El "gran turán" - el camino más corto al heartland

17.12.2020

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera

"Se está creando un nuevo orden mundial mediante la hegemonía estadounidense contra Rusia, a expensas de Rusia y sobre los escombros de Rusia".

Esta es la conocida teoría de Zbigniew Brzezinski de la ciencia política mundial, que es efectivamente utilizada por las potencias occidentales contra la Federación de Rusia. La teoría de Brzezinski es uno de los principales mecanismos para lograr los objetivos geopolíticos de la estrategia del euroatlantismo.

En la era posmoderna, en el mundo posliberal, Occidente, como sistema político liberal y económico liberal, se ha derrumbado, lo que ha provocado cambios políticos globales en la matriz de la política internacional. En el sistema del orden mundial, la geopolítica mundial se está transformando y las formaciones sociales de los propios Estados están cambiando paradójicamente. El mayor impacto para el Occidente colectivo, para la geo-estrategia del euro-atlántica, es su nueva etapa en la evolución geopolítica, que es reformatear el mundo unipolar en uno multipolar. Occidente es muy consciente de que la formación de un mundo multipolar no es un proceso artificial y es prácticamente imposible resistirse a él con métodos clásicos, como se hizo durante la Guerra Fría. 

En este complejo paradigma geopolítico, la principal tarea de las potencias occidentales es evitar el surgimiento de un contrapeso al sistema político occidental (euroatlántico) en dos áreas fundamentales. La primera es la esfera financiera y económica y el objetivo de Occidente es evitar el surgimiento de un sistema financiero y económico independiente de su dominación (representada por Eurasia: China, Rusia, Irán, India); la segunda esfera es la política militar y la no admisión de una alianza dentro de Eurasia de los mismos países (China, Rusia, Irán, India). El tradicional enfrentamiento entre las dos civilizaciones lleva más de un siglo, aunque las formas y métodos de enfrentamiento están cambiando. La "gran batalla de los continentes" está entrando en su fase final. Inspirada por los estrategas del mundo anglosajón del siglo XIX, como Mahan, por ejemplo, la estrategia de asegurar la ventaja de Occidente sobre Eurasia es relevante hasta el día de hoy y no ha desaparecido de ningún modo. Los atlantistas modernos, que han usurpado casi todos los recursos naturales del mundo, en el "juego final" ciertamente intentarán usurpar el Heartland y los recursos de toda Eurasia.

A pesar del alto nivel técnico e innovador del desarrollo de las potencias occidentales, que les otorga una ventaja sobre el resto del mundo, no se atreven a entrar en un enfrentamiento militar directo con el mítico oso ruso euroasiático, así como con Irán y, en primer lugar, con China. Una guerra a gran escala con estos países no es beneficiosa para las potencias occidentales desde el punto de vista del pragmatismo. Esto es aún más cierto cuando el principal enemigo de Eurasia es una potencia nuclear en forma de la Federación de Rusia. Este factor, la complejidad de la construcción del enfrentamiento directo, llevó a la revisión de la estrategia de Occidente para la conquista de Eurasia.

Otro factor principal, podría decirse, es el de que las potencias occidentales no están preparadas para el enfrentamiento directo con las potencias euroasiáticas en su base ideológica liberal racionalista, que no permite la conducción de guerras ofensivas, más precisamente, guerras que conllevan grandes bajas entre su propia población, civiles y militar. La sociedad occidental está imbuida del espíritu del secularismo, la impiedad, habiendo perdido sus valores tradicionales y no persigue otros objetivos que la implementación de los intereses corporativos. Sin embargo, en el período posterior al colapso de la URSS, la sociedad occidental, regocijada por la desaparición de la "amenaza del Este", enfrentó desafíos no menos serios y poco a poco comenzó a sentirse desencantada con los cimientos de la democracia capitalista occidental. En el contexto de la crisis política interna de la UE, el número de euroescépticos crece año tras año, los acontecimientos que se desarrollan en torno al Brexit refuerzan este escepticismo, la gente tanto en Europa como en Estados Unidos ha dejado de confiar en sus medios, que hasta hace poco disfrutaban de una autoridad incondicional...

Además, el líder del mundo occidental, Estados Unidos, está al borde de una división civil y política, comparable a la guerra civil del siglo XIX. La OTAN ha perdido el espíritu de lucha que impulsó a los países miembros de la alianza durante y después de la Guerra Fría, en las décadas de 1990 y 2000, cuando estaban ansiosos por participar en diversas misiones militares.

Los ejércitos occidentales se han transformado enormemente, están formados casi exclusivamente por soldados contratados especialmente para ser eficientes al realizar algunas misiones específicas, como resultado de lo cual su fuerza numérica ha disminuido. Pero los militares por contrato y los PMC (Private Military Company) no serán suficientes para librar una guerra global sin involucrar a un número significativo de reservas humanas. Por lo tanto, para alcanzar sus objetivos globales, los autores occidentales de la política globalista de subordinación a Eurasia encontraron una salida pragmática desarrollando una estrategia político-militar utilizando el poder militar, político y económico de la República de Turquía, la cual ha ido ganando en las últimas dos décadas y donde la doctrina ideológica del pan-turquismo siempre ha estado viva. Ahora, a esta doctrina más etno-nacionalista, se ha añadido, e incluso destacado, la idea imperial del neo-otomanismo, pintada en tonos islamistas. Tal síntesis ideológica es la doctrina geopolítica por la que se guía Turquía, y esto no solo es aceptable, sino muy útil para la política occidental. Por tanto, Occidente, en principio, no crítica e incluso alienta la doctrina del neo-otomanismo, intentando dirigir la energía política de Turquía y de todo el mundo turco hacia Oriente, contra Rusia, Irán y China. El mundo turco debería desempeñar para Occidente el mismo papel que jugaron los yihadistas en Afganistán o Chechenia en los años noventa. Pero la nueva "estrategia de poder" basada en la ideología "civilizada" de un Estado bastante desarrollado personalmente en forma Turquía, en el futuro, tiene un potencial mucho más negativo que el yihadismo de las cavernas, que a veces no puede separarse del terrorismo. El Gran Turan es un nuevo Imperio Otomano de tipo confederal, que ofrece no una islamización tosca y una sumisión total, sino una forma "suave" y "civilizada". En esta situación, Occidente neutralizará a Rusia e Irán casi por completo, limitando también severamente las posibilidades geopolíticas de la República Popular China.

Un punto muy importante es que Turquía, a diferencia de Occidente, no solo tiene Fuerzas Armadas listas para el combate (el segundo ejército más grande de la OTAN), sino que también está lista para librar guerras (incluidas las guerras terrestres en toda regla) y llevar a cabo las guerras que acompañan víctimas mortales. Turquía no se ve obstaculizada por los postulados ideológicos antibélicos establecidos oficialmente en Occidente, que no permiten la idea de pagar la supremacía con la vida de sus soldados. En otras palabras, Turquía no solo es un país desarrollado política y económicamente, sino también un país belicoso. Es esta militancia y energía política de esta nación relativamente joven del Rimland lo que Occidente está tratando de usar (tradicionalmente) a su favor.

Occidente preparó a Turquía para el papel de caballo de Troya buscando establecer su hegemonía geopolítica sobre Eurasia. El Imperio Otomano de finales del siglo XVIII, y luego la República Turca de la década de 1920, fueron utilizados constantemente por las potencias occidentales como un arma eficaz para frenar la creciente influencia de Rusia. Si nos adentramos en la historia, recordaremos el antibizantismo de Europa occidental, ya que la existencia de un imperio ortodoxo debilitado no se adaptaba a las entonces potencias occidentales. Necesitaban un Bizancio demasiado débil, que les obedecería en todo sin cuestionarlos, o que Bizancio no debería existir en absoluto. Al atacar a Bizancio, las tribus turcas recibieron asistencia financiera, armamento y una organización integral por parte del anti-bizantinismo mundial. Frente al Imperio Otomano, Occidente creó una metástasis geopolítica de rápido desarrollo que destruyó Bizancio y luego esclavizó a todo el Medio Oriente. En general, se cree que los otomanos cerraron el Bósforo y los Dardanelos a Occidente y esto dio impulso a nuevos descubrimientos geográficos y al colonialismo, pero olvidan que el Bósforo y los Dardanelos estaban cerrados principalmente a los pueblos de Eurasia. A diferencia de Occidente, los pueblos del Heartland no tuvieron la oportunidad de hacer sus descubrimientos geográficos; los pueblos cristianos de Eurasia con el tiempo se vieron amenazados por la islamización. Si no hubiera sido por la centralización y transformación de Rusia, los principados rusos en el Imperio, la muerte de la civilización ortodoxa hubiera sido inevitable.

Sobre las ruinas del Imperio Otomano, después de la Primera Guerra Mundial, Occidente encontró rápidamente un idioma común con el cual reformatear a la república secular de Turquía liderada por Ataturk, pero aun así Turquía no siguió siendo un país secular-secularista de tipo europeo, sino un país asiático típico, con un sesgo social islámico tradicional de nacionalismo integral. Fue durante el reinado de Ataturk cuando tuvo lugar la turquificación final de todas las minorías étnicas y religiosas que vivían en Turquía.Después de la entrada de Turquía en la OTAN, las ideas del pan-turquismo cobraron nueva relevancia como medio de lucha ideológica contra la URSS, con el objetivo de arrancar de ella las repúblicas de Asia Central y Azerbaiyán. El colapso de la URSS en 1991 creó las condiciones para la restauración del movimiento pan-turco. En el espacio postsoviético aparecieron nuevos Estados turcos independientes y soberanos como Azerbaiyán, Kazajstán, Kirguistán, Turkmenistán y Uzbekistán. Turquía los veía como "hermanos menores". Además, Turquía se ha vuelto más activa dentro de Rusia, bajo la apariencia de proyectos culturales, humanitarios y científicos. A principios de los 90, se estableció en Kazán la Asamblea de los Pueblos Turcos, un evento que se convirtió en un hito importante en la historia del pan-turquismo, porque significó que el movimiento había alcanzado la fase organizada de desarrollo. 

El pan-turquismo se encuentra con una reacción política negativa de todos los países que rodean el mundo turco. Rusia, China, Irán, Bulgaria, Grecia, Georgia y Afganistán tienen un número significativo de minorías turcas y ellas, más Armenia (por razones obvias), siempre considerarán cualquier movimiento hacia la unidad de los turcos como una amenaza para su integridad territorial. La mayoría de los países occidentales también están preocupados por los prejuicios históricos contra los turcos (aunque este hecho no niega el que existe una estrategia para establecer el control sobre el corazón de Eurasia con la ayuda del "Gran Turan"). Teniendo en cuenta todos estos factores, el pan-turquismo en la práctica se desarrolló gradualmente y aún no ha tenido un resultado político evidente. En la primera etapa, Turquía se comprometió a fortalecer los lazos principalmente culturales, sociales y económicos entre los turcos. La primera etapa en el camino de la estrategia del pan-turquismo se ha completado con éxito, la interacción económica y cultural ya se ha logrado en los países turcos. Ankara ha pasado a la segunda etapa, donde el objetivo prioritario es la consolidación política de los seis Estados turcos independientes. Los Estados turcos independientes se benefician enormemente del proyecto Pan-turco. Turquía, Azerbaiyán y Kazajstán están directamente interesados ​​en el desarrollo de la idea de Turan y están haciendo esfuerzos para crear nuevas organizaciones, foros y asociaciones.

La unidad etnolingüística de los turcos coincide con una ruta comercial prometedora de Asia a Europa y con el acceso al Heartland a través de este Rimland.

El Soft Power turco, basado en los pilares del pan-turquismo y el neo-otomanismo, refuerza el deseo de Ankara de convertirse en un líder regional cambiando su estrategia de comportamiento.

La primera fase inactiva está asociada con Turgut Ozal y Suleiman Demirel. El punto de inflexión en las relaciones entre los Estados del Cáucaso Meridional y la República de Turquía fue la política del presidente turco Turgut Ozal (1989-1993), quien comenzó a perseguir una política exterior activa en la región desde la posición del "poder blando".

La segunda fase activa de la aplicación de la estrategia. El punto de inflexión en las relaciones entre los Estados del Cáucaso Meridional, Asia Central y la Federación de Rusia y la República de Turquía fue la política del presidente turco Suleiman Demirel, quien fortaleció cualitativamente la política exterior en relación con el espacio postsoviético y turco.

La tercera fase del "poder blando" turco en política exterior estuvo marcada por la política de Ahmet Davutoglu, con su doctrina de "cero problemas con los vecinos" y los "tres principios metodológicos y cinco principios de acción". La tercera fase está siendo implementada activamente por Recep Tayyip Erdogan y Mevlut Cavusoglu, quienes, combinando el poder blando con el uso del poder real en la región, han logrado ciertos éxitos y expandieron las zonas de influencia geopolítica de Turquía.

“El siglo pasado se ha convertido en la página que hemos dejado atrás. Ahora estableceremos nuevos vínculos entre Sarajevo y Damasco, entre Bengasi y Batumi. Lo haremos en paz. No en guerra con nadie, respetando las fronteras. Ésta es ahora nuestra fuerza. Ahora, estos son países completamente diferentes, pero hace 110 años Yemen y Skopje, Batumi y Bengasi eran partes de un solo país: el Imperio Otomano. Hablando de esto, ponen sobre nosotros el fuego de las acusaciones de crear un neo-otomanismo, pero ¿por qué entonces los que unieron a toda Europa no se llaman así mismo neo-romanos?”, estas palabras pertenecen a A. Davutoglu, el exjefe del Ministerio de Relaciones Exteriores de Turquía.

La Turquía moderna es un país con población musulmana, que Erdogan ha convertido en un sistema político más teocrático que compite con el mundo islámico árabe, incluso reivindicando el Califato. Pero el Califato de Turquía tiene un cierto dilema ideológico, porque hasta hace poco Turquía intentó unirse a la UE por todos los medios y sigue siendo miembro del bloque militar occidental de la OTAN. Es decir, formalmente, desde el punto de vista del islamismo militante, Turquía está del lado de los "enemigos del Islam". Al mismo tiempo, se recuerda el papel de los británicos en el apoyo y la difusión del wahabismo en la Península Arábiga en los siglos XVIII y XIX y los ya bastante modernos lazos de las élites anglosajonas con las élites wahabitas de Arabia Saudita. Los "enemigos del Islam" tienen experiencia en adaptarse a las corrientes militantes de la religión mundial: del Islam mismo.

En el siglo XX, Turquía, en compañía de los países de la OTAN y Estados Unidos, combatiendo activamente en diversas misiones militares, actúa como infraestructura y apoyo político contra los países árabes, Afganistán e Irán. Por un lado, Ankara afirma ser un centro islámico, y por el otro, se encuentra constantemente al otro lado de las barricadas de la Ummah musulmana.

Turquía tiene presencia militar en más de 10 países y tres continentes, incluidos Asia, África y Europa. Esta es una geografía más amplia que los territorios del antiguo Imperio Otomano. La acumulación de poder militar turco en países como Siria, Irak, Libia, Malí, República Centroafricana, Etiopía, Qatar, Bosnia-Herzegovina, Kosovo, Albania, Sudán, Chipre del Norte y Azerbaiyán indica que el poder militar de Turquía está creciendo y, en consecuencia, su influencia geopolítica está aumentando.

Erdogan utiliza con éxito el Islam en el contexto de las armas geopolíticas y es una parte integral de la nueva doctrina del neo-otomanismo. Se utiliza una versión más militante de la religión islámica para apoyar los objetivos ofensivos de la política turca, y el camino está abierto en Turquía para un salafismo modernizado. El salafismo turco es diferente del árabe y se lleva bien con el sistema político occidental y el nacionalismo (turco).

Erdogan también utiliza con éxito el factor religioso para fortalecer su poder y manipular la política interna. Las coloridas palabras de Erdogan demuestran claramente el enfoque de la instrumentalización de la religión: "Las mezquitas son nuestros cuarteles, sus cúpulas son nuestros cascos, los minaretes son nuestras bayonetas y los creyentes son nuestros soldados". Con este factor, Erdogan a veces cubre tanto los problemas económicos como las crisis que inevitablemente surgen en el país como resultado de una política exterior asertiva y en parte conflictiva. El factor islámico en este sentido parece un cierto atributo para Erdogan. Bueno, la propaganda sobre la restauración del Imperio Otomano y la creación del "Gran Turan" ahoga todos los problemas internos de Turquía y concentra a la población del país en apoyar la política exterior del presidente Erdogan.

Erdogan logró reconciliar a los nacionalistas turcos (pan-turquistas) y los islamistas radicales en Turquía. Sintetizó e integró estas dos direcciones en la estrategia del neo-otomanismo moderno. Y bajo su control, bajo el control de sus servicios especiales, se ha formado una alianza de los "Lobos Grises" con líderes religiosos radicales, peligrosa para el mundo exterior. Este segmento, como grupo social reaccionario, es utilizado muy activamente por Ankara con fines políticos.

Occidente guarda silencio cuando Erdogan declara oficialmente la política expansiva de Turquía, y el silencio ya es una señal de consentimiento (Occidente protesta solo contra la expansión de Turquía hacia Grecia, miembro de la UE, así como la interferencia excesiva en los asuntos europeos). Rusia, en respuesta a las potencias occidentales, está tratando de establecer asociaciones con Turquía. Pero Erdogan para Rusia solo puede ser un aliado situacional, por poco tiempo, ya que los objetivos geopolíticos de Rusia y Turquía en muchos puntos divergen fundamentalmente, en algunos casos incluso entran en confrontación. La tarea del mínimo geopolítico de la Federación de Rusia en relación con Turquía es retirarla de la OTAN, después de lo cual Moscú puede esperar convertir a Turquía de un socio situacional en un aliado estratégico. Pero, ¿la propia Turquía, su élite bajo el liderazgo de Erdogan, quiere esto? Es muy dudoso. Como mínimo, Rusia tendrá que trabajar muy duro para lograr este objetivo. Hasta ahora, Turquía definitivamente no va a dejar la OTAN. Una poderosa infraestructura militar estadounidense está ubicada en el territorio de Turquía, y se utilizan 60 bases e instalaciones militares en interés del Pentágono, donde se encuentran una cantidad significativa de armas nucleares. Ankara aún no ha planteado oficialmente la cuestión a nivel internacional de revisar o denunciar los acuerdos internacionales en el campo de la cooperación militar entre Estados Unidos y Turquía. 

La abierta intervención militar y política de Turquía en el conflicto de Karabaj ha puesto de manifiesto una tendencia que es peligrosa para Rusia. La escalada del conflicto en Karabaj y el resultado logrado en forma de un acuerdo trilateral es una victoria para Turquía, otro paso hacia la creación del "Gran Turan". Las fuerzas de paz turcas no se mencionan en el texto oficial del acuerdo para poner fin a la guerra en Karabaj, pero por decisión del Mejlis de Turquía y el presidente Aliyev, ya se ha formado una misión conjunta de mantenimiento de la paz con los militares de Rusia y Turquía. Según las declaraciones de los líderes de Turquía y Azerbaiyán, este será un "nuevo formato" de control sobre la observancia del régimen de alto el fuego. Turquía, junto con Rusia, trabajará en el centro de monitoreo en Karabaj. Pero lo realmente importante de lo sucedido son las declaraciones del líder turco: "Estaremos al lado de las Fuerzas Armadas de Azerbaiyán, apoyaremos a nuestros hermanos de acuerdo con el principio de una nación, dos Estados". “Una nación” aquí es el imperativo principal que predetermina toda la política exterior internacional de Turquía. Erdogan puso su mirada en la expansión en el Transcáucaso. A juzgar por los resultados de Karabaj, Turquía será quien tenga la nueva hegemonía del Sur del Cáucaso. En el futuro, no se puede descartar el despliegue de bases de la OTAN en Georgia y Azerbaiyán, representadas por Turquía. 

Karabaj es un modelo de exhibición que Erdogan ahora demostrará a todo el mundo islámico. El famoso concurso internacional de música de Turquía Türkvizyon ("Turkvision") en 2021 se llevará a cabo en la ciudad de Shusha (Azerbaiyán); este hecho también lo dice todo.

Lo más importante que Ankara ya ha logrado es el consentimiento principal de Armenia, a cambio del acceso a Stepanakert a través del corredor de Lachin, para crear un corredor similar entre la parte principal de Azerbaiyán y la región de Nakhchivan, que limita directamente con Turquía. Si se implementa esta cláusula del acuerdo de paz, Turquía obtiene acceso terrestre al Mar Caspio exclusivamente a través de las tierras habitadas por los turcos, con la excepción de una pequeña sección del extremo sur de Armenia, restaurando así el gran mundo turco en términos geográficos.

Tampoco debe pasarse por alto que después de la firma del acuerdo de paz en Karabaj, el ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Cavusoglu, dijo: “Hay otros problemas en nuestra región: Georgia, Crimea, Moldavia”.

Crimea es otra "manzana de la discordia" entre Turquía y Rusia. Ankara apoya activamente a Kiev, considerándose responsable del destino de los tártaros de Crimea. Desde 2014, las relaciones entre Ankara y Kiev se han fortalecido. Turquía se niega a reconocer los resultados del referéndum, por los cuales la península de Crimea se convirtió en parte de Rusia, y la diáspora tártara de Crimea en Ucrania todavía juega un papel clave en el establecimiento de las relaciones entre Ucrania y Turquía. Kiev comprará casi cincuenta drones de ataque turcos, que Azerbaiyán ahora está utilizando activamente en Nagorno-Karabaj.

La solidaridad turca entra en acción: Aliyev está dispuesto a reconocer el Norte de Chipre. Ilham Aliyev invitó al jefe del Norte de Chipre, Ersin Tatar, a realizar una visita oficial a Azerbaiyán.

Erdogan ignora todos los acuerdos con la Federación de Rusia en Oriente Medio, África y el Cáucaso. Ankara promete, pero no cumple, con lo que acordó recientemente con Moscú al comprar la vacuna Sputnik-V, pero al final compró la Pfizer a los EE. UU.

En las relaciones comerciales y económicas entre Rusia y Turquía, Ankara recibe muchos más dividendos económicos y financieros que Moscú. Las empresas turcas están ampliamente representadas en el mercado ruso. El negocio de la construcción de Turquía ocupa una posición de liderazgo, el 70% de los productos agrícolas turcos se venden en el mercado ruso y también el 70% del negocio de turismo en Turquía lo representan los turistas rusos.

¿Qué política exterior debería seguir Rusia en relación con Turquía? La Rusia moderna se declara oficialmente como un Estado laico, un país multinacional y multirreligioso. Las élites políticas y financieras de Rusia, que también dan forma a la política de la Federación Rusa, son cosmopolitas. La Rusia moderna no es la Rusia zarista histórica, que conservó la idea de la "Tercera Roma" y en muchos aspectos siguió una política adecuada, salvando a la civilización cristiana y a los eslavos; y tampoco es la URSS, que apoyó al bloque socialista y defendió el comunismo mundial, cortando de raíz doctrinas como el pan-turquismo y el islamismo. Hoy no hay solidaridad cristiana, ni tampoco comunista, la realidad de hoy presenta a Rusia nuevos desafíos, donde debe formar una política de pragmatismo y no tomar decisiones políticas externas en detrimento de sus intereses geopolíticos. En este caso, Turquía no puede ceder su zona de amortiguamiento, el espacio postsoviético y, en particular, el Sur del Cáucaso. Pero es difícil desarrollar una estrategia de este tipo, ya que la matriz geopolítica de la Federación de Rusia todavía está fragmentada y la idea nacional no se ha definido completamente.

Erdogan está construyendo un "mundo turco" en la zona de los intereses vitales de Rusia: "Turquía de mar a mar, de los Urales al Adriático". La dinámica de los principales hechos y tendencias de la política exterior de Turquía en el contexto del pan-turquismo y el neo-otomanismo muestra que la creación del "Gran Turán" se está convirtiendo en una realidad. El "Gran Turan" se está construyendo como el camino más corto al Heartland, construido según la fórmula universal de Brzezinski: "a expensas de Rusia y sobre las ruinas de Rusia".