El metrónomo de Praga

23.06.2016

El metrónomo de Praga, que fue establecido en 1991 en Praga, sobre una colina en el distrito de Holešovice, en el sitio de un desmantelado monumento de Stalin, simboliza la inexorabilidad del tiempo. Simultáneamente muestra una nueva trayectoria del desarrollo del país y, a saber, de las fluctuaciones del metrónomo se quería reflejar el progreso de la vida política y económica del país. 

La moderna república Checa es un país sorprendentemente estable y próspero en Europa central y oriental. Como uno de los países industrializados de la región, la República Checa salvó su propia moneda y no entró en la “euro zona”, que a día de hoy está experimentando una crisis, y así evitó una devaluación de la moneda a gran escala y el “colapso” como el desastre económico húngaro de 2006. El país es también uno de los pocos países de la UE que ha preservado el continuo crecimiento económico por varios años. El país destaca como el único frente al trasfondo de vecinos de Europa oriental que ahora están experimentando las recesiones más profundas en lo social y lo económico. La calidad de las instituciones de gobierno y éxitos económicos han convertido a la República Checa en una especie de isla de estabilidad en comparación con la mayoría de países vecinos. Sin estar inclinada a seguir extremos ideológicos y populismo sin dirección en la política, el país parece que tiene todas las posibilidades para expandir su bienestar y mantener la seguridad social y nacional.

La capital de la república Checa, Praga, es un lugar de intensa vida política. Por ejemplo, la ciudad aloja las sedes de muchas instituciones y fundaciones de ayuda europeas y de EEUU, entre estas, “Radio Liberty”. También, muchos líderes opositores rusos pro-occidentales han visitado la ciudad, incluyendo a Mijail Jodorkovsky y Grigory Yavlinsky, quen no hace mucho fue visto dando discursos en la oficina local del Instituto Alemán Goethe en Praga (que, a pesar de recibir buena publicidad, no logro la repercusión esperada). Andrei Babitsky, el primer periodista de “Radio Liberty”, también trabajó aquí, pero recientemente fue despedido por sus superiores tras su visita a la región de Donetsk por hacer algunos juicios “mal formateados”.

También hay una enorme diáspora ucraniana en Praga que, como se admite generalmente, está bastante bien organizada y es políticamente activa. Están las organizaciones de los cárpato-rutenos también, que regularmente realizan actividades políticas y nominan candidatos para gobiernos locales e incluso para el parlamento europeo.

Los mismos rusos, son la cuarta comunidad más grande de Chequia, pero no muestran algún tipo de activismo político importante. El nivel de su organización política ha sido y es todavía muy baja, lo cual es bastante sorprendente en una situación en que las universidades de Praga, sin incluir otras ciudades, están ocupadas por varios miles de estudiantes rusos. La posible explicación podría ser su poca disposición a participar en las actividades políticas de la oposición pro-occidental y la imposibilidad de una buena carrera laboral si ellos participan en actividades políticas representando el original modo de vida ruso.

La atmósfera política en la república Checa es flexible y está sujeta a numerosas fluctuaciones. El blando y cauto euro-escepticismo (que actúa como un símbolo resplandeciente del anterior primer ministro y después presidente Vaclav Klaus, que de vez en cuando se permite hacer ciertas declaraciones “políticamente incorrectas”) coexiste con la lealtad fundamental de la mayor parte del poder político establecido en las instituciones de la Unión Europea, y desde el funeral del anterior presidente de la república Checa, Vaclav Havel, el país perdió gran parte de su anterior entusiasmo por la euro-integración. Uno podría mencionar ciertamente en esta nota el continuado rechazo a Rusia por una gran parte de diversos grupos de edad, incluyendo a la gente joven. Sin embargo, una vista más pacífica y equilibrada de la historia de la república Checa también revela el creciente apoyo social para Rusia. Esto fue demostrado por la actitud de los residentes de Praga a las celebraciones del 70 aniversario de su liberación frente a los invasores nazis, que fue más amistosa que en años recientes.

¿Cuál podría ser la razón para este cambio? Los checos tradicionalmente han evitado la confrontación abierta y siempre lucharon por cierto grado de independencia política en el intento de rechazar la presión y manipulación desde cualquier dirección, tanto de oriente como de occidente. Estas actitudes están reflejadas parcialmente en la política del actual presidente, Milos Zeman.

La república Checa, teniendo una larga historia de conexiones cercanas con Ucrania, reaccionó bastante vívidamente al euro-maidán. La televisión, prensa y muchos parlamentarios fueron notables partidarios de las protestas ucranianas, y un grupo de activistas del euro-maidán también aparecieron y se establecieron en Praga, y periódicamente se dedican a las acciones políticas. Aunque una parte considerable de la élite y del público políticamente interesado continúa apoyando al euro-maidán, también hay un creciente escepticismo y precaución en la sociedad checa en cuanto a las perspectivas para el desarrollo de la situación en y en torno a Ucrania. A pesar de las declaraciones de “todos apoyan la voz europea de ucrania”, los controles de visados para los ciudadanos ucranianos han sido incrementados en los últimos años. La república Checa es un pequeño país que siente su vulnerabilidad frente al telón de fondo de los procesos desestabilizadores cerca de sus fronteras orientales. De aquí es el motivo por el que el país está interesado en lograr de todas las maneras la paz y estabilidad en la zona de conflicto de la región de Donetsk.

¿Cuáles son las perspectivas para el desarrollo de la situación política en la república Checa? El actual presidente checo, Milos Zeman, que está considerado como un “europeísta blando” y que ganó una amarga lucha contra el duro partidario de las modernas políticas del liderazgo de la UE y anterior ministro de asuntos exteriores, Príncipe Karel Schwarzenberg, es probable que pierda las siguientes elecciones presidenciales en 2017 si el continúa su campaña electoral en un sentido de inercia y se muestra incapaz de formar una coalición de diferentes partidos políticos que le apoyen.

El partido social demócrata  al que el pertenecía antes, ahora está en oposición a él, y todos sus intentos para crear un nuevo partido viable que podría hacer como suyo, han fracasado. A causa de esto, las elecciones parlamentarias del mismo modo no prometen alguna perspectiva favorable para los partidarios políticamente fragmentados de Milos Zeman.

Otra pieza del puzzle político checo es el todavía influyente partido comunista de Bohemia y Moravia, que tiene el 15% de los asientos en el parlamento checo y está apoyado por pensionistas y jóvenes desempleados de las áreas industriales del país. Sin embargo, la creciente incertidumbre política, unida con el conformismo de una parte considerable de los “líderes” del partido comunista podría producir un desagradable servicio para este partido político.

En ese caso, la fuerza dominante en el parlamento checo serán los partidarios de la UE y así todas las ilusiones y esperanzas conectadas con la figura del presidente Zeman desaparecerán del horizonte político. Sin embargo, la república Checa es improbable que se convierta en la siguiente Polonia en relación a sus relaciones con Rusia debido a las diferencias en su cultura política y temperamento. Sin embargo, un gran énfasis en la “rusofobia moderada” es bastante posible que siga en la parte prevaleciente de la élite política del país.

¿Qué puede hacer Rusia en tal situación? Y, ¿Rusia debería hacer algo en tal situación? Hay un punto de vista de que la república Checa es demasiado pequeña en términos de su extensión territorial y peso político para ser de interés para la geopolítica rusa. Mi respuesta a la segunda pregunta es “si”. El valor de la república Checa no debería ser subestimado. Esta es, a pesar de la aparente inmutabilidad de algunas bases de su vida política, un verdadero barómetro de tendencias políticas Europa oriental, una especie de “dorada medianía”, que contrapesa a los extremos políticos manifestados en los vecinos estados de Europa oriental. La respuesta a la primera cuestión es más confusa, porque Rusia ha perdido muchas de sus posiciones políticas y económicas en la república Checa desde 1990. Hoy, sin embargo, hay algunas oportunidades viables para fortalecer una vez más la influencia de Rusia en la vida política y económica del país.