La tragedia que es Libia
El resultado final del “cambio de régimen” en Libia ha traído nada más que derramamiento de sangre y miseria para la mayoría de Libios mientras que dio a los radicales islamistas otro punto de apoyo en el continente africano. Libia se ha convertido en un estado fallido. Su infraestructura está hecha jirones y sus exportaciones de petróleo rápidamente disminuyeron. Ciertamente ha sufrido el “cambio de régimen”. Y mientras Libia arde, el mundo habla.
Dos gobiernos actualmente “gobiernan” una Libia dividida. Puede que pronto sean tres gobiernos diferentes. Un gobierno es reconocido por la comunidad internacional, el otro por los extremistas más duros. El plan para dividir Libia en dos o quizá incluso tres estados diferentes parece estar cerca de completarse.
Nunca fui fan de Muammar Ghaddafi o un partidario de su estilo de gobierno. Pero, es casi inconcebible que el plan para derrocar a Gaddafi y su gobierno no apreciara o incluso considerase las consecuencias de su desaparición. No requería de una persona muy inteligente para prever lo que estaba llegando. Libia rápidamente pasó de un infierno controlado a un infierno incontrolado.
Durante 2013, fue invitado para dirigir a las autoridades libias en varias ocasiones. Fuimos invitados para asistirles y desarrollar una estrategia dirigida a contener lo que entonces ya estaba siendo una situación altamente tóxica. Los asuntos se han deteriorado desde entonces de forma importante hacia una situación más compleja y peligrosa y es improbable que mejore pronto.
En cada visita que emprendí en Libia, intenté clarificar al gobierno libio (en cualquier momento) lo que era más probable que ocurriese en su país si no se consideraba ninguna intervención drástica o se tomaban acciones decisivas. Yo creí que Libia se convertiría en un trozo de tierra dividido e incontrolado donde el conflicto entre tribus y franquicias del terror en competición se convirtieran en el orden del día.
En mi última visita a Libia en julio de 2013, fui inmediatamente prendido en la llegada a Trípoli, mi pasaporte me fue quitado por la fuerza (dejé de protestar cuando me pusieron un rifle en la cara) y fui encerrado en una pequeña habitación en la sala de inmigración. Tras varias horas, finalmente fui llevado a ver al jefe de inteligencia (que incidentalmente fue la persona que me había invitado a Libia) donde él se disculpó por las “duras maneras” en que fui recibido a mi llegada pero afirmó que un gobierno extranjero ha solicitado que ellos no hablen más conmigo. Yo, en su momento, tampoco estaba feliz, especialmente como yo era supuestamente un invitado del gobierno Libio y estuve allí sólo porque ellos me habían invitado a hablarles. El jefe de inteligencia también me informó que nuestra evaluación y predicción de lo que estaba llegando a Libia se estimó “incorrecta y alarmista” por los gobiernos occidentales con que ellos se habían encontrado. Tristemente, yo había oído antes esta historia.
Así que, con casi mórbida fascinación, ahora observo las vacilaciones diarias de los poderes externos intentando contener una situación muy cancerosa que podría haberse prevenido hace mucho tiempo. La “democracia” y “libertad” que prometieron al pueblo de Libia se ha quedado en cero. En vez de eso, el caos y la destrucción de Libia se ha convertido en un punto de reunión para extremistas desde África y más allá.
La negativa caída ha resultado en lo que me refiero como “terror-silencioso” cuando los extremistas expanden sus áreas de influencia e intereses a lo largo del norte de áfrica, alcanzando lugares tan lejanos como Nigeria. Sin control, expandirán su influencia incluso a Europa y más en lo profundo de África.
Los ataques aéreos pueden degradar algunas de las fuerzas de terror y trastornar su logística y otras estructuras de apoyo – por un rato. Pero a menos que los resultados de los ataques aéreos se exploten inmediatamente por buenas fuerzas entrenadas y correctamente equipadas y conduzcan operaciones de tierra, los efectos serán insignificantes, inexplotados, lograrán sólo éxitos menores y simplemente dificultarán la resolución de aquellos que prosperan sobre el terror y la miseria.
Algunas veces, recuerdo el GOC de las fuerzas especiales indonesias comentándome que muchos años atrás, que el oeste un día aprenderá que no puedes negociar con los terroristas sobre una taza de té.
Si las actuales “conversaciones de paz” fracasan, entonces quizá es la hora de tirar el té y empezar a hacer algo más que hablar.