Los medios de comunicación como los perros guardianes de la hegemonía americana
James George Jatras, antiguo diplomático de EEUU, empleado del Senado de EEUU y especialista en relaciones internacionales, asuntos gubernamentales y política legislativa, da su análisis de los medios de comunicación americano como un medio de la propaganda de la política gubernamental.
Mi estudio recientemente publicado “How American Media Serves as a Transmission Belt for Wars of Choice” (“Cómo los medios de comunicación americanos sirven de correa de transmisión para las guerras de elección”), examina tres fenómenos relacionados:
1) El comportamiento de los medios principales de comunicación en los EEUU como un panel de propaganda para la política gubernamental cuando llegan a desatarse guerras no conectadas con la defensa nacional americana;
2) Cómo los medios relatan lo que se denomina como Estado Profundo u Oligarquía –el gobierno permanente en los Estados Unidos- que es muy diferente respecto al gobierno oficial y visible que la mayoría de la gente entiende.
3) En términos de perspectivas para el futuro, si este sistema está en peligro de romperse –que sería un acontecimiento positivo para los EEUU y para todo el mundo- o si el Estado Profundo y sus brazos mediáticos relacionados se arriesguen a desatar lo que podría ser la guerra final en la historia humana como un intento para preservar su poder, privilegios y riqueza.
Déjenme empezar con la primera parte, el comportamiento de los medios de comunicación. Cualquiera que haya estado poniendo atención durante los últimos 25 años, quizá más, está familiarizado con algunas de las metodologías de cómo mueven el cotarro, por así decir, los medios de comunicación importantes en EEUU, para la política gubernamental en el área de guerra y paz. Piensen, por ejemplo, en el reciente ataque sobre el convoy de ayuda sirio, o el denominado “chico de Alepo” hace unas semanas. Cuando un acontecimiento ocurre en algún lugar del mundo, funcionarios americanos y de otros países occidentales, inmediatamente, en cuestión de minutos, están haciendo acusaciones en cuanto a lo que ocurriera y quién sea el culpable, basado en pocos o ningún hecho, sólo suposiciones. Así la historia da la vuelta al mundo, todos los prestigiosos e importantes medios de comunicación instantáneamente informan de la misma historia y de la misma manera para echar la culpa a alguien que está siendo objetivo. Sólo después de que esto ocurre, la gente puede empezar a hacer preguntas: ¿Qué ocurrió realmente ahí? ¿Esta historia es cierta? ¿Dónde están los hechos?
Sin embargo, para ese tiempo el cuento cambia, los medios ya no están interesados. Cualquier desafío factual termina en algún lugar de las páginas finales como si se informase en absoluto. Lo vimos en Bosnia, en Kosovo, durante la guerra del golfo, etc. Esta es solo una de las muchas metodologías que están detalladas en el estudio sobre cómo los medios de comunicación sirven como correa de transmisión para vender simplemente el cuento pro-guerra al público, especialmente en los Estados Unidos.
Las tácticas de este tipo están facilitadas por el hecho de que muchos americanos saben poco sobre el mundo exterior, una especie de lienzo en blanco en el cual la información puede ser pintada. Por ejemplo, en 2014, hubo un estudio sobre cuántos americanos podrían ubicar a ucrania en un mapa sin los nombres marcados en tal mapa. Sólo 1 de cada 6 personas pudo localizar en el entorno general de Ucrania donde realmente estaba Ucrania. Algunos pensaban que estaba en medio del océano atlántico, otros pensaban que estaba en medio de los Estados Unidos. De manera interesante, cuanta menos gente sabía sobre Ucrania o dónde estaba, más convencidos estaban a través de la narrativa mediática de que los EEUU necesitaban hacer algo por la fuerza en Ucrania.
Hay muchos aspectos acerca de cómo funciona la correa de transmisión mediática. Este estudio intenta colocar las diferentes metodologías y después conectarlas a la entidad gubernamental subyacente al servicio de la cual son empleadas esas metodologías.