Karel Čapek y la pandemia actual
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Considero a Karel Čapek (1890-1938) como uno de los mejores escritores del siglo XX, ya que sus novelas anticiparon el ascenso de Hitler al poder, los acuerdos de Múnich y hasta la Segunda Guerra Mundial.
Hubo muchas otras cosas que anticipó y que podemos ver en su obra más famosa: la novela de ciencia ficción R.U.R., que fue publicada en 1920 (1). El título de la obra es un acrónimo que significa Rossum Universal Robots. La palabra “robot” fue inventada y popularizada por Karel Čapek. Además, su novela La guerra de las salamandras (1936) advierte contra el peligro de la robotización generalizada (2).
Muchos de los pronósticos que han hecho las obras de Čapek han comenzado a cumplirse y eso incluye la tesis central de otro de sus libros: La enfermedad blanca (1936). Esta obra empezó a popularizarse a partir del año pasado, especialmente después de que la OMS declaró oficialmente el comienzo de la “pandemia del COVID-19”. Hoy se usa mucho la palabra “pandemia”, aunque hasta hace apenas año y medio no llamaba la atención de nadie.
No obstante, la obra de teatro La enfermedad blanca, que fue escrita hace 85 años, gira alrededor de esta palabra.
La trama de esta obra tiene como argumento central el estallido de una pandemia causada por una enfermedad desconocida y, mientras se busca la cura, Europa se prepara para una gran guerra. La enfermedad es contagiosa y proviene de China. El primer síntoma de la enfermedad es una mancha blanca que aparece en el cuerpo de la persona (de ahí el nombre de la misma: enfermedad blanca o enfermedad de Chang) que provoca dolencias muy parecidas a la lepra. La ciencia médica es impotente ante semejante epidemia y la enfermedad hace que las personas experimenten una muerte muy dolorosa a las pocas semanas de la aparición de la mancha blanca en la piel. Lo único que puede hacer la medicina convencional es recetar desodorantes (para cubrir el mal olor de los cuerpos en descomposición) y analgésicos (morfina). Otra de las características de esta enfermedad es que únicamente mata a las personas mayores de 45 años, ignorando a la gente joven.
Karel Čapek no dice en que país se están desarrollando estos acontecimientos, pero sí nombra cuales son los personajes principales que dan vida a la novela:
En primer lugar, Sigelius que es el consejero de la corte, además de ser el profesor y director de una famosa clínica a la que se le encomienda buscar una forma de salvar a la gente de la enfermedad blanca.
Luego está el Dr. Galeno, un médico que conoce la cura de la enfermedad blanca y que anteriormente había salvado a mucha gente, por lo que es el personaje más importante de la obra. Galeno intenta utilizar el hecho de que conoce como curar la enfermedad para evitar que los gobernantes de su país vayan a la guerra. Lanza un ultimátum contra las autoridades y los ricos donde les dice que solo les entregara la cura a cambio de que negocien la paz y cesen las hostilidades.
Otro personaje importante es el Barón Krugh, quien es uno de los más poderosos jefes de la industria militar y se dedica a la producción de cañones, vehículos blindados, aviones y gas venenoso. Es una de los que más desea la guerra.
También esta el Mariscal en jefe, quien ha promovido durante dos décadas la necesidad de que su país se prepare para la guerra. Espera librar una guerra ofensiva que termine rápidamente. La guerra es su vocación y el Barón Krug es su mano derecha.
Finalmente, la obra menciona los nombres de los miembros de una familia desconocida (padre, madre, hija e hijo) que normalmente hablan de los estragos de la enfermedad blanca. Čapek los usa para describir lo que piensa la gente corriente de la pandemia y de la inminente guerra.
Cuando uno lee, escucha o ve la obra en escena comienza inmediatamente a rememorar acontecimientos y personajes actuales, especialmente porque la pandemia se ha convertido en uno de los elementos más importantes de nuestra vida personal y social.
Muchos de los personajes de la obra consideran que la enfermedad blanca es algo ajeno a sus vidas. El Mariscal, por ejemplo, está absorto en los preparativos para la guerra y no le interesa la suerte de quienes mueren en tiempos de paz. Lo mismo sucede con todos aquellos que son menores de 45 años. Algunos están obsesionados con el patriotismo y otros esperan que su país obtenga grandes “dividendos” una vez que se gane la guerra.
También están los que dan la bienvenida a la pandemia. Por ejemplo, existe un dialogo en la obra entre tres pacientes que se encuentran en una sala de hospital y uno de ellos dice: “La única razón por la que se produce esta epidemia es porque existen demasiadas personas en este mundo, la mitad de ellas necesita desaparecer y entregar su lugar a otras. De eso se trata. Por ejemplo, tú, que eres un panadero deberías darle tu lugar a otro panadero. Y yo, que soy un pobre, debería cederle mi puesto a otro pobre para que este experimente muchas necesidades y se muera de hambre en mí lugar. Es por eso que existe la peste”.
La hija y el hijo de la familia sin nombre llegan más o menos a las mismas conclusiones. Son jóvenes y la pandemia permite que muchos puestos de trabajo que antes ocupaban los mayores de 45 años queden disponibles. Tanto el padre como la madre rechazan al principio los argumentos de sus hijos, pero pronto el padre consigue un puesto como contador en jefe en la compañía del Barón Krugh y ello lleva a que cambie su actitud ante la pandemia. Le dice a su mujer: “¡Contador en jefe de la empresa Krugh! Millones pasarán por mis manos cada día. Los jóvenes no serán capaces de soportarlo y dicen que ya no se necesita gente mayor de cincuenta años... ¿Quién iba a pensar hace treinta años, cuando entré en la empresa Krugh, que llegaría a ser jefe de contabilidad? No me ha ido mal, querida. De verdad, me lo he ganado; he trabajado mucho, de verdad... El propio Barón me dice ‘colega’, no ‘señor tal’ como lo hace con los más jóvenes. Dice: ‘Te harás cargo del departamento de contabilidad por el momento, colega’. ‘Por supuesto que sí Sr. Barón’. ¡Eso es lo que me dijo! Sabes, querida, había otras cinco personas que querían el trabajo. Pero todos murieron... de la enfermedad blanca. No puedo evitar pensar... y te lo diré con toda franqueza, querida: ¡gracias a Dios por la enfermedad blanca!”
Čapek también muestra de forma satírica como la ciencia médica oficial, representada por el profesor Sigelius y su clínica, es impotente ante la enfermedad. En una conversación con un periodista que hace preguntas bastante ingenuas, Sigelius, de repente, empieza perder la compostura y cuando el reportero le dice cómo uno puede estar a salvo de la infección, el profesor grita: “¿Qué? ¿Cómo no contraer la enfermedad? ¡No existe tal cosa! ¡Es absolutamente imposible! (Se levanta de su asiento exaltado). Todos vamos a morir. Todos los que tienen más de cuarenta años morirán... ¡Eso puede que no te importe porque tienes apenas treinta años! Pero nosotros los viejos pensamos diferente... ¡Ven! Mírame de cerca, ¿acaso tengo algo en la cara? ¿Tengo una mancha blanca? ¿Qué? ¿Todavía no? Tienes idea de cuántas veces me miro en el espejo preocupado por eso... Y sus lectores le preguntan cómo protegerse ante la epidemia... ¡Claro! Yo también me pregunto lo mismo. (Se sienta y agarra su cabeza con las manos) ¡Dios, qué impotente es la ciencia!” El reportero pide que diga unas palabras de aliento a los lectores y Sigelius le responde: “Sí... Escribe esto... estamos trabajando en ello”.
Semejante respuesta me recuerda al libro de Klaus Schwab COVID-19. The Great Reset, donde repite una y otra vez que la pandemia del COVID-19 esta creando una “nueva normalidad” y tenemos que aceptar pasivamente todo esto.
Sin embargo, poco después el Dr. Galeno aparece en el despacho del profesor Sigelius y le ofrece la oportunidad de probar el método que este ha inventado para curar la enfermedad blanca en su clínica. Las pruebas del Dr. Galeno han sido bastante exitosas y aunque Sigelius es escéptico frente a estas, de todas maneras se interesa por la cura. Finalmente, accede a que Galeno use una habitación de su clínica donde acoge a los pacientes más pobres. El médico explica enseguida que sólo revelará los secretos de su tratamiento a los poderosos si estos dan marcha atrás y dejan de lado la guerra. Así que, por un lado, millones de personas que han contraído la enfermedad blanca serán salvadas de experimentar la muerte y, por el otro, se evitará la muerte de muchas otras personas que padecerán los estragos de la guerra. Galeno dice que hasta que no se cumpla esta condición, solamente usará su cura en la gente pobre y presiona a los ricos para que hablen con el gobierno y de ese modo detenga la carrera armamentística y proclamen la paz universal. Se trata de un ultimátum para todos los ricos del país.
El profesor Sigelius acepta probar la cura de Galeno y espera que abandone su extremismo político en favor de conseguir un buen puesto y mucho dinero. Sin embargo, el Dr. Galeno no se deja intimidar en lo más mínimo y exige al profesor que utilice su autoridad para presionar a las autoridades.
Se produce un enfrentamiento entre el profesor Sigelius, y los poderes que lo respaldan (incluido el Barón Krugh), y el doctor Galeno. La ciencia médica oficial sigue sin poder hacer nada. Entonces, el Barón Krugh y Sigelius entablan un dialogo:
Barón Krugh: ¿Así que no se puede hacer nada en contra de la enfermedad blanca tal y como están las cosas ahora?
Sigelius: Pues verá, Barón, gracias a Dios si existe algo. En los últimos días he tenido una idea brillante... Pronto podremos evitar que la enfermedad continue expandiéndose... Todo esto es secreto, pero no para usted Barón... Pronto se promulgará una ley para el aislamiento obligatorio de todos los infectados por la enfermedad blanca. Ha sido mi idea Barón y el Mariscal me ha prometido su cooperación. Esta será la mejor forma de luchar contra la enfermedad de Chang... Toda persona enferma, toda persona que tenga la mancha blanca, será enviada a un campo de concentración.
Barón Krugh: Ya veo, entonces ¿allí morirán?
Sigelius. Sí, pero bajo supervisión médica. La enfermedad de Chang es contagiosa, y cada persona enferma transmite esa infección. Debemos proteger a los demás de ella... a todos nosotros, mi querido Barón. Cualquier sentimentalismo sería un crimen al tratar algo tan serio. Los enfermos que intenten escapar de este campo serán fusilados. Todos los ciudadanos mayores de cuarenta años se encontrarán sujetos a una revisión médica mensual. Hay que evitar la propagación de la enfermedad de Chang usando medidas extremas; no existe otra manera.
Barón Krugh: Tienes razón, querido Sigelius. Es una pena que no hayamos podido introducir esas medidas antes.
Sigelius: Sí, es una pena. Hemos perdido mucho tiempo esperando la cura de Galeno y ahora la enfermedad se ha extendido muchísimo... Ya es hora de que pongamos a esos enfermos tras los alambrados y no permitiremos ninguna excepción.
Barón Krugh (se levanta): Sí, así es. Sin excepciones. Gracias, Sr. profesor.
No voy a comentar este fragmento. Creo que los lectores pueden sacar sus propias conclusiones. Sin embargo, los acontecimientos se vuelven cada vez más dramáticos. Mientras el profesor habla con el Barón, de repente se da cuenta que el señor Krugh tiene una mancha blanca en su cuerpo y eso significa que está infectado. El Barón se hunde en la desesperación y va a donde el Dr. Galeno, pero éste solo repite su ultimátum. La angustia se apodera del Barón Krugh y este le suplica al Mariscal que detenga los preparativos para la guerra. El Mariscal no perdona su insolencia y el Barón acaba suicidándose. No obstante, al poco tiempo resulta que el Mariscal también ha contraído la enfermedad. Pierde su compostura y comprende que la guerra que acaba de iniciar no podrá ganarla (sólo faltan unas semanas para que muera). El Mariscal reflexiona profundamente sobre su situación y pasa de ser un despiadado señor de la guerra a un pacifista convencido, pero no por miedo a la muerte, sino por convicción. Entonces convoca al Dr. Galeno para aceptar las condiciones que este impone.
La obra termina trágicamente: de camino a ver al Mariscal el Dr. Galeno es asesinado por una turba furiosa compuesta por partidarios de la guerra que consideran que el médico es un traidor.
Karel Čapek publicó esta obra en diciembre de 1936. Faltaban menos de tres años para la Segunda Guerra Mundial. No obstante, hoy en día existen muchos candidatos a Mariscales, Barones Krughs, profesores Sigelius y, por supuesto, doctores Galenos. Sólo que ahora los preparativos para la guerra ya no tienen nada que ver con aviones, tanques, cañones y gases venenosos, sino con virus, bacterias y fármacos dudosos. Los seguidores del Dr. Galeno están dispuestos a salvar a la humanidad y exigen el fin de la guerra que se está librando en su contra.
En la época de Karel Čapek, los hipócritas decían que solo las armas, los tanques y los aviones podían salvar a la humanidad. En nuestra época se dice que sólo las vacunas pueden salvar a la humanidad. Los modernos seguidores del Dr. Galeno se oponen a semejante tesis: dicen que se trata de una nueva arma que se presenta en un envoltorio bastante bonito. Y los seguidores del profesor Sigelius, del Barón Krugh y el Mariscal sólo podrán despertar cuando esta nueva arma comience a afectarlos también a ellos. Esperemos que cuando eso suceda ya no sea muy tarde.
Notas:
1. https://www.fondsk.ru/news/2020/09/29/chelovek-otkazavshijsja-ot-statusa...
2. https://www.fondsk.ru/news/2020/06/27/eshatologia-karela-chapeka-51236.html
Fuente: https://www.fondsk.ru/news/2021/09/20/karel-chapek-pesa-o-pandemii-predv...