Al Fido Del 20D

Por fin, después de un año de machaqueo electoral, entramos en la semana final del tormento (con las espadas todavía en alto por la falta de gobierno en Cataluña). Al filo del 20D, y del resultado de las encuestas sobre las generales de ese día, que propuse la semana pasada a los lectores, se constata que: 
- la gran mayoría ( 80%), cree que el PP será el partido más votado.  
- una mayoría más ajustada (61%) piensa que Mariano Rajoy será el próximo presidente del gobierno. Pero se abre la puerta (23%) a que lo sea A. Rivera. 
- a la pregunta sobre cuál será el partido más votado en Cataluña, la respuesta hace “bacarrá”: empatan al 36% C’s y ERC, y el 28% restante se reparte entre Em Comú Podem, Democracia y Libertad, y las CUP. 
 
En conclusión, la mayoría de basca de este blog opina como el que suscribe que hay RAJOY PARA RATO, aunque con una pequeña ventana de oportunidad para A. Rivera. En otros términos más prácticos,  la próxima sería una legislatura de centro-derecha. 
 
Desde otra perspectiva, incluyo aquí para debate algunos párrafos de mi artículo “20D: ENTRE LA DUDA Y EL ERROR”, publicado ayer en el periódico digital “Confidencial Andaluz”, ( http://www.cohttp://www.confidencialandaluz.com/20d-entre-duda-y-error/nfidencialandaluz.com/20d-entre-duda-y-error/ ) : “… Ante el triste panorama de los llamados grandes partidos, no pocos de sus anteriores votantes desearían no repetir el voto. Tienen, pues, que decantarse. Pero el relámpago de la inteligencia que significa elegir les enfrenta inmediatamente al desasosiego de optar por el error o por la duda. El primero sería votar a quien no es lo que uno creía que era. En depositar la confianza en quien no la merece. El error enseña, pero no tiene vuelta atrás, al menos en cuatro años de legislatura. La duda poco o nada enseña, pero te mantiene activo hasta el último instante.

Dudando y queriendo dar votos de castigo al bipartidismo, muchos sufragios irán a los partidos emergentes. Y, sin pretenderlo, quizás se esté votando a uno de los dos previamente descartados. Porque si, por ejemplo, uno quiere votar a C’s y este partido no logra una mayoría suficiente para gobernar, en la investidura tendrá que apoyar (en primera o en segunda votación) o al PP, o al PSOE, o al PSOE+P’s. Solamente si C’s fuera el partido más votado, su líder podría ser apoyado en la investidura por el PP. Aunque esto sería ya entrar en el campo de la Fe matemática. 

En el caso de P’s pienso que las cosas están claras: sus posibilidades de gobierno son nulas. Por eso su líder puede permitirse la soflama de laboratorio y la falta de compromiso razonable. Su discurso, basado exclusivamente en señalar los errores de los demás, tiene recorrido, pero limitado. Sus votos, aunque legítimos, son el descontento de los que poco o nada tienen que perder. De los que arman ruido en las redes sociales, de las que no pueden desconectarse porque las necesitan para vocear cualquier cosa que se les ocurra. De los que, en resumen, se han equivocado o de país o de siglo. 

En último término, pienso que votar a C’s es moverse en el campo de la duda y votar a P’s en el del error. Un dilema que resuelve Manzoni: “Es menos malo agitarse en la duda que descansar en el error”.