Dispersan en Kosovo otra violenta protesta contra el Gobierno

Una manifestación de protesta antigubernamental en la capital de Kosovo (Serbia) ha terminado en violentos disturbios de la militancia de varios partidos opositores en el centro de Pristina. Los activistas lanzaron petardos, piedras y cócteles molotov contra la sede de la Asamblea de la autoproclamada república, acordonada por la Policía, y prendieron fuego a varios vehículos policiales.

Según informa la agencia AP, en respuesta la Policía empleó cañones de agua y gases lacrimógenos para dispersar la concentración. Un número no especificado de agentes han resultado heridos en los enfrentamientos.

¿Qué ocurre en Kosovo?

De traje y corbata, un parlamentario observa con una mueca de desaprobación a un colega del gubernamental Partido Democrático de Kosovo (PDK) y luego gira su mirada hacia un correligionario de partido. Observando de cerca la escena, nada hace presagiar imprevistos; parece una modesta reunión política, en un día en el que se discuten cuestiones que inflaman los ánimos. Sin embargo, de repente, el hemiciclo parlamentario se inunda de un espeso humo grisáceo y se dispara la alarma para evacuar, mientras una decena de fotógrafos con máscaras antigas disparan eufóricos sus cámaras y los demás corren hacia las puertas de salida. El humo es gas lacrimógeno y tampoco es la primera vez. Más bien lo contrario. Es la vida cotidiana en el Parlamento de los gases lacrimógenos de Kosovo.

El gas lacrimógeno ha sido arrojado, en forma de protesta, por representantes de la Oposición Unida, la coalición bajo la cual actúan, desde diciembre de 2014, tres partidos no gubernamentales, el partido opositor más grande, Vetevendosje (Autodeterminación, en español), la Alianza para el Futuro de Kosovo (AAK) e Iniciativa para Kosovo (Nisma). Desde que empezó su singular protesta, a mediados de septiembre, es la décima vez que la escena se repite. En algún caso, también fueron lanzados huevos, gas pimienta y botellas de agua, en tanto un coro manifestaba su cólera con agudos pitidos metálicos. Más serias y graves, han sido las protestas callejeras a finales de noviembre en Prístina, la capital, y la policía ha reaccionado arrestando una decena de políticos opositores, acusándoles del lanzamiento de gases lacrimógenos. Mientras tanto, el 7 de diciembre, un oscuro tiroteo se produjo en un pueblo de mayoría serbia, Gorazdevac, y fue dañado un monumento en memoria de las víctimas serbias del conflicto de 1998-99, según confirmó también la OSCE.

Así es que no pocos han empezado a hacerse una pregunta tan sencilla como compleja: ¿Qué pasa en Kosovo?

La versión oficial del Gobierno es que la razón de las protestas es que Oposición Unida, contraria al primer ministro kosovar Isa Mustafá -también del PDK y quien sucedió en 2014 al más controvertido Hashim Thaci-, se niega, por su ideología panalbanesa, a que se normalice la relación entre Serbia y Kosovo. Y que lo hace a través de medidas ilegales y en el intento de capitalizar, con fines electorales, los malhumores de la mayoría albanesa que habita en Kosovo. Según los opositores, en cambio, su protesta sí es peculiar y extrema, pero esto se debe a que la oposición “no tiene alternativas” para frenar los planes del Gobierno, que busca normalizar su relación con Serbia “a toda costa”, según dice Arber Zaimi, uno de los asesores del diputado Albin Kurti, fundador de Vetevendosje. De ahí que, la oposición haya optado por la estrategia de los gases lacrimógenos para impedir que el Parlamento continúe trabajando y que haya promovido una petición para que -1,8 millón de habitantes, según los últimos censos- se celebren nuevas elecciones o haya un referéndum sobre la cuestión, que finalmente fue firmado por 250.000 personas, pero sin efectividad.

En concreto, la piedra del escándalo han sido tres acuerdos, forzados por la Unión Europea (UE) y firmados por Kosovo y Serbia el 25 de agosto pasado; pactos sobre energía, telecomunicaciones y para establecer una comunidad de municipios serbios en el norte de Kosovo. Siendo esto último lo que, en particular, ha suscitado la ira de las oposiciones kosovares; esto, a pesar de la euforia de Federica Mogherini, la jefa de la diplomacia europea, quien en agosto consideró los acuerdos “un hito” en el proceso de normalización serbo-kosovar, que empezó en 2013 con el primer histórico acuerdo para reconciliar la relación entre Serbia y Kosovo.

Se trata de “un punto de inflexión en la agenda de diálogo”, afirmó visiblemente optimista Mogherini, a lo que le siguió la aprobación de un cuarto acuerdo en el que se estableció la libertad de movimiento en el puente de la dividida ciudad de Mitrovica, ubicada en el norte de Kosovo, de mayoría serbia y considerada uno de los últimos reductos de tensión étnica en los Balcanes. Allí donde, tan sólo en junio de 2014, se produjeron nuevamente unos violentos enfrentamientos que dejaron varios heridos.

El problema, los derechos de la minoría serbia

Y, sin embargo, la protesta de la oposición kosovar fue inmediata. “Nuestra negativa remite a lo que esconden los acuerdos que el Gobierno kosovar quiere aprobar” para satisfacer los requerimientos de la Unión Europea y Estados Unidos y, paso siguiente, integrar Kosovo y Serbia en la UE. En concreto, según Zaimi, el problema es que los pactos promovidos por Bruselas le dan poderes y funciones especiales a los administradores de los enclaves de minoría serbia en Kosovo, dividiendo así étnicamente la población. Algo a lo que Vetevendosje, AAK y Nisma dicen que es nefasto y se asemeja a lo hecho en Bosnia después de la guerra allí.

“Estarían creando otro Estado fallido como el de Bosnia, donde el dualismo impuesto por los acuerdos de Dayton (1995) ha creado dos entidades [República Srpska y la Federación de Bosnia y Herzegovina] imposibles de conciliar y que han paralizado la vida de ese país a todo nivel”, opina Zaimi. “La minoría serbia de Kosovo debería ser como cualquier otra minoría y no debería estar permitido, como prevén los acuerdos firmados, que ellos puedan nombrar a su propio comisario de policía o reciban dinero de Belgrado. Es inadmisible”, añade el también representante del Consejo General de Vetevendosje. En la noche del 23 de diciembre, el Tribunal Supremo de Kosovo declaró legítimos los acuerdos firmados entre Serbia y Kosovo, al que se oponen tajantemente las oposiciones, lo que amenaza con levantar aún más la tensión en las próximas semanas.

Según los analistas, más allá de la batalla por los municipios serbios de Kosovo, la realidad, como muchas otras cosas en allí, es aún más compleja. Pues, si por una parte, el Gobierno ha ofrecido en estos pasados meses diálogo a la oposición y esta ha rechazado rotundamente la propuesta -hasta que los pactos no sean retirados, dijeron-, por la otra, “la protesta no se dirige contra el proceso de reconciliación con Serbia en sí”, argumenta Krenare Loxhaj, analista del Centro para los Estudios sobre la Seguridad de Prístina. “Lo que denuncian las oposiciones es que Kosovo no está recibiendo nada a cambio. Por el contrario, Serbia recientemente se enzarzó en una virulenta campaña para impedir que Kosovo sea declarado miembro de la UNESCO. Y ganaron”, agrega Loxhaj.

En efecto, la cronología del proceso de normalización de las relaciones entre Serbia y Kosovo ha tenido varias idas y venidas en los últimos años. Más recientemente, el Gobierno de Isa Mustafá dejó a principios de diciembre de aceptar que la minoría serbia que vive en Kosovo utilice documentos emitidos en Serbia para circular, entrar y salir de Kosovo, como estaba permitido hasta ahora, lo que suscitó malhumor en Belgrado. “Cédulas de identidad emitidas por Serbia, en las que se mencionan oficinas de ciudades de Kosovo, son ilegales”, dijo Edita Tahiri, la ministra kosovar para el diálogo con Belgrado.

Así y todo, tras ofrecer diálogo a la oposición y verse rechazados, la respuesta del Gobierno kosovar ha sido más agresiva. Tanto que en los últimos diez días fueron arrestados 13 de los 31 diputados que poseen Vetevendosje, AAK y Nisma en el Parlamento de Kosovo (120 parlamentarios). Algunos fueron puestos bajo arresto domiciliario y otros todavía están en prisión, algo que convirtió a Kosovo en uno de los países con el mayor número de parlamentarios arrestados, poniendo así en riesgo la legitimidad del propio Parlamento local. “Nuestra situación es dramática. Estamos intentando que nos ayuden a nivel internacional pero, de momento, todos hacen caso omiso”, clama Zaimi, cuyo partido mezcla principios de izquierda con conceptos nacionalistas.

Y es que, entre los arrestados, está incluso Albin Kurti, el fundador de Vetevendosje y Glauk Konjufca, jefe del grupo parlamentario de ese mismo partido, además de diputados y un centenar de activistas. Tal como demuestra el hecho que, tan sólo el pasado 14 de diciembre, decía que la pugna continuaría “para hacer comprender que los acuerdos del 25 de agosto no pueden ser aprobados en Kosovo y que la oposición está decidida a usar todos los métodos para que no se apliquen esos dos acuerdos perjudiciales para la estadidad de Kosovo”.

Estados Unidos ha dado públicamente su apoyo al Gobierno de Mustafá. “El debate siempre es bueno para la democracia, sobre todo en el Parlamento. No hay lugar (ahí) para gases lacrimógenos”, subrayó John Kerry, el secretario de Estado de EE UU, en una reciente visita a Prístina en la que también se reunió con Mustafá y Thaci. “Hemos invertido muchísimo, nosotros, juntos, en el futuro de Kosovo como para ponerlo en riesgo”, añadió Kerry, cuyo Gobierno bombardeó Serbia en 1999 en el marco del conflicto serbio-kosovar.

En el trasfondo está, por supuesto, también el hecho que Kosovo se declaró independiente de Serbia en 2008 pero Belgrado aún no lo reconoce como un Estado, actitud que también mantienen numerosos países en el mundo, incluso algunos europeos, como España. Eso, por un lado. Por el otro, está que Vetevendosje aún mantiene una posición poco clara sobre el proyecto de unificación de Kosovo con Albania, la llamada Gran Albania, que tanta hostilidad encuentra entre los kosovares serbios y Serbia. “No hay ningún plan de Gran Albania. Lo que pedimos nosotros que, al ser mayoría los albaneses, se plantee la posibilidad de crear una federación con Albania, lo que nos reforzaría también económicamente”, dice Zaimi.

Y además, como si no fuera suficiente, se suma también la situación socioeconómica en Kosovo, donde los indicadores señalan una pobreza y desigualdad preocupante. Tanto que últimamente no han sido pocos los kosovares que se aprovecharon de la ola de refugiados que están marchando hacia el norte de Europa y también se fueron. Algo que ha sido detectado por países como Alemania y ha suscitado polémicas. Asimismo, el caso remite también a una lucha de poder en Kosovo entre dos grandes partidos, el gubernamental PDK, que gobierna desde la independencia en 2008 y Vetevendosje, formación que ha adquirido cierta visibilidad recién en estos últimos años (uno de los sus representantes más conocidos es el alcalde de Prístina, Shpend Ahmeti). Como último, en la prensa kosovar también ha aparecido artículos que han hecho hincapié en que el caso está sirviendo para evitar que se cree un tribunal para los crímenes cometidos a manos del Ejército de Liberación de Kosovo (UCK, por sus siglas en albanés), que estaba integrada por Hashim Thaci, antaño primer ministro y hoy ministro de Relaciones Exteriores de Mustafá. Lo que explicaría por qué Thaci está siendo muy activo en pedir castigos para Vetevendosje y sus socios.