Un campo de concentración digital o la guerra (entrevista en Radio KP)
Sergei Mardan y Maria Bachenina entrevistan al filósofo Alexander Dugin y discuten sobre el futuro de la humanidad, por qué la victoria de Biden puede considerarse como un golpe de Estado y si la humanidad será absorbida por la digitalización.
S. Mardan: ¡Hola todos! Soy Sergei Mardan.
M. Bachenina: Soy María Bachenina. ¡Buenos días!
S. Mardan: ¡Feliz Año Nuevo a todos! Así que comencemos. Para ello, no vamos a hablar sobre los aburridos acontecimientos de este Año Nuevo que, dejando de lado el asalto al Capitolio en Estados Unidos, no es posible encontrar ninguna otra noticia de importancia. Por eso nos vamos a centrar en los pronósticos de este año que comienza. Y hablaremos sobre el futuro con nuestro invitado el filósofo ruso Alexander Dugin. ¡Bienvenido!
A. Dugin: ¡Hola!
M. Bachenina: ¡Hola!
S. Mardan: ¿Acaso, señor Dugin, sabe por dónde quiere comenzar nuestra discusión? Por mi parte, me he encontrado con un texto muy extraño. Citaré un poco del mismo y luego lo discutiremos.
“El inicio de esta nueva época coincide simultáneamente con el momento en que se dan los preparativos para una nueva revolución industrial o Industrialización 4.0. Paralelamente a este proceso, a comenzado a crecer una tendencia reaccionaria al interior de la sociedad que demanda una contrarrevolución 4.0 en respuesta al inicio de esta digitalización global, cuyo primer desafío es el COVID-19”. En este sentido, varias personas bastante influyentes en el campo de la política han comenzado a dar sus opiniones acerca de esta especie de ideología conservadora y ella misma se está convirtiendo en una tendencia: dicen que Rusia esta volviendo a convertirse en el bastión del pensamiento conservador a nivel mundial e, incluso, en el soporte de este movimiento conservador. Pero, ¿acaso un país, o una sociedad, es capaz de detener un proceso que ya es imposible de detener y que, en mi opinión, es irreversible? ¿Qué piensa señor Dugin?
A. Dugin: Creo que el tiempo no es tal como se nos presenta ni tampoco es como imaginamos que es. Nuestra idea del tiempo, que a su vez esta determinada por los acontecimientos, los cambios o las transformaciones tecnológicas, es una ilusión que se sostiene sobre una ideológica artificial que es al mismo tiempo muy débil y obsesiva. Y este punto resulta fundamental, porque, al ser el tiempo una ilusión ideológica, pareciera ser que es algo en sí mismo y que no depende de nosotros. De hecho, mientras sigamos siendo humanos – y no robots, máquinas o incluso dispositivos informáticos – seremos capaces de decidir cuál será el contenido mismo del tiempo futuro, esto sucederá mientras seamos seres humanos. Se trata de la relación que verdaderamente el hombre ha construido con respecto al tiempo: es una relación que nosotros mismos podemos definir. No sucederá una cuarta revolución o una conservatización de la realidad, o una especie de progreso de la realidad, sin nuestro consentimiento o sin que nosotros no hallamos tomado una decisión. Nosotros somos quienes decidimos cómo será el futuro. Y tener en cuenta esto es algo fundamental. Existen sin duda ciertas tendencias, ciertas lógicas causales y demás cosas, pero siempre permanecemos como seres libres al interior de esas lógicas causales. Claro, eso sucederá siempre y cuando seamos seres humanos: mientras lo seamos, podemos abrirnos y tomar una decisión diferente.
Estoy totalmente en desacuerdo con la idea protestante de que existe un tiempo lineal. Esta idea fue planteada por Calvino durante la Reforma y se trataba de que era necesario negar el libre albedrío. Occidente terminó por extraviarse en el momento en que decidió aceptar las ideas del calvinismo y ello significaba negar el libre albedrío. Tal idea implica que las revoluciones, los cambios que se producen en las instituciones y en la historia son acontecimientos que están predestinados, son una ley férrea producto de una transformación inevitable en la cual los seres humanos son incapaces de influir. O que nuestra influencia es en realidad muy débil, artificial y, de hecho, una ilusión.
Nosotros partimos desde un punto de vista completamente diferente. Un punto de vista ortodoxo, si queremos llamarlo de ese modo. Los católicos también defendieron la existencia del libre albedrío. Creo que mientras seamos humanos, seremos criaturas libres. Y mientras seamos libres, seremos capaces de influir en el futuro. Además, estamos construyendo nuestro futuro. Ni una cuarta revolución industrial, ni el conservadurismo ni ninguna otra clase de realidad determinada por causales materiales o sociales van a tomar ninguna decisión en lugar de nosotros mismos: somos nosotros quienes elegimos. Y, en este sentido, al iniciar este año, y en eso estoy de acuerdo con ustedes, no estoy a favor de esta cuarta revolución industrial, ya que cuando intentamos justificar las cosas usando la economía, siempre terminamos cayendo directamente al abismo. Acabamos empantanados en una pocilga destartalada y eso se debe a que intentamos explicar a una criatura tan compleja, delicada y refinada como es el hombre una serie de causalidades estrictamente materiales que no tienen ningún fundamento.
En mi opinión, ahora nos estamos enfrentando a un problema muy grave: ¿acaso seguiremos apoyando este camino basado en el progreso y que es impulsado por el Partido Demócrata de los Estados Unidos y las compañías de alta tecnología? Ellos nos ofrecen una solución en forma de una filosofía y una ideología propia. Por fin nos hemos hecho conscientes de que esta es una ideología.
Pero también podemos decir no ante algo semejante. Ambas opciones son posibles. Nos intentan imponer la idea de que no existe ninguna clase de alternativa frente a Biden. No obstante, si existe una alternativa: 70 millones de estadounidenses piensan que existe. Nos dicen que nuestra única alternativa es la digitalización, pero no es cierto. Somos nosotros quienes tomamos una decisión, podemos crear una alternativa distinta a la modernización y a la digitalización, o de lo contrario seremos destruidos por ella.
Estoy profundamente convencido de que mientras exista el ser humano, existirá la libertad de decir “sí” o “no” a cualquier cosa, a cualquier tendencia posible. Y en estos momentos creo que es un hecho que nuestra capacidad para tomar una decisión se está volviendo cada vez más importante. Por un lado, tenemos la idea que nos propone una gran reconstrucción, idea que es promocionada por los globalistas. Personalmente creo que ellos se han robado las elecciones y han impuesto su voluntad, ha sucedido un golpe de Estado al interior de los Estados Unidos. Y ahora comenzaran un ataque a nivel mundial. A este ataque se le puede llamar el “great reset” (el gran reinicio), con tal de afianzar la agenda globalista. Por otro lado, ha comenzado un «great awakening», un gran despertar. Los seres humanos han comenzado a entender que no estamos hablando únicamente de las tecnologías o de las leyes objetivas y deterministas de la naturaleza, sino que estamos hablando de una dominación ideológica real: de una hegemonía impuesta, que ni siquiera es la hegemonía de todos los Estados Unidos, sino únicamente de la mitad de su población. Incluso podemos decir que se trata únicamente de una ideología que pertenece a solo la mitad de la élite estadounidense, a solo la mitad de la sociedad estadounidense y que está buscando imponer su propia agenda a nivel mundial. Naturalmente, existe una resistencia frente a esa ideología. Creo que Rusia esta desempeñando un papel muy importante en este proceso de resistencia y en el despertar de esta lucha contra semejante ideología.
S. Mardan: Alexander Guélievich, si tomamos como punto de partida el final del siglo XIX y el comienzo de la rápida industrialización que aconteció al interior de Rusia, entonces la capa social que pertenecía a este sector industrial al interior de la sociedad era realmente microscópica en un país que era eminentemente campesino. Los burgueses y los señores de la industria no eran nada más que un 1% o menos de la población. Los bolcheviques, junto con la clase obrera, y Dios no lo quiera, no eran más que un diez por ciento de toda la población del Imperio ruso en 1917. Sin embargo, consiguieron afianzar la victoria de la modernización y la industrialización en Rusia.
Estos 70 millones de estadounidenses han perdido, ¿acaso creen que han sido capaces de resolver algo? Ellos no decidieron nada. El intento de venganza que emprendieron los anti-globalistas ha fracasado. ¿Será que se dará el caso en que Rusia se unirá al camarada Biden y comience a introducir este proceso de digitalización de una manera similar a como está aconteciendo en Moscú de forma sangrienta y por medio del acero?
A. Dugin: Esa es una pregunta completamente abierta. Es cuestión de que alguien decida o no. Primero, es verdad que tienes toda la razón sobre el hecho de que la revolución bolchevique no estuvo basada en ningún factor objetivo. Al contrario, quienes la impulsaron actuaron en nombre del futuro, un futuro que solo ellos conocían y que iba en contra de todas las leyes, incluso era un futuro contrario a las leyes del marxismo. Porque según Marx era imposible que en un país donde no se había instaurado el capitalismo se produjera una revolución socialista. Además, teníamos una población compuesta en un 99% por campesinos de a pie y un proletariado industrial que casi ni existía. Sin embargo, los bolcheviques ganaron porque el viejo modelo conservador terminó colapsando. Ellos ganaron porque fueron los más agresivos, los más paranoicos y los que lograron imponer sus ideas.
Está sucediendo algo muy parecido en Estados Unidos. La victoria de Biden y los demócratas es la victoria de un bolchevismo liberal que también dice estar a favor de la alta tecnología y representa a Twitter, a Google, a la inteligencia artificial: ellos trabajan a favor de la libertad de género y el hecho de que tú votes como parte de una mayoría no les importa para nada en lo absoluto. Y eso significa una derrota. Por otro lado, tenemos a la mitad de los Estados Unidos que se encuentra luchando contra este proyecto progresista, pero su lucha no es suficiente. De hecho, todo lo que ha sucedido es de gran importancia. No creo que la otra mitad de Estados Unidos haya perdido por completo, ya que han llegado a hacerse conscientes de lo que sucede. Se han dado cuenta de que Google, Twitter o Facebook, no son únicamente herramientas que pueden usarse como ellos quieran. En realidad, estas herramientas son los tentáculos de la inteligencia artificial que ha penetrado ideológicamente en nuestras conciencias.
Aquí resulta muy importante recurrir a Heidegger o Friedrich Georg Jünger: especialmente el libro que este último público y que se titula La perfección de la técnica o a los análisis que hizo Heidegger. La técnica es una forma de metafísica, una especie de verdad. La tecnología lleva consigo una ideología. Y los que dicen que el desarrollo técnico es una realidad objetiva, simplemente quieren imponer su propia voluntad, una voluntad que tiene un carácter progresista y una ideología: se trata de un bolchevismo tecnológico y tecnocrático.
No creo que los conservadores hayan perdido todavía. Sí, en Rusia perdieron en algún momento, pero luego acudieron ante el llamamiento estalinista: un partido que estaba compuesto de cinco mil miembros durante la revolución de 1917 se convirtió en un partido compuesto por un millón de personas. Por supuesto, estos eran los representantes del campesinado ruso y terminaron por trastocar todas las ideas del bolchevismo.
Creo que la batalla apenas comienza y se encuentra lejos de haber terminado. No se puede decir que los populistas y conservadores han perdido de forma definitiva. Para nada. La verdadera batalla apenas está empezando. Y en Rusia esta batalla se está desarrolla al interior de nuestro país y no fuera de él. Tenemos élites representadas por los Gref, Chubais, Kudrin, es decir, los seguidores de las ideas de la digitalización: son los hombres de Biden, ya que sus raíces y su cosmovisión es la misma que tiene el globalismo. También son parte de la IA de Google. Pero, en primer lugar, tenemos también a Putin que es inmensamente poderoso y desconfía mucho de ellos, lo mismo acontece con respecto a las fuerzas de seguridad y a un número abrumador de la población.
M. Bachenina: Tengo una pregunta para usted que es bastante compleja. Es verdad que tenemos el poder para decidir si estamos a favor o en contra de lo que sucede, pero es una realidad que ya existe una estratificación social conformada por esos nuevos profesionales que han surgido gracias a la desaparición de las antiguas profesiones que existían. ¿Cómo cambiará, en este sentido, los aspectos de la personalidad humana, es decir, la estructura de la misma personalidad? Vemos que estos cambios aún no están aconteciendo.
A. Dugin: Si elegimos el progreso, somos partidarios de Biden, Google, Twitter y Facebook, ¡entonces significa que le diremos adiós al ser humano! De hecho, estamos hablando de que ahora estamos a punto de reemplazar a los seres humanos por seres post-humanos: esas son las ideas sostenidas por el proyecto del post-humanismo. El primer nivel para preparar el advenimiento de esa realidad es la política de género. Es decir que el proceso por medio del cual se ha ido liberando al ser humano de todas las formas posibles de identidad colectiva ha llegado a su fin.
Por supuesto, la humanidad cambiará. Además, ya estamos en medio de un proceso de transformación que está sucediendo frente a nuestros ojos. Y está cambiando nuestra personalidad, la cual esta compuesta por un espíritu, un alma, un cuerpo y nuestra libertad. En cambio, se comienza a desarrollar una nueva personalidad digitalizada basada en un sistema de identificación informático, cerebros electrónicos, discos duros que sustituirán a la memoria, interfaces reemplazables, etc… Además, para que seamos suplantados por la inteligencia artificial, es necesario enseñarnos a pensar como una inteligencia artificial antes de que esta misma sea implementada tecnológicamente. Una sociedad controlada por las élites, donde la conciencia se ha convertido en algo externo, por ejemplo, que pertenece al Estado o a una ideología, como sucede hoy en día de forma extrema en el Occidente liberal, son los principios que permitirán la implementación de los planes que preparan la creación de la inteligencia artificial. Occidente es una sociedad que ya no piensa por sí misma. El hombre está por completo alienado de sí mismo y ha terminado por ser sometido a las ideologías políticas. Las ideologías cumplen el papel que esta reservado a la inteligencia artificial. En algún momento, esta IA empezara a funcionar y ahora somos testigos de la fusión que se esta produciendo entre esta ideología, como es el caso del Partido Demócrata, y la tecnología. Es obvio que las tecnologías tienen un componente ideológico: no son solo una herramienta que podemos utilizar, sino que nosotros terminamos por servirles. Por ejemplo, estas tecnologías están todo el tiempo censurándonos. Escribí un artículo en que criticaba a Biden e intenté publicarlo en Facebook, y este articulo simplemente no aparece, no es posible publicarlo. No se trata únicamente de la tecnología: es como si la propia computadora estuviera censurándote. No se trata solo de la computadora, es una nueva forma de pensar la que esta incrustada en los circuitos de la misma tecnología.
M. Bachenina: La rebelión de las máquinas.
A. Dugin: Nosotros ya somos máquinas. Para convertirnos por completo en máquinas, primero debemos construirlas antes de ensamblarlas. Nuestra conciencia está total y completamente formada desde el exterior. La libertad la hemos perdido hace mucho tiempo. Ahora solamente estamos perdiendo sus últimos resquicios. Las políticas de género van dirigidas a destruir la libertad de tener una clase de género y de poder afirmar una identidad como tal.
M. Bachenina: Pero si observamos Rusia, y por supuesto que no estamos hablando de Moscú ni de San Petersburgo, ni tampoco de otras ciudades pobladas por millones de personas, ¿es posible hablar de que más allá de la Región Chernozem y de los Urales las personas no se correlacionan con esta clase de realidades de ninguna forma? Existen lugares donde la gente no tienen acceso a esa vida digital.
A. Dugin: Pero cada vez el mundo se está digitalizando más y más. Observemos a nuestra juventud. Ellos están siendo absorbidos por las redes sociales. Y eso sucede en la Región de la Chernozem y en otras partes más allá de los Urales.
No, no estamos deteniendo este proceso. El caso es que, aunque nuestra sociedad vive a un ritmo diferente, como, dicho sea de paso, también sucede con la mitad de la sociedad estadounidense (la mitad de los Estados Unidos que es normal, junto con los populistas europeos que son normales), lo cierto es que, en general, el mundo entero es normal, salvo, por supuesto la que considero que es esa élite satánica que nos gobierna a escala global y que componen las filas del globalismo. Me opongo por completo a sus ideas. Me opongo al liberalismo y a la destrucción de todas las formas de identidad colectiva que posee el hombre. Pero hasta ahora, ellos han conseguido ganar porque su ideología es la más poderosa, la que se encuentra mejor formulada. Ellos nos dicen: vamos a liberar al individuo de todas las formas posibles de identidad colectiva. El último paso que queda por dar en estos momentos es liberar al ser humano de su misma humanidad, ya que esta es una forma de identidad colectiva. Y decir que simplemente no estamos lo suficientemente digitalizados como para que algo como eso nos afecte es realmente ser muy ingenuo. Todo esto debe preocuparnos ya que estamos involucrados en este proceso. Y parte de nuestra élite esta del lado de la ideología globalista. Ellos actúan a su favor, penetrando en nuestra vida, incluso hasta llegar a su interior más profundo.
La única posibilidad que nos queda es el hecho de que acontezca un gran despertar donde las personas se den cuenta de todo lo que está sucediendo. Y entonces serán capaces de dar una respuesta consciente, responsable y libre. Se trata en realidad de que no queremos adaptarnos a esas ideas o a la esencia que nos propone el globalismo. ¡Queremos preservar y revivir nuestra dignidad humana! Tal cosa no es una tarea fácil. Nuestro derecho a la libertad está siéndonos arrebatado ante nuestros propios ojos. Y bajo el disfraz de la libertad, nos están imponiendo un nuevo campo de concentración digital. Y lo llaman un cuarto orden económico donde dejaremos de ser humanos y entonces alcanzaremos el éxito.
S. Mardan: Nos gustaría conocer sus predicciones para el próximo año: ¿puede suceder un punto de inflexión al interior de esta lucha o primero todo deberá aproximarse al abismo y arrojarnos al infierno?
A. Dugin: Lamentablemente, pienso que no existen las bases para que esta lucha termine de una forma pacífica hoy en día, o que termine con un compromiso donde se produzca un entendimiento mutuo, o la corrección del rumbo de todo lo que sucede. No existe ninguna esperanza de que ello suceda. Creo que todo terminará conduciéndonos al infierno. Desafortunadamente, todo acabara conduciendo a la guerra y al infierno. Somos testigo de lo radicales que son los representantes del globalismo. No hablan con nadie. Satanizan instantáneamente a quien es un conservador. De hecho, a Trump y a los republicanos ni siquiera se les venden boletos de avión. Y si expresas simpatía por Trump en las redes sociales te censuran, ¿acaso podemos llegar a imaginarnos un grado más alto de totalitarismo? Se han eliminado las cuentas de cientos de miles en Twitter y lo mismo sucedió con muchas cuentas en Google. Esa realidad la experimenté en carne propia hace unos seis meses: cancelaron mi canal de YouTube, el de Tsargrad y el de varios otros medios de comunicación rusos. Ahora esto que antes acontecía en otras partes del mundo está sucediendo en los Estados Unidos. Lo cual significa que estamos enfrentándonos a unos fanáticos, a unos verdaderos bolcheviques liberales. Llevar a cabo una conversación con gente como ellos es imposible. Simplemente destruirán a sus oponentes de clase, y nosotros, los conservadores (y casi todos los rusos cabemos allí) serán perseguidos, especialmente los medios de información de carácter patriótico. Y lo mismo le espera a todo patriota en los Estados Unidos. Todos nosotros somos el enemigo de clase contra el que ellos luchan y el enemigo de clase está siendo destruido en estos momentos.
Quisiéramos poder entablar un diálogo pacífico, pero estamos en peligro en medio de una guerra que se libra no por la vida, sino por la muerte. O estas del lado de los globalistas o de la humanidad. ¡Es una guerra! Creo que hasta que no lleguemos al fondo mismo del infierno en esta guerra, no veremos cambios reales en ninguna parte. Continuarán llevándonos directo hacia su trampa. Es algo monstruoso.
S. Mardan: ¡Muchas gracias! Las previsiones para este 2021 seguramente no serán del agro de nadie: bienvenida sea la guerra.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera