La guerra como confrontación con la realidad

05.03.2022

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera

Información y realidad

La guerra siempre ha sido una forma de confrontar la realidad.  Todo lo que precede a la guerra es de carácter virtual y, en la mayoría de los casos, se trata de desinformación producida por ambos bandos. Sin duda la desinformación dificulta nuestra capacidad para entender y comprender que es lo que realmente sucede, por lo que podemos decir que la relación entre la información y la realidad está basada en la desinformación.

Durante las ultima décadas hemos presenciado el fortalecimiento de la virtualidad en detrimento de la realidad, ya que la esfera de la información se ha ido haciendo cada vez más fuerte. El Pentágono comenzó a desarrollar sus doctrinas sobre la guerra en red desde la década de 1990, aunque en un primer momento solo tenía como objetivo preparar la guerra convencional. No obstante, la teoría y la práctica de la guerra en red (usadas por Estados Unidos por primera vez en Yugoslavia y Afganistán, al igual que las revoluciones de colores en Europa y el mundo árabe) se fue desarrollando hasta que se planteó la idea de que las guerras podían ganarse únicamente en la esfera informativa, ya que quien dominaba este ámbito ganaba la guerra.

Sin embargo, esta tesis tiene varios problemas, empezando por el excesivo peso que se le asigna al poder de la información. Las armas reales y las formas tradicionales de guerra, incluida la guerra de guerrillas y la guerra urbana, siguen siendo importantes y juegan un papel decisivo para lograr la victoria. El hecho de que se sustituyan los poderes políticos reales por los virtuales no siempre tiene éxito: los ejemplos de Guaido, Tijanóvskaya o Navalny dan prueba de ello, a pesar del “triunfo” obtenido en la esfera virtual. Además, la vergonzosa retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán demuestra como el control total de la información a escala mundial no necesariamente impide la derrota en el plano militar. La guerra es una yuxtaposición entre lo real y lo virtual, y eso lo estamos viendo en el Donbass y Ucrania.

La cuestión Oriental: claves para entender lo que sucede

Todo lo que Kiev, Occidente y el presidente ruso Vladimir Putin dijeron antes de que se llevara a cabo la guerra hacían parte de la virtualidad. La situación real de lo que sucedía jamás fue dada a conocer – por razones obvias – por ninguna de las partes. Solo unos días después de que estalló el conflicto fuimos capaces de entender que estaba sucediendo. Ahora que han pasado uno cuantos días desde que se produjeron los acontecimientos que desencadenaron la crisis, podemos analizar de forma objetiva lo que está sucediendo.

El principal problema tiene que ver con el panorama militar ucraniano en sus distintas vertientes. Este es el factor que nos lleva a responder diferentes preguntas, entre ellas: ¿por qué el presidente ruso Vladimir Putin lanzó una operación de tan gran escala en toda Ucrania a pesar de los evidentes costos que tal guerra implica?

El problema subyace en la coordinación de las fuerzas rusas con las milicias de la RPD y RPL que tiene como objetivo liberar el territorio de las Repúblicas independientes. Resulta interesante que las fuerzas rusas y prorrusas no hayan avanzado mucho en este frente, a diferencia de lo que ha pasado en otras partes. Por ejemplo, los avances de las Fuerzas Armadas rusas en el Norte de Ucrania y en las regiones del Centro, incluidos los territorios cercanos a Kiev, son impresionantes. No obstante, el Este del país ha sido un hueso duro de roer. Es por eso que la mayoría de los medios ucranianos y occidentales hablan de las “victorias aplastantes” de las Fuerzas Armadas ucranianas en el Donbass, incluyendo la captura de varios asentamientos que anteriormente se encontraban bajo el control de la RPD, como es el caso de Gorlovka, aunque tales éxitos son más bien virtuales. Las unidades y milicias prorrusas enfrentan una fuerte resistencia armada en Novorrusia debido a que los ucranianos usan la estrategia bastante eficaz, pero inhumana, de defender las ciudades usando a la población civil como rehenes y de ese modo contratacar lanzando bombardeos sobre Donetsk.

Las Fuerzas Armadas ucranianas y los batallones nacionalistas en el Este de Ucrania han logrado resistir de forma eficaz el avance ruso, especialmente en el perímetro que rodea la RPD y RPL o la región de Járkov. A pesar de que la operación militar en esta zona se lanzó a toda potencia, sin hablar de una ofensiva simultánea en cinco direcciones, ataques aéreos contra la infraestructura militar en toda Ucrania, el asedio de varias ciudades y el sitio de Kiev, las tropas ucranianas han logrado resistir mal que bien. Por lo tanto, la acción militar en el Donbass ha sido mucho más lenta y difícil que en otros lugares donde se obtuvieron mayores éxitos militares. En el frente oriental no solo luchan las milicias de la RPD y RPL sino también las fuerzas armadas rusas que ahora controlan por completo el espacio aéreo. Sin embargo, esto no ha bastado para lograr la victoria inmediata.

Moscú habla con razón

¿Qué podemos concluir de todo esto? Casi cualquier cosa, ya que fuera de la enorme avalancha de desinformación producida antes de que empezara la guerra los únicos que decían algo medianamente coherente eran Putin y los medios rusos. Por supuesto, esto no niega que los rusos no hayan lanzado su propia campaña de desinformación – algo que es común en toda guerra –, pero ha sido Moscú quien ha dado una imagen más realista del equilibrio de fuerzas y las razones geopolíticas por las que se lanza tal operativo.

Entonces, ¿cuáles son las implicaciones de esta lucha? Si Rusia no ha sido capaz de barrer con la resistencia Ucrania en el Donbass después de haber desplegado todo su poderío militar – incluso después de sacrificar cualquier relación que pudiera existir con Occidente – y destruir la infraestructura estratégica más importante del enemigo (especialmente sus centros informáticos), entonces debemos concluir que las fuerzas militares ucranianas habían concentrado la mayor parte de su poder militar en esta zona con la intención de lanzar un ataque contra la RPD y la RPL en algún momento. De hecho, es posible que si Moscú no hubiera reconocido tanto a la RPD y la RPL antes de lanzar un ataque preventivo estas Repúblicas independientes hubieran sido incapaces de defenderse por sí solas frente al ataque de Ucrania, ya que el apoyo de Rusia hubiera sido insuficiente para parar tal ofensiva. Ahora bien, si las fuerzas ucranianas han opuesto una resistencia tan feroz hasta ahora, ¿qué hubiera pasado si la RPD y la RPL hubieran enfrentado su asalto sin contar con los medios para defenderse mientras Moscú no movía ni un solo dedo para salvarlas? Si Putin no hubiera lanzado un operativo militar sin antes reconocer la independencia de la RPD y la RPL las cosas hubieran sido muy diferentes, pues las Fuerzas Armadas ucranianas hubieran hecho pedazos a las milicias populares – fuera del grado de heroísmo que los combatientes mostraran –, capturado las ciudades, asesinado a toda la población y luego, después de experimentar el “éxito”, se habrían abalanzado sobre Crimea. Es más, es posible que Kiev hubiera ignorado las advertencias de Moscú e instalado en su territorio armas nucleares, por lo que Rusia hubiera perdido todo su perímetro de defensa y se encontraría totalmente amenazada.

Por lo tanto, no fue Putin quien decidió llevar a cabo esta operación, ya que era obvio que nadie la quería – ni nuestros amigos ni nuestros enemigos –. No obstante, el Kremlin no tenía otra opción y se vio obligado a desplegar sus fuerzas. Se trataba de un evento inevitable y no de un plan astuto o una estrategia brillante: es antes que nada la defensa de la soberanía del Estado y la preservación de su autonomía. Sin dejar de lado los méritos del presidente de Rusia, debemos reconocer que en su lugar cualquier hubiera hecho lo mismo, al menos de que se tratara de un hombre que trabajara para nuestros enemigos o de un completo idiota. Moscú nunca hubiera conseguido una victoria en el Donbass sin antes haber lanzado una ofensiva total que destruyera las perversas y terribles fronteras que han quedado obsoletas.

¿Qué observa cada quién?

En mi última entrevista en el Canal Uno de la televisión federal rusa dije: “Si Rusia pierde el Donbass, entonces perderá Crimea. Si pierde Crimea, entonces perderemos Rusia”. Después de eso se me veto de todos los medios nacionales porque mis palabras eran demasiado “agresivas” y “militaristas”. Por supuesto, no eran sino observaciones geopolíticas objetivas que describían una realidad. Claro, tengo mis propias posiciones patrióticas sobre este problema, pero mis observaciones no tenían nada que ver con la propaganda, sino con afirmaciones secas de carácter objetivo y científico sobre lo que estaba pasando.

Ahora todos repiten lo que dije en ese entonces, ya que se trataba de una verdad objetiva y no solo de una verdad rusa: es lo que piensan todos los analistas políticos. También Kiev y Occidente pensaban lo mismo, de allí que todas las afirmaciones de que los rusos se disponían a “invadir” no eran otra cosa que una justificación de sus planes para invadirnos antes. El público occidental tal vez crea semejantes mentiras porque toda la esfera informática las repite. Nadie sería capaz de saber lo que pasa, pues un observador siempre se encuentra influenciado ideológica o geopolíticamente por uno de los dos bandos. Por supuesto, los observadores siempre observaran a su manera, dependiendo de sus peculiaridades culturales o políticas. Es por esa razón que nadie puede prever las cosas con certeza.

¿Por qué se ha tomado esta decisión tan tarde?

Muchos nos hacemos esta amarga pregunta: ¿por qué hemos tardado tanto? ¿Por qué no hicimos esto hace ocho años? Ya habíamos propuesto anteriormente la liberación del Donbass, la desmilitarización y desnazificación de Ucrania, el cierre de los medios de comunicación rusófobos y la creación de una economía rusa soberana. La dificultad de nuestras tropas para capturar Volnovakha, Mariupol y otros territorios del Este de Ucrania rebelan que hemos perdido el tiempo. Durante la Primavera Rusa del 2014 se había propuesto la creación de Novorrusia como un medio para garantizar la paz, pero estas propuestas fueron desoídas en Moscú, Kiev y Washington. Los estrategas de Occidente se dieron cuenta de que se trataba de exigencias reales y comenzaron a planear como someter las diferentes regiones que se estaban sublevando, como sucedió con Crimea y parte del Donbass. En el momento en que Rusia se detuvo, Occidente comenzó a presionar para establecer sus propias líneas rojas y empezaron a prepararse durante ocho años para capturar y asesinar a la gente de Novorrusia, el Donbass y Crimea.

Las autoridades de Kiev han rebelado su verdadero rostro: intentan imponer por cualquier medio su delirante cosmovisión (virtual) a pesar de encontrarse prácticamente rodeados y haber perdido la mayor parte de su infraestructura militar. Actúan igual que los periodistas de Eco Moscú – que constantemente huían hacia Kiev –. ¿Acaso podemos esperar que los gobernantes de una Ucrania tan nazificada y militarizada se asusten cuando Rusia amenace con un ataque nuclear en caso de que intenten invadir Crimea? Seguramente no, ya que ni siquiera reconocen que Kiev está rodeada por las tropas rusas o los estragos que causa el hambre mientras bandas de saqueadores y locos neonazis empuñan fusiles. Gente así jamás hubiera aceptado que “Crimea es nuestra para siempre”.

Putin no se adelantó a la historia, simplemente siguió el curso de los acontecimientos. En lo personal, creo que no deseaba hacer nada de lo que está haciendo ahora, ya que de haberlo querido esta invasión se hubiera hecho mucho antes. Las tropas rusas se han preparado para esta guerra durante los ocho años anteriores, pero también el enemigo. Kiev no se derrumbó bajo el gobierno de los oligarcas corruptos y toda su canallada, pero Ucrania se encuentra muy mal. El declive económico y el colapso social son opacados por la propaganda nacionalista y rusófoba que pasan los canales ucranianos. Ahora entendemos la razón y los objetivos de semejante propaganda, pues sin ella el Estado hubiera desaparecido y Occidente no contaría con sus aliados nazis. Por supuesto, esto no se podría hacer en otras partes, pero cuando se trata de Kiev se hace la vista gorda, pues sin semejantes ayudas el gobierno prooccidental y corrupto de Ucrania hubiera caído: mientras que todos los indicadores se desplomaban, lo único que crecía era el nazismo y el militarismo. Esa es la razón por la que hoy estamos interviniendo.

Las razones de la intervención

Putin no deseaba romper las relaciones de Rusia con Occidente y esa es la razón por la que ha tolerado hasta hoy a los liberales en puestos de poder dentro del Estado, sean estos oligarcas, la quinta columna, figuras importantes de la cultura o la economía. El mismo Putin sabia del daño que le hacían a Rusia, pero les permitió seguir existiendo porque de ese modo tenía un canal de comunicación directo con Occidente. Putin solamente atacó a aquellos elementos radicales que amenazaban con derrocarlo. La actual operación militar en Ucrania se debe a que ya no quedaba otra opción y decidió seguir la única línea de acción posible, pero esta vez no vaciló y dejó las cosas como estaban, sino que decidió actuar y enfrentar a la civilización occidental moderna. No sé hasta qué punto realmente podemos decir que deseaba librar esta guerra, pues considero tales declaraciones como parte de la desinformación que está de moda. Sin embargo, Putin dice la verdad con respecto a todo lo demás.

Estamos defendiendo de forma legítima y justificada nuestros territorios. Si vemos en retrospectiva lo que ha pasado, podemos decir que Occidente ya no es capaz de imponernos un gobernante como sucedió durante las décadas de 1980 y 1990, tales condiciones son inexistentes en febrero del 2022. Pero esta guerra que hoy estamos librando no comenzó ahora, lleva más de treinta años gestándose después del colapso de la URSS: Occidente no ha hecho otra cosa sino seguir atacando lo que quedaba de las repúblicas postsoviéticas sin ni siquiera detenerse para descansar o repensar las cosas. Putin convivió con sus reglas mientras pudo, pero esos tiempos acabaron y el statu quo geopolítico e ideológico actual no es compatible con nuestra soberanía.

Incluso si Rusia dijera la verdad nadie le creería. Pero esa es precisamente la situación en la que nos encontramos.