Principios y Estrategia de la guerra que viene (II)
Ahora vamos a ponernos en el lugar de los estrategas estadounidenses. La escalada en las relaciones entre Estados Unidos y la OTAN con Rusia es obvia. Moscú se comportó como una potencia regional soberana en los casos de Osetia del Sur y Abjasia en 2008, en Crimea y Nueva Rusia en 2014 y finalmente en Siria en 2015 y, si es necesario, utilizará la fuerza para insistir en sus intereses nacionales en ciertas áreas. Esto es incompatible con la continuación de la hegemonía estadounidense, que todavía es global. Moscú tendría que construir su política de acuerdo con Washington y la OTAN, y por supuesto estas acciones no apaciguarían la fuerza de las sanciones. Por lo tanto, a pesar de la cortesía superficial y de la retórica liberal, Rusia está fuera del control de Occidente. Esto es un hecho. Y Washington debe responder de alguna manera a eso. Si lo admite, sería igual a negar la hegemonía. Pero, en caso de empezar a desmoronarse, el imperio americano no quedará suspendido necesariamente en las fronteras que todavía controla hoy de manera firme. Animado por el éxito de los rusos, uno puede querer probar la fuerza de los estadounidenses. Por lo tanto, en la posición de los estrategas de Washington sería lógico activar los seis frentes. Sobre todo porque, en los seis casos, los Estados Unidos no van a actuar por sí mismos: incluso el peor resultado no causaría su colapso fatal, ya que están protegidos por una enorme Europa, la zona del norte de África, seguida por el Atlántico y el Océano Pacífico en el oeste (sobre todo desde que no hay ninguna actividad rusa en su lado este). Por otra parte, sería bastante razonable sincronizar los golpes a Rusia desde todos los lados: con los militantes en Siria; con el apoyo a Turquía; haciendo a Kiev iniciar una nueva oleada de lucha (e incluso atacar Crimea); dirigiendo las estructuras terroristas salafistas radicales domésticas rusas; respaldando a la Quinta columna (buscando la ocasión social apropiada); e imponiendo otras sanciones como ultimátum para alentar a la Sexta Columna a llevar a cabo el sabotaje de manera más activa y eficaz.
Al mismo tiempo, sería igualmente lógico mantener y tal vez fortalecer aún las sanciones, reducir los precios del petróleo unos pocos puntos por un lado y, al mismo tiempo, empezar a atacar a los dirigentes rusos con rollos conciliadores del tipo “Occidente te ayudará”, “los terroristas son un problema común” (común porque algunos están luchando contra él, y los demás lo apoyan) y “el principal problema es China” (rehúsen los rusos a sus armas nucleares, y nosotros los protegeremos, poniendo nuestros misiles nucleares en sus territorios), etc.
Sin embargo, una sencilla valoración analítica esconde algo muy serio. La Guerra. Una de verdad, con mares de sangre, fuego, tortura, sufrimiento y dolor. La guerra en la que vamos a estar involucrados. Y, puesto que los tres frentes están fuera de Rusia, es probable que la guerra en los territorios extranjeros esté acompañada de la guerra civil. No obstante, eso lo sabemos muy bien por la historia.
La estrategia ganadora: el enemigo interno
Supongamos que estimamos los riesgos de forma bastante objetiva y que nuestro análisis es correcto. ¿Qué debe hacer Rusia en una situación así? Con la imposición de la guerra, o al menos estando cerca de ello, debemos no sólo reaccionar circunstancialmente, sino también tener un plan sobre cómo librar la guerra y ganarla. Es bastante lógico tener el deseo de ganar ¿no? Ahora bien, es importante encontrar la manera de lograrlo, incluso si es sólo en la teoría.
Es evidente que sólo se puede librar una guerra con un enemigo externo de manera efectiva si la sociedad está lo bastante consolidada y movilizada internamente. Es conveniente estar mentalmente preparado para la guerra. Para ello, el pueblo debe entender quién es el enemigo y quién no y, lo más importante, por qué esto es así y no al contrario. No hay que demonizar al enemigo al comienzo de la guerra. La imagen del enemigo se debe formar de antemano y deliberadamente.
Por lo tanto, la primera tarea para obtener la victoria sería una verdadera campaña en toda regla para crear una imagen satánica, monstruosa, totalmente negativa de los Estados Unidos y de Occidente en general. Por lo tanto, Occidente es un lugar donde reside el diablo. Es el centro de los tentáculos capitalistas globales. Es la matriz de la putrefacta perversión cultural y una tenaza de falsedad y cinismo, de violencia e hipocresía. Rusia ya hace esto, pero dado que la Sexta columna es la responsable de la propaganda anti-occidental, la misma es una caricatura, o algo lamentable y no muy convincente. Este es ese sabotaje que describe la esencia del Sexto frente. Sus “soldados” no se niegan a cumplir las órdenes del gobierno, incluso piden más y más, pero su ejecución se ha convertido en una farsa, anulando y desacreditando sutilmente todas las empresas. La propaganda torpe y poco sincera produce a menudo un efecto opuesto. Por lo tanto, con la creación de las imágenes del enemigo norteamericano y sus satélites (contra los cuales vamos a tenemos que luchar realmente), sería lógico acusar a los que piensan exactamente de esa manera y castigarlos con la máxima claridad y contundencia ante las masas adormecidas. Mientras tanto, los agentes de influencia de Occidente son los encomendados de criticar a Occidente. Con resultados predecibles. Este enfoque es incompatible con una “estrategia para la victoria” y debe ser examinado de nuevo (si Rusia quiere tener al menos una oportunidad de ganar la guerra que viene).
Del primer punto nos movemos lógicamente al siguiente. Es importante desmantelar las estructuras de la Sexta Columna tan pronto como sea posible, eliminando a los liberales y a los pro-occidentales de todos los puestos clave. Junto a ello, el liberalismo en la economía tendrá que ser abolido, lo que permitirá:
· El establecimiento del control nacional sobre el Banco Central.
· El pivotar lejos del dólar en el comercio exterior a cualquier moneda de reserva diferente (como el Yuan).
· El logro de la soberanía financiera completa.
· La conducción de la movilización de la economía en tiempo de guerra.
Paralelamente, es necesario formar una Comisión Nacional de Medios de Comunicación que reconstruirá el trabajo de información conforme a los requisitos de la emergencia.
La eficiencia de la actividad puramente destructiva de la Quinta Columna está vinculada en gran medida con la eficiencia del sabotaje de la Sexta Columna. Los frentes Quinto y Sexto están inextricablemente conectados. Por lo tanto, la destrucción del poder de la Sexta Columna debilitará considerablemente a la Quinta Columna, cuyos líderes, en situaciones de emergencia, podrían ser o internados (por cierto, las medidas de arresto domiciliario ya están siendo administradas a algunos de ellos), o expulsados. Por supuesto, cualquier medio legal de difusión liberal o de propaganda nacionalista destructiva debería ser prohibido.
El Cuarto frente es un problema, ya que el Estado no tiene ningún política étnica y nacional. Por el momento, sólo existen la propia Sexta columna o burócratas cognitivamente inapropiados. Es por eso que los verdaderos desafíos que suponen la migración descontrolada y las tensiones étnicas y religiosas, son aceptados por la burocracia con lemas vacíos y sin sentido para la realidad rusa, acerca de la “sociedad civil” y la “tolerancia”. Sin un sistema coherente de estrategia étnica y nacional contra el extremismo islámico y el terrorismo, no se resolverán los problemas en Rusia. Algunas medidas de seguridad no son suficientes; se necesita eliminar o cambiar el entorno social de forma permanente. Las operaciones de fuerza contra el fundamentalismo terrorista deben correlacionarse con el modelo de política nacional y étnica, incluido el ideológico.
La estrategia ganadora: el enemigo externo
Ucrania – el Tercer frente – debería estar listo para las provocaciones armadas de Kiev y para repelerlas. Tarde o temprano, Rusia tendrá que resolver radicalmente el problema de Nueva Rusia, ya que confiar en el hecho de que Kiev caerá por sí solo o que abandonará su política pro-estadounidense y anti-rusa es algo irresponsable. Para proteger eficazmente Crimea y resolver el problema del Donbass todo el espacio de Nueva Rusia debe ser liberado, y si la guerra es inevitable Moscú tendrá sólo una tarea: ganar tan pronto como sea posible y lo más eficientemente posible. La creación de una zona amistosa rusa desde Odessa a Jarkov, ya sea creando estados independientes o incluyéndolos en la parte de las tierras rusas, es un objetivo que se podría considerar como una victoria. El destino del centro y del oeste de Ucrania no tiene gran valor.
En cuanto al Segundo frente turco, allí, además del desarrollo operativo militar que es tarea de la dirección militar y no puede ser discutido por los analistas, Rusia debería prestar atención a dos factores principales: la oposición política al régimen de Erdogan, que en las actuales circunstancias se ha convertido en un aliado natural, y el problema fundamental de Turquía: los kurdos. Ambos factores son cruciales para el éxito en el conflicto ruso-turco. Es sumamente importante llevar a cabo propaganda anti-turca en la sociedad rusa, haciendo hincapié constantemente en que los EEUU y sus partidarios (Erdogan) son responsables de la escalada de los conflictos en la región, y que Moscú no considera a los turcos como un enemigo histórico de Moscú. Por lo tanto, cualquier paralelismo con la guerra ruso-turca, incluso en los casos internos, solamente servirá para unir al turco con Erdogan y fortalecerá al enemigo. Por el contrario, el apoyo a los políticos turcos que no comparten los puntos de vista del neo-otomanismo de Erdogan podría ser decisivo. Al mismo tiempo, por supuesto, Rusia debería intensificar la cooperación con los kurdos, ya que son una fuerza formidable en Turquía.
Por último, el Primer frente: Siria. No por casualidad lo ponemos al final de la “estrategia ganadora”. La forma de confrontación más aguda es siempre la más práctica y la que está llena de detalles técnicos y militares. Sin embargo, siempre depende de las particularidades de la sociedad y de los éxitos locales, en el entorno exterior, a menudo mundial.
Hemos visto que Rusia tiene un importante aliado regional, el mundo chiíta, que está representado principalmente por Irán y por el Hezbollah libanés. Estos son los “hermanos de armas” de los rusos, y debería hacerse todo lo posible para profundizar esta alianza. Obviamente, no son sólo los rusos los que entienden su valor, sino incluso las fuerzas pro-estadounidenses en Rusia y en Irán, que tratarán de hacer todo lo posible para traer la división entre los aliados. Esto debería ser cortado de raíz, por lo menos en Rusia, y explicado detalladamente en las negociaciones con los chiítas.
A continuación, los rusos necesitan el apoyo político, preferiblemente militar y económico, de los países del planificado club multipolar, los BRICS. China desempeña un papel especial ahí, prefiriendo no situarse a la vanguardia de la oposición a los Estados Unidos, pero estando dispuesta a apoyar a Moscú, manteniéndose al margen. Muchas cosas en Siria dependen ahora de las relaciones entre Moscú-Pekín, y esto requiere de la máxima atención.
Rusia no tiene ninguna posibilidad de hacer de los países europeos sus aliados de pleno derecho en Siria, ya que la influencia de Estados Unidos sobre ellos es demasiado grande. Sin embargo, cualquier distanciamiento de Washington de las potencias europeas (sobre todo Francia, Alemania e Italia), junto a las diferencias en la OTAN, será muy útil para Moscú. Si continua en Europa el crecimiento de la ola de los partidos y movimientos de derecha conservadora, generalmente leales a Rusia, se fortalecerá significativamente la posición de ésta en Siria. La propaganda rusa en Europa en tiempos de guerra tiene una importancia especial.
Como en Siria, Rusia se enfrenta a fuerzas apoyadas abiertamente por Arabia Saudita y Qatar. Ya que Qatar está involucrado en el accidente de avión con turistas rusos sobre el Sinaí, Rusia debe prestar especial atención a la máxima desestabilización de estos regímenes. Bajo ciertas circunstancias, un ataque directo a Qatar y el apoyo militar a los houthis en Yemen así como a los chiíes en Bahrein, no pueden ser descartados. La invitación a las tropas rusas en Irak y en el Líbano por parte de sus gobiernos es estratégicamente fundamental; esto ayudará a librar una guerra a gran escala contra las principales bases de los terroristas del ISIS y romperá su conexión con la infraestructura de Turquía y los países del Golfo.
En general, Rusia ya está en guerra en el Medio Oriente, por lo que esto debería ser reconocido como un hecho consumado reactivando y utilizando con urgencia todo el arsenal de medios de que dispone, en primer lugar las redes de inteligencia orientadas a la promoción, mediante diferentes formas, de los intereses rusos en la región, en el campo de la información, la economía, la ideología, etc.
El último argumento en esta guerra implicará las armas nucleares rusas que, gracias a Dios, los reformadores liberales de los 90 no lograron destruir. Es de sentido común no utilizarlas nunca. Sin embargo, esto significa imponer severas restricciones al principal enemigo de Rusia, los Estados Unidos de América. Ante el temor de la destrucción total, los Estados Unidos tendrán que jugar contra Rusia acatando ciertas reglas.
Séptimo frente. Estadounidenses contra el Gobierno Federal
Además, en lo que respecta a los Estados Unidos es importante abrir el Séptimo frente. De hecho, en los EEUU hay muchas personas que están insatisfechas con la élite gobernante que profesa la ideología globalista haciendo entrar a los EEUU en guerras sangrientas o destruyendo la identidad cristiana tradicional europea. La nueva Norteamérica, donde no queda nada de los propios Estados Unidos y que sirve a los intereses de la oligarquía financiera mundial que no tiene ninguna cultura o identidad, destruye la antigua Norteamérica. Por lo tanto, el apoyo a los tradicionalistas norteamericanos y al conservadurismo de la identidad estadounidense es una tarea importante para Rusia. Su aliado en los EEUU es el pueblo estadounidense. Además, se han acumulado muchas contradicciones en el ámbito social, en las relaciones interétnicas. Una parte significativa de la sociedad estadounidense no acepta la degeneración moral. El gobierno federal utiliza cada ocasión conveniente para comenzar el proceso de abolición de la segunda enmienda de la Constitución que permite a los estadounidenses poseer y portar armas. El aumento creciente de la población latina, en su mayoría católica, lleva al público estadounidense a una nueva identidad que no es hostil a Rusia. Rusia debe participar activamente en la lucha por influir en la sociedad estadounidense, fortalecer la explicación de la posición espiritual de Rusia en la guerra, para demostrar que los rusos y los estadounidenses comparten un enemigo común: una élite satánica maníaca que ha usurpado el poder y conduce a toda la humanidad, incluyendo a los estadounidenses, hacia la catástrofe inevitable. Los frutos de la élite son evidentes: todo el Medio Oriente está ya cubierto de sangre; sin ser capaces ya de establecer ningún orden, en todas partes la elite globalista (el CFR, los neoconservadores, los representantes de la oligarquía financiera internacional de Wall Street) implanta sólo el caos, la devastación, la muerte y el dolor. La destrucción del cáncer de la humanidad es un asunto del mundo entero, incluyendo a los estadounidenses, que no sólo son sus instrumentos, sino también víctimas.
¿Dónde está la ciudad?
Está lejos de ser fácil ganar en este juego. Ya el nombre de dicho juego es el de Big War [Guerra grande]. Sin embargo, cuando llega la Great War [Gran Guerra], ésta sólo puede ser evitada mediante la esclavitud y el reconocimiento deliberado de ser el perdedor. La historia de Rusia no ha conocido tales momentos. Por mucho que pueda parecer difícil, de alguna manera los rusos le han hecho frente.
No estamos hablando sólo de la confrontación geopolítica, de la redistribución de las esferas de influencia o de asegurar los intereses nacionales. Se trata de algo mucho más profundo y más importante.
Todas las religiones tienen una parte que trata del fin de los tiempos y de la batalla final. Los cristianos, al igual que los judíos y los musulmanes, asocian los acontecimientos de este ciclo con la Big War. Por otra parte, invariablemente, las tres religiones describen el Oriente Medio y los territorios vecinos como el lugar de la Great War, como el campo del Armagedón. Para los musulmanes, Damasco, la Mezquita de los Omeyas, es considerado el lugar donde se celebrará la segunda venida de Cristo. Por lo tanto, la guerra en Siria tiene un sentido francamente escatológico. Después de todo, Siria es parte de Tierra Santa, donde el Salvador pisó la tierra. Para los judíos, a la espera de la inminente llegada del Mashiach, la escalada de la violencia en sus fronteras, en áreas críticas para la existencia de Israel, tiene un significado escatológico. Los protestantes americanos, dispensacionalistas, ven la Última batalla como la invasión de Tierra Santa por parte del ejército norteño de Gog (entendido como Rusia). Por último, los monjes del Monte Athos y santos griegos como Cosmas de Aetolia [1] o San Paisios del Monte Athos, predijeron en repetidas ocasiones la liberación de las tropas rusas y el colapso de Constantinopla en Turquía. Así, San Arsenio de Capadocia, en Faras dijo a los fieles que iban a perder su tierra natal, pero que pronto la encontrarían de nuevo: “Foreign troops will come, Christ they will believe in, language they will not know… They will ask: Where is the City?“[2] Esto es entendido como una referencia al ejército ruso acercándose a Constantinopla. En una de las conversaciones San Paisios dijo:
“– Know that Turkey will collapse. There will be war two and a half years. We shall be victorious because we — Orthodox.
– Gerontius, we tolerate damage in the war?
– Hey, at most, one or two of the island will take, but we will give, and Constantinople. You’ll see, you’ll see!” [3]
Recientemente, hace uno o dos años, todas estas predicciones habrían provocado solamente un encogimiento de hombros, ¡un cuento de hadas! Pero… hoy en día: la sangre está siendo derramada en el Medio Oriente; se llevan a cabo operaciones militares alrededor de Damasco; los rusos no están meramente presentes, sino que luchan en Tierra Santa; el conflicto con Turquía ha comenzado y no puede excluirse que esto conduzca a una verdadera guerra. Desde una perspectiva escatológica, es hora de volver a los Santos Lugares, Tierra Santa, Constantinopla y Kiev. La afirmación de que no estamos viviendo en los últimos tiempos parece ahora poco científica. Como dijo San Paisios: “You’ll see, you’ll see!”. Y veremos.
Por lo tanto, ¿dónde está la ciudad?