EL HOMBRE COMO TEATRO
Alexander Dugin dijo alguna vez en una entrevista que lo peor que podía pasarle a un filósofo era que trivializaran, simplificaran y pervirtieran sus ideas. Desgraciadamente, tal cosa esta sucediendo hoy en Rusia con las ideas del autor de la Cuarta Teoría Política. Normalmente, las personas comunes y los críticos pasan por alto que Dugin es un pensador y no un político. Y eso no se debe a que haya escrito o publicado decenas de libros, sino porque siempre ha sido cercano a los artistas y no a los políticos. Dugin ve en la creatividad y en el arte el camino para que se rompa el estancamiento social y por fin se produzca el renacimiento del pueblo ruso.
Eduard Limonov, que fue una vez compañero de Dugin, fue muy influenciado por este filósofo. Pero en estos momentos Dugin ayuda al personal del Teatro de Moscú y de eso vamos a hablar hoy.
– Alexander Guélievich, en estos momentos trabaja con los integrantes del Teatro de Moscú. ¿Qué es lo que hacen y cuál es su aporte al teatro moscovita contemporáneo?
– No tengo interés en el teatro contemporáneo. Simplemente soy amigo de Eduard Boyakov y me parece interesante lo que está aconteciendo hoy en el Teatro de Moscú. Trabajo dentro de la Nueva Escuela de Teatro Artístico de Moscú, que es un departamento de la Universidad Sinergia. En esta última imparto cursos sobre ontología y antropología del teatro. Lo que sucede es que me interesa el teatro como fenómeno, como forma de ser y como mensaje; me interesa porque considero que el teatro es una especie de laboratorio cultural y espiritual.
Todas las disciplinas artísticas hacen parte del teatro; el teatro es la obra de arte total, pues para montar sus escenas se necesita música, danza, poesía y literatura. Todas las artes convergen en su interior.
El ser humano y el espíritu son arte y cultura. Por lo que únicamente me dedico a buscar los orígenes culturales y espirituales del hombre. Sócrates le dice a Alcibíades en uno de los diálogos platónicos que “el hombre es el espíritu”. No dice, por ejemplo, “cuerpo y espíritu”. El cuerpo no es exclusivo del hombre, otros animales como los monos, los cerdos, los leones y las sepias poseen un cuerpo. El espíritu es la característica por excelencia del hombre y no el cuerpo.
El teatro está relacionado con el alma y el espíritu. Por lo tanto, encontramos todas las facetas de la cultura humana en este medio.
Incluso podríamos decir que el código de nuestra cultura nace, crece, se aprende y se estudia dentro del teatro: considero que el teatro es el destino del hombre. El individuo alcanza todo su potencial dentro del teatro, por lo que no podemos reducirlo a un mero entretenimiento o actividad. Es por esa razón que anteriormente las leyes eran enseñadas en el teatro. La persona, o personaje, era el nombre que se le daba a la máscara usada en el teatro. Así que el mismo fundamento del derecho es una representación teatral. La sociología ha sido construida sobre metáforas teatrales como roles o estatus. Y la psicología también está relacionada con el teatro.
No es gratuito que el psicoanálisis hable del complejo de Edipo desde que fue fundado por Freud. Edipo no es solamente una figura mitológica, sino que es una figura teatral escrita por Sófocles. Así que podemos decir que el teatro ha tenido un gran impacto.
Estoy interesado en la ontología, el ser, la antropología y la vivencialidad del teatro. Y a eso es a lo que me dedico y sobre lo que estoy trabajando. Últimamente me he dedicado con mis estudiantes de la Nueva Escuela del Teatro de Moscú a desmenuzar y estudiar las tragedias; hemos investigado los orígenes, ontología y simbolismos cristianos y precristianos del teatro, es decir, todo lo relacionado con la esencia del mismo. Si no tomamos en cuenta todo lo anterior, entonces no estamos hablando de teatro.
He dedicado mucho tiempo y mucho esfuerzo a impartir esta catedra a mis alumnos de la Escuela de Teatro de Moscú, porque considero que el teatro es muy importante.
Sin embargo, usted me pregunta qué pienso del teatro ruso contemporáneo. Mi objetivo y y el de Eduard Boyakov es revivir el teatro: hacer que sea nuevamente digno y que recupere sus profundas raíces ontológicas. Compartimos este sueño con el Director Artístico del Teatro de Arte Gorki de Moscú, nuestros amigos de la Nueva Escuela del Teatro de Moscú y otras personas apasionadas por el teatro. Por supuesto, es algo muy difícil. La esencia del teatro se ha ido perdiendo durante las últimas décadas. Muchos simplemente continúan repitiendo las viejas tradiciones soviéticas que actualmente ya no tienen sentido, aunque las tradiciones soviéticas tampoco tenían mucho sentido en realidad.
Nos dedicamos a copiar los modelos occidentales de forma acrítica: ni siquiera podemos hablar de Occidente, sino de una mala imitación del mismo. Lo que llaman “teatro posmoderno en Rusia no tiene nada que ver con la Postmodernidad, creo que se parece mucho a las focas que cuentan o los monos que montan bicicletas en un circo. Se trata de una repetición de lo que se les enseña: un animal pueda ladrar y contar correctamente, pero eso no significa que entiendan lo que hace. Semejantes trucos nunca llevaran a ningún lugar.
La cultura ultra-liberal y posmoderna de Occidente surgió de un proceso de desarrollo o, más bien, de degeneración gradual; resulta insignificante copiar el resultado sin haber atravesado todo el proceso que llevó a que surgiera tal cultura. No podemos hablar de algo original, sino solamente de su imitación, por lo que hemos llegado a un callejón sin salida. Lo que existe actualmente son los restos del teatro soviético que han comenzado a fusionarse con malos simulacros nacidos del espíritu del entretenimiento circense occidental. Los imitadores tratan de copiar esas cosas, pero el resultado es mediocre y realmente vergonzoso. El teatro ha colapsado y es prácticamente imposible revivirlo. No obstante, existe gente talentosa que intenta hacer algo como es el caso de Anatoly Vasiliev, que sin duda es interesante. De todas maneras, podemos decir que no existe ningún paradigma teatral ruso.
Carecemos por completo de una filosofía del teatro y es por eso que en la práctica la restauración de las raíces sagradas del teatro choca con muchas dificultades estructurales.
El desarrollo cultural ruso que existió hasta la Edad de Plata fue cortado y desbordado por la aparición del mundo soviético, pero en ese momento aún existía gente que había recibido una educación pre-soviética basada en la cultura clásica y que conocía la filosofía y las tragedias griegas. Ese horizonte se fue extinguiendo hasta finalmente desaparecer. Hasta que no seamos capaces de reconectarnos con este pasado, seguiremos siendo incapaces de entender lo que decían Stanislavsky y otros escritores anteriores, porque ellos vivieron en un contexto cultural completamente diferente, respiraban un aire totalmente distinto y entendían las palabras, los pensamientos y las ideas desde otra perspectiva. Su bagaje cultural era extremadamente grande y las tradiciones teatrales que crearon son inaccesibles para nosotros. Es por esa razón que sugerí una investigación teórica de las mismas.
Creo que únicamente por medio de la reconstrucción cuidadosa y detallada de los fundamentos metafísicos y los orígenes del teatro seremos capaces de avanzar hacia adelante y restaurar nuestra conexión con los períodos anteriores.
Solo estamos dando los primeros pasos en esta dirección. Hemos obtenido algunos éxitos y experiencias positivas. Resultaría imposible esperar milagros, pero muchos han asumido tal reto. Yo intento aportar lo que puedo a partir de la teoría. No obstante, espero que todo lo que hago se traduzca al nivel de la práctica, ya que estamos en una especie de laboratorio teatral experimental; este proceso apenas ha iniciado o así es como lo percibo. Puedo decir que en estos momentos estoy muy interesado en el teatro, pues lo considero el centro metafísico y místico de mis reflexiones, aunque me resulta imposible decir algo del teatro fuera de las lecciones que imparto.
Siento horror y consternación ante lo que hoy es considerado como teatro en la Rusia contemporánea. Es como si cenaras con un idiota. Es muy desagradable, cínico y misantrópico invitar a un estúpido a que cena contigo mientras tú ignoras todo lo que hace. Y lo peor es que todos saben que han invitado a un idiota a cenar; los acompañantes se dedican solamente a mover sus manos, pedir su comida o agitarse ante lo que pasa. Pero quien ha invitado al idiota se dedica a mirar y a sonreír frente a todo lo que sucede: para éñ se trata de un mono que hace piruetas.
El teatro ruso contemporáneo es así. A dondequiera que vayas sientes vergüenza frente a lo que ves, sin importar si examinas las corrientes conservadoras o vanguardistas. Claro, existen excepciones y sin duda puedes ver algo bueno de vez en cuando. No puedes generalizar siempre, pero es lo que encuentras muchas veces. Debemos quitar los escombros que quedaron e intentar construir algo nuevo usando nuestra creatividad.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera