Geopolítica del alfabeto cirílico: La nueva lucha (3ªparte)

28.09.2016

Tendencias de la retirada desde el monopolio mundial del latín

Es interesante que desde 2010, una serie de países hayan tomado pasos importantes hacia el regreso a sus viejas escrituras tradicionales.

Por ejemplo, Mongolia ha adoptado una ley para prohibir letreros en inglés sin duplicación del cirílico mongol y el alfabeto mongol tradicional. Simultáneamente, el alfabeto mongol tradicional recibió estatus oficial igualado con el alfabeto cirílico, y es ampliamente usado en Ulán Bator. Tomando en cuenta que 3 millones de mongoles viven en una Mongolia independiente (exterior) mientras que 4 millones de mongoles chinos de Mongolia interior usan solamente el alfabeto mongol tradicional, la igualdad oficial de las dos escrituras es un paso absolutamente positivo que está ayudando a rectificar la división del siglo XX en la tradición cultural mongola de siglos de antigüedad.

Incluso hay muchos más ejemplos. Aunque la tradición de usar las runas húngaras murió en los lejanos rincones de Transilvania en el siglo XVIII, el gobierno de Orbán en Hungría y especialmente la comunidad húngara en Transilvania y Transcarpatia han iniciado un resurgimiento oficial de las runas. Las señales de tráfico y las señales de edificios gubernamentales, ahora están escritas algunas veces solo en runas sin ningún acompañamiento de escritura latina. Aunque esto puede que no afecte a la situación general de la tradición literaria húngara, tales pasos solo pueden considerarse útiles como un gesto simbólico apuntando al origen no-europeo, euroasiático, túrquico de los magiares.

De manera similar, bajo el anterior gobierno social-demócrata en 2013-2014, Croacia aprobó el estatus oficial del alfabeto glagolítico junto con el alfabeto latino, y las señales duplicadas aparecieron en las instituciones públicas. La juventud croata ha aprendido a escribir inscripciones glagolíticas en los muros. Por otro lado, durante el mismo periodo, Croacia ha tomado una serie de pasos hacia la legalización del alfabeto cirílico en las regiones serbias. Esto ha sido hecho en el marco de la política de reconciliación general con Serbia. Desgraciadamente, desde que el gobierno absolutamente títere pro-americano llegó al poder en enero de 2015, el destino de esas iniciativas ha sido dejado sin avances. 

Hay ejemplos positivos de la retirada del alfabeto latino en favor de la escritura tradicional nacional incluso en el otro hemisferio. Por ejemplo, en el territorio Nunavut Inuit que ocupa sobre el 20% del territorio canadiense, la lengua oficial es el silabario geométrico. Nadie puede imaginar la escritura en Eskimo usando el alfabeto latino.

Incluso en Inglaterra, el número de personas que usan las runas anglo-sajonas se ha incrementado. La Wikipedia del viejo inglés opera exitosamente en tres ortografías: 2 latinas y 1 rúnica.

La ausencia de políticas lingüísticas razonables en Rusia

Mientras que en algunos países el alfabeto latín es introducido por la fuerza, y en otros, el Estado se opone activamente a esto, Rusia virtualmente no tiene una posición coherente del gobierno en este tema. El principal vicio que afecta a todo el sistema de gestión desde la cumbre a la base, es un miedo de ideas y un malentendido básico de su papel y la importancia de los símbolos, códigos culturales, e ideología. El pensamiento geopolítico del liderazgo ruso casi exclusivamente piensa en categorías militares que definan objetivos, como lo fue en la era pre-industrial en el siglo XVIII y es completamente insensible a los asuntos de guerra informacional y la lucha por las mentes de las poblaciones locales a través de la hegemonía cultural. 

En la época contemporánea, es casi imposible mantener cualquier instalación militar o punto estratégico sin tratar de manera informacional con la población local. Qué alfabeto sea usado desde la niñez por la población local resolverá la cuestión de la dominación cultural de una parte u otra en la Gran Guerra de los Continentes. Las agencias de inteligencia de EEUU han entendido esto muy bien desde al menos, la segunda guerra mundial, y han gastado miles de millones de dólares en libros de texto, literatura popular, propaganda, y lo último pero no menor, la lucha contra el alfabeto cirílico. El liderazgo ruso no ha hecho nada en este sentido. Incluso hoy, ahora que Rusia ha logrado algunos éxitos en la guerra informacional, todavía no puede compararse a aquellos de los anglo-americanos.

La Federación de Rusia nunca ha propuesto directa o fuertemente el tema de enlazar los niveles de las relaciones diplomáticas, políticas, y económicas al estatus de la lengua rusa, y en algunos casos, el alfabeto cirílico. La prohibición de la lengua rusa siempre ha evocado protestas rutinarias por el ministro de exteriores y la Duma del Estado, pero la prohibición del cirílico por lenguas locales nunca causó tales protestas. La muerte de miles de personas en 1990-1992 protegió a los moldavos de la introducción del alfabeto latino que nunca había sido ponderado por el liderazgo ruso. Su lema traidor de “no interferir en los asuntos internos de sus vecinos” pone el espacio cultural del mundo ruso y euroasiático en una situación desastrosa.

De este modo, el liderazgo de máximo rango en Rusia, no es el mejor ejemplo, dado que nunca protestó contra los bárbaros actos de la forzada latinización en los vecinos más cercanos de Rusia. Mientras que las organizaciones americanas dan subvenciones a serbios y montenegrinos para que escriban en latino, el gobierno ruso y otras estructuras públicas y privadas discretamente hacen negocios con documentos latinizados de azeríes o turcomanos sin hacer nada para combatir esta posición descarada. La cosa peor es que las escuelas latinizadas existen en la misma Rusia con la connivencia del gobierno e incluso con financiación estatal.

Requerir que el alfabeto cirílico sea usado para el azerí, talysho, udi, jinalugo, kurdo, turkmeno, uzbeko, karakalpako, moldavo, y gagauzo en el territorio ruso, no le costará nada al Estado. Basta con emitir las directivas apropiadas y enviarlos por agencias de traducción que trabajen con inscripciones para las compañías de producción rusas. Fondos muy pequeños son suficientes para “cirilizar” las escuelas de karelio, vespiano, y azerí en Rusia. La situación en que los entusiastas del cirílico vespiano carecen de unos miles de rublos para el mantenimiento del lugar, mientras que el presupuesto karelio gasta ese dinero en la instalación de señales viarias en alfabeto latín en áreas del vespiano en peligro, es profundamente anormal y amenaza a la seguridad nacional de Rusia.  La situación en la Universidad Estatal de Moscú, en la que lingüistas reciben subvenciones del gobierno de Azerbaiyán y, en vez de desarrollar el antiguo alfabeto Jinalug que es similar a los alfabetos de todas las lenguas daguestaníes, se trabaja en un alfabeto latinizado en sí inadecuado, salvo para el uso cual parodia turco-azerí, se puede calificar como traición por parte de esos “eruditos”.  

Como es obvio, el papel de la estupidez y la ignorancia en todas esas flagrantes situaciones es mucho más evidente que un sabotaje consciente. Los oponentes de Rusia son bien conscientes que “las ideas importan”. Por tanto, no toman en cuenta las inconveniencias prácticas y gastos considerables cuando imponen el alfabeto latino sobre países enteros y pueblos (un detalle característico es que, en la historia de la humanidad, ninguna nación ha introducido el alfabeto latino como resultado de un referéndum, siempre ha sido o bien por directiva o bien bajo el látigo contra los deseos de la población). Por el contrario, el liderazgo ruso, con su notorio “pragmatismo” cree sinceramente que el coste de cambiar el alfabeto y renombrar las calles o demoler monumentos es un agujero extra en el presupuesto y un dolor de cabeza para funcionarios. Como resultado, los enemigos de Rusia, que entienden que los cambios de nombre y demoliciones son más importantes para el triunfo que las inversiones en la economía y los beneficios, dejan a esos “pragmáticos” con la nada, por incapaces de ver más allá de sus narices.

Afortunadamente, la consulta del presidente Putin sobre la política lingüística y cultural (la primera de tales reuniones en la historia de la Rusia moderna) da alguna tímida esperanza de que la institución consultora de nueva formación ayude a cambiar las cosas para mejor. Pero esto requiere un grado mucho más elevado de actividad social. Ya han sido preparados proyectos relevantes y proposiciones legislativas, o están siendo desarrollados por los entusiastas que incluyen al autor de este texto. Todas las autoridades tienen que mostrar que tienen voluntad para cumplirlas. Las recientes propuestas a favor de la cirilización por Alexander Dugin, Mijail Tyurenkov, Yegor Jolmogorov, y Danil Bondarev deben tomarse en cuenta.

Por una “Az” unida

Todo lo concerniente a los vaivenes de avance y retirada del alfabeto cirílico, y las perspectivas futuras de su desarrollo, son solamente un ejemplo particular (sin embargo, el más significativo) del uso de las gráficas y letras en la lucha ideológica en la era de la globalización. En el siglo XIX, la “politización de los alfabetos” alcanzó su culminación y ha permanecido en su pico durante dos siglos. La lucha sobre la escritura ha continuado durante un largo tiempo tanto si nos gusta como si no.  La única cuestión es acerca de si los rusos y otros pueblos de Rusia, así como las naciones de Eurasia, están en condiciones de participar en semejante lucha. Quien no ataca, inevitablemente se retirará. El arcipreste Avvakum, que sabía que la vida podría ser dada por una idea encarnada en un símbolo, signo, o letra, dijo: “Moriré por una ‘az’ unificada” ['az' es el nombre de la letra A, la primera letra en el antiguo alfabeto ruso]. Nadie está inspirado para dar sus vidas por beneficios económicos o el despliegue de instalaciones militares en su territorio por una población cultural y mentalmente hostil. A día de hoy, a pesar de algunos éxitos parciales, el legado cirílico que une a los rusos y al mundo euroasiático está una vez más siendo perseguido, y está una vez más en defensa recurrente. Así, Rusia tendrá dificultades por delante para luchar por la extensión del uso del alfabeto cirílico en amplitud y profundidad, por la reconquista cirílica de Eurasia e incluso del mundo. Los enemigos de Rusia la han movido a una esquina y la dejaron con una simple elección: “Muere por ‘az’ o vence”. El gobierno ruso y la sociedad rusa hoy, se enfrentan a esta elección: No hacer nada y celebrar por inercia a los Santos Cirilo y Metodio en memoria de la otrora existente civilización Eslavo-Bizantina, o bien, hacer todo lo posible para hacer de este día una premonición del futuro del mundo ruso para ser celebrado de un lado a otro de Eurasia.