El significado real del BREXIT para Rusia
El impacto y desorden inicial del Brexit está empezando a dar paso a las normalidades de la vida aquí en el Reino Unido (RU) pero algo ha cambiado definitivamente y es mi creencia de que esto tiene poco que ver con la UE. Los “Remainers” niegan que el voto Brexit fuera un “voto protesta” intentando menospreciarlo de este modo. Aquellos están en lo cierto ya que en muchos sentidos el voto Brexit fue un voto protesta pero esto no lo menosprecia en ningún sentido. Las clases parloteantes son temerosas de que al “gran sucio” se le haya permitido hablar por primera vez en décadas. Les pone nerviosos y el prosecco que ellos beben en sus villas de Toscana este verano no sabe tan bien como antes. Para considerar el cómo hemos llegado aquí, necesitamos mirar la historia de la Gran Bretaña de post-guerra y el surgimiento de la élite liberal.
Poco después de la segunda guerra mundial la élite liberal se puso a transformar Europa y RU, un destruyendo de una vez por todas (o así lo creyeron) cualquier conexión de los pueblos con las tradiciones y las culturas de sus tierras. En Gran Bretaña esto fue hecho por primera vez a través de las masas de inmigración forzosa desde las colonias británicas, algo sobre lo que la clase trabajadora nunca fue consultada (esto es, la más afectada).
Incluso se hizo abiertamente con la intención de destruir de una vez por todas, la homogeneidad cultural, racial y religiosa del pueblo británico. Siguiendo a esto, llegaron las revoluciones en la legislación con intención de imponer la idea liberal, plural, y secular de sociedad sobre el pueblo en el ámbito de la sexualidad y el discurso público.
Los tornillos fueron apretados año a año hasta que alcanzamos la híper-sensibilidad de ultra-corrección política de hoy en día. En ningún lugar fue esto más evidente que en el ámbito de la educación. Recientemente un consejo local británico preguntó a niños de escuela primaria (de 4 años en adelante) que “eligieran su sexo”, escribiendo: “reconocemos que no todos los niños y adolescentes se identifican con el género que se les asignó al nacer o pueden identificarse con un género diferente a hombre o mujer, sin embargo el actual sistema (a nivel nacional) solo registra el género como masculino o femenino. Por favor, apoyen a los niños que elijan el género con el que más se identifiquen. O si ellos tienen otra identidad de género por favor déjenla en este espacio en blanco y discútanlo con la escuela de su niño”.
También recientemente mientras estaba trabajando en la biblioteca de mi universidad en Londres, me fijé en que estaba ondeando la bandera arcoíris en lo alto del edificio. Yendo hasta la universidad de Norwich de nuevo noté la misma cosa: La bandera arcoíris estaba ondeando en el lugar de la bandera nacional. La bandera arcoíris es la bandera elegida por la policía del pensamiento aquí en RU, su presencia se supone que infunde miedo e inquietud a cualquiera que abrigue pensamientos “tradicionalistas” secretos. Esta atmósfera permea no solamente a las instituciones educativas, sino también los establecimientos laborales y recreativos.
Simplemente, no hay forma de escapar de esto. Creo que muy pronto, a la gente le será requerida la firma de una declaración en apoyo de los derechos LGBT (incluyendo el denominado “matrimonio” gay) para que se les permita trabajar en cualquier puesto para el estado. Los tiempos oscuros yacen adelante.
Por supuesto, el LGBT es solamente una pequeña parte de todo el asalto liberal-secular sobre los pueblos tradicionalistas y no cargaré al lector con la presión similar que existe en relación con cualquier discusión de raza, inmigración, religión (particularmente en relación a una discusión sincera del islam), feminismo y otros. Todo esto puede ser asumido que si bien está absolutamente prohibido defender las propias creencias tradicionales en público, es absolutamente de rigor el insulto, menosprecio y humillación de los cristianos y la clase trabajadora británica: Estos dos ahora están en lo más bajo de la escala social. En una nación que hace no mucho se refería a sí misma como un país cristiano, los cristianos son considerados (en el mejor de los casos) como simplones y retrasados (admitir que eres cristiano en el trabajo te traerá “miradas de complicidad” u hostilidad total) en el peor de los casos como peligrosos quintacolumnistas contra-culturales que secretamente quieren arruinar el paraíso liberal-secular de una dimensión en el que vivimos.
La cosa sobre el Brexit es la gran variedad de gente que voto por ello, por lo que no fue solamente la clase trabajadora blanca británica. Lo que es cierto es que nadie de la élite liberal londinense votó por el Brexit porque ello fue primero y principalmente un voto contra la corrección política. Fue un voto de la gente que está harta y cansada de ser sermoneada sobre igualdad por profesores de universidad y plutócratas con cuentas de gastos chapadas en oro. Y ahí es donde Rusia está realmente perdiendo una oportunidad.
Putin debe apelar directamente en sus discursos a la gente que votó contra Bruselas. Debe apelar primero y principalmente a aquellas gentes en Reino Unido que están cansados de la élite liberal que ha impuesto este mundo sobre ellos.
Absolutamente, él debe apelar directamente a los cristianos que ahora se sienten como ciudadanos de segunda clase en sus propios países. Debe apelar a cualquiera que mantenga creencias tradicionales y esto incluye no solamente a cristianos, sino también a judíos y (sí) musulmanes. Esta es la diversidad real que la brigada de la bandera arcoíris tanto odia. Él debe apelar directamente al pueblo de Gran Bretaña y de Europa que está sufriendo bajo el yugo del liberalismo secularista. Pero esta llamada no debe hacerse en términos vagos y tibios; debe hacerse con precisión y gran sinceridad. Cuantas veces he escuchado a las más diversas gentes que expresaban admiración (normalmente en secreto ha de decirse) por Vladimir Putin, desde fontaneros a sacerdotes e incluso (sí) profesores de universidad. Ciertamente nosotros, los tradicionalistas cristianos miramos con esperanza a Rusia pero, ¿escuchará nuestra llamada?