestros antepasados de 1848, y por lo que ellos sacrificaron sus vidas- no podemos saberlo aún. Podemos saber, sin embargo, que la actual constelación europea es inestable, y así tendremos algunos momentos de pruebas delante. Los tiempos en que vivimos nos presionan con esta cuestión, que es como el sable del Húsar sostenido en nuestro pecho: ¿Deberemos vivir en la esclavitud o en la libertad? El destino de los húngaros se ha entrecruzado con las naciones de Europa, y ha crecido para ser gran parte de la unión que hoy ningún pueblo único, incluyendo al pueblo húngaro, puede ser libre si Europa no es libre. Y hoy Europa es una flor frágil, débil y enfermiza que está siendo comida por un gusano oculto. Hoy, 168 años después de la gran lucha por la libertad de sus pueblos, Europa, nuestro hogar común, no es libre.
Damas y caballeros,
Europa no es libre, porque la libertad empieza cuando se dice la verdad. En Europa hoy está prohibido decir la verdad. Un bozal es un bozal, incluso si está hecho de seda. Está prohibido decir que hoy no estamos siendo testigos de la llegada de refugiados, sino de una Europa que está siendo amenazada por la inmigración masiva. Está prohibido decir que decenas de millones están para marchar en nuestra dirección. Está prohibido decir que la inmigración trae crimen y terrorismo a nuestros países. Está prohibido decir que las masas de personas que vienen desde diferentes civilizaciones representan una amenaza a nuestro modo de vida, nuestra cultura, nuestras costumbres, y nuestras tradiciones cristianas. Está prohibido decir que, en vez de integración, aquellos que llegaron aquí, desde el principio han construido un mundo según sus propias leyes e ideales, que están expulsando a la estructura milenaria de Europa. Está prohibido decir que no es accidental y que no es una cadena de consecuencias inintencionadas, sino que es una campaña planeada y orquestada, y una masa de personas se dirige hacia nosotros. Está prohibido decir que en Bruselas están confabulándose para transportar extranjeros aquí tan rápido como sea posible, y asentarlos entre nosotros. Está prohibido decir que el propósito de asentar a estas gentes aquí es para redibujar el mapa religioso y cultural de Europa, y reconfigurar sus fundamentos étnicos, por medio de lo cual se eliminan los estados nación, que son el último obstáculo para el movimiento internacional. Está prohibido decir que Bruselas está devorando sigilosamente cada vez más trozos de nuestra soberanía nacional, y que en Bruselas hoy muchos están trabajando para un plan de los Estados Unidos de Europa, para lo cual nadie ha dado autorización alguna.
Damas y caballeros,
Los enemigos de la libertad de hoy se visten de un ropaje diferente a los gobernantes monárquicos e imperiales de antaño, o aquellos que dirigían el sistema soviético; ellos usan un conjunto de herramientas diferente para forzarnos a la sumisión. Hoy ellos no nos encarcelan, no nos llevan a campos, y no envían tanques para ocupar los países leales a la libertad. Hoy, los bombardeos de artillería de los medios de comunicación internacionales, así como denuncias, amenazas y chantajes, son suficientes o más bien, han sido suficientes hasta ahora. Los pueblos de Europa están despertándose lentamente, están reagrupándose, y pronto recuperarán terreno. Las vigas de Europa que descansan en la supresión de la verdad están crujiendo y resquebrajándose. Los pueblos de Europa pueden haber entendido finalmente que su futuro está en juego: No sólo lo está su prosperidad, su comodidad y sus trabajos, sino que también están en peligro su seguridad y orden pacífico de sus vidas. Los pueblos de Europa, que han estado dormitando en la abundancia y prosperidad, han entendido finalmente que los principios de vida sobre los que se construyó Europa están en peligro mortal. Europa es una comunidad de naciones cristianas, libres e independientes; es la igualdad de los hombres y mujeres, la competición justa y la solidaridad, el orgullo y la humildad, la justicia y la compasión.
El peligro no está ahora amenazándonos con guerras y desastres naturales, que toman el terreno bajo nuestros pies en un instante. La inmigración masiva es como una corriente lenta y continua de agua que golpea la orilla. Aparece bajo el disfraz de ayuda humanitaria, pero su verdadera naturaleza es la ocupación del territorio; y su ganancia en el territorio es nuestra pérdida. Hordas de implacables guerreros de los derechos humanos sienten un deseo inapagable para reprendernos y acusarnos. Se afirmó que nosotros somos xenófobos y hostiles, pero la verdad es que la historia de nuestra nación es también una de inclusión e interconexión de culturas. Aquellos que han buscado para venir aquí como nuevos miembros de la familia, como aliados, o como personas desplazadas que temían por sus vidas se les ha permitido hacer una nueva casa por sí mismos. Pero aquellos que han venido aquí con la intención de cambiar nuestro país y modelar nuestra nación a su propia imagen, aquellos que han venido con violencia contra nuestra voluntad, siempre se han encontrado con la resistencia.
Damas y caballeros,
Al principio, ellos sólo hablaban de algunos cientos, de mil o dos mil personas desplazadas. Pero ningún líder europeo responsable por su cuenta se atrevería a jurar que estos miles no se incrementarán al final hasta decenas o cientos de miles. Si queremos detener esta migración masiva, debemos ante todo, frenar a Bruselas. El principal peligro para el futuro de Europa no proviene de aquellos que quieren venir aquí, sino de los fanáticos internacionalistas de Bruselas. No podemos permitir que Bruselas se coloque por encima de la ley. No deberemos permitirles que fuercen sobre nosotros la amarga fruta de la política de inmigración cosmopolita. No deberemos importar a Hungría el crimen, terrorismo, homofobia y antisemitismo quema-sinagogas. No habrá distrito urbano más allá del alcance de la ley, no habrá desordenes masivos o disturbios de inmigrantes aquí, y no habrá pandillas acechando a nuestras mujeres e hijas. No deberemos permitir que otros nos digan cómo podemos estar en nuestra casa y nuestro país, quien vivirá al lado, y con quien compartiremos nuestro país. Sabemos cómo marchan estas cosas. Primero les permitimos que nos digan a quien debemos acoger, entonces ellos nos fuerzan a servir a los extranjeros en nuestro país. Al final nos encontramos a nosotros mismos haciendo la maleta y abandonando nuestro propia tierra. Por tanto, rechazamos el plan de reasentamiento, y no toleraremos ni chantajes ni amenazas.
El tiempo ha llegado para hacer sonar a la campana de alarma. El tiempo ha llegado para la oposición y resistencia. El tiempo ha llegado para reunirnos con los aliados. El tiempo ha llegado para alzar la bandera de las naciones orgullosas. El tiempo ha llegado para prevenir la destrucción de Europa, y para salvar el futuro de Europa. Para este fin, sin importar la afiliación de partido, apelamos a la unidad de todos los ciudadanos de Hungría, y apelamos a que se unan todas las naciones de Europa. Los líderes y ciudadanos de Europa no deben vivir más en dos mundos separados. Debemos restaurar la unidad de Europa. Nosotros, los pueblos de Europa no podemos ser libres individualmente si no somos libres juntos. Si unimos nuestras fuerzas, tendremos éxito; si empujamos en direcciones diferentes, caeremos. Juntos somos fuertes, divididos somos débiles. O todos juntos o nada en absoluto, hoy esta es la ley.
Damas y caballeros,
En 1848 se escribió en el libro del destino que nada podría hacerse contra el imperio Habsburgo. Si entonces nos hubiéramos resignado a este resultado, nuestro destino habría sido sellado y el mar alemán habría tragado a los húngaros. En 1956 se escribió en el libro del destino que permaneceríamos como un país ocupado y sovietizado hasta que el patriotismo se extinguiera en el último húngaro. Si entones, nosotros nos hubiéramos resignado a tal resultado, nuestro destino habría sido sellado, y el mar soviético habría engullido a los húngaros. Hoy se escribe en el libro del destino que los poderes ocultos y sin rostro eliminarán todo lo que es único, autónomo, antiguo y nacional. Ellos mezclan culturas, religiones y poblaciones hasta que nuestra multifacética y orgullosa Europa se convierta finalmente en dócil y pacífica. Si nos resignamos a este resultado, nuestro destino estará sellado, y seremos engullidos en la enorme barriga de los Estados Unidos de Europa. La tarea que aguarda al pueblo húngaro, las naciones de Europa central y otras naciones europeas que aún no han perdido todo su sentido común, van a derrotar, reescribir y transformar el destino propuesto para nosotros. Nosotros, húngaros y polacos sabemos cómo hacer esto. Hemos sido enseñados a que sólo si tú eres lo suficientemente bravo, miras al peligro de frente. Debemos por tanto traer la antigua virtud del coraje bajo el cauce del olvido. Lo primero de todo es que debemos poner el acero en nuestras espaldas y debemos responder claramente a la cuestión principal, la única y más importante cuestión que determina nuestro destino con una voz tan elevada que puede oírse alto y claro. La cuestión sobre la que se levanta o cae el futuro de Europa es esta: “¿Viviremos en la esclavitud o en la libertad?”
¡Adelante por Hungría, Adelante por los Húngaros!