Por qué no ocurrirá una revolución de color en Serbia
Las elecciones parlamentarias serbias de 2016 finalmente se han acabado. Como consecuencia de muchas irregularidades, después de que la votación se repitiera en 15 colegios electorales, y tras una semana entera después del tope legal, llegaron los resultados finales. El Partido progresista serbio del primer ministro Aleksandar Vucic obtuvo más del 48% de los votos y más del 50% de los asientos en el parlamento.
Pero las noticias reales llegaron desde la parte nacionalista del espectro político, donde la lista patriótica serbia, euroescéptica (de hecho anti-UE) y pro-rusa de DSS-Dveri (Partido democrático de Serbia y el movimiento Dveri) lograron pasar el umbral del 5% ganando un asombroso 25% del voto en las elecciones repetidas, siendo la segunda fuerza política solo tras el gobernante Partido progresista serbio. Esto, sin embargo, no fue el resultado en solitario de la coalición DSS-Dveri, sino que llegó como consecuencia del apoyo recibido por partidos del bloque liberal pro-europeo. Toda la oposición, excepto el partido radical serbio, se alineó con la coalición de derechas para prevenir una repetición de lo que había sido percibido como una elección fraudulenta. Después de que llegara el recuento preliminar, la coalición DSS-Dveri fracasó en pasar el umbral por el margen de un simple voto (o 0,75% de un simple voto para ser más preciso).
En una atmosfera plagada por numerosas protestas de manipulaciones y fraude electoral, fue suficiente unir a los liberales con los nacionalistas para conseguir la cosa más cercana posible a unas elecciones justas y democráticas. Por otro lado, esta coalición “ad hoc”, temporal y técnica fue suficiente para iniciar una verdadera avalancha de diferentes predicciones, análisis y advertencias en relación a la posibilidad de una revolución de color desarrollándose en Serbia.
Entre la colección de diferentes argumentos esgrimidos para este propósito, alguno de los cuales son más válidos que otros, puede verse un claro malentendido de la escena política serbia. El propósito de este artículo es para articular las razones por las que una revolución de color no puede ocurrir en Serbia, al menos no en el futuro previsible y por qué es improbable que las opciones actuales nacionalistas / derechistas tomen parte en cualquier tipo de acontecimiento.
1. La actual crisis post-electoral fue generada internamente, principalmente por la incapacidad del comité electoral nacional (RIK) para entregar resultados precisos y en tiempo. En cuanto al factor extranjero, fue unánime en reconocer las elecciones como justas y democráticas, con muchas declaraciones de felicitaciones al primer ministro serbio Alexandar Vucic llegando desde los más altos líderes occidentales y figuras políticas prominentes. Las protestas sobre los resultados fueron, por otro lado, primero y principalmente presentadas por el lado patriótico y pro-ruso de DSS-Dveri. Después de numerosas cuentos y recuentos, esta coalición fue arrastrada a un único voto por debajo del umbral del 5%, un resultado por ahora único en la historia. Tres partidos liberales que entraron en el parlamento (uno de ellos por un estrecho margen de 800 votos) se alineó con los nacionalistas para prevenir que el fraude alegado lograra su objetivo primario – dar al partido gobernante más escaños a expensas de la oposición. Fue la única cosa normal y natural que hacer, sin embajadas extranjeras necesitadas de atraer tal movimiento. De hecho, tras esto quedó claro que las tres opciones pro-occidentales lograron estatus parlamentario, y el embajador americano de repente perdió todo intereses en el proceso electoral, y se sucedieron muchas felicitaciones hacia los progresistas gobernantes.
2. No hay cooperación a gran escala ni a largo plazo entre liberales y patriotas. La alianza a corto plazo aseguró resultados justos, con la coalición DSS-Dveri entrando en el parlamento, ya ha llegado a un final. Así fue todo anunciado en la conferencia de prensa final después de las elecciones, que tuvo lugar en las sedes de los partidos. Y no solamente esto – cuando uno mira la posición de las ONG en Serbia (uno de los organismos meta-políticos más hipertrofiados en esta parte del mundo) llevaba hacia la noción de los partidos izquierdistas ayudando que una coalición tradicionalista de la derecha entrase en el parlamento, está claro que occidente no tenía intención real de esto. El movimiento fue condenado por muchas ONG de cabecera con el resto permaneciendo en silencio. Es difícil imaginar una revolución de color desarrollándose sin el apoyo de ONG internacionales y sus principales benefactores occidentales. Es incluso más difícil imaginar tal revolución en un país donde el gobierno disfruta de una gran cantidad de apoyo de estas mismas organizaciones. Esto nos lleva a otro punto principal.
3. La revolución de color ya ha ocurrido en Serbia, que fue el país que prácticamente desarrolló la idea y sus mecanismos principales. Y no ocurrió una vez, sino al menos tres veces, o en tres fases diferentes. La primera fase llegó con el golpe del 5 de octubre de 2000, cuando Milosevic fue derrocado a favor de un estilo de gobierno más democrático y finalmente más occidentalizado. Esto, sin embargo, no fue suficiente para lograr todos los objetivos que los EEUU y sus aliados tenían en mente.
El gobierno de Vojislav Kostunica (el fundador del DSS y su presidente desde 1992 hasta 2014) luchó ferozmente por el estatus legal de los serbios de Kosovo, y por tanto, tenían que deshacerse de él. Esto se hizo a través de una segunda revolución de color acaecida en 2008, cuando factores anteriormente de la línea dura anti-occidental, tales como el Partido Socialista de Serbia (PSS, el partido del anterior presidente yugoslavo Slobodan Milosevic) y el Partido Radical Serbio (PRS) fueron infiltrados y tomaron un rumbo pro-occidental, dejando solo a Kostunica en su lucha nacional. El PSS formó gobierno con los demócratas liberales mientras que el PRS se dividió en dos, con más del 80% del partido y sus votantes formando un Partido Progresista Serbio por separado. La tercera y fase final de la revolución de color, uno podría argumentar que llegó en 2012 cuando los demócratas fueron apartados a favor de los radicales reformados. En este sentido, todas las decisiones malas y subversivas hechas desde el 2000 en adelante fueron legitimadas por una fuerza política derechista nominalmente, y de gran influencia y popularidad entre los patriotas serbios.
Aquella fuerza política está todavía en el poder y no tiene signos reales de alguna oposición occidental a este hecho. Vucic fracasó en producir alguna resistencia real hacia las negativas influencias extranjeras y en muchos casos incrementó las políticas defectuosas de anteriores gobiernos. Hasta ahora, el solamente ha recibido elogios desde los factores internacionales que podrían ser responsables de un acontecimiento como el Maidán.
Todo esto, sin embargo, no significa que el escenario de la revolución de color en Serbia sea siempre imposible. Si algo, está obligado a repetirse, o a continuar su progreso, depende de su interpretación. El conjunto de marcas para su continuación llegará por primera vez cuando el gobierno del Partido progresista de Vucic se dedique a una confrontación actual con occidente. Tan pronto como esto ocurra, el primer ministro se enfrentará probablemente al mismo destino que todos sus predecesores, desde Slobodan Milosevic en adelante. Pero, hasta que veamos tal desarrollo, es bastante contra-productivo, incluso peligroso dar una falsa alarma, e incluso más, condenar y criminalizar todos los esfuerzos de oposición patriótica saludable para cambiar el actual gobierno, o al menos alterar su rumbo político.