Excluir a Rusia de los mares. El imperativo de la geopolítica de EE.UU.

08.07.2016

Libia, Siria, Egipto, Irán, Cuba, Venezuela, Vietnam, ¿qué tienen estos países en común? Han tenido, o tienen actualmente, la capacidad de alojar bases militares rusas con salida al mar, una característica única a la luz de la tesis que vamos a exponer: en nuestra opinión, el deseo estadounidense de excluir a Rusia del acceso a los océanos del mundo es la prioridad geopolítica de los Estados Unidos de América.

El presidente Obama ha descrito siempre a Rusia como una "potencia regional" y no como una "potencia mundial", pero la realidad de hecho está cambiando rápidamente. Es indudable que los Estados Unidos son hoy en día la única potencia mundial, pero en el pasado la Unión Soviética ha tenido la capacidad de proyectar su propia armada en todos los mares y océanos del mundo. La Rusia de hoy no tiene ni los recursos económicos ni la flota para volverse protagonista en los mares que no tienen frontera con la costa de Rusia, sin embargo, el Kremlin ha emprendido una renovación de la flota que debería tener Rusia, del 2022 en adelante, para poder operar en la mayor parte de los océanos del mundo, incluidos aquellos próximos a los Estados Unidos.

Sin embargo, para operar lejos de la patria, de forma continua y manteniendo intacta la capacidad operativa, cada flota (de qué nación no importa) necesita bases sobre tierra firme donde poder almacenar armas, piezas de recambio, y donde poder llevar a cabo actividades de mantenimiento, ya sea ordinario o extraordinario. Cuanto más lejos de la patria más deben tener la característica de bases permanentes, para cuya construcción son necesarias inversiones considerables, que son responsabilidad de la nación que utiliza la base y no del país de acogida. Para justificar estas inversiones los países donde se encuentran las bases deben ser "políticamente estables", de forma que no se pueda asistir a un cambio repentino de las alianzas militares, económicas y políticas, que podrían obligar a la nación acogida a dejar estas bases avanzadas.

Rusia ha comenzado a gestionar su regreso a los mares del mundo por una cuenca aparentemente poco interesante, pero que es bastante crucial para el comercio mundial: el mar Mediterráneo.

Rusia tiene, de hecho, tres puntos fijos para el acceso al Mediterráneo: Crimea, la base naval de Bengasi y la pequeña base secundaria de Tartus. Los acontecimientos geopolíticos de los últimos años han negado a Rusia su primera base naval después de la Unión Soviética, esto es, la base naval de Bengasi. Poco después los acontecimientos en Siria han convertido la base de Tartus de una base de suministro para los rusos, a una base de abastecimiento para los mismos sirios. Finalmente, en 2014, la revolución de Kiev ha puesto en peligro la principal base rusa en el Mar Negro: Sebastopol.

Hoy en día estamos asistiendo, a nivel mundial, al mismo esquema utilizado por los adversarios de Rusia para impedir el libre acceso de la flota rusa al Mediterráneo. El acercamiento de Estados Unidos a Cuba de hecho podría comprometer la posibilidad de una presencia estable de la flota rusa en el Caribe, no tanto porque los acuerdos con Estados Unidos impidan a Rusia y a Cuba forjar acuerdos de cooperación militar, sino porque a partir de ahora, el régimen cubano ya no es una entidad granítica que comparta con Rusia los mismos objetivos.

La Cuba de hoy, aunque sólo sea por meras cuestiones de posición geográfica, será expuesta a una creciente influencia norteamericana. ¿Cómo puede una nación en dificultades económicas, como Rusia, permitirse invertir miles de millones de dólares para poner en pleno funcionamiento una base militar en suelo cubano, cuando se insinúa la duda de un posible cambio de alianzas de La Habana?

El mismo argumento se puede hacer para la Venezuela pos-Chávez, ahora lidiando con una crisis económica de efectos potencialmente devastadores; la crisis está determinando no sólo el colapso financiero, sino la pérdida de elementos de primera necesidad, incluyendo el azúcar, que podrían llevar al colapso del apoyo al régimen y la potencial explosión de disturbios en las calles.

Incluso la apertura de Obama hacia Vietnam, que tiene indudablemente un significado antichino, debe ser considerada en todo caso también desde la óptica de la contención de las nuevas ambiciones rusas de presencia global. En Vietnam, Rusia tiene el permiso de uso de la base aeronaval de Cam Ranh, un lugar estratégico y con infraestructura construida originalmente por los Estados Unidos, que ahora representa para los rusos una potencial base primaria en el Extremo Oriente.

Hoy, sin embargo, los nuevos acuerdos entre los EE.UU. y Vietnam pueden dar lugar a un cambio de orientación geopolítica del liderazgo vietnamita...

El mar sigue siendo hoy en día el único medio para ejercer el control global, y este hecho debe ser recordado a todos los que creen que el control de los océanos es secundario respecto a la supremacía aérea, arma en cambio indispensable para decidir el destino de un conflicto.

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