RUSIA EN SIRIA: ANÁLISIS DE SU INTERVENCIÓN MILITAR

Siria lleva 4 años llenando de forma intermitente portadas de todo tipo de informativos, periódicos y demás medios, pero la intervención rusa iniciada a finales de setiembre ha supuesto, y a pesar de no habernos cogido por sorpresa, un verdadero impacto mediático. Más allá de las intenciones del Kremlin para con su aliado de Damasco, esta intervención ha lanzado innumerables mensajes de carácter geopolítico tanto a nivel regional como a nivel global que merecen la pena ser analizados detalladamente. Esta intervención ha supuesto, además, un añadido en la ya de por sí extensa complejidad del conflicto sirio y, por extensión, de Oriente Medio.

¿Qué intereses geopolíticos tiene Rusia en la región?

Para poder entender el porqué de la creciente implicación rusa en Siria es necesario comprender primero los intereses que Moscú ha tenido y sigue teniendo en la región desde hace décadas. Como bien sabemos, los Asad han sido aliados de la Unión Soviética y de Rusia desde su llegada al poder en 1971. La instalación naval rusa de Tartus, que tanto ha sido mencionada en los medios internacionales durante estos cuatro años de guerra civil, se remonta de hecho a esa época, si bien cabe recalcar que se le ha dado más importancia de la que realmente tiene al no ser una base naval propiamente dicha, sino un punto logístico para buques de la armada soviética/rusa en tránsito hacia otros lugares.

Esta instalación es, sin embargo, la única facilidad militar de la que Rusia dispone hoy día más allá de las fronteras de los países de la antigua Unión Soviética, siendo además su ubicación, en pleno Mediterráneo Oriental, claramente estratégica. Desde hace años que existen planes para ampliarla y de incluso volver a crear una escuadra naval mediterránea como la que existía en tiempos soviéticos dados los obstáculos estratégicos que suponen los estrechos turcos de los Dardanelos y del Bósforo. El conflicto de Siria no ha hecho más que acelerar esos planes, y a los trabajos de expansión del puerto de Tartus que ya se están llevando a cabo para poder albergar buques de mayor calado se suma el restablecimiento en el 2012 de una presencia naval rusa permanente en el Mediterráneo con buques aportados por las diferentes flotas. Algunos de estos buques, principalmente de transporte, han formado parte del llamado “Exprés Sirio” con el que Moscú lleva apoyando al régimen de Damasco con ayuda humanitaria y pertrechos militares desde hace meses.

Paso del Nikolay Filchenkov (Clase Aligator) por los estrechos turcos con cargamento visiblemente militar hacia Siria. Fuente en la foto.

Paso del Nikolay Filchenkov (Clase Aligator) por los estrechos turcos con cargamento visiblemente militar hacia Siria. Fuente en la foto.

Por otro lado y como resultado de la estrecha alianza forjada entre Damasco y Moscú desde los años 70, Siria no solo ha sido un tradicional cliente para el sector armamentístico ruso, sino que buena parte de sus oficiales han sido entrenados por los rusos. El Kremlin no quiere repetir el mismo error que cometió con la Libia de Gadafi, cuyo derrocamiento trajo consigo el fin de numerosos contratos firmados previamente entre ambos países. Esto es algo que también pretende evitar el presidente ruso con su apoyo decidido a Bashar al-Asad, es decir, el asegurarse no solo la continuidad en la entrega de sistemas armamentísticos firmados años atrás sino también que esta cooperación se mantenga y se incremente en un futuro tanto en este como en otros sectores.

La estabilidad de Siria, y por extensión, de Oriente Medio, se encuentra de esta forma entre los principales intereses rusos. Rusia alberga hoy día unos 20 millones de musulmanes dentro de sus fronteras y se calcula que aproximadamente unos 3.000 ciudadanos rusos, la gran mayoría musulmanes suníes provenientes del Cáucaso norte, están luchando en Siria contra el régimen del al-Asad con todos los riesgos que ello conlleva, es decir, la radicalización de muchos de estos combatientes y el incremento del riesgo de posibles atentados terroristas en Rusia tras el retorno de los mismos. De esta forma, y desde un punto de vista estratégico, intervenir directamente en el conflicto sirio en busca de fortalecer a una Siria secular -que por ahora solo el régimen de al-Asad ha sido capaz de garantizar-, ayudará a reducir el peligro de radicalización y desestabilización en la región que suponen grupos yihadistas como Daesh o Al-Nusra.

No menos interesante resulta asimismo el interés de Moscú por reafirmar de manera general su papel de gran potencia en la región, presentándose como un garante del statu quo existente antes del inicio de las diferentes revueltas árabes. Siria está sirviéndole a Moscú, además, para romper el cierto grado de aislamiento internacional al que Occidente le sometió a raíz de la crisis de Ucrania.

¿Cuáles son los objetivos de la intervención rusa?

Siempre en busca de garantizar los intereses previamente explicados, Moscú se ha propuesto una serie de objetivos a alcanzar con su campaña aérea. Por un lado, la protección y preservación de la facilidad naval de Tartus y de la base aérea de Hmeymim, en Latakia, así como futuras facilidades militares que puedan ser utilizadas por las fuerzas armadas rusas. Por otro, apoyar a las desgastadas fuerzas de tierra gubernamentales sirias e iraníes –así como a las milicias chiíes de Hezbollah– en sus ofensivas para recuperar el terreno perdido, especialmente en las regiones occidentales del país donde se ubican, precisamente, las facilidades rusas. Ello pasa por el debilitamiento de los llamados rebeldes moderados –y no tan moderados–, así como el Daesh y la destrucción de su infraestructura y equipamiento militar.

El objetivo último de esto es la mera preservación del régimen de Damasco o al menos, de un régimen afín –esté o no encabezado por al-Assad– favorable a los intereses rusos, tanto actuales como futuros. Moscú manda, además, un claro mensaje a sus aliados: demuestra su voluntad de acudir en ayuda de los mismos cuando estos se encuentran en apuros. También se busca el evitar, o al menos limitar, la injerencia militar directa por parte de los vecinos de Siria. Para ello Putin se reunió en Moscú durante los días previos al inicio de la operación tanto con Erdogan como con Netanyahu para aclarar los límites de la misma y prevenir posibles acciones por parte de Israel y Turquía que pudieran ir en contra de los intereses rusos.

¿Qué medios militares ha desplegado Moscú?

Los preparativos para la campaña aérea se llevaron a cabo a través del mencionado “Exprés Sirio”, que aumentó el ritmo de idas y venidas hacia Tartús entre junio y agosto. Moscú ha transportado por esta vía la mayor parte del material bélico utilizado en tierra, tanto para uso propio como para suplir al Ejército Sirio de suministros y equipamiento nuevo. Cabe decir que desde el inicio de la campaña hasta el día de hoy, el despliegue militar ruso en Siria ha ido aumentando progresivamente, y lo seguirá haciendo en un futuro cercano tal y como el propio Kremlin ha expresado. Por ello, la información que ahora detallaremos puede ser susceptible a cambios. En total el componente aéreo ruso basado en Siria cuenta con al menos 48 aparatos, a saber:

  • 12 Sukhoi Su-24M, el modelo más utilizado por ahora en la campaña. De época soviética, en su versión modernizada aún es un vector capaz de ataque a tierra y ha demostrado ser altamente eficaz. El 24 de noviembre uno de ellos fue derribado por un F-16 turco cerca de la frontera siria, provocando una crisis entre ambos países. Moscú sopesa la posibilidad de enviar otra docena más para reforzar las operaciones.
  • 12 Sukhoi Su-25, otro clásico soviético y un veterano de Afganistán. Este avión de ataque a tierra está especializado en apoyo aéreo cercano (CAS) y en consecuencia está preparado para ello: fuertemente blindado, sus motores pueden funcionar con distintos tipos de combustible y posee un tren de aterrizaje que puede operar desde pistas no preparadas o mal pavimentadas. Su acción en Siria se ha limitado por ahora al lanzamiento de munición no guiada; desde bombas “tontas” hasta cohetes montados en pods sub-alares.
  • 4 Sukhoi Su-34, siendo el modelo desplegado más avanzado junto al Su-30SM. Con una aviónica muy moderna y una capacidad de carga superior, está sustituyendo a los Su-24M en el inventario ruso. Su despliegue fue toda una sorpresa, y posiblemente hayan sido enviados a Siria más por la necesidad de testearlos en un escenario de combate real que por pura necesidad. Se han caracterizado por realizar una gran cantidad de ataques de precisión con munición “inteligente” de última generación (bombas guiadas Kab-500S, Kab-1500LG, etc.).
  • 4 Sukhoi Su-30SM, un auténtico avión polivalente con capacidad tanto de ataque a tierra como de superioridad aérea, si bien los rusos están utilizándolos principalmente en misiones de escolta a los Su-24 y Su-34. Su número será reforzado próximamente con varios aparatos más, especialmente tras el incidente con Turquía.
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Dos Su-30SM estacionados en Hmeymim, Latakia. Fuente: Sputniknews.com

  • 12 Mil Mi-24P Hind, helicóptero de ataque altamente blindado. Este veterano de Afganistán –y de guerras posteriores– está presente en multitud de fuerzas armadas alrededor del globo, y ha demostrado su versatilidad y fiabilidad a lo largo de su dilatada historia. A pesar de que Rusia dispone de modelos mucho más avanzados en su inventario, Moscú ha decidido desplegar el Mi-24P con vistas a cederlos en un futuro al ejército sirio. Sus tareas consisten tanto en defender los perímetros de la base aérea de Hmeimym durante los despegues y aterrizajes de los aviones rusos como de realizar misiones de apoyo cercano a las tropas sirias en el frente.
  • 4 Mil Mi-8, el helicóptero más producido del mundo y operado por más de 50 países a día de hoy. Rusia ha desplegado en Siria el modelo más avanzado de este helicóptero de transporte, el Mi-8AMTSh, capaz de cargar una amplia gama de armamento aire-tierra –similar a las últimas versiones del Hind– además de tener capacidad para transportar hasta 36 personas. Es la plataforma ideal para misiones de búsqueda y rescate en caso de que alguna aeronave rusa sea derribada.
  • Plataformas de apoyo, desde aviones de carga Il-76 y An-124 hasta aviones de inteligencia electrónica como el Il-20M. El uso de UAV (vehículos aéreos no tripulados) también está siendo extensivo en misiones de reconocimiento y de evaluación de daños después de cada salida de ataque.

Este importante despliegue aéreo en suelo sirio ha ido acompañado, a su vez, de un despliegue militar en tierra para proteger tanto las bases rusas como las plataformas previamente descritas. Moscú ha desplegado al menos:

  • Una decena de carros de combate T-90A, actualmente los más modernos en el inventario ruso, así como numerosos vehículos blindados de infantería y piezas de artillería.
  • Sistemas avanzados de defensa antiaérea como los nuevos Pantsir S1 de corto alcance, los Buk-M2E de medio alcance y los S-400 de largo alcance, desplegados estos últimos a raíz de la crisis con Turquía. También se cuenta con radares de distinta frecuencia y alcance (P-18, Kasta-2 o el novísimo 96L6). Además, el crucero lanzamisiles Moscú –el buque insignia de la flota del Mar Negro–, también se encuentra desplegado frente a la costa siria con numerosos sistemas de defensa aérea a bordo.
  • Módulos de guerra electrónica, como el nuevo Krasuja-4, concebido para llevar a cabo interferencias electrónicas a sus potenciales blancos en un radio de cientos de kilómetros.
Algunos de los medios desplegados en la base aérea de Hmeymim para el 18 de octubre. Fuente en la foto.

Algunos de los medios desplegados en la base aérea de Hmeymim para el 18 de octubre. Fuente en la foto.

Por otro lado, los ataques rusos en el país árabe no se han llevado a cabo exclusivamente desde las plataformas desplegadas en suelo sirio. Rusia también ha utilizado desde su propio suelo plataformas consideradas como estratégicas que, sin lugar a dudas, están más allá de las necesidades del conflicto:

  • Uso de bombarderos estratégicos Tu-22M3, Tu-95MS y Tu-160, los tres modelos que forman el componente aéreo de la fuerza de disuasión nuclear de Rusia. Realizan vuelos directos desde diferentes bases aéreas rusas hasta territorio sirio, llegando incluso a haber circunnavegado Europa en una ocasión. Se ha utilizado extensivamente y de manera exitosa munición de precisión (Kh-555) y nuevos misiles furtivos (Kh-101)durante los lanzamientos. Desde territorio ruso también han participado varios Su-34.
  • Uso de misiles de crucero de ataque a tierra 3M-14 del sistema Kalibr desde las nuevas corbetas de la flota del Mar Caspio. Con un alcance que se estima de hasta 2500 km, han visto su bautismo de fuego tras ser introducidos en los arsenales rusos en el año 2012.
Ruta de los misiles de crucero 3M-14 lanzados desde el Caspio sobre posiciones rebeldes y del Daesh, el 7 de octubre. Fuente en la foto.

Ruta de los misiles de crucero 3M-14 lanzados desde el Caspio sobre posiciones rebeldes y del Daesh, el 7 de octubre. Fuente en la foto.

¿Qué análisis podemos sacar hasta ahora de la intervención rusa?

La campaña aérea rusa tuvo unos inicios moderados cuantitativamente hablando, entre 15 y 20 salidas diarias, pero éstas han ido aumentando en las últimas semanas. Para finales de noviembre, tras casi dos meses de operaciones, se habían realizado poco menos de 3.000 salidas con unos 4.500 objetivos neutralizados, lo que supone unas 50 salidas diarias de media. El hecho de que los rusos hayan sido capaces de mantener este ritmo continuo y creciente de salidas con apenas unos 50 aparatos desplegados, tanto de día como de noche, ha demostrado que la Fuerza Aérea Rusa se encuentra a la par que sus homólogas occidentales, tanto en capacidades como en tecnología. Sin embargo, los éxitos conseguidos por los rusos en sus operaciones aéreas no han ido acompañados de grandes avances sobre el terreno por parte del régimen sirio.

En este periodo de tiempo Damasco solo ha conseguido recuperar un 0,4% de territorio perdido, algo que para muchos analistas es, a todas luces, un fracaso. Bien es cierto que antes de la intervención rusa los sirios se encontraban a la defensiva en la mayoría de frentes y los bombardeos rusos habrían revertido esta situación salvando al régimen, pero es una prueba de que Rusia va a tener que revisar su estrategia conjunta tanto con los sirios como con sus aliados iraníes si quieren ganar fuerza de cara a futuras negociaciones de paz.

Por otro lado, los objetivos de los ataques aéreos rusos también han sufrido variaciones. Desde el principio, la mayoría de salidas se han realizado contra posiciones rebeldes en claro apoyo de las fuerzas del régimen sirio, a la vez que puntualmente también se realizaba algún ataque sobre posiciones del Daesh. Esta dinámica ha cambiado desde la confirmación del atentado terrorista en el avión ruso de pasajeros siniestrado sobre el Sinaí: los rebeldes siguen soportando la mayoría de bombardeos rusos pero ha habido un incremento significativo de ataques contra los yihadistas, especialmente en Raqqa, refinerías y convoyes de camiones usados para el transporte de petróleo, principal fuente de ingresos del “Califato”. La lógica de los bombardeos rusos sobre los yihadistas responde pues, a necesidades tácticas pero también a una clara campaña de márketing político para justificar su intervención de cara a la galería exterior.

 Dailymail.co.uk

En rojo, ruta de los dos bombarderos Tu-160 que circunnavegaron Europa hasta Siria. En azul, la ruta usual. Fuente: Dailymail.co.uk

En referencia a esto último, la entrada en escenario de los bombarderos estratégicos y la intervención de la Flota del Mar Caspio han constituido, más que nada, mensajes dirigidos hacia la OTAN y hacia los países del golfo Pérsico. En ningún momento el conflicto sirio ha necesitado del uso de carísimos misiles de crucero ni de la intervención de bombarderos nucleares nunca utilizados –a excepción de los Tu-22M– en combate real previamente. Ni mucho menos existía la necesidad de realizar una circunnavegación de los mismos por Europa existiendo una ruta mucho más corta a través del Caspio. Pero gracias a ello Rusia ha sacado a relucir sus capacidades militares, demostrando que sus acciones solo están al alcance de las grandes potencias y que su país ya no va a ser un mero espectador en el panorama global sino que está dispuesto a implicarse militarmente allí donde sus intereses lo requieran. Por otro lado, la apertura de los espacios aéreos iraquí e iraní –e incluso aportando escolta aérea– para el tránsito de los bombarderos estratégicos de regreso a sus bases en Rusia demuestra que Moscú cuenta con el respaldo político de ambos países a un nivel sin precedentes.

¿Qué posibles escenarios se presentan a medio plazo?

Al ser una campaña de bombardeos aéreos y de apoyo desde el aire a las tropas del régimen, la intervención militar rusa es limitada. Habrá que ver si un futuro fracaso en las ofensivas del régimen o el estancamiento de los principales frentes provocará un mayor involucramiento de Rusia en el conflicto, algo que por ahora se descarta. Esto se podría dar de diversas formas; desde el envío de armamento más sofisticado al régimen o participando abiertamente en el frente con tropas propias. Por ahora esto último parece, sin embargo, poco probable, ya que Moscú no necesita que el régimen recupere por completo toda la geografía siria, sino que mantenga en sus manos las zonas costeras, las regiones de Idlib y Aleppo y el corredor que las une con la capital. El resto del país es, por decirlo de alguna manera, prescindible a los intereses rusos.

Sí parece claro que la victoria rebelde queda descartada tras la intervención de Moscú, que pretende evitar a todas luces la caída de su aliado y reducir a su vez el riesgo que para Rusia supone tener en su esfera cercana una guerra civil con elementos yihadistas. La crisis migratoria y la tragedia humana que se está viviendo en Siria, sumado a la internacionalización creciente del conflicto señalan que la solución más probable sea una salida negociada a medio plazo, quizás con el despliegue de una fuerza multinacional de la ONU. En caso de no llegarse a ningún acuerdo, existe también el riesgo de que el conflicto se siga prolongando en el tiempo, con una intensificación del pulso geopolítico entre rivales regionales –Irán y las monarquías del Golfo– y globales –la OTAN y Rusia– y de que incluso asistamos a una “Somalización” del país, con varios Estados de facto y con toda la inestabilidad que ello pueda traer a la región.