Alain de Benoist y las directrices para los años decisivos
El libro Orientations pour des années décisives (Orientaciones para los años decisivos) de Alain de Benoist, publicado en 1982, parte de una crítica radical tanto al liberalismo como al comunismo desde el punto de vista de una «tercera vía» europea. Escrito a raíz de la elección de François Mitterrand como presidente de Francia, el libro sostiene que el liberalismo y el comunismo son dos caras de la misma moneda, fruto del igualitarismo y el universalismo: ambos son herederos seculares de los valores cristianos que de Benoist considera ajenos a la auténtica civilización europea.
La tesis central de Alain de Benoist es que la democracia liberal, lejos de ser lo contrario del comunismo, en realidad le allana el camino al promover el individualismo, el igualitarismo y la primacía de la economía sobre la política y la cultura. Para de Benoist las sociedades liberales disuelven las comunidades orgánicas y la memoria histórica en favor de individuos abstractos que persiguen el interés material. Esto crea las condiciones para una revolución comunista o, lo que es peor en su opinión, un despotismo blando dominado por el consumismo y la homogeneización cultural.
De Benoist construye su argumentación mediante un sofisticado análisis teórico basado en diversos pensadores, desde Hegel a Gramsci. Sostiene que la aparente victoria del Occidente liberal sobre el comunismo soviético oculta una derrota más profunda: el triunfo de lo que él denomina el «totalitarismo occidental», el cual se basa en la economía, la tecnología y la cultura de masas. Este sistema, sostiene, es en realidad más eficaz que el comunismo soviético para hacer realidad la visión de Marx de un mundo sin fronteras de individuos estandarizados.
El argumento más provocador del libro es que el anticomunismo clásico de la derecha es insuficiente e incluso contraproducente si no cuestiona las premisas liberales que generan los movimientos comunistas en primer lugar. De Benoist aboga, en cambio, por una oposición más radical basada en la defensa de las comunidades orgánicas, los valores jerárquicos y la diferenciación cultural frente al colectivismo soviético y el individualismo occidental.
Uno de los puntos fuertes de la obra es su clarividente análisis de los efectos homogeneizadores de la globalización y del modo en que la economía liberal tiende a anular la soberanía política y cultural. De Benoist predijo con exactitud cómo el libre comercio y las empresas multinacionales debilitarían los Estados-nación y las identidades tradicionales. Su crítica a la tendencia de la democracia liberal a reducir todas las cuestiones a la economía y la administración también anticipa importantes debates contemporáneos.
Sin embargo, las soluciones propuestas por de Benoist siguen siendo algo vagas. Aunque aboga por una «tercera vía» europea entre el liberalismo estadounidense y el comunismo soviético, el esquema práctico de tal sistema alternativo nunca se desarrolla plenamente. Su esperanza de que el bloque soviético pueda evolucionar en una dirección más nacionalista, mientras Occidente permanece estancado en la decadencia liberal, parece equivocada en retrospectiva. Sin embargo, en el mundo multipolar actual, aunque el bloque soviético se disolvió, Rusia ha evolucionado en una dirección más derechista y sigue oponiéndose firmemente a Estados Unidos y a su particular tipo de liberalismo.
El estilo del libro es denso y teórico, lleno de referencias a la filosofía continental y a la teoría política. Si bien esto le da peso intelectual, también puede convertirlo en un reto para el lector menos versado. Alain de Benoist suele concentrar sus energías en conceptos filosóficos abstractos más que en análisis políticos concretos.
Desde el punto de vista histórico, el libro es en gran medida producto de su época, la década de 1980, es decir, de los albores del neoliberalismo y el final de la Guerra Fría. Algunas de sus preocupaciones sobre el dominio cultural y económico estadounidense resultaron clarividentes. Otras, como sus esperanzas en la evolución soviética o su temor a los gobiernos socialdemócratas, parecen anticuadas. La relevancia actual de la obra reside más en su crítica del liberalismo que en su análisis político inmediato.
En definitiva, Orientations pour des années décisives sigue siendo una obra importante y estimulante de teoría política, incluso para los lectores que rechazan sus conclusiones más radicales. Su crítica de la globalización económica, la homogeneización cultural y los límites de la democracia liberal plantea cuestiones que siguen siendo de gran actualidad. La idea central del libro – que el individualismo liberal y el colectivismo comunista comparten raíces filosóficas comunes – ofrece una perspectiva interesante sobre estas ideologías políticas aparentemente yuxtapuestas.
El libro se lee mejor como una crítica provocadora de los supuestos liberales que como una filosofía política completa. Desafía a los lectores a cuestionarse si los derechos individuales y el libre mercado son fundamentos suficientes para el florecimiento humano, al tiempo que destaca la importancia de la identidad cultural y la comunidad orgánica. Incluso si se rechazan las posiciones más extremas de Benoist, su análisis de las contradicciones y limitaciones del liberalismo sigue siendo digno de interés.
Para los lectores contemporáneos, la obra ofrece valiosas reflexiones sobre los debates en curso acerca de la globalización, la democracia y la identidad cultural. Aunque sus predicciones políticas concretas pueden no haber dado en el blanco, su crítica más amplia de las tendencias homogeneizadoras de la modernidad liberal sigue siendo pertinente en nuestra época de acelerada integración tecnológica y económica.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera