El “poder blando” ruso como elemento táctico de la guerra híbrida
Es pertinente mencionar el papel del Estado ruso en su estrategia de “guerra híbrida” por medio de la implementación del poder blando como táctica para influir es su accionar en lo geopolítico como en lo geocultural. En muchos documentos oficiales definen como en los textos de expertos académicos en materia de geoestrategia y de geopolítica definen el poder blando como el empeño de reforzar las afinidades lingüísticas, culturales, económicas y religiosas con los Estados vecinos y captar a diferentes grupos de interés. Rusia ejerce su poder blando a través de cinco instrumentos principales: (1) las relaciones públicas y la diplomacia pública; (2) los medios de comunicación; (3) la Iglesia Ortodoxa Rusa; (4) comisiones que se dedican a “corregir la historia distorsionada”; y (5) fundaciones, asociaciones, clubs y congresos para coordinar una política común para los “compatriotas” y para promover la cooperación cultural y científica, la lengua y la cultura rusa más allá de las fronteras rusas. El hecho de compartir una afinidad cultural y político por haber formado parte del imperio ruso facilita la actual influencia Moscú.
Si bien, no existe ningún documento de la Doctrina Militar del Estado ruso que mencione explícitamente el concepto de “guerra híbrida”, no obstante, el Ministerio de Defensa ruso lo introdujo en el Libro Blanco de la Defensa en el año 2003, en el cual, Moscú ha definido los futuros conflictos como “asimétricos”. Los rusos usan tres expresiones para connotar la guerra híbrida: nelineynoi voine (“guerra no lineal”); setovaya voina (“guerra de network” o guerra de la red) y neopredelonaya voina (“guerra ambigua”).
El concepto de guerra híbrida encaja perfectamente en la tradición originalmente leninista que considera que la paz es solo un estado de preguerra. En este aspecto, el poder blando es sólo un elemento táctico del poder duro. El poder blando se convierte en poder duro a través de la Diplomacia. En el caso de Ucrania como en Georgia demuestran que hay siete fases de la conversión del poder blando en poder duro que desarrollan la estrategia principal de la guerra híbrida como el instrumento clave del proceso de insubordinación geopolítica revisionista cuyo fin último es obtener el control, formal o informal, sobre un territorio.
Las primeras tres fases cuyo fin es aumentar la lealtad de los compatriotas al gobierno del Kremlin y disminuirla hacia el gobierno local son: (1) fortalecer los lazos lingüísticos, culturales y religiosos; (2) proveer de ayuda humanitaria (comida, medicamentos e inversiones económicas); (3) articular las diferentes políticas dirigidas específicamente a los compatriotas (organización de congresos, cooperación cultural y científica, fundaciones para promover la cultura rusa). La cuarta fase representa el punto de inflexión porque consiste en la distribución sistemática de la ciudadanía rusa (“pasaportes”) y en la conversión oficial de los compatriotas en ciudadanos rusos.
Esta fase suele estar muy relacionada con la quinta, dezinformatsia (“desinformación”), que en los tiempos soviéticos fue definida como “desacreditación y debilitamiento de los oponente y la distorsión de la percepción de la realidad de los blancos elegidos”. La desinformación es el meollo del proceso de insubordinación geopolítica revisionista. La desinformación consiste ante todo en enfatizar el sufrimiento de la población rusa alógena por ser minoría étnica. Si el gobierno del país anfitrión pretende acercarse a la UE y/o la OTAN, los rusos están amenazados por occidente y se encuentran en peligro para su seguridad física. La sexta fase supone la aplicación de la diplomacia humanitaria, la protección. Los documentos oficiales (La Constitución de la Federación de Rusia) contemplan la posibilidad de proteger a los compatriotas si se dieran dos circunstancias: (1) que su seguridad esté amenazada; o (2) que los compatriotas, (no necesariamente sus representantes) soliciten la ayuda de Rusia. La séptima y última fase es el ejercicio del control formal (reunificación de Crimea) o informal en el territorio donde viven los compatriotas (conflictos congelados como el caso de Transdnistria y los territorios de Lugansk y Donetsk en la región del Donbass en el este de Ucrania).
Estas siete fases demuestran que los compatriotas, los rusoshablantes, constituyen el principal instrumento del proceso de insubordinación geopolítica revisionista. En tal sentido, como se puede observar en el mapa, Ucrania ha sido un objetivo relativamente fácil para el Rusia cuyo mayor éxito en Crimea y Donbass coincide con el porcentaje de población más elevado de rusohablantes (más del 60%), lo que no siempre significa rusos étnicos, también están los ucranianos de habla rusa y hay que tener en cuenta que ucranianos y rusos son de etnia eslava.
Ucrania: porcentaje de la población con el ruso como lengua materna, por macrorregiones
Por estas razones, el objetivo principal de la UE en los países del “Eastern Partnership” como parte de la “Política Europea de Vecindad” es apoyar el desarrollo de la democracia y la gradual integración en el mercado europeo. Los instrumentos para cumplir con este objetivo son ayudas económicas, asesoramiento político y apoyo a la sociedad civil. No obstante en clave geopolítica está detrás la OTAN que busca es cercar a Rusia y evitar su influencia en “Extranjero cercano”. Mientras que Rusia, con el objetivo de competir a la UE, ha creado la Unión Económica Euroasiática (UEA). Sin embargo, su marco estratégico está basado en tres conceptos (usados tanto en los documentos oficiales como por la población rusa): (1) za rubiezhëm (“el exterior cercano”); (2) Ruskii Mir (“el mundo ruso”); y (3) sootechestvenik (“compatriota”, literalmente “el que está con la patria”).
Los objetivos principales de Rusia en la región son opuestos a los de la UE: evitar que los países que aspiran a acercarse a la UE y a la OTAN, para impedirlo y mantener su “zona de influencia”. Los instrumentos elegidos para conseguirlo son muy variados. Oscilan entre el poder económico (la conexión de infraestructuras soviéticas favorece los vínculos económicos entre Rusia y los países independientes), el poder blando, la “coacción blanda” (chantaje económico en forma de embargo a los productos agrícolas en Ucrania, Moldavia y Georgia), la “coacción dura” (interrupciones en el suministro de gas en Ucrania) y el poder duro (el uso del poder militar para reactivar los “conflictos congelados” Abjasia y Osetia del Sur en Georgia, Transnistria en Moldavia y Donbass en Ucrania) y, en fin, la reunificación de territorios (Crimea).