Siria, el enemigo cambiante
La guerra de Siria era clara. En un lado se alineaba la OTAN y sus árabes. Crearon un ejército para subvertir el sistema político sirio: un Estado laico, con igualdad de derechos para las mujeres y convivencia religiosa. Con un evidente déficit democrático aunque muy inferior al de sus enemigos del área, descontando Israel.
Una operación atribuida a John Brennan, asesor de antiterrorismo del presidente Obama, eliminó a los jefes militares y de inteligencia siria, el 18 de julio de 2012. Brennan es hoy director de la CIA.
Estados Unidos descabezó a la cúpula militar siria; creó un ejército sedicioso y socavó el plan de paz de Kofi Annan en la ONU. De paso, también terminó con Annan. El objetivo era derrocar por las armas al partido Baas y al presidente Al Assad.
Junto a Siria se alinean rusos, persas y chinos. Pilotos y marines rusos, guardianes de la revolución iraníes y muyahidines del Hezbolá combaten junto al ejército sirio. No es su sistema, no son sus leyes ni sus líderes. Reducen la operatividad del Estado Islámico y otras milicias. Pero no ligan su destino al de Al Assad. Buscan evitar la universalización del paradigma estadounidense y mantener a un aliado útil y añejo.
Los hechos hablan solos. El problema hoy no es derrocar a Al Assad. El problema es destruir a los combatientes reclutados para echarlo. Milicias como el Frente Al Nusra y Daesh, banderías que degüellan, crucifican y queman. Esas formaciones no priorizan la lucha contra Damasco. Se centran en consolidar un territorio propio en la provincia iraquí de Anbar y las áreas orientales de Siria. No han cumplido el papel que les asignaron. Son unidades fanáticas con su propia soberanía y sus propias metas.
El exembajador de Estados Unidos, Robert Ford, asegura que la “única oposición en Siria son los yijadistas”. Esa oposición que quisieron ver civilizada estuvo dirigida desde el principio por el libio Abdeljakím Beljach y el iraquí Abu Bakr al Bagdadí, ambos conocidos dirigentes de Daesh.
El monolito occidental se ha quebrado. Los dos atentados en Francia el año pasado hacen que el presidente Hollande ordene más agresividad a su Armée. París sostiene ahora la necesidad de llegar a acuerdos con el gobierno de Damasco para exterminar a Daesh y Al Qaeda. La canciller alemana Merkel se expresa de forma parecida. Más aún sufriendo los daños colaterales del conflicto con la llegada masiva de refugiados. Si eso es una consecuencia inesperada de la guerra, vaya panda de cortos de mira tenemos liderando.
Fuente: XYZ.