Tendencias bélicas modernas
En los últimos 10 años han tenido lugar una serie de cambios progresivos que han pasado de la marginalidad a la primera línea de los conflictos bélicos en marcha a lo largo de todo el mundo. Destacan en este sentido el uso de contratas de seguridad militar privada y de vehículos no tripulados, en dos palabras, que ha proliferado el uso de mercenarios y drones.
Veamos en este sentido cuál puede ser el objetivo de usar este tipo de medios bélicos frente al clásico ejército bajo bandera de un país, puesto que las diferencias pueden ser fundamentales para entender las motivaciones de algunos conflictos ya en marcha, o de los conflictos que parecen estallar en cuestión de poco tiempo.
En busca de soldados.
Esta es una tendencia que afecta sobre todo al ejército de los Estados Unidos, pues es el país que cuenta con el ejército más extenso y desplegado en cientos de bases por todo el mundo. Ya en tiempos de la guerra de Vietnam (1965-1975), para los presidentes de EEUU que mandaron en aquel tiempo, supuso un gran varapalo la llegada de aviones cargados con bolsas negras, es decir, con jóvenes muertos en una guerra que desde 1968 perdió todo el sentido en cuanto a saber la misión concreta para acabar con el Vietcong. Esa problemática de llorar por los jóvenes muertos, hijos en una típica familia americana, ha sido un problema que el mando estadounidense ha querido resolver desde entonces.
Las medidas tipo, conceder la ciudadanía a cualquier inmigrante en EEUU previo paso por el ejército fue una de ellas. También probaron el uso de población carcelaria para ver si les servían de soporte para ganar las guerras abiertas de Afganistán (2001) e Irak (2003), pero tampoco era suficiente. Además, que no podían confiar la realización de operaciones considerables porque inmigrantes o presidiarios no querían irse a primera fila de combates como carne de cañón. O bien lo único que esperaban era una oportunidad para huir. Necesitaban tropa que luchase como los militares pero no tuviera problemas éticos en las operaciones que se les encomendaran.
Los Vehículos Aéreos No Tripulados.
La tecnología puso su parte. De aviones teledirigidos para que los niños jueguen felices en los parques, tras haber construido un avión, a los ya tristemente famosos dones o Vehículos Aéreos No Tripulados (en adelante VANT). La “ventaja ética” de los VANT es que sencillamente no se cansan, no te recriminan el objetivo, no dudan, y si “mueren”, pues todavía menos problema ya que sólo sería un montón de chatarra (muy cara) que se perdió. Ninguna familia estadounidense llorará porque un VANT sea destruido o capturado. Ni tampoco habrá noticias sobre bolsas negras con los restos de estos vehículos. Nadie derramará una lágrima por ellos.
Pero los VANT tienen limitaciones operativas, desde verdaderos problemas como su “hackeabilidad”, ya que requieren control vía señales. Y son un arma que sirve para combatir a enemigos con poca tecnología, puesto que su uso ha tenido lugar principalmente contra grupos terroristas en Asia y África, no contra las fuerzas aéreas de un Estado. Y ahí queda la línea evolutiva más previsible: El desarrollo de VANT como armas plenamente operativas que puedan sustituir a los pilotos en las fuerzas aéreas y que ese coste de crear y mantener a un piloto sólo tenga un riesgo y es que se atragante con el aperitivo mientras está manejando un VANT desde miles de kilómetros del teatro de operaciones. Parecería que así ningún piloto podría arriesgar su vida y que su muerte o captura por el enemigo le pueda reportar problemas de reputación al Presidente de turno.
Asalariados al mejor postor.
Por otro lado están las fuerzas militares privadas, también conocidas como “contratas”, pero en mi opinión, son lo que ha existido desde milenios atrás: Mercenarios, tropas al servicio del mejor postor. Actualmente, este tipo de tropas es muy útil para una potencia que tiene recursos económicos, quiere realizar operaciones que dudosamente concuerdan con la moralidad que el país contratante se supone que profesa, y de nuevo, si muere un puñado de mercenarios, tampoco habrá fotografías lacrimógenas, ni sindicatos que se manifiesten por la muerte de unos trabajadores en su puesto laboral. Además, para los países contratantes supone que pueden tener dos ejércitos al mismo tiempo pero sin comunicación entre sí. La mano derecha y la mano izquierda saben de su existencia mutua, pero ninguna de ellas sabe lo que está haciendo la otra; para coordinar ya estaría el poder político de turno.
De este modo, la falta de operatividad sobre el terreno que pueden tener los VANT, se corregiría mediante los ejércitos privados que cada vez están ganando más terreno en los teatros de operaciones. EEUU es el país más conocido en el uso de estas contratas, pero también Francia y Reino Unido tienen las suyas propias.
En conclusión, el uso de VANT y militares privados va en aumento, pero aún tiene limitaciones intrínsecas puesto que los ejércitos han sido el desarrollo de siglos para mantener una fuerza operativa en combate, con todos los elementos que ello requiere. Mientras que estos dos nuevos elementos funcionan como apéndices, como apoyos, o incluso como parásitos que se benefician de la protección que ofrecen las fuerzas militares convencionales pero, hay ciertas misiones, o bien peligrosas, o bien “poco éticas”, que al país que envío a ese ejército, le conviene que se hagan por otros medios que no afecten a su reputación. Básicamente, que las medallas se las lleve el presidente y su camarilla, pero los muertos los pongan otros, y preferiblemente, desconocidos a los que se supone que nadie echará de menos.