Economía y política: últimas noticias de Ucrania

Brevemente, sobre una variedad de temas.
 
Ayer [el miércoles 17 de diciembre], el Fondo Monetario Internacional reconoció que la deuda de Ucrania con la Federación Rusa es deuda soberana y no comercial,  lo que supone un fracaso para la junta -que trataba de evitar ese pago-, que sigue teniendo esa deuda de 3.000 millones[El mes pasado, Rusia presentó su propuesta de reestructuración de esa deuda, rechazada por Ucrania alegando no haber recibido notificación oficial-Ed]Por otra parte, el mismo FMI ya había anunciado anteriormente que el impago de esa deuda con Rusia no se consideraría como una suspensión de pagos de Ucrania, por lo que no supondrá un impedimento para que Ucrania siga recibiendo créditos, por lo que Ucrania puede no pagar, o devolver el dinero “algún día”.
 
También ayer, Rusia acabó oficialmente con la zona de libre comercio con Ucrania. Las razones de este cambio son evidentes ya que a partir de año nuevo, Ucrania disfrutará de un régimen similar con la Unión Europea. Por motivos puramente económicos, mantener el libre comercio era inviable, también desde el punto de vista político, que busca la aplicación de los acuerdos de Minsk cueste lo que cueste.
 
La junta ha anunciado oficialmente el bloqueo comercial y de transporte de Crimea, por lo que a partir de mediados de enero se limitará bruscamente la comunicación con Crimea a través  de los puestos de frontera de Perekop y Chongar. Se impondrán también restricciones a las importaciones. Teniendo en cuenta que ya existía un bloqueo informal impuesto por miembros del Praviy Sektor y algunos tártaros de Crimea, que en realidad está siendo utilizado para aumentar el flujo comercial desde Rusia y reducir la importación de productos ucranianos, este paso solo supone la formalización de prácticas ya en vigor. Se ha anunciado también el bloqueo marítimo de Crimea a partir del año nuevo y líderes de los Mejlis pretenden bloquear el estrecho de Kerch [que separa la península de Crimea y la Rusia continental-Ed]. Pero, ¿cómo?
 
Ha vuelto a aparecer en los círculos de la junta la idea de la posibilidad de romper relaciones diplomáticas con Rusia. Realmente, esto sería lo mejor, ya que supondría el final del proceso de Minsk, por lo que es improbable que se dé ese paso.  Como es costumbre, la última ronda de negociaciones en Minsk no ha dado ningún resultado significativo ni en los aspectos militares ni en los civiles. Como también es habitual, las partes han acordado seguir negociando. Con el primer aniversario de la firma a dos meses vista, no se ha cumplido ni uno solo de los puntos del acuerdo de Minsk en los diez meses de proceso.
 
Los tribunales ucranianos han prohibido las actividades del Partido Comunista de Ucrania. Ya hemos hablado sobre los motivos de este final del KPU. También hay que apuntar que el regocijo de algunos “verdaderos comunistas” por la prohibición de los “falsos comunistas de Simonenko” es incomprensible. Puede que no les guste el partido, pero tampoco se apresuran a crear en su lugar el “nuevo tipo de partido” o el “partido de los verdaderos herederos de Lenin”. Charlatanear en internet es bastante más sencillo que crear una organización comunista de verdad en una situación de terror fascista. Pero ahora que Simonenko ya no puede utilizarse como excusa, también será mucho más complicado explicar por qué no hay un partido bolchevique de verdad.
Sobre el bloqueo energético. Ayer informamos de que Sebastopol necesita cinco megavatios más de los que recibe ahora mismo para evitar definitivamente todos los apagones en zonas residenciales. Para la industria, faltan 20-30 megavatios. Según las declaraciones de Menyailo [gobernador de Sebastopol-Ed], el 21% de la energía de Sebastopol debería producirse en Crimea e importar el resto de la región de Kuban. En Kerch se sigue manteniendo el régimen de emergencia y se han instalado medidas para el suministro a viviendas residenciales. A pesar de todo, en Crimea se mantiene un alto número de incidentes.
 
La lucha por la frontera
 
El servicio ucraniano de fronteras pretende recuperar el control de más de 400km de frontera, según anunció el miércoles el jefe del departamento, Viktor Nazarenko en una entrevista concedida a la agencia Interfax-Ucrania. Se trata de la frontera entre las Rusia y las Repúblicas Populares de Donetsk y de Lugansk y la ahora inexistente frontera ruso-ucraniana del estrecho de Kerch.
 
“Nos estamos preparando para tomar el control de esa zona que ahora no controlamos, son 409,2km. Hemos diseñado un plan, lo hemos discutido con el consejo y estamos preparados para ello”, afirmó Nazarenko, que no concretó los detalles del plan, pero apunto que “en esta tarea” su departamento trabajaría “muy de cerca con las Fuerzas Armadas”.
 
Las fuerzas ucranianas pretenden presentarlo como un hecho consumado ante Moscú y Washington, que han declarado ser partidarios del cumplimento de los acuerdos de Minsk.
 
Tras la reunión de Vladimir Putin y el ministro de Asuntos Exteriores ruso Sergey Lavrov y la llegada a Moscú de John Kerry, secretario de Estado de Estados Unidos, Lavrov declaró: “Rusia y Estados Unidos trabajan sobre la base del principio de acuerdo entre los presidentes Putin y Obama y reafirman su apoyo por el acuerdo de Minsk y el Formato Normandía y utilizarán todo lo que esté en su mano para la completa implementación de los acuerdos de Minsk”. “Hay ideas concretas sobre cómo avanzar de forma más eficiente. Esperamos seguir en contacto con nuestros colegas americanos”, añadió el ministro. Kerry, por su parte, insistió sobre la idea de que las partes en conflicto deben ceñirse a los acuerdos de Minsk.
 
Las declaraciones del servicio de fronteras de Ucrania sobre la resolución del problema de la frontera “en colaboración cercana con las Fuerzas Armadas” se produjo en un momento en que aparecen informaciones sobre la concentración en la zona de conflicto de blindados ucranianos, cuya presencia en la línea de demarcación está expresamente prohibida por los acuerdos de Minsk. “Hay información sobre la acumulación de armamento pesado en la línea de separación, prohibido por los acuerdos de Minsk, y acumulación de tropas en las zonas aledañas”, afirmó el adjunto al jefe de personal de la milicia de la República Popular de Lugansk Igor Yaschenko.
 
Según sus declaraciones, un convoy de un total de quince unidades (siete tanques T-64 y doce blindados) ha llegado a la localidad de Stanitsa Luganskaya, situada en la línea de separación [el puente de Stanitsa Luganskaya, varias veces bombardeado y destruido, es la frontera entre la zona de Lugansk controlada por las tropas ucranianas y la RPL-Ed]. En la localidad de Kolyadovka (a 28km de la línea de separación) hay dos lanzacohetes Grad y ocho howitzers MSTA-B y D-30. Si la información de los representantes de la RPL es correcta, esto supone una clara y abierta violación de los acuerdos de Minsk por parte del lado ucraniano. La afirmación sobre la acumulación de vehículos militares coincide con la confirmación del grupo de contacto tras la última reunión en Minsk de un acuerdo para el alto el fuego en Donbass para los días de las fiestas de año nuevo.
 
Hay que recordar que las milicias de la RPD y la RPL establecieron control sobre las zonas de la frontera tras las batallas de julio-agosto de 2014, cuando lograron liquidar la caldera de Izvarino, capturar [la estratégica colina] Saur-Mogila y tomar Novoazovsk [en la costa del mar de Azov]. En aquel momento, tras enfrentamientos especialmente serios, las milicias capturaron los puestos de frontera de Marinovka e Izvarino. Es evidente que el intento de asegurar por la fuerza “la recuperación del control sobre la frontera” es una venganza militar.
 
“Kiev intenta volver a la primera página de la prensa internacional”
 
Recientemente, Ucrania ha capturado, contrario a los acuerdos de Minsk, parte de la zona neutral. Las tropas ucranianas tomaron el control de Krasnogorovka, que no estaba situada en la zona bajo control ucraniano, lo que el politólogo de Donetsk y director del Centro de Estudios Euroasiáticos, Vladimir Kornilov, calificó, en declaraciones a Vzglyad, como “una flagrante violación de los acuerdos de Minsk”. “Con esos actos y declaraciones Kiev hace todo lo posible para provocar a la RPD, la RPL y Rusia. Ahora vemos la intensificación de tropas en la frontera con Transnistria para exacerbar el conflicto y para hacer volver a Ucrania a la primera página de la prensa internacional”, afirmó.
 
En referencia a las declaraciones del jefe del servicio de fronteras de Ucrania, Kornilov afirmó: “Me pregunto qué quiere decir exactamente”. “Si Nazarenko va a tomar Crimea asaltando el mar de Sivash, como hicieron los bolcheviques en los años 20, diría que puede ir a Crimea. Pero si trata de tomar el control de áreas que están más allá de su competencia, entonces la pegunta es cómo se va a cumplir el acuerdo de Minsk”.  El Gobierno de Kiev es perfectamente consciente de la esencia de los acuerdos de Minsk, aunque jamás los haya implementado, afirma Kornilov.
 
“Mientras Occidente exige el cumplimiento de los acuerdos de Minsk únicamente a Rusia, aunque no sea parte en el conflicto, nadie en Occidente parece prestar atención al hecho de que, salvo contadas excepciones, Ucrania no ha tenido intención de cumplir con los acuerdos y sigue disfrutando del pleno apoyo de los gobiernos occidentales”, afirmó el experto.
 
“La lucha continúa”
 
“Kiev lleva dos años diciendo que se está preparando. En este tiempo, ya han luchado varias veces y, por supuesto, se sigue luchando”, afirmó en declaraciones a Vzglyad el presidente del Centro de Análisis de Sistemas Rotislav Ischenko, que insistió en que “no se puede decir otra cosa”. Aclaró también que “se trata de la postura oficial. Están preparados para tomar el control de la frontera”. Pero el experto tampoco descartó la posibilidad de que Ucrania necesite varios años para prepararse, si no más.
 
“Ucrania tiene miedo, pero desde luego va a luchar. No hay otra opción. Ucrania amasa tropas constantemente, organiza provocaciones porque no puede aplicar los acuerdos de Minsk. Así que la única alternativa es la guerra, que se reanudará arde o temprano”.
 
“No creo que esas declaraciones concretas deban entenderse como la indicación de que algo vaya a comenzar mañana mismo. No tomaría las palabras al pie de la letra”, afirmó Ischenko. “El jefe de servicio de fronteras podría haber pronunciado las mismas palabras hace dos meses, o hace un año, pero no hay relación directa entre lo que diga y lo que vaya a ocurrir mañana”.
 
Kiev no puede aceptar la paz, por lo que la batalla se reanudará antes o después, pero esa no es decisión del jefe del servicio de fronteras. Al contrario, si se hubiera tomado la decisión de reanudar la guerra, no habría pronunciado esas palabras, simplemente habría permanecido en silencio.
 
Ischenko insistió también en que es incorrecto afirmar que las declararaciones de Nazarenko son contrarias a los acuerdos de Minsk. “La intención de recuperar el control de la frontera no es nada fuera de lo ordinario. Uno de los últimos puntos del proceso de Minsk exige que, una vez que Ucrania haya cumplido con sus compromisos, la frontera les sea devuelta. Pero la frontera no se devolverá, ya que Ucrania es incapaz de cumplir con el acuerdo. Pero esto no es algo que dependa del jefe del servicio de fronteras. Su trabajo como jefe de esta estructura es estar preparado”, resumió Ischenko.
 
Es preciso recordar que el 1 de septiembre entró en vigor otra tregua, que ambas partes y los observadores afirmaron que se cumplía. A finales de septiembre, se firmó el acuerdo de retirada del frente de tanques y armamento de calibre inferior a 100mm. Este proceso finalizó el 12 de noviembre.
 
A mediados de abril del año pasado, las autoridades de Kiev iniciaron una “operación especial” para acabar con las  protestas en Donbass. Desde entonces se ha producido miles de víctimas entre la población civil y destrucción de viviendas e infraestructura.
 
Según los datos de la Organización de las Naciones Unidas, a principios de diciembre, desde el inicio del conflicto han perdido la vida más de 9.000 personas, más de 20.000 han resultado heridas y más de un millón y medio de personas se han visto obligadas a abandonar sus viviendas.