Diego Fusaro y Carlos X. Blanco. Algo está cambiando: vuelve la crítica
Llegó el fin de las publicaciones del macartismo “woke”
Leopoldo Mairena.
El panorama editorial español se está inflamando, y se percibe un gran cambio de tendencia. Hay heridas abiertas y relevo en la hegemonía.
La hegemonía cultural de la izquierda “woke” no hace sino perder terreno. Las lecturas de la secta progre no interesan ya a casi nadie. La verdad ¿pueden interesar ya esos productos parapoliciales al estilo de Steven Forti o Pablo Batalla?
Quienes sufren la explotación y temen por su futuro ante el panorama de una España invadida por miles y miles de extranjeros que fuerzan a la baja el nivel de salarios y crean un ejército laboral de reserva, quienes se inquietan ante la precariedad de sus empleos, la sustitución del proletariado industrial por precarios repartidores de pizzas o camareros de chiringuito, los que luchan por sacar adelante sus familias y les importa un carajo el número de identidades de género que caben en un solo cuerpo humano o la comida “halal”…a la gente normal y trabajadora, el nuevo macartismo que busca “fascistas” hasta debajo de las piedras no puede interesar a nadie.
Proliferan en exceso esos libros que “analizan” la extrema derecha y se esfuerzan en hacer listas negras de prorrusos, rojipardos, neorrancios, nazbols, tricornios, etc. etc.. Las editoras que antaño gozaban de gran prestigio, algunas de ellas como buques insignia del anti-capitalismo, ahora se empantanan en la publicación de obras inquisitoriales y sumamente mojigatas dentro del puritanismo “woke”. Sus días ya son contados. Esta surgiendo otro mundo editorial, mucho más crítico y realista.
Anda muy perdida esta izquierda posmoderna y neoliberal. Otros editores están tomando la delantera en cuanto a pensamiento crítico y avanzado. Motiva mi comentario el lanzamiento de dos obras que darán mucho que hablar este año y los venideros, dos textos que sí ponen el dedo en la llaga del mundo contemporáneo. Un mundo turbocapitalista dominado por una élite loca y antihumanista, con enorme capacidad de soborno de esa pseudoizquierda progre que afanosamente apuntala un sistema depredador por esencia.
Una obra es En Contra del Viento (Letras Inquietas, 2022). Es uno de los textos más filosóficos, pero no por ello menos polémicos y punzantes, de la obra del filósofo italiano Diego Fusaro. Actualmente Fusaro encabeza en Europa, y muy señaladamente en España, esa corriente que quiere devolver la cabeza y la racionalidad a los movimientos populares (“populistas” si se prefiere). Movimientos, como dije arriba, a los que les importa una higa una huelga de juguetes, unas identidades “no binarias” o una “menstruación sostenible” y “ecosocialista”, sino otras cosas: una defensa del empleo digno, con uñas y dientes y una soberanía económica nacional.
Fusaro nos devuelve a la filosofía clásica moderna y contemporánea, no a las locuras posmodernas. Recorre con rigor la historia del pensamiento desde Spinoza y Fichte hasta Gramsci y Gentile, pasando, desde luego, por Hegel y Marx. Los partidarios del engendro llamado Podemos, y todas sus franquicias periféricas, la izquierda caniche, mejor harían leyendo a los clásicos que no aplaudiendo a esos ignorantones que son Iglesias, Errejón, Echenique, y sus inquisidores de cabecera (Batalla o Forti).
La otra obra que mueve mi comentario es El marxismo no es de izquierdas (EAS, 2022) obra de Carlos X. Blanco, conocido filósofo marxista (sus artículos de rebelión.org y Nómadas son leídos en todo el mundo hispanohablante desde hace más dos décadas) y spengleriano (el autor en español más citado en la Oswald Spengler Society). Como acostumbra a hacer, Blanco denuncia en este libro las desviaciones antiproletarias y procapitalistas de la izquierda occidental y española. El PSOE felipista fue ya el primer agente neoliberal y deletéreo en nuestra patria, y la creación de marcas blancas y muleteros del sistema (como Izquierda Unida, Podemos y separatistas varios) forman parte del plan para desguazar la milenaria nación española en “eurorregiones” (o sea, Taifas) sin ningún peso específico en la Unión Europea, todo con el visto bueno y hasta con la bendición de la progredumbre. Todo esto lo analiza Carlos X. Blanco con gran detalle.
Disfruten de la lectura.