Turquía y Egipto pasarán de la enemistad a la amistad

30.09.2024

La cooperación entre ambos países puede afectar a la región del norte de África y Oriente Próximo.

El 4 de septiembre de 2024, el presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi visitó Ankara y se reunió con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan. Fue la primera visita de un presidente egipcio en los últimos 12 años. Aunque el debate se centró en Gaza y en la necesidad de coordinar acciones contra Israel, los ministros de ambos países firmaron también 18 memorandos de entendimiento sobre cooperación en energía, defensa, turismo, sanidad, agricultura, finanzas, cultura, educación y transporte.

En una rueda de prensa conjunta, Erdogan reiteró que Turquía y Egipto querían aumentar el comercio anual entre 5.000 y 15.000 millones de dólares en los próximos cinco años. Por su parte, Sisi dijo que también discutieron la situación en Libia, sobre la que los dos países han estado enfrentados durante mucho tiempo y han apoyado a facciones opuestas en un conflicto sin resolver.

Anteriormente, en febrero de 2024, Erdogan estuvo en El Cairo, y entonces se normalizaron formalmente las relaciones. Las relaciones bilaterales entre ambos países se deterioraron significativamente tras el derrocamiento del presidente Mohamed Mursi en la revolución del 30 de junio de 2013, ya que era un estrecho aliado de Turquía, que apoyaba a los Hermanos Musulmanes (prohibidos en Rusia).

Los medios de comunicación turcos (así como los «hermanos» locales y visitantes a los que se dio acceso a plataformas de información) empezaron a criticar a Sisi, y Erdogan mencionó repetidamente su nombre en la retórica política, estableciendo paralelismos entre Sisi y algunas figuras de la oposición en Turquía para ganarse apoyos, especialmente antes de las elecciones.

El actual giro en las relaciones deriva de diversos intereses económicos y estratégicos, influidos por la coyuntura geopolítica de la región.

Si hablamos de economía, Turquía y Egipto están interesados en su recuperación. Turquía sigue sufriendo una grave inflación y la devaluación de la lira turca, mientras que Egipto se encuentra entre los primeros puestos de los principales deudores del FMI.

Ambos países tendrán que ajustar su política exterior. En particular, en Libia, donde Turquía apoyó al Gobierno de Acuerdo Nacional de Trípoli (por su proximidad ideológica a los Hermanos Musulmanes), y Egipto apoyó al Ejército Nacional Libio del general Jalifa Haftar. Rusia también apoyó a Haftar para evitar el fortalecimiento de la influencia de las fuerzas islamistas en la región. En esto coincidían los objetivos de Moscú y El Cairo.

La energía también desempeña un papel importante, ya que Turquía está interesada en convertirse en un centro regional, utilizando las capacidades de los países proveedores vecinos, desde Azerbaiyán y Rusia hasta Irak. Y la importación de gas natural licuado de Egipto podría dar a Turquía oportunidades adicionales, incluso para transportar gas a Europa. En febrero, la Turkish Petroleum Pipeline Corporation (BOTAS) y la Egyptian Natural Gas Holding Company (EGAS) acordaron mejorar la cooperación en el comercio de gas natural y GNL.

La seguridad energética está vinculada en cierto modo a los intereses en el sur del Mediterráneo, donde Turquía mantiene desde hace tiempo un conflicto de intereses con Grecia, Chipre e Israel. No hace mucho, Turquía también fue excluida del Foro del Gas del Mediterráneo Oriental, creado en 2020. Por tanto, a través de Egipto, Ankara intentará influir en esta agenda o, al menos, limar contradicciones sólo con Egipto.

Y puesto que Egipto también es miembro de los BRICS, puede presionar a favor de los intereses de Turquía en este club. No es casualidad que este año Turquía empezara a declarar activamente su interés por convertirse en miembro de esta organización.

También hay que señalar el interés de Turquía por ampliar la exportación de sus productos militares. Se sabe que Turquía había acordado anteriormente exportar sus drones armados y otros equipos militares a Egipto.

Ambos países tienen intereses en la región, en particular, en el Cuerno de África. Egipto presenta reclamaciones contra Etiopía (que también es miembro del BRICS), que inició la construcción de una enorme presa en el Nilo. Los Emiratos Árabes Unidos están invirtiendo activamente en esta construcción.

Además, en enero de este año, Etiopía firmó un acuerdo histórico con Somalilandia que, a pesar de la falta de reconocimiento internacional, concedía a Etiopía acceso al Mar Rojo a cambio del reconocimiento de la soberanía de Somalilandia.

De este modo, Etiopía intenta diversificar el acceso a las comunicaciones marítimas. Por otra parte, Egipto ha firmado un acuerdo militar con Somalia, que Etiopía considera un desafío a su acuerdo marítimo con Somalilandia. Mientras tanto, Turquía ha intensificado sus esfuerzos para mediar en las negociaciones entre Somalia y Etiopía, tratando de reforzar su influencia diplomática como mediador en la región. Cabe destacar que Turquía también está vendiendo sus drones armados a Etiopía.

A esto hay que añadir el actual conflicto militar en Sudán, fronterizo con Egipto. Por supuesto, la vecina Franja de Gaza ocupa ahora una posición más prioritaria y para la entrega de ayuda humanitaria (incluida la procedente de Turquía), el territorio de Egipto es el más óptimo.

En conjunto, se están estableciendo combinaciones bastante interesantes, en las que también participan otros actores de la región. Al menos, hay intentos de influencia por parte de Arabia Saudí, pero también de países occidentales. Rusia, siendo socio tanto de Egipto como de Turquía, está más distanciada de los procesos regionales. Al mismo tiempo, el fortalecimiento de las relaciones, especialmente si tienen un efecto claro en el fin del apoyo de Turquía a los Hermanos Musulmanes, sería beneficioso para la seguridad regional desde el punto de vista de Rusia.

A largo plazo, por supuesto, cualquier proceso de desoccidentalización sería bien acogido por Moscú. Aunque los esfuerzos de cooperación entre Turquía y Egipto, que están empezando a cobrar impulso, deben resistir el paso del tiempo. Sin embargo, es necesario tener en cuenta los factores de la memoria histórica, ya que Egipto estuvo bajo el control del Imperio Otomano durante mucho tiempo, y las actuales escuelas del Islam de ambos países siguen siendo diferentes entre sí. Y la competencia en el sector turístico tampoco deja de ser un factor importante que repercute significativamente en las economías de los dos países.

Traducción al español para Geopolitika.ru
por el Dr. Enrique Refoyo