Entrando en la Nueva Derecha
Lo que viene a continuación es un extracto del capítulo 1 del libro “Contra la democracia y la igualdad” por Tomislav Sunic, publicado por primera vez en 1990 y más tarde reimpreso por Arktos.
El siglo 20 no ha estado marcado solamente por la inflación de movimientos políticos, sino también por la inflación de terminología política. El término Nueva Derecha fue empleado por primera vez a mediados de la década de 1970 por los medios de comunicación franceses para anunciar, pero también para advertir contra, un grupo de jóvenes intelectuales franceses que habían proclamado, una década antes, una guerra total contra el comunismo, liberalismo y la herencia judeo-cristiana en Europa. Aunque la Nueva Derecha parece ser un fenómeno ideológico y cultural relativamente nuevo, en un escrutinio más cercano, hay algunas cosas en su agenda que son radicalmente nuevas, o que no estaban ya elaboradas por anteriores pensadores conservadores. En los últimos 100 años, tanto el liberalismo como el comunismo, han sido objetivos de muchas críticas, y por tanto, uno podría argumentar probablemente que la Nueva Derecha es básicamente una vieja derecha “anti-democrática” llevando hoy unos ropajes ideológicos más respetables. Sin embargo, a pesar de las similitudes con los antiguos derechistas radicales, la Nueva Derecha es ciertamente un nuevo movimiento que considera que sus simpatizantes y miembros son mayormente gente joven que se enfrenta a temas sociales que eran previamente desconocidos en Europa. La Nueva Derecha también es tan “nueva”, porque afirma que ha hecho una ruptura total con todos los movimientos y partidos de extrema derecha. Además, a pesar de otras formas de Derecha, la Nueva Derecha no afirma sus raíces espirituales en un único país europeo, sino que declara que su hogar es todo el continente europeo.
Cuando la Nueva Derecha anunció su entrada oficial en la escena política y cultural europea a mediados de la década de 1970, el momento exacto no fue accidental. Varios años antes, había empezado un realineamiento ideológico tácito en Francia y otras partes de Europa; de forma notable, un número considerable de otrora intelectuales socialistas de izquierda, había dejado de atacar al capitalismo y a los Estados Unidos, y uno por uno, se volvieron ardientes partidarios de la OTAN y la cruzada americana por los derechos humanos. Los otrora “romanticistas” izquierdistas –tomando prestado el término de Schmitt- de repente despertaron de los rigores del “socialismo real”; disidentes anti-comunistas, tales como Solzhenitsyn y los Sajarov, empezaron aclamados como los nuevos profetas de la libertad; y el modo de vida americana se convirtió en una directriz para la nueva preferencia política. Al mismo tiempo, el credo marxista empezó a perder su tirón político y cultural entre los intelectuales de postguerra después de que su influencia ya se hubiera reducido a un puñado de aislados y menguados partidos comunistas en Europa occidental. Puede decirse que el proceso de “des-marxificación intelectual” en Europa, fue considerablemente acelerada por la creciente conciencia sobre las violaciones de derechos humanos en la Unión Soviética y Europa Oriental.
En semejante contexto de aparente “desideologización” y desencanto con el marxismo, es cuando apareció la Nueva Derecha. De repente, las ideas conservadoras de nuevo ganaban en popularidad, América llegó a ser aclamada como el centro de la democracia mundial, y proclamándose a sí misma como la “Derecha” no se correría el riesgo de encontrarse con la desaprobación intelectual.
La Nueva Derecha Europea, que también se denominó a sí misma como GRECE (Groupement de recherche et d’études de la civilisation européenne, or the Research Group for the Study of European Civilisation), se caracteriza a sí misma como “una asociación de pensamiento con vocación intelectual”. Sus objetivos declarados son, establecer una asociación de pensadores y eruditos que compartan los mismos ideales, así como organizar su membresía en la forma una comunidad de trabajo orgánica y espiritual. La elección de la palabra GRECE no es accidental, GRECE es la palabra francesa “Grèce” (Grecia), sugiriendo que el objetivo a largo plazo de la Nueva Derecha es el resurgimiento de la herencia helénica pre-cristiana.
Además, el término GRECE indica que la Nueva Derecha no limita su actividad cultural solamente a Francia o Alemania, sino que intenta extender su influencia a todos los pueblos indo-europeos: Eslavos, Celtas y Germanos por igual.
En muchos aspectos, en términos de estrategia cultural, la Nueva Derecha muestra un parecido sorprendente con la Nueva Izquierda. Numerosos análisis críticos por la Nueva Derecha en relación con el peligro de la sociedad de masas, consumismo y economicismo se equiparan muy de cerca a aquellos de la Nueva Izquierda, hasta el punto de que sus diferencias ideológicas a menudo parecen desdibujadas. La principal figura de la Nueva Derecha es el filósofo francés Alain de Benoist, que explica la postura ideológica de la Nueva Derecha en las siguientes palabras:
Personalmente, soy totalmente indiferente al tema de ser o no ser de derecha. En este momento, las ideas que [la Nueva Derecha] expone son de Derecha, pero estas no son necesariamente de la Derecha. Puedo imaginar fácilmente situaciones donde estas ideas podrían estar a la Izquierda. El alcance de aquello que estas ideas puedan cambiar, solamente dependerá de cómo evolucionará el paisaje político.
Desde las líneas anteriores, parece que la nueva derecha está opuesta a ser etiquetada como “derecha”. En vez de eso, comprende que sus teorías significan cruzar la división ideológica independientemente del hecho de que expone ideas que actualmente están más de acorde con la agenda conservadora.
Esta es otra ambigüedad relacionada con el papel de la Nueva Derecha que necesita clarificarse. ¿Es la nueva derecha un movimiento político o un movimiento cultural, y donde se encuentra exactamente la diferencia entre los dos? En Europa en general, y en Francia en particular, la cultura y la política a menudo parecen interconectadas y difícilmente discernibles unas de otras. Las grandes figuras culturales a menudo juegan papeles aún prominentes en la arena política, y su influencia algunas veces tienen más influencia sobre el proceso político que la influencia de los representantes electos del gobierno. Desde de Gaulle a Mitterrand, desde Adenauer a Kohl, los líderes europeos han competido frecuentemente por el apoyo de intelectuales prominentes, y a menudo la supervivencia política de sus gobiernos ha dependido del tácito apoyo de sus intelectuales cogidos a dedo. Las figuras artísticas y culturales, aunque no visibles políticamente, usan esta ventaja para operar en asuntos políticos en calidad de “eminencias grises”; proporcionan a cada persona que toma decisiones, un sentido de respetabilidad política; sin embargo, raramente se llevan la culpa en caso de que una decisión política sea agria.
Siguiendo desde el ejemplo de la Nueva Izquierda, los pensadores de la Nueva Derecha declaran que la cultura es el alma de la política, y que solamente a través de los esfuerzos culturales, los movimientos políticos pueden ganar legitimidad política duradera. Vale la pena apuntar que tanto la Nueva Izquierda como la Nueva Derecha emergieron primero como movimientos culturales, con la Nueva Izquierda manteniendo el dominio cultural en Europa hasta mediados de la década de 1970 y perdiéndola hasta cierto punto hacia principios de la década de 1980. En contraste, mientras que la influencia política de la Nueva Izquierda está hoy en desaparición, la influencia de la Nueva Derecha está en crecimiento. Queda por ver cómo y hasta qué alcance la Nueva Derecha puede influir en los procesos políticos de Europa, y qué herramientas habrá para traducirlo en ganancias culturales en la arena política.
En una década cuando nuevos movimientos políticos, a menudo son vistos con aprensión y sospecha de aberraciones totalitarias, retratar a de la Nueva Derecha como otro movimiento político, puede representar una dificultad adicional. El concepto “movimiento” implica amplias masas y apoyo popular – algo con lo que la Nueva Derecha no puede ser comparada, como otro cuerpo de pensadores elitista y reducido. El término que parece más apropiado en la descripción del papel de la Nueva Derecha es como una “escuela cultural de pensamiento”, particularmente si uno considera que los relativamente pocos seguidores de la Nueva Derecha, previenen de toda comparación con partidos políticos o movimientos en Europa. Además, el hecho de que la Nueva Derecha considera de forma secundaria la fractura ideológica de “izquierda versus derecha”, explica el motivo por el que es imposible encajarla en la categoría de otro movimiento de izquierdas o derechas. Por ejemplo, dada la oposición de la Nueva Derecha a la inmigración exterior, uno puede estar tentado a sospechar de tener conexiones políticas con el Frente Nacional Francés y otros partidos de extrema derecha. Esta suposición no ha de ser completamente descartada, aunque debe apuntarse que la Nueva Derecha no ha dudado en criticar públicamente a todos los movimientos y partidos de extrema derecha, incluyendo el Frente Nacional Francés y su líder Jean-Marie Le Pen. Por el contrario, nunca ha sido un secreto que la Nueva Derecha es comprensiva con las ideas de muchos líderes socialistas, intelectuales, e izquierdistas franceses, con los que, por ejemplo, está de total acuerdo sobre el tema de una Europa libre de ocupación por los Estados Unidos y la Unión soviética, así como del desmantelamiento de la alianza occidental. Es más, en numerosas ocasiones, la Nueva Derecha ha expresado gran admiración por aquellos intelectuales socialistas quienes, en su visión, han permanecido leales a ideas socialistas a pesar de las recientes tendencias neo-conservadoras entre sus antiguos camaradas. Para entender la “volatilidad” ideológica de la Nueva Derecha, uno debe referirse de nuevo al credo general expresado anteriormente por De Benoist, en el cual enfatiza que las ideas de la Nueva Derecha estas diseñadas para minar la ortodoxia ideológica y permanecer abiertos a la intelectualidad socialista y derechista por igual. ¿Puede uno concluir, por tanto, que la Nueva Derecha está usando tácticas izquierdistas de engaño ideológico o simplemente es una nueva estrategia conservadora por la supervivencia política?
Así entonces, ¿Cómo definimos la Nueva Derecha? ¿Es algún tipo de secta semi-religiosa y semi-política, como aquellas que abundan hoy a lo largo del hemisferio occidental? La descripción anterior ha demostrado que las categorías sociales no están netamente divididas por conceptos sociales bien definidos, y que antes que usar o abusar de la terminología política, cada científico social debe redefinir todo concepto en su entorno histórico y social dado.
La Nueva Derecha se caracteriza a sí misma como una revuelta contra la política sin forma, la vida sin forma, y los valores sin forma. La crisis de las sociedades modernas ha desembocado en un incesante “afeo” cuyos principales vectores son el liberalismo, marxismo y el “modo de vida americano”. Las ideologías dominantes de la modernidad, el marxismo y el liberalismo, encarnados respectivamente por la Unión Soviética y América, son dañinos para el bienestar de los pueblos porque reducen todos los aspectos de la vida al nivel de la utilidad y eficiencia económica. El principal enemigo de la libertad, afirma la Nueva Derecha, no es el marxismo o liberalismo per se, sino más bien su creencia común en el igualitarismo. El marxismo, a propósito, no es la antítesis del liberalismo – es simplemente la forma más dañina del igualitarismo que galopa a través de todos los sectores de la política soviética y americana:
El enemigo está encarnado en todas aquellas doctrinas, todas las prácticas que representan y encarnan una forma de igualitarismo. Ciertamente, en primer lugar entre ellos, está el marxismo – el más extremo y la forma más terrorista de igualitarismo. La influencia considerable de marxismo en las mentes contemporáneas – y especialmente en aquellas que estarán llamadas mañana a tomar decisiones en la sociedad, es una de las causas fundamentales de la crisis moderna.
El error que los pensadores fracasan en discernir es que la doctrina liberal del individualismo, economicismo y la “persecución de la felicidad” no puede constituir un arma sólida contra el marxismo, ya que los intelectuales liberales, mientras denuncian las consecuencias del marxismo, son incapaces de examinar críticamente las premisas igualitarias de su propia doctrina. Como escribe Jean-Claude Valla, “Ellos [intelectuales] son atraídos por el marxismo porque frente a ello, junto a ello, y contra ello, no hay alternativa. El marxismo coexiste con el liberalismo dado que nadie desea desafiarlo en su propio terreno, y nadie es capaz de disputar su monopolio”.
Para la Nueva Derecha, los partidos y movimientos conservadores y neo-conservadores comparten gran parte de la responsabilidad histórica por la impopularidad proverbial de las ideas conservadoras. Víctimas de las circunstancias históricas, impotentes para realizar la “batalla por las mentes”, y enredados en el pasado de colonialismo, racismo y mesianismo judeocristiano, los neoconservadores y conservadores tradicionales ya han firmado sus propias defunciones. En pocas palabras, estos “derechistas” son incapaces de obtener mucha credibilidad intelectual. Como Micheal Walker. Editor de la revista inglesa, The Scorpion, escribe:
El bagaje de la vieja derecha, era la derecha nacionalista, la derecha nazi, la derecha cristiana, la derecha imperialista, la derecha liberal, con sus soluciones simplistas a los temas del día, abandonó a aquellos jóvenes profundamente insatisfechos. La extrema derecha, estridente, monótona y totalmente predecible, era un inulto a la inteligencia.
A ojos de los pensadores y escritores de la Nueva Derecha, los conservadores cristianos tradicionales han hecho más daño a la causa conservadora que sus adversarios ideológicos de entre la intelectualidad socialista izquierdista. No es sorprendente, que tras la segunda guerra mundial, un intelectual o un artista pudiera reconciliarse difícilmente con alguna doctrina conservadora mal definida que a menudo parecía reminiscencia del fascismo. Después de 1945, la única opción para alguien en busca de respetabilidad intelectual fue saltar al vagón socialista o aceptar la ideología dominante del liberalismo, especialmente cuando la popularidad del marxismo empezó a erosionarse. En otras palabras, para ganar prestigio intelectual, los intelectuales primero y ante todo tenían que pagar el servicio a las ideologías dominantes, independientemente de sus propias creencias políticas.
Traducción para Katehon en Español desde Rigton.net