Sobre el Capitalismo Financiero
Desde hace algunas décadas, se ha convertido en una especie de hábito compartido arremeter contra el sistema financiero, generalmente entendido como una desviación patológica y desafortunada de una economía capitalista "real", que es en sí misma justa y buena. El error de esta posición radica en no entender (querer entender) que la financiarización de la economía no debe entenderse como un accidente del curso con respecto a una "verdadera" economía de mercado que es en sí misma buena: es, en cambio, su consecuencia lógica.
Siguiendo la estela del tercer libro de El Capital de Marx, la economía financiera es, de hecho, la realización de la lógica de desarrollo del capital y su dinámica de absolutización, autonomización y valorización ilimitada del valor. En resumen, la financiarización no es una desviación, sino una consecuencia lógica de la dialéctica evolutiva del modo de producción capitalista. Además, se puede deducir con razón que el capitalismo no está "enfermo": es la enfermedad. Según Huffschmid, nicht die Krise, der Finanzkapitalismus ist das Problem: "el problema no es la crisis, sino el capitalismo financiero". Para ser rigurosos, habría que mantener, sin perífrasis, que el problema es el capitalismo qua talis.
Repasando algunas de las coyunturas centrales de la elaboración conceptual marxiana, la fórmula de la lógica capitalista (D-M-D1) se absolutiza en su nueva declinación financiera (D-D1-D2), que es un desarrollo coherente y no una desviación accidental y maligna. Si la lógica ilógica del capital reside en la valorización ilimitada del valor, que a su vez se basa en la voluntad de poder nihilista, se deduce más geométricamente que la financiarización es precisamente la realización y no una desviación del "concepto" (Begriff) del capital. En la plena diversificación entre la extracción de valor y la producción de valor, el capitalismo financiero -escribió Gallino- opera "haciendo todo lo posible para saltarse la fase intermedia, la producción de mercancías. El dinero se emplea, se invierte y circula en los mercados financieros para producir más dinero inmediatamente. La fórmula de acumulación se convierte entonces en D1-D2".
Fue en torno a los años 80 cuando el capitalismo comenzó a financiarizarse a sí mismo y al mundo entero de forma total, en un plano inclinado que nos lleva a nuestro presente, centrado en "un nuevo régimen de producción capitalista cuyo motor central son los mercados financieros". En el horizonte de esta nueva figura del modo de producción capitalista -que, gramscianamente, es una "prolongación orgánica" y no una superación de la anterior-, "la creación de dinero por medio de dinero ha ocupado el lugar de la producción de mercancías por medio de mercancías".
Si se quisiera intentar una especie de fenomenología del capitalismo financiero, destacando algunos de sus rasgos más destacados (que se desarrollarán más adelante en este ensayo), se podrían indicar al menos cinco esenciales, aunque no exclusivos: 1) la maximización del valor del accionista como paradigma universal; 2) la prestación de servicios financieros a los hogares por parte de las empresas industriales; 3) el crecimiento excepcional del capital gestionado por los inversores tradicionales (fondos de pensiones, fondos de inversión, compañías de seguros); 4) el empuje para ampliar el terreno fértil para las actividades financieras en todas las esferas, utilizando la privatización del mundo de la vida, desde las escuelas hasta la sanidad; 5) una rotunda redistribución de la renta desde abajo hacia arriba, con tres instrumentos (salarios bajos, reducción de la presión fiscal sobre las rentas más altas, reducción de los impuestos para las empresas).
El tercer libro de Das Kapital anticipa lo que se ha logrado en el marco del nuevo orden mundial posterior a 1989, a saber, la constitución, por un lado, de un "desarrollo orgánico", como podríamos llamarlo con Gramsci, del modo de producción capitalista, que se ha convertido en financiero-capitalista, y, por otro lado, de una nueva relación de clase, diferente en sus componentes de la clásica entre la burguesía y el proletariado.
Los dos puntos son, de hecho, inseparables, ya que el modo de producción capitalista, incluso en su variante financiera actual, no es una cosa inerte, sino una relación dinámica asimétrica entre personas. En su lógica esencial, el capitalismo financiero es el que completa el concepto mismo de capital, ya que la dinámica de autovalorización se da ahora en forma pura (D-D1-D2), sin tener que pasar siquiera por la mediación de la forma mercancía (D-M-D1). Su peculiar relación de clase, que exploramos en nuestro estudio Historia y conciencia del precariado (2018), es la que se da entre una aristocracia financiera apátrida y desarraigada en la cúspide y una masa precaria -el precariado- de sujetos que, coincidiendo con la vieja clase burguesa y la vieja clase proletaria ahora fusionadas, se ven obligados a sobrevivir de forma inestable.
Si bien el enfrentamiento entre el Señor de la élite global (la aristocracia financiera) y el siervo nacional-popular (el precariado) ya ha sido ampliamente discutido en otro lugar, es la esencia del capitalismo-financiero como cumplimiento de la lógica de desarrollo del capital lo que este ensayo pretende abordar. No pretende más que responder a una pregunta que podría formularse parafraseando la que respondió Kant en 1784: Was ist Finanz-Kapitalismus? ¿Qué es entonces el capitalismo financiero? ¿Y cuáles son sus determinaciones conceptuales, históricas, económicas y sociopolíticas fundamentales?
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Traducción: Carlos X. Blanco