La geopolítica de Novorossiya siete años después

08.04.2021

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera

Rusia cometió hace siete años, durante el 2014, un grave error. Putin desaprovechó la oportunidad que le habían dado los acontecimientos sucedidos después del Maidan, la llegada al poder de la junta de Kiev y la huida de Yanukovich a Rusia. Nuestro presidente, que había sido bastante consecuente en sus acciones geopolíticas, no siguió siendo fiel a sus principios. No digo esto de forma irónica, sino dominado por un dolor muy profundo y sinceramente lleno de furia.

La oportunidad que perdimos fue la creación de la “Novorossiya” (Nueva Rusia), la “Primavera rusa”, el “Mundo ruso”. Lo que debió hacerse en ese entonces era lo siguiente:

  • no reconocer a la junta de Kiev, la cual llegó al poder mediante un golpe violento e ilegal,
  • apoyar el llamado de Yanukovich de restablecer el orden constitucional,
  • apoyar el levantamiento del Este de Ucrania,
  • enviar tropas al país para restablecer al legítimo presidente (como sucedió con Assad),
  • controlar la mitad del territorio ucraniano,
  • avanzar hacia Kiev.

Después de todas estas acciones, Rusia podría haberse detenido y quizás buscaría encontrar un equilibrio antes de continuar con sus planes o anunciar la existencia de otro país.

En lugar de eso, Moscú simplemente se reunificó con Crimea y se dedicó a proveer cierta ayuda para mantener el Donbass. Gracias a Dios no dejamos de hacer algo.

Supuestamente, el no realizar las acciones arriba mencionadas, hacían parte de un “astuto plan” que tenía Putin. Siete años después resulta obvio que, desgraciadamente, no existía tal “astuto plan”. Quienes se dedicaban a hablar por Putin eran los canallas y los cobardes.

Surkov (1) no hizo otra cosa que abandonar al Donbass e iniciar las negociaciones de Minsk. Por supuesto, lo importante no es lo que hizo Surkov, sino el hecho de que aún a sabiendas de quién es Surkov y cómo actúa, se lo puso a cargo de todo. Todo esto era una señal: no íbamos a hacer nada y, en cambio, iniciaríamos unas negociaciones extensas y sin fundamento, porque todo lo que se pone en las manos de Surkov siempre conduce al mismo destino: a ninguna parte.

Fue exactamente por la posición que asumí con respecto a Novorossiya que el Kremlin me desterró. Destierro que dura hasta el día de hoy. Me expulsaron de la Universidad Estatal de Moscú y se me negó la participación en todos los principales canales televisivos, a los que hasta ese me momento me invitaban semanalmente (a). Crearon un muro de silencio a mi alrededor.

En ese entonces – incluso antes de que sucediera el referéndum de Crimea – hice un muy importante análisis estructural de lo que estaba sucediendo y exprese mi punto de vista en todos los principales canales rusos, además de hacer varias publicaciones en blogs y redes sociales. Decía lo siguiente:

  • Si reconocemos Crimea, la quinta columna, es decir, aquellos que son abiertamente agentes extranjeros y que no se avergüencen de trabajar directamente para fuerzas que son hostiles a Rusia, se sublevaran.
  • Si participamos directamente en la creación de Novorossiya, entonces la sexta columna, que son los liberales que están en el poder, es decir, los oligarcas y una parte significativa, o quizás toda la élite rusa, que son formalmente leales a las ideas patrióticas del presidente Putin, pero que están conectados por medio de varias redes a Occidente y que se encuentran muy preocupados por el enfrentamiento contra él, comenzaran a rebelarse…
  • Si Novorossiya llega a convertirse en una realidad, entonces la quinta columna y luego la sexta columna serán derrotadas, con lo cual resurgirá el mundo ruso y por fin se creará un verdadero Imperio que tenga una ideología contrahegemónica. Desde mi punto de vista, esta era el único curso de acción.

Todas las fases y el desarrollo de los dramáticos acontecimientos que sucedieron en Ucrania, junto con un análisis geopolítico detallado que seguía paso a paso y que describía con toda clase de detalles estos problemas, fueron publicados en mi libro Ucrania. Mi guerra (b).

Sin embargo, el libro casi que fue prohibido.

Crimea llegó a ser reconocida, aunque en un primer momento existían muchas dudas sobre ello. En ese entonces me enfrasque en un enfrentamiento bastante duro con Soloviov (2) en la televisión. Ahora él es considerado de la línea dura. Pero en esa época vacilaba e incluso capitulaba.

Putin intento crear un proyecto para Novorossiya (c), pero este fue rechazado casi inmediatamente.

Sus palabras en televisión de ayudar al “mundo ruso” no han dejado de resonar. Sin embargo, la política de ahora sigue una dirección distinta. Las partes involucradas en el conflicto abandonaron cualquier reclamo y más bien empezaron a negociar, dejando de lado a la Nueva Rusia: esta última no fue traicionada, pero tampoco la salvaron. Únicamente pospusieron todo.

En definitiva, podemos decir que la sexta columna ganó la partida. La quinta columna seguía realizando mítines donde decían que “Putin, ¡debes devolver Crimea a Kiev!” Pero Putin debía detenerse y no hacer nada más. Desafortunadamente, eso fue lo que sucedió.

Y así nació la fantasiosa historia de un supuesto “astuto plan” que tenía Putin. El “astuto plan” se limitaba a desescalar el conflicto – ¡algo inconsistente si tenemos en cuenta que en ese entonces la junta de Kiev no contaba con los medios para librar una guerra efectiva, la situación es completamente diferente ahora! – con tal de mantener a toda costa las relaciones con Occidente. Putin no era quien estaba detrás de estas ideas plan, pero lo aceptó.

Tal cosa no conducía a ninguna parte. Perdimos siete años y nuestros oponentes siguieron avanzando.

El único rayo de esperanza durante este tiempo fue la elección de Trump, quien no era muy atlantista y más bien intentó no pelear innecesariamente con Rusia. Trump quería centrar su atención en los problemas internos que tenían los Estados Unidos y dejar de lado lo que acontecía en el resto del mundo. Por otra parte, se mostró desafiante con el poderoso lobby globalista y llegó a llamarlo el “pantano”. Sin embargo, esta oportunidad tampoco fue aprovechada. Una vez más, todo esto sucedió gracias a la sexta columna. Mientras tanto, fueron enviados a Rusia desde los Estados Unidos varios agentes atlantistas disfrazados de “izquierdistas” que se dedicaron a demonizaron a Trump y al trumpismo.

Igualmente se impusieron toda clase de sanciones en contra de Rusia como si realmente hubiéramos luchado con todo por crear la Novorossiya. Occidente prometió falazmente eliminar tales sanciones, pero en realidad no las eliminaron y jamás lo harán. En cambio, nos impondrán muchas más.

Geopolíticamente, Siria fue un movimiento muy acertado y correcto, pero de ninguna manera eliminará o acabará con el estancamiento de Ucrania. Logramos una victoria táctica en Siria. Y eso es bueno. Pero tal cosa no es tan importante como el esfuerzo necesario que necesitamos hacer para restaurar una potencia continental de carácter eurasiático. Esto nunca se hizo y Novorossiya era la clave.

Dado que la sexta columna ganó, Rusia tampoco comenzó a transformarse espiritualmente. Nunca se creó una nueva ideología y en su lugar se terminó por reducir las cosas a una simple cuestión técnica que acabó por entregarle el poder a los tecnócratas, los cuales dominan hoy todos los procesos políticos importantes. La creación de una nueva idea quedo en la nada. Fue de ese modo que todo comenzó a estancarse, y lo único que ahora predomina son formas primitivas de entretenimiento y el aumento de la corrupción, mientras crece rápidamente el aburrimiento y el gobierno se ha quedado efectivamente sin ideas. Y fue de esa forma en que Crimea se convirtió en parte del sombrío y triste panorama social ruso: sin el Donbass, la primavera de Crimea solamente quedó reducida a una especie compromiso. Aunque en la práctica era mejor para nosotros conservar Crimea antes que cederla a los liberales nazis de Kiev, la realidad es que todo se halla atrapado en una especie de limbo y no fue lo que pudo haber sido.

Y ahora que los neoconservadores han regresado a la Casa Blanca con Biden, hemos vuelto nuevamente a donde nos habíamos quedado en el 2014.

Las negociaciones de Minsk no llegaron a nada.

Surkov ya no está involucrado en el proceso y cumple un rol parecido al de Satanás durante el Apocalipsis: estaba aquí y ahora ya no está, simplemente aparece y desaparece a su antojo. No obstante, nada de lo ocurrido afectó lo que sucedió antes.

En cambio, durante estos siete años el ejército ucraniano se preparó, accedió a hacerse parte de la OTAN y ahora toda una generación de rusófobos ucranianos radicales están a su disposición.

Durante todo este tiempo el Donbass estaba inactivo. Sí, recibió algo de ayuda, ya que sin ella no habría podido sobrevivir. Pero eso fue todo. Sobre la cabeza del Donbass pendía la espada de Damocles que estaba encarnada en el proceso de Minsk, es decir, sobre ellos se cernía la amenaza de que en algún momento Moscú entregaría a los orgullosos rebeldes del Dombass a la República de Kiev, siendo estos últimos sus verdugos.

Y ahora Washington está a un paso de darle luz verde a un nuevo ataque contra el Donbass. Y no tenemos otra opción que responder o no hacer nada. Una vez más repito las palabras que dije hace siete años en Piervy Kanal (3), las cuales aún conservan su actualidad, pero también son la razón por la que ya no sigo siendo invitado a sus programas:

“Si perdemos el Donbass, perderemos Crimea; si perdemos Crimea, perderemos Rusia”.

Hoy, en pleno 2021, en caso de que Kiev inicie una operación punitiva, simplemente no tendremos más remedio que declarar la guerra. Pero una vez que empiece esta lucha, los neoconservadores habrán logrado su objetivo. Para ellos resulta muy fácil sacrificar Ucrania del mismo modo que lo hicieron con la aún más pro-atlantista Georgia durante el 2008. De todas formas, esta guerra afectará por completo las relaciones ruso-europeas, socavará la construcción del Nord Stream, aislarán a Rusia de Occidente y, finalmente, consolidarán la OTAN. Tales acontecimientos no afectarán a la verdadera Rusia, pero si serán un duro golpe para la Rusia de hoy en día, llena de compromisos e incertidumbres. Esta vez las cosas ya no serán tan sencillas, pues todo esto llevará a un aumento de la presión que ejerce el Occidente globalista sobre las élites pro-occidentales rusas, además de provocar la rebelión abierta de todos los clanes corruptos que tienen activos y dinero en bancos occidentales. La sexta columna jamás aceptará la creación de una Novorossiya e intentará por todos los medios a su alcance derrocar al presidente. Eso es lo que se viene.

El “Biden colectivo”, es decir, el conjunto de las redes occidentales (ya que, como individuo, siendo muy anciano, Biden no es capaz de entender algunas cosas), ha diseñado una estrategia muy racional. Trump había pospuesto lo inevitable, pero ese respiro ya se acabó.

¿Será este el inicio de una guerra abierta entre Rusia y Estados Unidos? Para nada, no importa lo que diga la propaganda.

Ucrania no hace parte de las prioridades estratégicas de los Estados Unidos. Lo que quede de ella después de que acabe la ofensiva rusa se convertirá en parte de la OTAN, pero esto tampoco es particularmente importante, ya que a estas alturas toda Europa del Este hace parte de la OTAN. El golpe a Rusia será mucho más grave. Especialmente porque durante los 20 años anteriores, sin mencionar lo sucedido durante los años 90, Rusia ha tratado de equilibrar de forma incongruente dos corrientes:

  • una patriótico continental y
  • otra que busca una occidentalización moderada.

Escribí hace aproximadamente 20 años, cuando Putin había acabado de llegar al poder, un artículo donde sustentaba que tal equilibrio sería algo extremadamente difícil y sería mejor elegir inmediatamente a Eurasia y la multipolaridad (d).

Putin rechazó o, más precisamente, pospuso de forma indefinida el continentalismo, y más bien decidió avanzar de forma lenta hacia este último. Mi único error en ese entonces fue creer que tal cosa no duraría mucho. Pero duró y sigue durando.

Pero todo siempre llega a su fin.

No estoy 100% seguro de que esto sea exactamente lo que está sucediendo ahora, pero estamos llegando a un punto en que se hace imposible mantener el statu quo. El compromiso entre el patriotismo (inconsistente) y el liberalismo (muchísimo más inconsistente) en áreas como la economía, la cultura y la educación, donde se ha tratado de combinar toda clase de incongruencias, como si se tratara de un acto de equilibrio, está colapsando dentro de Rusia.

Y esto, en cierto sentido, es perfectamente natural y resulta ser algo bueno. Es mejor que suceda tarde a que no suceda nunca. No estoy diciendo que debamos atacar primero a Ucrania. Esa decisión se la dejo a quienes pueden tomarla. Pero la verdad es que si Kiev lanza una ofensiva sobre el Donbass, simplemente no tendremos otra opción sino hacer lo que tenemos que hacer. Y si no podemos evitar una guerra, entonces solo nos queda ganarla.

Si eso es así, entonces tendremos que hacer lo que he descrito con toda clase de detalles en mi libro Ucrania. Mi guerra: crear la Nueva Rusia, instaurar la Primavera rusa, eliminar a la sexta columna y llevar a cabo el renacimiento espiritual completo y total de Rusia. Este es un camino muy difícil. Pero probablemente no tengamos otra opción.

Notas:

a. https://www.1tv.ru/shows/dobroe-utro/pro-ukrainu/aleksandr-dugin-o-situatsii-na-ukraine

b. https://www.rulit.me/books/ukraina-moya-vojna-geopoliticheskij-dnevnik-read-395877-1.html

c. https://www.youtube.com/watch?v=Lz1B8o9p0Ts

d. https://pub.wikireading.ru/29247

Notas del Traductor:

1. Vladislav Yurievich Surkov es un político y empresario ruso. Fue subjefe de la administración presidencial rusa de 1999 a 2011, tiempo durante el cual fue visto a menudo como el principal ideólogo del Kremlin y propuso implementar el concepto de democracia soberana. Desde diciembre de 2011 hasta mayo de 2013, Surkov ocupó el cargo de Viceprimer Ministro de la Federación de Rusia. Después de su renuncia, Surkov regresó a la Oficina Ejecutiva Presidencial y se convirtió en asesor personal de Vladimir Putin en las relaciones con Abjasia, Osetia del Sur y Ucrania. Abandonó este cargo por una orden presidencial en febrero de 2020.

2. Vladimir Rudolfovich Solovyov es un publicista ruso muy conocido por ser presentador de radio y televisión. Se graduó en el Instituto de Acero y Aleaciones de Moscú e hizo un posdoctorado en el Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales.

3. Piervy Kanal (Primer Canal) es una corporación pública de televisión que opera en la Federación de Rusia. Comenzó a emitir el 1 de abril de 1995 y se fundó sobre las bases del primer canal de la extinta Televisión Central Soviética, cuya actividad se inició el 22 de marzo de 1951. La nueva «Televisión Pública Rusa» (ORT, por sus siglas en ruso) se creó como una sociedad anónima en la que el gobierno ruso sería el máximo accionista, pero el resto del capital podía estar cubierto por empresas privadas. Su programación es generalista y compite en el mercado publicitario con los grandes grupos privados.